¿Qué es el abuso espiritual, de conciencia y de poder en la Iglesia?

Ya se han enterado de lo que es abuso espiritual: cuando otro usurpa el lugar de Dios, en vez de ayudar a la persona a encontrarse con El, priva a la persona del encuentro y de sus propios recursos espirituales. Cancela la espiritualidad.

Abuso de conciencia: anula la conciencia del otro, el otro pierde la capacidad de orientar su propia vida.

"Dios te pide que seas numeraria, y el hecho de tener miedo a la entrega es señal de ello"

"Quien obedece nunca se equivoca", censurar el discernimiento propio.

Ser tratado como niño, infantilizar a la persona.

"Los directores son el cauce por el que nos llega la voluntad de Dios". Y no hay otros cauces.

"El director tiene la gracia de estado para saber lo que nos pasa, el cura del centro asignado es el buen pastor", no hay otra posibilidad a la cual recurrir.

No están permitidas las confidencias con otras que no son tu directora o el sacerdote del centro, solo se debe recurrir a la directora asignada, se impone el silencio.

Me alegro de que, al fin, hayan llegado hasta aquí.

Siguiente paso ¿qué hacer cuando este tipo de conductas conforman una institución? ¿cuándo no se trata de casos aislados de ciertos superiores que se inventan lo que quieren sino que es la forma oficial de actuar? Ahí les queremos ver a todos estos, antiguo Prevost & cia. Ya está bien. Para empezar: saquen de los procesos de santificación a quienes inventaron sistemas coercitivos. Los testimonios sobran.

No es de recibo que por un lado se "acoja a la víctima"  en el proyecto Repara o en cualquiera similar y por otro se les deje funcionar como hasta hoy. Inspección se impone.

En esta mesa, el de ACdP, sin ir más lejos,debería de saber que los abusadores/abusados los tenéis al lado, trabajáis con ellos, habéis acogido en vuestras instituciones como catedráticos a personas que siguen en el sistema o a otros que salieron pero como si no hubieran salido. Les seguís facilitando el microclima. Como si no hubiera pasado nada. 

Hay que ir más a fondo, y explicar no solo el aspecto psicológico de la cuestión del abuso, sino que los abusos no se dan desligados de un marco laboral, de educación familiar, escolar, de medios de vida, un contexto en el cual todo este asunto se enraiza. 

Comprendo que en la vida religiosa es diferente, en la vida opusina no. Porque al abuso de poder, de conciencia y espiritual se le añade el abuso financiero, el empobrecimiento buscado del individuo. 

Concierne a la Iglesia, porque sin su aval estas barbaridades no habrían tenido lugar.

De manera que os ocupáis del aspecto psicológico, pero falta la parte material del abuso de poder.

¿Qué hacer con unos sujetos a los que se ha enseñado a comportarse abusando y a confundir la voluntad de Dios con el comportamiento abusivo desde la más tierna infancia? ¿Cómo sanar esa situación?

Por su parte Luis Santamaría nos informa de las 1000 sectas que hay en España, sí, y una que vale por las otras 999 dada su duración, extensión e implicación en todos los ámbitos.

Una investigadora y profesora estudia y profundiza en los abusos en la vida consagrada, vida que no vivimos, teníamos prohibidísimo asimilarnos a las monjas, eso era de puertas para adentro. De puertas para afuera, con ellas nos confundían.

Es curioso como la chica misionera en Corea ha tomado los rasgos físicos de ese país.

No creo que deba limitarse a ser objeto de tesis doctorales, los abusos deben de ser perseguidos y destituidos quienes los realizan, si no saben mandar sin humillar ni mangonear, no saben mandar, que les den otra tarea. No se trata solo de acoger víctimas, sino de mirar el estilo, y como dice y hemos dicho mil veces, hay formas de actuar que tenían un pase hace medio siglo y hoy no es posible actuar así.

Por su parte Gareth Gore nos informa en su microblog de que el "Opus Dei" debe mucho al dictador franquista.

En julio de 1952, Álvaro del Portillo —mano derecha y mediador del fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá, y quien posteriormente lo sucedería al frente de la organización tras su fallecimiento— viajó a España con una importante misión: reunirse con el general Francisco Franco. Tenía buenas razones para albergar esperanzas de que la visita fuera un éxito: en conversaciones previas, el Caudillo había expresado su sincero deseo de ayudar al Opus Dei, «si tan solo se llegaba a un acuerdo».

