LA CLASE DE RELI. DOS CRISTIANAS

Acabo de regresar de una reunión filosófica en la que uno de nuestros "hermanos en la fe"
ha recibido tortas por defender la clase de religión en la escuela pública hasta en el paladar. Momentazo que no sé si estará disponible en red en algún momento. Se había preparado a conciencia su labor "defensor fidei", pero los adversarios tenían las cosas claras: laicidad es laicidad, la condición del Estado es la neutralidad en materia religiosa. Digo "es" en vez de "debería ser".

 Han dicho que fue una jugada de UCD al Parlamento, Mayor Oreja preparó y negoció dichos Acuerdos en nombre del gobierno de la época por su "cuenta y riesgo" y el PSOE protestó pero protestó poco como suele, no hubo "indignación" ni "rasgamiento de vestiduras" por el fraude, más bien votaron "borregamente" en el Parlamento "Sí a todo", si es que hubo votación al respecto, no estoy segura. Están firmados en el 79, justo después de la aprobación de la Constitución, sin debate de ningún tipo, con el oscurantismo típico de nuestro "fascismo franquista mal curado". El art. 17 de la Consti es la madre del cordero, dicen.

El nivel de la discusión ha subido de tono cuando el "Defensor fidei" ha osado hablar de la persecución "laicista" de la religión católica sobre todo en la guerra civil. Porque era domingo y no habíamos ido a la compra que sino en ese momento le llueven tomates al orador.

 Cierta persona de peso e importancia ha argumentado que con el desbarajuste que tenemos estamos trasladando la "guerra de religión" a la escuela, no es su lugar. Como en la guerra civil, seguimos con la guerra de religión....También el invento "cato fundi" de distinguir laicismo sano y laicismo beligerante no funciona. El laicismo del XIX era beligerante porque luchaba contra el partido católico que se enrrocaba en sus posiciones defensoras, pero hoy nadie quema curas, (si te descuidas ellos solos se hacen el harakiri..diciendo y obrando como dicen y obran, también ha salido el  tema del "descafeinamiento" curial, y o hemos podido comprobar allí, cuando no se está en posición predominante todos son "transacciones"...)

Yo me he alegrado porque parece que se anuncia un despertar y espero que los buenos argumentos que allí se han oído salgan a público conocimiento. Los profes de "a pie de obra" nos hemos quejado: evidente que los alumnos se lanzan en su mayoría a matricularse en reli, no haces nada y un 9 que te casco. Eso es competencia desleal, porque  si doy la asignatura de los que no quieren reli, estoy dispuesta a poner un 9, pero será un 9 minimamente "sudado", "algo haremos".

 El instituto no es el "cinema paradiso", es un lugar de enseñanza muy aburrido, "desolée", donde se leen libros, se aprende, se estudia, se escribe, se atiende una clase. Habría que arbitrar soluciones para no dejar a los profes de reli de sopetón sin trabajo, pero lo que tenemos ahora es un malísimo apaño y si llega el partido de Mariano a mejorar las cosas, "peor imposible".

Cuando el PSOE interviene la reli no es evaluable, cuando interviene "la droite" la reli es evaluable.
Eso es todo lo que da de sí el "laicismo beligerante" del Estado español, el aconfesionalismo y el arreglo que nos caracteriza. El PSOE en la oposición "beligera", el PSOE en el gobierno no toca lo que no hay que tocar porque "son cosas de comer".


Me ha encantado esta historieta que cuenta Amos OZ en un libro autobiográfico donde describe su vida en Jerusalén, años 40, cuando se proclamó el estado de Israel y a las pocas horas llovieron las bombas de la Liga Arabe sobre Sión:




Dos misioneras de Finlandia vivían en un piso pequeño al final de la calle: Ali Hava y Rauha Mosiio, la tía Ali yla tía Rauha. Incluso cuando la conversación giraba en torno a la escasez de verduras, las dos hablaban un solemne hebreo bíblico, pues no sabían otro: si llamaba a su puerta para pedirles educadamente algunas tablas que no les hiciesen falta y que pudíeramos utilizar para la hoguera de la fiesta de Lag Baomer, la tía Ali decía con una prudente sonrisa, mientras me daba una vieja caja de madera:
¡Resplandor de fuego llameante de noche!

Si las invitábamos a tomar el té mientras yo libraba una batalla contra la cucharada de aciete de hígado de bacalao, la tía Rauha comentaba: ¡Temblarán ante él los peces del mar!

A veces íbamos los tres a visitarlas a su celda monástica que quizás se parecía a la habitación de un modesto internado fememnino del siglo XIX: había dos camas de hierro sencillas, una enfrente de otra, a ambos lados de la mesa cuadrada de madera cubierta por un mantel de algodón azulado y rodeada de tres sillas sin tapizar. En la cabecera de cada una de las dos camas gemelas había una mesilla, y en cada mesilla una lámpara, un vaso de agua y varios libros religiosos con tapas negras. Dos pares idénticos de zapatillas asomaban por debajo de las camas. En mitad de la mesa había invariablemente un jarrón con un ramo de siemprevivas. Una imagen de Jesús crucificado, colgaba en el centro de la pared entre las dos camas. Y a los pies de las camas tenían dos baúles de una madera gruesa y brillante que jamás habíamos visto en Jerusalén....

