Lo que merece y no merece la pena
Te voy a decir lo que no mereció la pena: Lo que no me mereció la pena en ningún aspecto fue ser captada y engañada. Alejada de mi familia, de mi ambiente, de una vida de adolescente normal. No me mereció la pena que me dijeran que Dios me había escogido y que no podía dejar en la estacada a las 5000 almas a las que iba a fallar si no pitaba. No me lo invento, ese fue el cálculo de Dolores Barettino la directora del club Isaba cuando yo pité. Tampoco me mereció la pena vestir como una vieja de 80 con 20 años, con faldones que barrían el suelo a mi paso, y con medias en lo más crudo del verano en la Bendición y Exposición con el Santísimo, ni las correcciones absurdas sobre mangas y larguras de falda. Ni la pinta que tenía en general cuando era joven y estaba en lo mejor de la vida... La mirada perdida y apagada, recelosa del mundo, enemigo number 1 de mi falsa vocación. No me mereció la pena estudiar lo que ellas querían, leer sólo y exclusivamente los libros que ellas dejaban a mi al...