JOSE ENRIQUE ESCARDÓ. DESARROLLISMO

Uno que habla derecho y rotundo. José Enrique Escardó, el primer ex sodálite que denunció en 2000 después de 11 años callado en una revista muy leída en Lima.  Le dijeron "¿dónde vas huevón....? ni en sueños nos enfrentaremos a la Iglesia peruana". 

Trabajó a varios candidatos al Congreso de la nación. Un tal Belaunde le prometió que si salía elegido, sacaría el tema, y así fue. Hubo investigación parlamentaria al Sodalicio en 2016. 

Nuestro amado hermano Cipriani, que fuera nume, escrivariano en Perú de la primera hora, laico que acabó de arzobispo de Lima, reunió a empresarios católicos para darles una buena idea: "amenacen con retirar la publicidad de la revista donde Escardó acusa a Sodalicio". Dicho y hecho.

Las sectas se entienden entre sí. La revista era propiedad de su padre  y 100 puestos de trabajo dependían de que la publicación siguiera adelante. 

Siguieron amenazas de muerte, amenazas a su pequeña hija de 4 años, ataques sibilinos, problemas empresariales, saboteando los posibles negocios, los posibles puestos de trabajo en la Universidad San Martín, llamadas de teléfono....y por supuesto marginación, amigos y familia que se apartan de él. 

No confía en la Iglesia católica, la justicia tiene que venir desde afuera e incluir a la Iglesia en el banco de los acusados. Escardó vicepreside el Movimiento de Valientes de Latinoamérica y el Caribe, como tal asociación quieren lograr que la prescripción deje de existir en los delitos de violencia psicológica, sexual, espiritual porque el daño no prescribe. La persona va a vivir con eso hasta el fin de sus días, por lo cual merece justicia en cualquier momento de su vida. Son delitos de lesa humanidad, no deberían prescribir.

Con qué claridad se expresa: Sodalicio fue fundado por un sectario, un fascista, un abusador sexual el 8 de diciembre de 1971. S E C T A. 

Como toda organización política quiere el poder, Figari fundó su grupo para disfrutar del poder en ambos ámbitos: político y religioso.  

Búsquese la foto de German Doig, una especie de Alvaro Portillo, "el mejor entre nosotros" que murió con 43 sorpresivamente, dicen que después de discutir con el líder. Aparece como un clon de su founder. Un hombre que iba para santo hasta que a los diez años de su muerte salieron a la luz las acusaciones de violencia, el cuidador que se vuelve depredador. Aunque solo fueran tocamientos, eran cochinadas. ¿Cuál es el impacto en la víctima? debería ser el criterio para las condenas.

"Derecho al tiempo", una vez que salen del grupo, las víctimas tardan años en caerse del guindo, p.e, Pedro Salinas hizo bautizar a sus hijos por curas sodálites, pasaron años hasta que se dió cuenta de lo que sucedió. El propio Escardó es consciente de que incluso en 2021 todavía no se había dado cuenta de que sí fue víctima de violencia sexual por parte del aspirante a santo que se "cayó", porque aunque no llegarán al final, hubo violencia.

Cometieron delitos y deberían de "reducir" al estado laical y llevarlos ante la justicia. Pero lo que más lamenta es que el Estado peruano sabiendo todo lo que ya se sabe no reaccione previendo y se hace cómplice.

LOS DESARROLLISTAS

Víctor Alba publicó en 2001 "Los conservadores en España". Repasa las acciones de los teóricos (Desde los afrancesados, liberales de Cádiz, Borrego, Balmes, Donoso, Mella) y las de 6 conservadores prácticos: Cánovas, Maura, Cambó, Primo, Azaña y los desarrollistas.

La conclusión del libro  sobre le macizo de la raza y el inmovilismo de España es demoledora y se corresponde con lo que estamos viviendo, salen enanos por todos los países menos en éste.

"En una dictadura no hay política. El lugar de ésta la ocupan la maniobra, el favoritismo, el halago, y en vez de los partidos, concenáculos, piñas, pandillas, camarillas. Bajo el franquismo había falangistas, gentes procedentes de Acción Católica, del carlismo, de la milicia. Y subdivisiones, según se viniera del SEU, de los "sindicatos", de las familias monárquicas...Cada clan defendía sus intereses de tal, que no reflejaban los intereses del grupo social, sino de equipo de escaladores en un régimen cuyo caudillo veía en la masonería la causa principal de los males del país; la administración de la cosa pública, convertida en cosa privada de las camarillas se disputaba entre logias, en las cuales la procedencia y la camaredería del pasado próximo havían funciones de ideología.

Todo era pues necesariamente ambiguo, de contornos confusos, nadie podía prever nada respecto a los demás y las etiquetas se cambiaban al grado de las intrigas, de las visitas a El Pardo y de las invitaciones a cenas oficiales. Nada se asemejaba tanto al ambiente del Kremlin como las cimas del franquismo.

Era lógico que cuando surgió, en ese clima enrarecido, un grupo de hombres con un propósito común y todos pertenecientes a una misma organización, se le considerara inspirados y orientados por ella, por mucho que lo negaran. En realidad, poco importa, puesto que, viniera de donde viniere, el propósito común existía y en cierto modo era lo que, en aquellas circunstancias, más se parecía a una ideología distinta de la retórica oficial, a la que, por lo demás, los componentes de ese grupo rendían pleitesía verbal. La organización era el Opus Dei y el grupo, el de los que, con expresión de moda en el Tercer Mundo, bien pueden llamarse desarrollistas.

