EXPERTOS BANQUEROS
Acabo de descubrir copiones por ahí, que leen y copian sin citar fuentes.
Como otros endulzan la navidad provocando la subida de niveles de diabetes y colesterol, aquí va un poco de amargura procedente de los manejos financieros vaticanos años 80. Lo cuenta David Yallop, periodista norteamericano autor de una obra poco complaciente sobre el papa polaco: El poder y la gloria. Lo más interesante es que monseñor Marcinkus, que llevaba 15 años mezclando la finanza de la iglesia católica con la mafia italiana en peligrosas relaciones que acababan sembrando de cadáveres el campo, fue sustituido por personajes cercanos a la obra escrivariana. Venían a sanear.
Detalle navideño, donde se juntan nacimiento, pasión y muerte:
En 1987 el cardenal Casaroli supervisaba la modificación de normas para limitar las actividades financieras del Banco del Vaticano con bancos seculares al otro lado del Tïber. Pero no serviría para remediar la paranoica reserva del Vaticano en cuestiones financieras ni sus ineficientes estrategias en cuestiones de negocios. No sólo el Banco del Vaticano, sino también todo el gobierno financiero del Vaticano necesitaba de una revisión radical. "Tal vez sea un mal banquero pero al menos no estoy en la cárcel", alardeaba Marcinkus ante quienes le preguntaban. Ser prófugo de un arresto parecía sentarle bien a su conciencia. El 17 de julio de 1987 el tribunal italiano de casación decidió que, conforme el vigente Tratado de Letrán, el proceso penal de los tribunales italianos no tenia jurisdicción sobre ciudadanos del Vaticano. Los fiscales de Milán apelaron de inmediato esa decisión y durante 12 meses más los tres del Vaticano permanecieron inamovibles como huéspedes del Papa. Por fin el 6 de junio de 1988 la Corte Suprema de Roma confirmó que, culpables o no, Italia no podía obligar a ciudadanos del Vaticano a enfrentarse a un procedimiento judicial italiano. Tres de los principales autores del robo de mil trescientos millones de dólares tuvieron entonces confirmación oficial de que se habían salido con la suya.
Habiendo desaparecido la amenaza de arrestos para los residentes del Vaticano, el cardenal Casaroli pudo acelerar las negociaciones con el gobierno italiano sobre el revisado Tratado de Letrán. El secretario de Estado recibió los medios para echar a Marcinkus del Vaticano. COntactó con 5 laicos que consideraba uomini di fiducia, un italiano, un suizo, un estadounidense, un alemán y un español con décadas de experiencia en la banca internacional. El italiano el profesor Angelo Caloia, fue elegido presidente del IOR para remplazar a Marcinkus. Los 5 habían notificado previamente a Casaroli que no aceptarían el puesto hasta que Marcinkus fuera destituido.
El papa nombró una comisión de cardenales para garantizar que los expertos laicos no violaran los nuevos estatutos concernientes al gobierno del banco. Actuando como enlace entre los banqueros y los cardenales estaba una reliquia de los días de Marcinkus, el secretario del IOR, monseñor Donato de Bonis, quien había sobrevivido a muchos avatares: el papa Juan Pablo I lo había querido fuera del banco en septiembre de 1978, y los magistrados de Milán le habían retirado su pasaporte, lo mismo que a Mennini y De Strobel, pero evitó el arresto y salió sorprendentemente ileso de la purga reformista, aunque sin poder ni autoridad.
Este nuevo panorama en las actividades bancarias del IOR tuvo un comienzo menos que glorioso. El nuevo consejo de administración celebró su primera reunión en junio de 1989, aunque Marcinkus no se había marchado aún. Parte de la demora fue debida a que el Papa quería ascender a Marcinkus de su puesto como vicegobernador de la Ciudad del Vaticano a gobernador. Para Marcinkus, ese ascenso traería consigo un capelo cardenalicio e inmunidad contra el arresto. La transición sería turbulenta. El secretario de Estado Casaroli, junto con un grupo que nunca había aceptado a Marcinkus por la única razón de que era un estadounidense arrogante, preparó sus aliados. Esta última oportunidad de apuñalar a Marcinkus era demasiado buena para dejarla pasar. En diciembre de 1990 Marcinkus renunció oficialmente a ser gobernador y anunció que se iba a Pohenix, Arizona.
Hubo una segunda razón de que hubiera dificultades en la comisión. Desde que había inyectado millones para el rescate del banco tras la debacle del Ambrosiano, el Opus Dei mantenía una vigilancia cada vez más estrecha de lo que ocurría en el Banco Vaticano. De los 5 expertos bancarios, al menos 3 se les tenía como cercanos al OD: Angelo Caloia, el nuevo presidente del Banco Vaticano, el banquero español, Sánchez Asiain y el banquero suizo, Philippe de Weck. En el quinteto de cardenales supervisores, el Opus Dei estaba representado por su eminencia Eduardo Martínez Somalo. El cardenal de Baños de Río Tobía, en la Rioja.
Detalle navideño, nacimiento, pasión y muerte:
Como otros endulzan la navidad provocando la subida de niveles de diabetes y colesterol, aquí va un poco de amargura procedente de los manejos financieros vaticanos años 80. Lo cuenta David Yallop, periodista norteamericano autor de una obra poco complaciente sobre el papa polaco: El poder y la gloria. Lo más interesante es que monseñor Marcinkus, que llevaba 15 años mezclando la finanza de la iglesia católica con la mafia italiana en peligrosas relaciones que acababan sembrando de cadáveres el campo, fue sustituido por personajes cercanos a la obra escrivariana. Venían a sanear.
