LA HISTORIA DE TAMAR. SOBRE LA CONDICION DE LA MUJER
Tamar, por Rembrandt |
Observo que Rouco confía en el opus dei para las JMJ del año próximo.
Se equivocan confiando en el opus dei para el "renacer espiritual". El opus dei hace leña de todo para su propia hoguera, necesita a los católicos como el cáncer se nutre del cuerpo en el que se asienta: para destruirlo. Al opus dei no le interesa la iglesia católica más que para aprovecharse de ella. No sé cuando les va a llegar la luz a los obispos españoles en este sentido, porque cometen un error confiando en ellos y sino al tiempo. Las fechorías opusinas, que ya son muchas, están tapadas por el miedo. Pero existen y se van acumulando, no se puede seguir haciendo oídos sordos sin que esto salpique a los protectores ciegos....
Y el tema de la mujer está de actualidad. Ayer me enteré de que el equipo femenino de fútbol de esta ciudad se ha disuelto por no sé que extrañas decisiones de la federación nacional que han dado al traste con él. Otro pequeño desastre. Muy inspirador de cuál es la situación en este país de cualquier mujer que quiere "salirse de las tareas propias de su sexo". Las aspiraciones económicas de las mujeres españolas que se quieren dedicar al fútbol comparadas con las de los varones, las metidas de pata de los que mandan que no escuchan las necesidades de la base.... y lo de siempre en España: Los que mandan siguen donde están, "nadie más interesado que ellos en el fútbol femenino", y las chicas que quieren jugar y sacrificarse por el deporte que les gusta a su casa. Nadie ha pensado en destituir a nadie.
He descubierto la historia de Tamar, una mujer de la Biblia, gracias al teólogo y psicoterapeuta Eugen Drewermann. Fue la mujer sucesivamente de dos hijos de Judá, y su historia un tanto escabrosa no venía en la Biblia de los Niños.
Era una mujer cananea, según Thomas Mann: "ni bonita ni bella sno hermosa de un modo prohibitivo; es decir, que parecía estar irritada con su propia belleza, y con razón, pues había en ella algo embrujador, que no daba resposo a las imágenes masculinas, y contra esa agitación prescisamente había plantado los surcos entre sus cejas..." Pero el verdadero misterio de Tamar era su desasosiego por Dios, por el nuevo Dios de los hebreos y por su deseo de incorporarse a la historia de los mismos... No se contentaba con los baales y los dioses de la fertilidad, pues su alma barruntaba que había algo distinto, algo superior en el mundo, y tras su huella corría anhelante.
"Judá tomó para Er, su primogénito, una mujer llamada Tamar" (Gen, 38, 6) Pero Er muere. Tamar no se resigna, no podía soportar no pertenecer al pueblo de la elección como mujer y como madre y quedarse como una fracasada. Judá le dió a su segundo hijo como esposo, Onán.
Pero Onán no quiso dar hijos a Tamar, porque los hijos serían propiedad del hermano mayor. De ahí el pecado de Onán que ha dado lugar a la misma palabra en castellano (Gén 38, 8). Onán también murió sin dar descendencia.
Tamar no se resigna y se empecina en que Judá le entregué a su tercer hijo. Judá no quiere, su hijo Sela no iba a ser arrebatado por la muerte en brazos de Tamar ¡Malditos los brazos de Tamar, maldita la arrogante y hermosa, la perdedora de hombres! Tamar pasa por bruja. Pero Tamar se niega a enterrarse en vida.
Tamar, la dos veces castigada, no cesa de creer en la fuerza de la vida, y se compromete por su esperanza en apariencia imposible, para procurarse un derecho contra la marcha de la historia como mujer. Eso es lo que da a su retrato una grandeza extraordinaria hecha de tristeza y obstinación, de desesperación y deseo, de sufrimiento y astucia. Sólo las personas a las que se empuja hasta el límite son las que como Tamar arriesgan al máximo.
Pasa el tiempo. Judá queda viudo. Una oportunidad para Tamar, una oportunidad "loca".
Se celebra la fiesta del Esquileo en Timnat, allí se encamina Judá con un amigo. Y Tamar que lo sabe se encamina hacia allí. De noche, después del duro trabajo, los hombres esperan la satisfacción tras el agotamiento. Tamar lo sabe y se hace la encontradiza. Judá encuentra una mujer con atuendo de prostituta y con el rostro cubierto, hacia ella se desvía Judá creyendo que se trata de una hija del placer cananea. Judá le prometió un cabrito como pago. Y Tamar le pidió en prenda su sello, su cordón y su cayado. Judá accedió.
