No dar la talla
No sabes la alegría que tengo Marina B. de ver que ¡al fin! alguien reconoce lo que de veras pasó. Porque "Marinas" y "Anas" hay cientos repartidas por el mundo. Pero no hay coraje para poner el nombre a las cosas, pasteleo, peloteo, cobardía, la "demencia" o "amencia" que provoca esta secta en los que salen. Quieren y por desgracia lo consiguen, que la gente no hable, bajo amenazas, y no amenazan en balde, cumplen su palabra de anularte y dejarte sin un duro. Lo hacen, son pruebas muy difíciles de pasar. Pero cuando se lucha todo llega en esta vida...
Es genial: el defensor opusiano último que nos ha salido recomendándonos que nos dediquemos a los pobres. Claro, a los ricos ya se dedican ellos.
"No dabas la talla", efectivamente, en hipocresía, desleal con las personas que se confiaban a mí, que es en lo que hay que dar la talla ahí dentro, desde siempre vieron que no había manera de que pillara el paso. No lo pillé ni con un tambor, tuve que atravesar muchas desgracias para comprender que "Ça clochait quelque part".
Y el supergran argumento insuperable contra mí, dado que no reconozco ni me arrodillo ante los grandes hipócritas, "estás loca". No hay más. Y por supuesto todo el que corrobora mis palabras corre la misma suerte. ¡Qué mal os va a salir esta vez! porque ya no somos ni tres ni cuatro ni cinco.
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