Lo bueno y lo malo
A veces leo cosas en opuslibros.org que me dejan sin habla. El objetivo de los "interrogatorios" policiales que se llevan a cabo en el opus es desfondarte. Otra cosa es que consigan sus fines, yo creo que en la gran mayoría de los casos sí lo consiguen pues acaban trastornando al personal, como sabemos los tratamientos "psi" están a la orden del día entre los que dejan esta secta-mafia.
No puedo decir que me alegre el planteamiento del blog de los ex de Valladolid, ¿de qué van a hablar? ¿de lo bueno y lo malo? ... seguimos sin haber salido de la órbita opus. Verdaderamente el opus inutiliza a la gente para ser capaz de pensar por su cuenta y juzgar con libertad. ¿Qué es lo bueno? ¿que te dieron de comer y un techo mientras perdías la vida y la juventud metido en una secta?
Hoy quería comentar otro asunto en el que no se hace demasiado hincapié y del que con el paso del tiempo soy más consciente. Y es de las diferencias sociales que el opus fomenta y en las que se apoya. Creo que a grandes rasgos al menos en España ha habido un avance hacia una mayor igualdad social en los últimos, 40?, 50? años. Sin embargo en el opus a parte del tema de las numerarias auxiliares, las "sirvientas" por vocación divina se separa y divide a la gente, a las supernumerarias sobre todo en "ricas" y "pobres".
No se usan esos calificativos, quedaría demasiado evidente, se dice "supernumerarias de nivel sencillo" y "supernumerarias " tout court. Y pienso que es bastante sangrante el tema de que a las primeras, las "pobres", se les suelen pedir los hijos como numerarios, mientras que a las segundas se las suele librar con bastante más facilidad de esta "entrega".
Aquí en Jaén recuerdo el caso de un matrimonio de supernumerarios, trabajadores él del colegio Altocastillo, ella del colegio Guadalimar. Tenían y seguirán teniendo tres o cuatro hijas, hasta donde yo les seguí la pista, todas fueron "carne de club" y luego numerarias.
El caso es que al mismo tiempo tenemos al célebre supernumerario rico Serrano Gámez y su mujer, también supernumeraria. Dueño de una empresa que ha construido muchos edificios en esta ciudad. Serrano Gámez, todos los días del año misa de 8 en las Bernardas, tan piadoso y bien compuesto en sus piedades que hasta escuché de cierta numeraria que parecía un fraile. Supernumerario para el que las puertas de las delegaciones e incluso del Prelado en Roma están abiertas de par en par. Es decir, un modelo de supernumerario.
Pues bien, me ha venido el fogonazo de algo que presencié. Y es que, por un "desliz", el hijo menor de Serrano Gámez se hizo numerario. Y recuerdo como si fuera hoy a una numeraria encargada de grupo de la mujer de Serrano Gámez comentando que estaban planeando mandar el pequeño numerario en verano a Estados Unidos para disimular y que su padre no se enterara de que había pitado.
Y mientras allí tenías a los "supernumerarios de nivel sencillo" cuyo sustento dependía de dos sueldos de colegios, participando en el club juvenil, manteniendo aquello, participando de la farsa que es un club juvenil opusiano, para que otros padres picaran el anzuelo. Y desde luego, encima de que ellos daban algo mucho más valioso que el dinero de Serrano Gámez, sus hijas, en el Opus no eran tan estimados. Eran pobres.
¡Cuantísima injusticia!
No puedo decir que me alegre el planteamiento del blog de los ex de Valladolid, ¿de qué van a hablar? ¿de lo bueno y lo malo? ... seguimos sin haber salido de la órbita opus. Verdaderamente el opus inutiliza a la gente para ser capaz de pensar por su cuenta y juzgar con libertad. ¿Qué es lo bueno? ¿que te dieron de comer y un techo mientras perdías la vida y la juventud metido en una secta?
Hoy quería comentar otro asunto en el que no se hace demasiado hincapié y del que con el paso del tiempo soy más consciente. Y es de las diferencias sociales que el opus fomenta y en las que se apoya. Creo que a grandes rasgos al menos en España ha habido un avance hacia una mayor igualdad social en los últimos, 40?, 50? años. Sin embargo en el opus a parte del tema de las numerarias auxiliares, las "sirvientas" por vocación divina se separa y divide a la gente, a las supernumerarias sobre todo en "ricas" y "pobres".
No se usan esos calificativos, quedaría demasiado evidente, se dice "supernumerarias de nivel sencillo" y "supernumerarias " tout court. Y pienso que es bastante sangrante el tema de que a las primeras, las "pobres", se les suelen pedir los hijos como numerarios, mientras que a las segundas se las suele librar con bastante más facilidad de esta "entrega".
Aquí en Jaén recuerdo el caso de un matrimonio de supernumerarios, trabajadores él del colegio Altocastillo, ella del colegio Guadalimar. Tenían y seguirán teniendo tres o cuatro hijas, hasta donde yo les seguí la pista, todas fueron "carne de club" y luego numerarias.
El caso es que al mismo tiempo tenemos al célebre supernumerario rico Serrano Gámez y su mujer, también supernumeraria. Dueño de una empresa que ha construido muchos edificios en esta ciudad. Serrano Gámez, todos los días del año misa de 8 en las Bernardas, tan piadoso y bien compuesto en sus piedades que hasta escuché de cierta numeraria que parecía un fraile. Supernumerario para el que las puertas de las delegaciones e incluso del Prelado en Roma están abiertas de par en par. Es decir, un modelo de supernumerario.
Pues bien, me ha venido el fogonazo de algo que presencié. Y es que, por un "desliz", el hijo menor de Serrano Gámez se hizo numerario. Y recuerdo como si fuera hoy a una numeraria encargada de grupo de la mujer de Serrano Gámez comentando que estaban planeando mandar el pequeño numerario en verano a Estados Unidos para disimular y que su padre no se enterara de que había pitado.
Y mientras allí tenías a los "supernumerarios de nivel sencillo" cuyo sustento dependía de dos sueldos de colegios, participando en el club juvenil, manteniendo aquello, participando de la farsa que es un club juvenil opusiano, para que otros padres picaran el anzuelo. Y desde luego, encima de que ellos daban algo mucho más valioso que el dinero de Serrano Gámez, sus hijas, en el Opus no eran tan estimados. Eran pobres.
¡Cuantísima injusticia!
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