Detalle navideño, donde se juntan nacimiento, pasión y muerte:
En 1987 el cardenal Casaroli supervisaba la modificación de normas para limitar las actividades financieras del Banco del Vaticano con bancos seculares al otro lado del Tïber. Pero no serviría para remediar la paranoica reserva del Vaticano en cuestiones financieras ni sus ineficientes estrategias en cuestiones de negocios. No sólo el Banco del Vaticano, sino también todo el gobierno financiero del Vaticano necesitaba de una revisión radical. "Tal vez sea un mal banquero pero al menos no estoy en la cárcel", alardeaba Marcinkus ante quienes le preguntaban. Ser prófugo de un arresto parecía sentarle bien a su conciencia. El 17 de julio de 1987 el tribunal italiano de casación decidió que, conforme el vigente Tratado de Letrán, el proceso penal de los tribunales italianos no tenia jurisdicción sobre ciudadanos del Vaticano. Los fiscales de Milán apelaron de inmediato esa decisión y durante 12 meses más los tres del Vaticano permanecieron inamovibles como huéspedes del Papa. Por fin el 6 de junio de 1988 la Corte Suprema de Roma confirmó que, culpables o no, Italia no podía obligar a ciudadanos del Vaticano a enfrentarse a un procedimiento judicial italiano. Tres de los principales autores del robo de mil trescientos millones de dólares tuvieron entonces confirmación oficial de que se habían salido con la suya.
Habiendo desaparecido la amenaza de arrestos para los residentes del Vaticano, el cardenal Casaroli pudo acelerar las negociaciones con el gobierno italiano sobre el revisado Tratado de Letrán. El secretario de Estado recibió los medios para echar a Marcinkus del Vaticano. COntactó con 5 laicos que consideraba uomini di fiducia, un italiano, un suizo, un estadounidense, un alemán y un español con décadas de experiencia en la banca internacional. El italiano el profesor Angelo Caloia, fue elegido presidente del IOR para remplazar a Marcinkus. Los 5 habían notificado previamente a Casaroli que no aceptarían el puesto hasta que Marcinkus fuera destituido.
El papa nombró una comisión de cardenales para garantizar que los expertos laicos no violaran los nuevos estatutos concernientes al gobierno del banco. Actuando como enlace entre los banqueros y los cardenales estaba una reliquia de los días de Marcinkus, el secretario del IOR, monseñor Donato de Bonis, quien había sobrevivido a muchos avatares: el papa Juan Pablo I lo había querido fuera del banco en septiembre de 1978, y los magistrados de Milán le habían retirado su pasaporte, lo mismo que a Mennini y De Strobel, pero evitó el arresto y salió sorprendentemente ileso de la purga reformista, aunque sin poder ni autoridad.
Este nuevo panorama en las actividades bancarias del IOR tuvo un comienzo menos que glorioso. El nuevo consejo de administración celebró su primera reunión en junio de 1989, aunque Marcinkus no se había marchado aún. Parte de la demora fue debida a que el Papa quería ascender a Marcinkus de su puesto como vicegobernador de la Ciudad del Vaticano a gobernador. Para Marcinkus, ese ascenso traería consigo un capelo cardenalicio e inmunidad contra el arresto. La transición sería turbulenta. El secretario de Estado Casaroli, junto con un grupo que nunca había aceptado a Marcinkus por la única razón de que era un estadounidense arrogante, preparó sus aliados. Esta última oportunidad de apuñalar a Marcinkus era demasiado buena para dejarla pasar. En diciembre de 1990 Marcinkus renunció oficialmente a ser gobernador y anunció que se iba a Pohenix, Arizona.
Hubo una segunda razón de que hubiera dificultades en la comisión. Desde que había inyectado millones para el rescate del banco tras la debacle del Ambrosiano, el Opus Dei mantenía una vigilancia cada vez más estrecha de lo que ocurría en el Banco Vaticano. De los 5 expertos bancarios, al menos 3 se les tenía como cercanos al OD: Angelo Caloia, el nuevo presidente del Banco Vaticano, el banquero español, Sánchez Asiain y el banquero suizo, Philippe de Weck. En el quinteto de cardenales supervisores, el Opus Dei estaba representado por su eminencia Eduardo Martínez Somalo. El cardenal de Baños de Río Tobía, en la Rioja.
Detalle navideño, nacimiento, pasión y muerte:
Comentarios
Caloia y Liuzzo no se presentan al juicio por lavado de dinero en el IOR
Periodista Digital-6 jul. 2018
En definitiva, el Tribunal Vaticano decidió el nombramiento de tres peritos que tendrán la responsabilidad de evaluar los inmuebles para conocer su precio real y evaluar si las ventas fueron llevadas a cabo en consonancia con el mercado
Se trata de un proceso complejo que podría durar varios meses y al momento no ha sido fijada una fecha para la próxima audiencia.
https://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2018/07/06/calia-y-liuzzo-no-se-presentan-al-juicio-por-lavado-de-dinero-en-el-ior-religion-iglesia-vaticano.shtml