Pero de día las cosas son diferentes. Al alborear Judá manda a otro con el cabrito, no quiere reconocer su acto. "¿Dónde está la sirviente del amor divino que tenía su parada en la puerta de la ciudad?, pregunta el amigo a la gente. "Nunca hubo aquí ninguna", fue la respuesta que obtuvo.
"Que se quede con todo" dijo Judá.
Pero a los tres meses avisan a Judá: "Tamar, tu nuera, se ha prostituido, pues ha quedado encinta".
De manera especial cuando se trata de varones, es curioso lo que les ocurre cuando entran en contacto con el derecho. Es posible que hayan sido ellos los que en secreto han transgredido, pero existe la opiníon de que es un deber el negar la propia actuación cuando es lamentable, ocultar los sentimientos, y romper la unión entre las personas a la hora de señalar al "culpable". Parece que moral y derecho no consiste más que en el miedo al castigo público y en el mantenimiento de las apariencias. El mismo Judá que no se había avergonzado de pasar la noche con una prostituta de Canaán, se muestra riguroso con su nuera: "Sacad a Tamar, y que sea quemada"
Este texto parece premonitorio de las quemas medievales y modernas de brujas: se teme a la mujer, a la que se desea en virtud de una moral que prohíbe el deseo, y asi pronto del amor prohibido se hace una fuerza maléfica: la amada secreta deja de ser persona, aparece como un objeto inanimado de placer, como un demonio hecho carne, como la figura proyectada de todos los deseos rechazados. Judá pasó toda la noche con su nuera sin reconocerla como persona, ni sus ojos, ni sus manos. Tamar fue para él sólo un objeto de placer. Pero cuando está ahí, como una mujer que va a ser madre, como persona, es para él una rea de muerte: el fuego de la pasión misma se materializa en el castigo del varón contra la mujer en el fuego de la muerte.
Cuando Tamar es conducida a la hoguera manda recado a su suegro: "del hombre de quien son estas cosas estoy embarazada. ¿A quién pertenecen este sello, este cordón y este bastón?". Judá dejó libre a su nuera.
¿Era ella realmente culpable? Culpable era Judá, pero no por su desvío de aquella noche. Sino por el miedo de no haberse atrevido a autorizar el matrimonio de su tercer hijo: "Cuando Judá reconocío los objetos se vio obligado a decir: Ella tiene más razón que yo, pues no le he dado a Sela mi hijo" Gen 38, 26.
Una persona puede ser reo de muerte según la ley y tenga sin embargo razón por parte de la vida. Una persona puede vivir en oposición a la decencia y la moralidad y seguir siendo decente y moral por cuanto actúa en el sentido de su dignidad. ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer Tamar? el derecho y la moralidad habrían sido su muerte segura. La historia de la salvación del hombre se realiza en la medida en que los hombres, en el peor de los casos con el valor de la desesperación acometen las empresas más descomunales y prefieren correr el riesgo de la muerte antes que quedarse satisfechos con una vida que ya no lo es en realidad...
¡Valiente Tamar! ¡Cuántas mujeres existen que podrían ser sus hermanas, tanto en su miseria como en su orgullo! Viudas a los 40, sin casar todavía a los 45, salidas de un convento de religiosas a los 50, no dejan pese a todo de esperar. De acuerdo con el patrón de la moral que las rodea y que llevan en sí mismas desde los días de su infancia, con su esperanza, con sus peregrinaciones de búsqueda por los caminos del amor, como inductoras al pecado y al adulterio, constituyen un peligro para el orden existente, o quedan irremediablemente condenadas a renuncia permanente.
Pero lo que la voluntad de pureza de los sacerdotes condena es en realidad un momento de crisis de la felicidad, no se sabe qué ocurrirá.
Sólo una cosa es cierta: unicamente los valientes transmitirán la esperanza humana y que únicamente en su obrar descansará la bendición de Dios. Parece haber exigencias de la existencia que son más vinculantes que todas las exigencias de la moral y que vivirlas realmente es a todas luces el cometido primero y apremiante de la vida. Y ello, porque el "no ser" por puro miedo es la única culpa, que la vida jamás perdona.
