El escándalo de la cátedra obtenida por Vallejo Nájera
Refugio Miramundos en Sierra Mágina.
No sé qué piensa Julio Quesada de Heidegger, pero supongo que será él por quien se pregunta. No creo que haya en España dos catedráticos de filosofía con el mismo nombre.
Después del tropiezo de su destierro a Barbastro, López Ibor aparcó su falangismo (si es que alguna vez lo tuvo) y se sumaba incluso a los chistes anti Franco. Aparecía como una persona conservadora pero tolerante. Era algo así como un proscrito de todos. La izquierda burguesa, el ABC, el Ya, lo aupaban frente a Vallejo Nájera, el coronel que enseñaba psiquiatría. Los sectores más abiertos preferían a López Ibor, de una derecha civilizada, frente al cerril Vallejo que se comportaba en la cátedra como en un cuartel.
En 1946 tuvo lugar la primera oposición a cátedra. El designio oficial en el que estaba involucrado el Pardo, doña Carmen compañera de colegio de la mujer de Vallejo, era que la cátedra tenía que ser para Vallejo Nájera. Dos miembros del tribunal se quitaron de en medio para no dejarse enjuagar ni votar contra el designio oficial. Vallejo tenía 60 años, estaba en el límite para poder ser catedrático. Intervino primero vestido de uniforme de coronel. Llegó con una mole de libros entre los que destacaba su "Tratado de psiquiatría" apresuradamente escrito y del que Castilla del Pino, ayudando a López Ibor, había entresacado y clasificado los disparates. Según Vallejo su psiquiatría se basaba en santo Tomás de Aquino.
Los demás opositores se despacharon a gusto contra la ineptitud de Vallejo,
Pero el último en intervenir y contra todo pronóstico, Sarró, alabó a Vallejo como la flor y nata de la psiquiatría española.
López Ibor quedó estupefacto. La traición de Sarró cuando se contaba con él para el ataque y derribo del inepto causó sorpresa en todo el equipo de López Ibor.
En el último ejercicio López Ibor hizo saber que no aprobaba la parcialidad del tribunal. El presidente le ordenó callar, pero López tiró los folios a la cara del tribunal y se marchó. Se organizó un tumulto entre los ayudantes y equipo de López Ibor y militares y falangistas que apoyaban a Vallejo. Vallejo sacó su cátedra.
Este fracaso le valió a López Ibor su éxito como víctima. Aglutinó en torno a sí a todos los buenos psiquiatras y los aspirantes en el Hospital General. Vallejo Nájera sólo tuvo un seguidor que llegó a catedrático en Sevilla. Este primer escándalo le valió una carta de apoyo firmada por destacados intelectuales monárquicos en la que ponían verde a Vallejo. Marañón, Jiménez Díaz, el decano del hospital, el ABC con Pemán a la cabeza, la buena sociedad madrileña estaban con López ibor. Incluso empezó a aumentar la clientela selecta en la consulta privada.
Establecido en general Goded, en una casa seudogótica, el matrimonio López Ibor se dispuso a la conquista social de Madrid, organizando cenas y saraos.
López ibor formó sociedad con los herederos del doctor Esquerdo, propietarios de un sanatorio y con dos médicos navarros que habían puesto dinero para reflotarlo. El sanatorio estaba a las afueras de Carabanchel Alto. Sin avisar a los socios, López Ibor propuso a Castilla que se fuera al Esquerdo. Pensó que sería para comer mejor y reponerse por eso se llevó pocas cosas. Pero días después apareció López Ibor y les dijo a los navarros, apellidados Doncel, que Castilla se quedaba de médico interno. No se concretó nada referente al sueldo. El primer año Castilla trabajó por la manutención y lavado de ropa sin atreverse a pedir dinero no le fueran a despachar y verse otra vez con hambre y pidiendo dinero a la familia. Trabajaba allí mientras preparaba su tesis doctoral en el Cajal. Es una parte con mucho encanto cuando cuenta las personas que estaban allí ingresadas, cómo vivían y se comportaban. Además de los enfermos crónicos, había también alguno que tenía problemas con la justicia, incluso algún refugiado político. Todos ellos con su correspondiente certificado médico para despistar.
En 1949 Castilla del Pino leyó la tesis, y después de tres años del Esquerdo y con novia decidió que tenía que situarse mejor. Por eso se presentó al dispensario de Córdoba donde llegó en octubre.
Otro ejemplo de figura española mundial preterida y olvidada entre nosotros por ser “republicano” fue Rodríguez Lafora, que regresó del exilio en 1947. López ibor bloqueó su petición de regreso a España y no pudo volver a ocupar su plaza hasta 1949. Lafora hizo denuncia pública y documentada de estos hechos y pidió que la asociación española de neuropsiquiatría votase si debía ser sancionado. Pero el presidente de la misma lo impidió. Fue un gran neuropatólogo que incluso describrió una enfermedad que lleva su nombre desde 1950, discípulo de Cajal, estudio con Alzheimer y Kraepelin. Era un hombre que forzosamente había que respetar. Su talla moral e intelectual dice Castilla que chocaba hasta casi el ridículo con aquella España pacata y rancia en la que no había aprendido a vivir.
Escardó fue otro damnificado al que López Ibor despojó de su plaza en la clínica del Trabajo después de la guerra. Otro que no estaba hecho para aquella España tétrica, se retiró a su casa a ver las luchas desde el tendido más alto.
Comentarios
Lo de desterrar a López Ibor a Barbastro me parece surrealista, aunque podía haber sido peor, siempre he oído que a la gente que de verdad se la quería fastidiar se la mandaba a Sidi Ifni y el siguiente sitio menos malo era Canarias.
¿Había algo especial en Barbastro? ¿un manicomio, acuartelamiento militar donde se necesitaran médicos o parecido? Si se manda allí a López Ibor sin plaza, además del destierro, se le estaba impidiendo su derecho al trabajo.
Me ha quedado una duda ¿en que cátedra se presenta Escudero para echar a López Ibor? ¿En la de Salamanca?
Todo esto con un Opus Dei incipiente, sin poder todavía ¿no?
Gracias
Hombres, Egos, hombres, nada.
Uyyyyy.
https://www.aceprensa.com/resenas-libros/un-escritor-en-busca-de-dios-el-opus-dei-mi-trayec/
En la universidad alemana la hija de Habermas era como si fuera Dios, no por su talento, sino por ser la hija de Habermas.