ABUSOS, FE, IGLESIA
Transcribo intercambio de creyentes de distinto sentir a propósito del libro que denuncia la "traición de los padres", en referencia a tantos pseudopadres que han proliferado haciendo caso omiso de "no llaméis a nadie padre....etc" de Mateo 23, 9. Primer error.
Comentario de Françoise en l'envers du décor Personalmente, comparto plenamente las reservas de Anthony Favier. Como él, creo que el libro "La traición de los padres" de C. Hoyeau es un comienzo de análisis y un buen resumen de los diversos abusos en distintas comunidades, pero también constituye un enmascaramiento bastante hábil, como una especie de excusa para el sistema clerical católico romano que en realidad fue y siempre ha sido un socio desde PVI / JPII y ha confiado completamente en estas comunidades sectarias para destruir los avances conciliares y para hacer que el sistema institucional continúe sobre las mismas bases a pesar de la creciente deserción de vocaciones sacerdotales.
La responsabilidad del Vaticano en todo estos desarrollos es por tanto fundamental en más de un sentido: La institución se beneficia económicamente (al menos en lo que respecta a los clérigos de alto rango) e ideológicamente de estas comunidades que le ayudan a mantenerse a flote a nivel político, diplomático, financiero y vocacional. No le importa que haya abusos criminales mientras continúe el business as usual.
JPII decidió conscientemente esta orientación: poner fin al Concilio
Vaticano II y volver a imponer un catolicismo totalitario anticuado,
evacuando los avances democráticos seculares en la gestión pastoral y
sinodal de la Acción Católica, y confiando en estructuras que son en parte
una ilusión mientras se está seguro de que el resultado y la operación
siguen siendo afirmación de la identidad católica ultraconservadora.
La institución (altas jerarquías y no solo reaccionarios) acepta la
corrupción de los gurús de estas sectas y el secreto del Santo Oficio
para ocultar crímenes y ofensas. (El ejemplo de Maciel que pagaba coches
de alta gama a ciertos cardenales es bastante significativo).
La Iglesia ha ido confiando responsabilidades, incluso dentro del
Vaticano, a varias comunidades de deriva sectarias y, en primer lugar el
IOR, su banco. Y hace uso habitual de los servicios de las distintas
comunidades, además de la milicia del Opus y diversas mafias.
Hoy
estas sectas tienen tanto peso institucional y financiero que es
totalmente imposible para la institución juzgarlas o prescindir de
ellas. Por tanto, es totalmente inútil esperar una reforma
institucional, como lo es esperar que la Iglesia controle a estas
sectas.
De hecho, existe una gran traición de los gurús y la
institución hacia los creyentes, pero ¿hay realmente una traición de los
gurús a la Iglesia? No, porque había una voluntad política de
imponerlos a los creyentes con fines de control, dominación y
restauración autoritaria.
Al final, los gurús como institución
deberían poder responder ante la ley por su propósito de controlar,
dominar y explotar a los creyentes metidos en estas comunidades que
presentan derivas sectarias.
Pero, ¿están las víctimas dispuestas
a ir a los tribunales? No está nada claro, y así, con el miedo a
denunciar juegan tanto la Iglesia jerárquica como sus sectas pre y post
conciliares. Cuentan con la reverencia de muchos hacia el sistema
institucional, incluso tras haber sido abusado hasta lo más íntimo. El
libro de Hoyeau carga toda la responsabilidad en los gurús y defiende a
la institución, como si los altos jerarcas ignoraran lo que pasaba.
¿Increíble?
No. Porque no olvidemos que el libro está editado por la Croix, por
tanto por los Asuncionistas que forman parte de la institución. Es un
poco como si Céline Hoyeau trabajara para las ediciones vaticanas. Antes
de que la institución reconozca su parte de responsabilidad, les
saldrán dientes a las gallinas.
La institución intenta
arreglárselas con muestras de arrepentimiento por tortura, explotación y
trata durante más de un siglo en conventos-cárceles. Este
comportamiento debería arrojar algo de luz, creo, sobre la forma en que
la institución sigue enfrentando sus pesadas y criminales
responsabilidades.
¿Saldrán más trabajos académicos de peso?
espero que sí, para los laicos serán importantes. Pero la institución
simplemente hará una bola de papel antes de tirar todo a la basura para
seguir con el mismo régimen, sin cuestionamientos ni dudas.
