Los orígenes

 

Creo que no había sacado todavía a David Hume, estamos ahora en este tema, con sus críticas a la metafísica.

No he leido nada de Escohotado, lo ignoro todo sobre este autor.

Por el contrario me he acercado a leer la biografía de Pedro Laín Entralgo, médico humanista, rector de la universidad de Madrid en los años cincuenta, discípulo ferviente de Xavier Zubiri. "Descargo de conciencia 1930-1960". La parte que me está resultando más interesante es su relato sobre la posguerra española. Por ejemplo, el erial en que quedó convertida España, los grandes escritores se habían ido, y el régimen tuvo la rara virtud de quitar a la gente que merecía los puestos para poner a sus adeptos. No fueron Dámaso ni Lapesa los encargados de dirigir la investigación filológica, sino desconocidos como Entrambasaguas. En el instituto Cajal no figuró Fernando de Castro, discípulo de Ramón y Cajal y disponible, sino un tal Marcilla, enólogo. Para la filosofía se prefirió al padre Barbado en vez de Zubiri: se reprobó escandalosamente en 1941 la tesis de Julián Marías, en fisiología en Barcelona para sustituir a Pi y Suñer se puso a un opus al que yo conocí en Pamplona viejísimo: Juan Jiménez Vargas, que sospecho justamente habría acabado la carrera en 1939.

Ibáñez Martín, ministro de educación, exigía adhesión a todos los opositores antes que competencia en el campo propio.
Laín, católico, reconoce el sordo resentimiento cultural de la derecha española, tras un largo tiempo de inferioridad intelectual y literaria. Inferioridad que me parece se extiende hasta hoy. Pienso que Escrivá, cura de su tiempo aunque nunca hiciera las labores de cura, participaba de ese complejo de inferioridad justificado. Y algunos de sus escritos, bastante fantasiosos, lo reflejan. Soñaba con católicos en todas las áreas del saber "iluminando con la luz de Cristo", catedráticos, cineastas, escritores, artistas... vanos sueños a la vuelta de los años, porque es su propia ideología totalitaria la que impide que eso sea una realidad. Lo pensé la noche de los Goya.
En su lugar construyó un guetto, de personas que consiguen las cosas desplazando a menudo a los que de verdad merecen los puestos. Por la fuerza y el engaño. Que han ganado su prestigio en este país no por la competencia, sino por sembrar el temor a las represalias.

El propio Laín relata como algún opusiano quiso aprovecharse de su memoria pedagógica para la cátedra, fotocopiando sin él saberlo, para que fuera el propio Laín el que quedara como plagiario.

Es también significativo de la época en la que el Escrivá comienza su obra exitosa lo que dijo nada menos que el nuncio Cicognani: la "inflazione religiosa della Spagna". Laín reconoce que en la posguerra la iglesia española mostraba un triunfalismo sólo comparable al papa Bonifacio VIII en 1300, con el espectáculo de un dignatario eclesiástico paseándose por los despachos de los ministerios, una adulación al poder político nunca vista, y un programa intelectual en el que los menesteres más urgentes parecían ser el ataque a Unamuno y Ortega.

Penetración en la enseñanza universitaria con mentalidad burocrática más que evangélica y silencio total ante la represión política de los vencedores. Así se comportaban los obispos tras la guerra.

Laín intentó que los seminaristas escucharan charlas de profesores universitarios para mejorar su preparación. Le escucharon pero nada se hizo, apatía y desinterés de los eclesiásticos por el mundo de la cultura. Laín dice de sí mismo que probablemente para la jerarquía él era un cristiano exigente al que se prefiere estimar desde lejos.
Y el ambiente de sus oposiciones a una cátedra de historia de la medicina (no a teología dogmática) en la que uno de los miembros del tribunal para tumbarlo citaba a Laín y comparaba con una ¡¡cita del evangelio!!:
"En sus apuntes Laín dice tal y en el evangelio N.S.Jesucristo dice cual. Como comprenderán me quedo con el evangelio."

Leyendo estas historias de la España de la posguerra, como antigua participante de la "deformación" escrivariana comprendo mucho mejor su predicación, cuáles eran sus modelos, en qué ambiente germinó su idea y cual su afán de originalidad, de qué cosas se quería diferenciar.

Aquello de que "los católicos no sean longa manus de la jerarquía..." era uno de sus slogans más antiguos y queridos. ¡Qué manera de coger el rábano por las hojas!, predicando libertad, ideó un sistema mucho más represor y con un dirigismo más fuerte que el que tenía en la España de su época.

Para nosotros ex, todo esto es fundamental, pues la creencia de que tu vocación y el opus dei vinieron directamente del Espíritu Santo, algo así como "el Angel del Señor anunció a María", es muy fuerte.
Es terapeútico y reparador aprender de donde salió el invento.