NO QUEDARSE EN LO ESCABROSO
Continuando con don Franco Barbero
Las almas simples e ingenuas se emocionan leyendo esta carta. Don Franco Barbero se convirtió con el paso del tiempo en el punto de referencia y refugio, hombro sobre el que se apoyan miles y miles de curas llorosos.
De las 700.000 cartas recibidas por don Franco, 7.000 son de curas y de religiosas. 5.000 de ellos se declaran homosexuales. Son cartas de personas que sufren. Uno descubrió el amor de una mujer después de haber prometido a Dios y a su Iglesia fidelidad eterna.
Un cura de Nápoles de 40 años cuenta un Viernes Santo trágico, día en el que la Iglesia conmemora la Pasión de Jesús:
"Querido don Franco, el Viernes Santo y perdón por la blasfemia me ví en la cruz. Mientras tenía lugar la liturgia, veía ante mí a la mujer que quiero, estaba llorando y estoy seguro de que lloraba por mí." Son cartas llenas de culpabilidad, soledad, silencio, clandestinidad. Acusaciones a una jerarquía ciega e insensible. Cartas desesperadas enviadas por gentes que firman "un miserable cura". "Me siento vil, obligado a huir de todos. Lo peor es que tengo buena reputación, todos me quieren. La idea de que la cosa se pueda saber me hace morir de horror. Pienso en mi madre, en todos los que me conocen y me quieren." Evoca el amor de una mujer que se convierte casi en una droga. "Una fuerza oculta me empuja y no puedo resistir a ella."
Son innumerables cartas de curas homosexuales, también de lesbianas. De gente con miedo, pido a don Franco que me ayude para hablar con algunos. Garantía de confidencialidad y anonimato. Don Franco disponible y amable me significa que no le ha gustado como expuse el asunto en Panorama. No le gustó el tono. No intento justificarme. No busco excusas, le digo que quiero escribir un libro y que me gustaría oír historias de viva voz, historias humanas. Estuve hablando horas y horas con él. Don Franco me hizo visitar la comunidad. Había chicos trabajando ayudados por adultos que renuncian a su propio trabajo durante unos días. El tiempo que paso con don Franco es de una gran carga emocional
El tiempo vuela, se me olvida porqué estoy aquí. Al final un día de verano, don Franco me dice
Las almas simples e ingenuas se emocionan leyendo esta carta. Don Franco Barbero se convirtió con el paso del tiempo en el punto de referencia y refugio, hombro sobre el que se apoyan miles y miles de curas llorosos.
De las 700.000 cartas recibidas por don Franco, 7.000 son de curas y de religiosas. 5.000 de ellos se declaran homosexuales. Son cartas de personas que sufren. Uno descubrió el amor de una mujer después de haber prometido a Dios y a su Iglesia fidelidad eterna.
Un cura de Nápoles de 40 años cuenta un Viernes Santo trágico, día en el que la Iglesia conmemora la Pasión de Jesús:
"Querido don Franco, el Viernes Santo y perdón por la blasfemia me ví en la cruz. Mientras tenía lugar la liturgia, veía ante mí a la mujer que quiero, estaba llorando y estoy seguro de que lloraba por mí." Son cartas llenas de culpabilidad, soledad, silencio, clandestinidad. Acusaciones a una jerarquía ciega e insensible. Cartas desesperadas enviadas por gentes que firman "un miserable cura". "Me siento vil, obligado a huir de todos. Lo peor es que tengo buena reputación, todos me quieren. La idea de que la cosa se pueda saber me hace morir de horror. Pienso en mi madre, en todos los que me conocen y me quieren." Evoca el amor de una mujer que se convierte casi en una droga. "Una fuerza oculta me empuja y no puedo resistir a ella."