Jesús grita pero la caravana pasa, podría ser la consigna institucional.
Por
eso me temo que hasta que no haya una sentencia penal internacional,
nada cambiará. Ni para estas sectas ni para la Iglesia institución. El
comportamiento sectario criminal y despectivo seguirá igual o peor. El
número de víctimas también. Los libros de testimonios quedarán inútiles
ante la permanencia criminal y sectaria.
Todo seguiría igual
hasta el colapso total del sistema institucional. Reducido a una simple
asociación de criminales y ladrones con licencia. Y de sectarios.
Porque ¿dónde queda el mensaje Crístico en todo esto? en ninguna parte.
CONTESTA ANNE THORAVAL
Sin duda Françoise, pero ¿qué es lo que nos importa a largo plazo a todos? La única pregunta real que se plantea va mucho más allá: el futuro del catolicismo, al menos en Europa.. Cuando digo todos, es todos: criminales, víctimas, jerarcas, cristianos católicos. Podría ser que en veinte años la mayoría de los lugares de fe y práctica se hayan cerrado por falta de "personal" o creyentes. Lo que hoy nos asombra, y con razón nos escandaliza, surgirá en otras palabras para las generaciones futuras, las primeras, en tiempos posmodernos, que se enfrentarán a un “desierto católico”. El testimonio de las víctimas es de tal profundidad e importancia que deberían invitar a todo creyente católico a plantearse la única pregunta válida: cómo vivir verdaderamente el Evangelio?. De hecho, ¿lo hemos vivido alguna vez en la historia? Hoy, obviamente, para hacerlo hace falta una conciencia muy profunda de los desastres que generan todas estas comunidades desviadas, un trabajo fundamental sobre la ceguera y grave inacción de unos y otros, que es lo que hace la CIASE (Comisión Independiente sobre abuso sexual en la Iglesia). El informe final de CIASE cerrará una etapa fundamental que nos servirá a todos.
También contribuyen el cine, con Les éblouis o Gracias a Dios , y documentales como el de Arte sobre las religiosas abusadas en la Iglesia. También la web Envers du décor . El gran mérito de Céline Hoyeau es participar de esta investigación a su manera y en el sitio donde está. Su libro es de carácter educativo, organizador de la información y es puede llegar a una amplia audiencia. O denunciamos aunque hartándonos de hacerlo, o aclaramos las cosas y hacemos pensar a los más reticentes. La segunda opción me parece más útil, por eso el libro de Céline Hoyeau tiene tanto valor.
RESPONDE FRANÇOISE
La fe no es una cuestión institucional o religiosa, Anne. Es una cuestión personal y existencial. La fe es la emancipación del individuo a través de compartir, del afecto, la ayuda mutua, no del control ni de la dominación. Por eso que la institución deje de existir o se convierta en una secta, no debería de ser motivo de preocupación para los creyentes. A menos que crean en un sistema institucional, es decir, en un control jerárquico y un sistema de dominación.
El mensaje de Jesús hoy por hoy se puede vivir fuera de la religión y fuera del sistema. Hace tiempo que es así, iba a escribir que "siempre fue así". Muchas veces se vive mejor fuera del sistema que dentro. Así que ¡ánimo! Trabajemos en cambio para que todos estos abusadores, manipuladores y criminales comparezcan ante el juez.
Última observación, la fe no es transferible. Es algo que funciona en sí mismo, que se descubre en un encuentro personal. No depende de una lección, es algo conmovedor y también intuición. Una palabra que generalmente asusta a todos los fervientes seguidores de la dominación y el poder, sea el que sea. Jesús vive y está siempre, todos los días hasta el fin de los tiempos. No somos ni seremos huérfanos. Entender que Él está siempre a nuestro lado para todo, hasta el final del camino terrenal, es la fe. Reconocer sus pasos, escuchar como hizo Samuel. Ver, detectar las señales, confiar en uno mismo ... Eso es fe. No depende de un clero. Lo digo en referencia al catolicismo, podría decir lo mismo para el islam, el judaísmo, el hinduismo, etc., etc.
El libro de Céline Hoyeau rinde culto al sistema. A la vez que denuncia, al final es el cambio en la continuidad. Sigamos adorando al sistema clerical, dando por bueno que los jerarcas son ignorantes y no responsables. Bueno sí, el sistema clerical siempre operó sobre la base de la estupidez, el miedo y la reverencia igual que cualquier poder totalitario. Se expresa aquí mi lado anarquista, claro, pero la realidad es la que es. ¿Es sostenible desde el punto de vista del derecho humano fundamental basarse en la responsabilidad penal compartida de la institución y estas sectas? Yo digo que no.