El régimen ya se había mostrado extremadamente comprensivo con el grupo. En los años transcurridos desde la victoria del general Franco en la Guerra Civil Española, el Opus Dei había logrado congraciarse con el nuevo régimen , posicionándose como un aliado de confianza. Franco había recompensado esta lealtad proporcionando al Opus Dei millones de pesetas de ayuda financiera y otorgándole diversos privilegios, incluyendo el uso de un castillo en la costa valenciana .

Del Portillo tenía planes para una cooperación mucho más estrecha con el régimen. Tras su éxito al infiltrarse en las clases dominantes españolas —a principios de la década de 1950, el Opus Dei contaba con miles de miembros, predominantemente entre la élite del país—, el grupo planeaba infiltrarse en las masas. Ante la creciente disidencia entre los obreros de las fábricas y en el campo debido al saqueo y la corrupción descarados del régimen, el Opus Dei le ofrecía una mano amiga: infiltrarse también en las clases trabajadoras.

“Hay tanto trabajo por hacer al servicio de Dios y de la Patria”, escribió Del Portillo en una carta al Caudillo donde describía el plan . “Y es tan urgente si queremos asegurar que los esfuerzos del Estado, bajo su suprema dirección, por la completa restauración de un orden social justo y cristiano, por el que debemos luchar con tanta diligencia, y a cualquier precio, no se vean frustrados por la influencia de sectas oscuras y doctrinas subversivas”.

La carta íntegra de Alvaro P a Francisco F en el País, octubre 2024.

Obsérvese el membrete, Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei, atentos a la sutileza del enunciado.

Cuando me topé con la carta, inédita hasta entonces, en el Archivo de la Fundación Francisco Franco durante un viaje de investigación a Madrid para mi libro « Opus: El culto al dinero negro, la trata de personas y la conspiración de la derecha en la Iglesia católica» , lo que más me impactó fue su abiertamente político. El Opus Dei siempre ha mantenido que no tiene fines políticos. Afirma que simplemente quiere ayudar a los buenos cristianos a acercarse a Dios y a profundizar en su propia fe.

Sin embargo, aquí había pruebas de que el grupo había intentado conspirar con un brutal régimen fascista para expulsar a las sectas oscuras (¡qué ironía!) y cualquier posible doctrina subversiva, y hacerlo a cualquier precio . ¡Qué cristiano! Las ambiciones políticas del grupo y su crueldad para lograr esos objetivos se confirmarían posteriormente en documentos internos secretos que antiguos miembros habían sacado clandestinamente de la organización, y que republico extensamente en mi libro .

Entonces, ¿cuánto estaba vinculado el Opus Dei a la brutal dictadura franquista? Al estallar la Guerra Civil Española, el fundador del grupo, Josemaría Escrivá, se encontró tras las líneas enemigas: en Madrid, donde el gobierno legítimo, elegido democráticamente, se mantuvo firme contra el golpe de Estado del general Franco, que invadió gran parte del resto del país. Ante las redadas y fusilamientos de sacerdotes, Escrivá se ocultó, e incluso pasó varios meses fingiendo estar loco en un manicomio.

Escrivá finalmente escapó a territorio rebelde junto con seis de sus seguidores. Como muestra de su lealtad, los seis se alistaron de inmediato para luchar por el general Franco. Una vez que el ejército tomó Madrid, lo que significó la victoria del golpe, Escrivá regresó a la ciudad en un camión militar, vestido con su sotana, desafiante, y extendiendo su crucifijo a los habitantes desaliñados y desnutridos de la ciudad. Para muchos, era el primer sacerdote que veían en años.

El país había quedado destrozado durante los dos años y medio anteriores : trescientas mil personas habían muerto; un cuarto de millón estaban recluidas en campos de concentración; medio millón más había huido de España. Madrid estaba en ruinas, la gente luchaba por sobrevivir: los víveres estaban a punto de agotarse, no había calefacción, agua caliente, medicinas ni vendajes quirúrgicos. Aparentemente impasible ante el sufrimiento humano que lo rodeaba, y en una señal de que la política, más que la preocupación por sus semejantes, era su motor, escribió: «Creo que acabaremos teniendo que bendecir la guerra».

La guerra fue la gran ocasión, coronada por la victoria de Franco, para la extensión del apostolado escrivariano, mejor imposible.