Son innumerables cartas de curas homosexuales, también de lesbianas. De gente con miedo, pido a don Franco que me ayude para hablar con algunos. Garantía de confidencialidad y anonimato. Don Franco disponible y amable me significa que no le ha gustado como expuse el asunto en Panorama. No le gustó el tono. No intento justificarme. No busco excusas, le digo que quiero escribir un libro y que me gustaría oír historias de viva voz, historias humanas. Estuve hablando horas y horas con él. Don Franco me hizo visitar la comunidad. Había chicos trabajando ayudados por adultos que renuncian a su propio trabajo durante unos días. El tiempo que paso con don Franco es de una gran carga emocional
El tiempo vuela, se me olvida porqué estoy aquí. Al final un día de verano, don Franco me dice
que ha decidido ayudarme. En los próximos días contactará con los curas, religiosas
y un obispo y les hará mi propuesta de entrevista. Pero mi gozo en un pozo cuando
don Franco me advierte de que todos han rechazado la entrevista. Desconfían de las posibles
repercusiones. Lástima...Unas semanas después don Franco me envia una carta en la que me habla de sus pensamientos
sobre el tema de mi investigación. Acepta que se publica sin recortar nada. Sino mejor la tiro
a la papelera. Esta es la carta:
"Diré primero que pertenezco más que nunca a la Iglesia católica como pueblo de Dios, y que sigo realizando
la plenitud de mi ministerio pastoral. No me interesa la jerarquía, es una excrecencia patológica, una degeneración
institucional. Lo que me interesa es la "casa", amo a las personas que en ella viven, la animan y son el
extremo opuesto de los monseñores que querrían transformarla en cuartel, guardería, prisión.
En cuanto a los curas gays no puedo hacer una estadística. Sé que hay al menos 3000. Por lo demás los que
a mí se dirigen son sobre todo curas, frailes, religiosas y seminaristas homosexuales, gentes muy constructivas.
Su sufrimiento a veces grave, no procede de su condición homosexual sino de la marginación y de la persecución
que sufren en las estructuras católicas al ser privados de su ministerio. Conozco muchos curas gays que viven
felices, algunos en compañía. Muchos homosexuales son felices aún siendo curas. Estoy harto de oír y leer sobre
homosexuales hambrientos de sexo, como nuestro presidente del Consejo, atormentado, destruido y deshecho:
la figura misma de la desgracia.
sobre el tema de mi investigación. Acepta que se publica sin recortar nada. Sino mejor la tiro
a la papelera. Esta es la carta:
"Diré primero que pertenezco más que nunca a la Iglesia católica como pueblo de Dios, y que sigo realizando
la plenitud de mi ministerio pastoral. No me interesa la jerarquía, es una excrecencia patológica, una degeneración
institucional. Lo que me interesa es la "casa", amo a las personas que en ella viven, la animan y son el
extremo opuesto de los monseñores que querrían transformarla en cuartel, guardería, prisión.
En cuanto a los curas gays no puedo hacer una estadística. Sé que hay al menos 3000. Por lo demás los que
a mí se dirigen son sobre todo curas, frailes, religiosas y seminaristas homosexuales, gentes muy constructivas.
Su sufrimiento a veces grave, no procede de su condición homosexual sino de la marginación y de la persecución
que sufren en las estructuras católicas al ser privados de su ministerio. Conozco muchos curas gays que viven
felices, algunos en compañía. Muchos homosexuales son felices aún siendo curas. Estoy harto de oír y leer sobre
homosexuales hambrientos de sexo, como nuestro presidente del Consejo, atormentado, destruido y deshecho:
la figura misma de la desgracia.
Con los pies en la tierra y anclados en la realidad, nos queda una larga marcha por delante antes de lograr
el reconocimiento de derechos. Pero pienso que ha llegado la hora de usar un nuevo lenguaje para
hablar de la homoafectividad y de la homosexualidad. Por eso no comparto su visión expresada en la revista
Panorama: "Las noches tranquilas de los curas gays". Porque el nuevo lenguaje al que me refiero no se basa
sobre una idealización de las personas homoafectivas, ni sobre el ocultamiento de los aspectos negativos e inmaduros
de su carácter; exige que hablemos de las personas homosexuales y homoafectivas en tanto que han adquirido
normalidad absoluta en su experiencia afectiva y sexual.