Incluso si hubieran quemado a Tamar, la vida le daría la razón. Todo cuanto alguna vez quiere llamarse derecho tiene que poder medirse con las exigencias que ella planteó a la vida. Hasta la esperanza del pueblo elegido se configura unicamente a través de la felicidad de unos individuos que contra todas las reclamaciones tienen la osadía de vivirla con toda la intensidad posible.
Y es que Tamar engendró a dos gemelos, uno de ellos Fares figura en el árbol genealógico de Jesús que trae el evangelio de Mateo (Mt, 1,3)
Más historias de mujeres bíblicas en E. Drewermann, El mensaje de las mujeres. La ciencia del amor. 1996.
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Tráiler de 'Nagore', la película que gira en torno a la muerte violenta de Nagore Laffage
Diario de Noticias, Pamplona, 18/10/2010
Ver el trailer en Vimeo
Sitio web: nagorelapelicula.com
Desearía equivocarme, y si lo hago rectificaré, pero temo que se van a soslayar temas muy importantes. ¿Aparecerá el nombre del Opus Dei? En el dossier de prensa la Clínica Universitaria sólo es mencionada una vez, y de pasada.
Sospecho que se ha consentido la realización del documental a cambio de dirigir la narración por el camino de la condena al machismo y la violencia de género, a secas, sin ahondar en el trasfondo político y religioso de esta historia, ni mencionar la infiltración del Opus Dei y su ideología en las instituciones, medios de comunicación y clase dirigente navarra.
Ya lo mencioné el 7 de julio, cuando por primera vez escribí en este blog: en Pamplona existen dos periódicos, Diario de Navarra y Diario de Noticias. Mientras tenía lugar el juicio por el asesinato de Nagore, en las ediciones online de ambos hubo una gran diferencia: la participación o no de los internautas. Diario de Noticias dejaba abiertas a los comentarios de los lectores todas las noticias de cada edición. En cambio, Diario de Navarra, defensor de los intereses del Opus, "casualmente" deshabilitó la posibilidad de realizar comentarios a las noticias relacionadas con el caso, mientras "casualmente" sí se podía comentar el resto. Un clarísimo caso de CENSURA.
El asesinato de Nagore Laffage, el veredicto del jurado, la ocultación durante mucho tiempo de la identidad del acusado, el tratamiento mediático de la investigación y del juicio, no pueden ser analizados sin conocer el machismo opusiano del que estaba imbuido el asesino y sin entender cómo funciona la sociedad navarra.
Por supuesto que no he visto la película -hace sólo un rato que me he enterado de la fecha del estreno-, pero algo me hace pensar que Helena Taberna, sabiéndolo o no, ha sido utilizada para reconducir un tema muy delicado y espinoso, que creó un malestar social tremendo en Navarra, e hizo aflorar el rechazo que más navarros de lo que parece sienten por el Opus.
Sería una habilísima campaña de lavado de imagen. Con lo retorcida y manipuladora que es esa gente, no me extrañaría lo más mínimo.
Y una cosa más: estamos acostumbrados a ver películas americanas "de tribunales" en que los malvados y violentos mafiosos italianos con los típicos trajes horteras de mafioso presionan a honestos y puros ciudadanos miembros de un jurado. Pero aquí nadie amenaza a los jurados, claro. Y menos en Navarra, tan europea, tan desarrollada, tan superior al resto de España (sobre todo a la que se encuentra al sur de Despeñaperros, que ya es casi África). No. ¿Aquí? ¡Jamás! Aquí nunca se presiona -¿o tal vez sí?-. Aquí... tal vez, tal vez, puede que se prometan trabajos, o se facilite el acceso a viviendas de protección oficial, o se otorguen becas de estudio e investigación...
Sólo sospechas, claro. Ninguna prueba (¡nos exponemos a que nos denuncien por "injurias" y "calumnias"!). Pero la decisión del jurado, teniendo en cuenta la naturaleza humana, hace SOSPECHAR. Sería bueno conocer quiénes la tomaron, y sus circunstancias personales antes y después del juicio.
La historia de Isabel Caballero debería enseñarnos algo sobre cómo funciona la ¿Justicia? cuando el Opus Dei mueve los hilos desde la sombra.