EJERCITO NORMALIZADO

Siguiendo con las tesis del golpe triunfal y permanente, hay que reconocer que muchas cosas se explican mejor.
El ejército español estaba contra el terrorismo y contra el separatismo, y era una fuerza, es la fuerza última del país. Había que depurarlo sobre todo de antiseparatistas.
En aquellos 70-80 es cierto que la indignación con el terrorismo era de derechas, no todo el mundo mostraba su "repulsa por los atentados" como sería usual a partir de finales de los 90.
Estaban educados en el amor a la patria y no querían su destrucción. Era inevitable el choque con el nuevo régimen, a pesar de que la cúpula del ejército estaba controlada. Por eso organizaron una operación para depurarlo, desmoralizarlo, enfrentarl al pueblo.

"No hay mejor manera de derrotar a un ejército que consiguiendo que su jefe (Juan Carlos) sea su enemigo." La operación Armada fue un señuelo para hacerles caer, por lealtad al rey. El fracasado 23F se organizó especialmente por ellos y para ellos.
Tras el 23F los periodistas del régimen, Pedro J a la cabeza desde Diario 16, no paraban de descubrir golpistas debajo de las piedras. En un clima artificialmente creado de golpistas y antigolpistas  se produjo la depuración del ejército. Se quitaron de en medio militares para elevar a otros militares supuestamente más demócratas, postergando a los que no estuvieran conformes con separatismo  y terrorismo. ¿Quién puede estar conforme con el terrorismo?

El ejército estaba acosado por un lado por las sospechas de golpismo y por otro por el terrorismo. Ante cualquier requerimiento de firmeza caía la acusación de golpismo y la depuración. Los militares estaban vigilados constantemente por los servicios secretos y todos con la espada de Damocles de ser acusado de apoyar a Armada. La impunidad del terrorismo sumió a los militares en la frustración y el abandono, hicieron pinza contra ellos las sospechas de golpismo y las bombas de ETA.



Nunca imaginé que ETA podía servir para eliminar militares incómodos. A los 3 meses del 23F Henri Parot, mercenario, atentó y mató a Valenzuela, un militar jefe en la casa del rey. Que sabía los intríngulis del golpe, supuestamente él sería el presidente si triunfaba la operación.
Quintana Lacaci, militar bien informado y que se sentía amenazado, que solicitó escolta y no se la concedieron. Desaparecieron con él sus posibles informaciones.

Quintana Lacaci, asesinado 29.enero.1984

El padre de Juan Carlos Monedero vió el atentado desde su bar. Otro militar que "sabía" Lago Román también asesinado. Los militares "opus" impusieron esta visión de atentados de militares como algo habitual. Saénz de Tejada declaraba a El País tras la muerte del general Rosón: "esta clase de acontecimientos son asumidos por el ejército con total serenidad." Y Liberal Lucini confiaba en que "los atentados se fueran solucionando poco a poco." "Para los muy demócratas generales del Opus , que mandaban efectivamente en el ejército los atentado terroristas eran acontecimientos que se iban a resolver poco a poco". 

Martín Villa, entonces ministro del interior reconocía refiriéndose a ETA: "se trata de un mundo opaco en el que toda interferencia es posible pero no creo que los ejecutores sean realmente conscientes y sabedores de a quienes sirven, ni siquiera de si les sirven o no y porqué. Aunque no me cabe duda de que todos los servicios secretos del mundo meten la mano de una forma u otra en estos siniestros colectivos y en sus estrategias. Y habla "de algunos hombres de iglesia" "sin la participación de este componente no tendría explicación ninguna el fenómeno etarra", lo dice en su libro "Al servicio del Estado"

"Obligados al silencio sólo se oía la voz de los militares demócratas que exigían obediencia ciega y resignación. La depuración del ejército exigía la participación en ella de altos mandos militares. Destacaron los del Opus, Saenz de Tejada, Lacalle Leloup, Liberal Lucini entre otros. Los militares de izquierda por muy altos cargos que les dieran carecían de ascendencia sobre el resto. Pero no sucedía lo mismo con los militares "demócratas" del Opus. El silencio y la resignación impuestos por ellos sí calaban. Progresivamente el ejército fue puesto en formal obediencia de los políticos que conspiraron con Armada, normalizadores del terrorismo y del separatismo. El objetivo del 23F se cumplió magistralmente. El terrorismo y el separatismo no tenían ya oposición organizada. Tan solo  la resistencia pasiva y amorfa de la inmensa mayoría del pueblo español y las pegas indolentes de algunos integrantes de la clase dirigente."

El atentado en el Corona de Aragón fue dirigido contra el ejército, no fue accidental como dijo en su momento el gobierno. Estaba lleno de familias de militares que habían acudido a un acto en la Academia de Zaragoza. Se impidió la investigación. Con los años Josep Meliá, que había sido el portavoz del gobierno, reconoció la mentira. Pero no sirvió de nada porque no se investigó.

Todas las conversaciones  del 23F entre los militares quedaron grabadas para poder extorsionar con ellas. Fueron comunicaciones hechas con la red militar en el cuartel general pues se cayó casualmente la red de Telefónica.  En esas conversaciones registradas probablemente lo que dijo Quintana Lacaci lo dirían todos, fieles al rey, a lo que él decida.

En esa noche Sabino reconoce que alentó la confusión entre los militares.