Durante el asedio de Jerusalén las dos misioneras no abandonaron la ciudad tenían un fuerte sentido del deber. Era como si el propio Mesías les hubiese encargado animar a los sitiados y ayudar voluntariamente a los heridos en las batallas y los bombardeos. Estaban convencidas de que todo cristiano debía intentar expiar con hechos y palabras lo que Hitler había hecho a los judíos. La creación del Estado de Israel les parecía fruto de una mano divina (la tía Rauha decía en su lenguaje bíblico y con su acento finés pedregoso, que tendía a acentuar las palabras en la primera sílaba: "Es como la salida del arco iris en la nube después del Diluvio". Y la tía Ali, con una diminuta sonrisa, no más que una ligera contracción de la comisura de los labios: "Pues el Señor se apiadó de todo aquel inmenso mal y no continuó destruyéndolos".
Resultado de imagen de Jerusalén asediada 1947
Durante el asedio de Jerusalén 1948

Entre bombardeo y bombardeo recorrían nuestro barrio, con botas y pañuelos en la cabeza portando entre las dos una cesta honda hecha de arpillera grisácea de donde sacaban, para todo aquel que estuviese dispuesto a aceptarlo, tarros de pepinillos en vinagre, medias cebollas, una pastilla de jabón, un par de calcetines de lana, un manojo de nabos o un poco de pimienta negra. Quién sabe cómo habrían llegado a sus manos todos esos tesoros. Los ultraortodoxos rechazaban con desprecio los dones de las misioneras, algunos les echaban con desdén de sus casas, otros aceptaban sus donativos pero, cuando la tía Aili y la tía Rauha se daban la vuelta, escupían en el suelo que habían pisado las misioneras.

Ellas no se ofendían: en sus bocas siempre había versículos proféticos llenos de consuelo que a nosotros nos resultaban extraños y sorprendentes con su raro acento finés, que sonaba como sus pesadas botas andando sobre la grava: "Yo protegeré esta ciudad para salvarla". "Y no vendrá el enemigo a aterrorizar a las puertas de esta ciudad". "Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncian la paz... porque no volverá a pasar por ti Belial..." Y también: "No temas, siervo mío, Jacob, oráculo del Señor, pues estoy contigo, yo exterminaré a todas las naciones entre las que te he dispersado."

A veces una de ellas se ofrecía voluntaria para hacer en nuestro lugar la larga cola del reparto de agua que nos traían en cisternas, solo los días de diario impares de la semana, medio cubo por familia, siempre y cuando algún fragmento de proyectil no hubiera perforado la cisterna antes de llegar a nuestra calle. Y una de las dos pasaba a veces por los cuartuchos de nuestro semisotano con las ventanas tapadas con sacos de arena y repartía a cada uno de los huéspedes sitiados media tableta de complejo vitamínico. A los niños les daban una tableta entera. ¿De dónde sacaban aquellas misioneras esos magníficos tesoros? ¿Dónde llenaban su cesta hecha  de arpillera? unos decían una cosa y otros otra, y había quien me prevenía diciéndome que no aceptara nada de ellas, pues su única pretensión era aprovecharse de nuestra desgracia y convertir almas para Jesús....

Un día me armé de valor y le pregunté a la Tía Ali quién era Jesús. Sus labios temblaron ligeramente cuando me contestó que no "era" sino que es y nos ama a todos, y sobre todo a quienes le desprecian y se burlan de él, y si llenara mi corazón de amor él vendría a habitar en mi corazón y me traería penas y también una inmensa felicidad.

Aquellas palabras me resultaron tan extrañas y misteriosas que tuve que preguntarle también a mi padre. Mi padre me cogió de la mano, me llevó al colchón de la cocina, al rincón refugio del tío Yosef y el pidió al autor del famoso libro "Jesús de Nazaret" que me explicara en dos palabras quién era Jesús.
El tío Yosef estaba echado, melancólico y pálido, en una esquina del colchón, con la espalda apoyada en la pared y las gafas sobre la frente. Su respuesta fue muy distinta a la de la tía Aili: para él Yeshua era un hombre de Nazaret "de los más grandes de toda la historia del pueblo de Israel, un moralista extraordinario que aborrecía a los incircuncisos de corazón y luchó por devolver al judaísmo su sencillez originaria y apartarlo de las manos de los rabinos casuistas".

Yo no sabía quienes eran los incircuncisos de corazón ni los rabinos casuistas. Y tampoco sabía cómo compaginar el Jesús del tío Yosef, un Jesús que aborrecía, luchaba y apartaba, con el Jesús de la tía Ali, que no aborrecía ni luchaba ni apartaba sino justo todo lo contrario, que amaba sobre todo a los pecadores y a los que le despreciaban....."

La historia sigue y está llena de ternura y humanidad, como todas las que se cuentan en este grueso libro de Amós OZ.



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