Y por eso se debe exigir un tratamiento de justicia penal internacional. Así es como acabaremos con estos horrores. Pero si la gente quiere que la sigan pisando sigamos igual. Es más simple, más fácil, menos complicado. Pero luego no llores porque no te haremos caso.
No basta denunciar en los medios de comunicación sin que haya consecuencias legales. De lo contrario hacemos el ridículo, el poder totalitario se ríe de nosotros. De modo secreto, pero se ríe. Unas sonrisitas por allí, unas lagrimitas de cocodrilo por allí: "entendemos, empatizamos" y a fin de cuentas todo seguirá como hasta ahora. Porque es muy agradable para estas personas humillar, explotar, violar, coaccionar, abusar. Es horrible pero así funcionan. Y eso, desde un punto de vista legal, simplemente no es aceptable. En una sociedad de derecho donde el respeto, la libertad, la igualdad, la fraternidad son valores esenciales, no es de recibo. Por tanto tienen que ser juzgados y castigados.
RESPONDE ANNE THORAVAL:
No voy a discutir que los tribunales tengan que juzgar y castigar, no es la cuesión. También es absolutamente necesario que el derecho canónico dé cabida a las víctimas en sus procesos, y estoy convencida de que la historia obligará a hacerlo. Por lo demás, Françoise, hablamos de cuestiones fundamentales. Para mí el contenido de la fe se transmite , no se transmite la experiencia vital y decisiva, que es una cuestión de lo íntimo y singular y de la gracia de Dios. Pero, ¿puede una experiencia sin contenido ser la de la fe en el conocimiento de aquel en quien se cree?
Este "uno en quien se cree", Jesús, por supuesto, nos guste o no, ha sido transmitido. Creemos lo que los apóstoles dicen de él en los evangelios. Creemos en su resurrección a través de las palabras de sus apóstoles. Aprendemos sobre Jesús también a través de aquellos que escribieron sobre él, sobre su experiencia (los “santos”).
La percepción, la recepción que tenemos de la persona de Jesús ciertamente no es la misma que en los inicios del cristianismo, pero en la definición esencial, es decir dogmática (ya salió la palabra) permanece igual, y eso es el credo. La adhesión al Credo, que es el conjunto completo de la fe católica, proviene de un proceso de conocimiento, de debates teológicos escritos en la Historia (pongo una H mayúscula a propósito). Lo que las palabras de las víctimas designan está inscrito en esta Historia con una H mayúscula, pero designa una gravedad muy particular porque hay crimen y también crimen contra el alma. No se puede decir nada más serio.
Esta palabra se refiere a los contenidos de la fe y no a su experiencia íntima, de lo contrario no hablaríamos de una crisis tan grave. Se refiere a una falta gravísima contra la transmisión de la fe, a una desfiguración total del mismo rostro de Jesús. El “desierto católico” sería un desierto de conocimiento de los contenidos de la fe y complicaría cruelmente su experiencia íntima. La Iglesia no es solo el clero, Roma, el Vaticano que todo lo dirige, o católicos que prefieren no ver nada, también es un conjunto de pensamientos, místicos, textos a fin de cuentas. Una historia de humanidades diversas. Es la grandeza y el riesgo inaudito, del cristianismo, adherirse a él y vivirlo en la libertad que da tanto el conocimiento como la experiencia.
También es responsabilidad de la institución dar a conocer y dar acceso a estas obras del espíritu y de la fe. Sin embargo, en estas comunidades sectarias que la jerarquía ha dejado prosperar, hay una mayor organización de la ignorancia. Es decir, la organización de una fe falsa, idólatra, aberrante en su contenido, porque se coloca fuera de la transmisión y también fuera de la libertad. Porque transmitir es recibir, es decir escuchar, pensar, caminar despacio, dolorosamente día tras día. Jesús habla, camina; lo escuchamos, lo seguimos, algunos lo hacen de golpe y sin duda, otros con más vacilación. Todo lo hemos recibido: "¿Qué tienes que no hayas recibido?" Esta capacidad de transmisión, con los sacramentos, para mí es esencialmente la Iglesia. Y creo que sin esta Iglesia no es posible la fe como experiencia.
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