Por el contrario hay una forma muy concreta de hablar a golpe de efecto y de broma, me parece patológica
y desviada, primero porque muestra falta de respeto hacia las personas singulares y sus vivencias. Todo en beneficio
de la diversión que no es más que un espectáculo degradante. En lugar de quedarse en los "casos fuera de las
normas" y "excitantes" de los curas homosexuales más valdría enfocar la atención sobre el análisis
de la falta de humanidad por parte de la institución católica oficial, masa errática y contrademocrática,
estructuralmente misógina, sexófoba, homófoba y por consiguiente represiva.
Se trata de una obra educativa y cultura de amplitud, susceptible de interesar a muchos ciudadanos
creyentes y a todos los que se interesan por el fenómeno religioso. La experiencia cristiana y católica
se distingue cada vez mejor de las posiciones reaccionarias defendidas por los miembros de la jerarquía,
los cuales pasan por defender principios abstractos e hipótesis inciertas. La teóloga Ivonne Gebara
ha hablado de "cisma en el seno de la jerarquía católica" para dar cuenta de lo que aleja a los obispos
del pueblo de Dios.
Para que su compromiso sea constructivo, periodistas y especialistas de la comunicación social harían bien
en inspirarse en un modelo relacional creado por Jesús de Nazaret, profeta de Dios, modelo que
la jerarquía esconde tras una montaña de dogmas, de supersticiones y publicidad comercial. Siempre
dió su atención a los que construían libertad, responsabilidad, felicidad. Siempre orientó su mirada y sus
afirmaciones hacia lo constructivo en aquellos con los que se encontraba. Ese es el nuevo lenguaje:
desenterrar los fragmentos de amor y darlos a conocer en lugar de contar historias deteniéndose
en detalles escabrosos de los palacios. Sin duda habrá menos audiencia, pero ayudará a vivir lo que son
sin tener que pedir permiso a nadie. En paz consigo mismo. Y en paz con Dios: no hay contradicción entre la
experiencia homosexual y la vivencia cristiana."
Franco Barbero
Comentarios
http://es.catholic.net/op/articulos/23327/cat/980/la-eleccion-y-el-nombramiento-de-los-obispos-diocesanos.html#modal
"Una fórmula habitual en varios Concordatos ha sido el llamado "derecho de presentación", por el cual ante cada vacante de una sede episcopal el Gobierno presenta una terna de candidatos, entre los cuales el Papa escoge uno."
Este "derecho de presentación" que siempre tuvo la corona como el franquismo ( El gobierno republicano no ) fue renunciado con una oportuna revisión del concordato en 1976. desde entonces solo hay un derecho de objeción entiendo que lo ejerce la Jefatura de Estado
"En el Acuerdo entre la Iglesia y el Estado español de 28 de julio de 1976, se establece que antes de proceder al nombramiento de Obispos residenciales y coadjutores la Santa Sede notificará al Gobierno el nombre del designado, por si respecto a él existiesen objeciones concretas de índole política general, aunque la valoración de tales objeciones corresponde siempre a la Santa Sede. Además establece el derecho de presentación para el nombramiento del Vicario General castrense"
EL Rey ( el gobierno ( Solo se reserva el derecho de presentación para este obispado en concreto )
En el reparto de papeles entre los dos poderes que rigen el destino de España y los españoles. monarquía e iglesia no hay "objeciones" del gobierno a los nombramientos que hacen los Papas, por lo que el actual "carajal" episcopal deberíamos atribuirlo a esa iglesia del "santo súbito", sin la mas mínima objeción "casual" del actual jefe de Estado.
Es decir, es la Iglesia la que aparentemente nos esta independizando Cataluña y el País Vasco- Nafarroa, sin que la monarquía -en apariencia- tenga ninguna implicación ( desde luego objetar no objeta y mira que después de Un Setien , te cuelen un Uriarte … Y lo de Cataluña , se las trae)
Lo que es evidente es que España y los españoles tienen un problema y gordo con las dos instituciones que representan el vértice del poder en España en su habitual y católico "reparto" sea la iglesia o sea la monarquía.
Como evidente es también la plena identificación de todas las fuerzas políticas a la derecha y la izquierda del régimen con esa particular orientación y sesgo que los obispos elegidos "por la Iglesia" mantienen en España.
Es muy " oportuna" ya digo esa renuncia por parte del monarca a ejercer " la responsabilidad" a la que por privilegio " católico" tendría derecho ¿Verdad?