CONFESION II
"La confesión estimulaba sobre todo el miedo"
"Me confieso cada 15 días. El padre escucha lo que digo. Me aconseja y me perdona porque todos necesitamos ese perdón",
Así hablaba el Papa Francisco en una Audiencia general en noviembre de 2013.
La confesión, como proclama el Papa, es un don de Dios y Dios no se cansa de perdonar. Una afirmación que para muchos católicos es algo sabido desde hace muchos siglos. Tanto que confesar a otro sus pecados con la esperanza de alcanzar el perdón es tan antiguo como el cristianismo mismo. La confesión era una liberación, un intento de limpiar el alma, de quitar la culpa y las faltas.
"La absolución a través de la confesión fue como suave lluvia sobre su tembloroso y ardiente corazón", así escribía James Joyce a propósito de uno de sus protagonistas. Y sin embargo hoy en día la confesión está pasada de moda. Mientras antes, hace 30 ó 40 años, muchos católicos se confesaban regularmente, hoy los confesonarios quedan vacíos. Incluso en las viejas catedrales donde antiguamente se formaban grandes colas para confesar. Dicho de manera concisa, el pecado siempre está ahí, pero la confesión desaparece.
No es un ninguna maravilla, dice John Cornwell profesor de Ciencias de la religión en el Jesus College de Cambridge, porque la confesión como instrumento central del poder eclesiástico de medio de presión haya caído en descrédito. En su nuevo libro, "La confesión, una oscura historia" defiende la tesis de que la crisis de la confesión no es sólo la crisis de un sacramento, más bien representa en sí misma una profunda crisis de la iglesia:
"Porque la historia de la confesión está marcada por su mal uso como instrumento del miedo y del control, por la amenaza de la condena eterna en el infierno... La confesión estimulaba más el miedo que el amor a Dios."
La invención del confesonario
De un modo vivo e informado Cornwell recorre la historia de la confesión desdes sus inicios hasta hoy, cuenta que el inventor del mueble de la confesión fue inventado por san Carlos Borromeo:
"En 1576 los creyentes que entraban en la catedral de Milán se sorprendieron viendo las cabinas de madera que se habían hecho para confesar."
En esas "oscuras cajas", así las llama en inglés en el original, los penitentes exploraban su conciencia, sus más íntimos pensamientos y secretos que sólo ellos y Dios conocían y las contaban al sacerdote. A pesar de ello la intimidad del confesonario se confirmó como un problema, después de la introducción del invento de Borromeo aumentaron la seducción de mujeres y las agresiones sexuales
"En un tiempo en que se reforzó la disciplina y la castidad de los curas por la exigencia del celibato, el nuevo mueble eclesiástico fue para muchos de ellos un estímulo para la impudicia".
El confesonario para los niños como pecado original de la iglesia
En el libro de Cornwell un hombre de la modernidad tiene un papel central: el papa Pío X que ocupó la sede de Pedro entre 1903 hasta 1914. En él ve el autor un pecado original de la iglesia de Pío X, él estableció que los niños tenían que confesar por primera vez con 7 años, cuando hasta entonces se hacía normalmente con 13 años. Para Cornwell una ofensa a la psique infantil. Denuncia la sobreexigencia de los niños y el miedo estremecedor del pecado, del infierno y del purgatorio:"Los menores de edad, que eran casi niños pequeños eran introducidos y educados en la enseñanza del pecado mortal. que supuestamente mataba el alma y terminaba en la condenación eterna. Los pensamientos de los niños estaban muy marcados por la pureza ante las tentaciones sexuales. Los curas que no tenían formación pedagógica ni de psicología infantil tenían acceso incontrolado a los niños. Innumerables niños han sido traumatizados por la iglesia con una imagen de un Dios cruel. Los confesores que han abusado sexualmente de los niños han demostrado falta de conciencia de sus maldades, porque la iglesia institucional les ha robado la autonomía de la conciencia... ..."
"Obsesión con el erotismo y la sexualidad"
Cornwell critica con dureza el poder de los curas sobre los niños que confesaban así como la conjunción casi compulsiva de erotismo y sexualidad con el concepto de culpa. El autor se pregunta ¿Por qué la iglesia no pone su interés fundamental en la conducta social en lugar de en la conducta sexual? ¿No aparece particularmente equivocada esa fijación el erotismo y la sexualidad en unos tiempos donde proliferan el fraude, el chantaje, la violencia y la explotación de la naturaleza? John Cornwell ha escrito para su propia consternación un libro provocador y sin compromisos.
No calla ni embellece pero tampoco condena. El denuncia donde los hechos no le dejan hacer otra cosa. Y reconoce a pesar de ello la parte buena de la confesión, la certeza liberadora de haber obtenido el perdón por las ofensas
Las bodas de Fígaro de Mozart terminan una de las arias más bellas de la ópera mundial en la que todos los problemas se resuelven con la confesión, el perdón y la absolución. Con el Aria 'Contessa perdono' nos sumerge en una atmósfera sublime de armonía y reconciliación.
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