Procedían de cátedras universitarias, el mundo de los negocios y del Centro Superior de Investigaciones Científicas y su revista Arbor, creada en 1939 "en primer lugar para servir a Dios" e "inyectar nueva sabia teológica a todas nuestras actividades", según afirmaciones del ministro de Instrucción Pública Ibáñez Martín.

Había en esas instituciones y en muchas otras hombres que eran, al mismo tiempo miembros de una orden religiosa semilaica, el Opus Dei, como se le llamaba corrientemente y que una revista conservadora inglesa "The Economist", bautizó con un juego de palabras de Octupus Dei "el pulpo de Dios" por la proliferante infiltración de los miembros de la orden en bancos, universidades, editoriales, prensa, radio y cargos oficiales, especialmente a partir de la mitad de los años cincuenta.

Fue fundado en 1928 por un sacerdote aragonés, JME. La Sociedad sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei empieza a prosperar después de la guerra civil. En 1950 consigue la aprobación definitiva de la Santa Sede. Y 10 años más tarde cuenta ya con filiales en diversos países; en España, gracias a un hábil aprovechamiento del sistema de oposiciones, tiene miembros en muchos puestos clave si bien no de los más visibles. Es imposible hacer una lista de los bienes, cargos y participaciones de miembros del Opus. De todos modos, los miembros del Opus hacen, entre otros votos, el de obediencia. Ya la experiencia cotidiana de la vida española, en los años 60 y 70  indica bien a las claras la ayuda que se prestan unos a otros en actividades no religiosas, los miembros del Opus.

"Para la mayoría de los españoles el Opus Dei era una organización aún más poderosa que la ACNP, de la que salieron la mayoría de los ministros de Asuntos Exteriores del franquismo a partir del final de la guerra mundial. Muy reservados en cuanto a su modo de funcionamiento, lo que el Opus Dei llama discreción, sus miembros juraban obediencia a lo que podía presentarse como una forma de masonería blanca una mafia santa de monjes civiles. Su fundador "no era un intelectual y estaba decidido a luchar contra los intelectuales ateos liberales y a destruir su influencia con el fin de recristianizar España".

"Sus escritos ponen de manifiesto un elitismo que alcanza proporciones nietzscheanas  y combina el catolicismo tradicional con una visión trivial y americanizada del éxito, y apenas puede comprenderse cómo consiguió aquel Samuel Smiles del mundo católico ejercer tan grande influencia en hombres inteligentes. Los miembros seglares de la orden debían utilizar sus talentos personales para alcanzar puestos de influencia. Su atractivo para los nuevos reclutas consistía en que los que ya habían alcanzado esta clase de puestos podían echarles una mano".

Era lógico que surgiera inmediatamente una rivalidad entre el Opus y la Acción Católica de Propagandistas, y entre el Opus y algunas órdenes religiosas, tal como los jesuitas. Pero el Opus era más activo, más moderno y, sobre todo, ofrecía mayor atractivo a los jóvenes ambiciosos. Estos negaban que actuaran en componentes del Opus. Uno de los miembros más destacados de éste, Laureano López Rodó, afirmaba que "pertenezco al Opus como soy miembro del Club de Tenis del Real Madrid, lo cual no tiene que ver con la política que hago". George Hills, periodista inglés, indicaba que como todos los miembros del Opus en el gobierno eran economistas, "habría tenido igual sentido hablar de una escuela de economistas".

Los desarrollistas eran monárquicos, pero tibios. "López Rodó", recuerda Fraga, que fue ministro con él, "me explica la muy comentada entrevista de monseñor Escrivá con el Conde de Barcelona; es una relación humana, no política". Y más adelante anota, de paso, que "monseñor Escrivá, fundador del od, reclamó, con sorpresa general, un título de marquesado".

Los opusdeístas introdujeron un nuevo estilo. Fueron "una auténtica novedad en el sistema. A diferencia del dilentatismo que caracterizó a las anteriores camadas de políticos alumbrados desde el comienzo de la contienda civil, se trata por primera vez de profesionales de las carteras que se les encomiendan. No pudieron evitar que se les considerara como agentes del Opus; no se les dio beligerancia personal y buena prueba de ello es que no puede señalarse un líder opusdeísta, que todos los opusdeístas en altos cargos parecían iguales, que nadie podía indicar quién fijaba su política.

La cosa llegó, naturalmente, a oídos de Franco, acaso a través de algún falangista, que veía en el Opus una amenaza a la preponderancia del clan de los camisas viejas en las altas esferas del régimen. Y Franco comentó:

"Desde luego hay muchas personas que se aproximan al Opus Dei para lograr ventajas económicas, pero esto no quiere decir que la asociación religiosa esté dedicada a este fin... Hacen un bien muy grande, sus confesores son magníficos".

Comentando unos ataques falangistas al Opus, Franco le dijo a su primo:

"Se sacaron a relucir a muchos negocios que se atribuyen a personas que pertenecen al Opus Dei, como el Banco Popular dirigido por el señor Valls Taberner. Yo estoy completamente convencido de que la inmensa mayoría de los mandos del Opus son personas correctas y que los que tienen actividades políticas se desenvuelven sin mezclar para nada en ella la mencionada acción religiosa".

Siendo hombre secreto, nadie puede decir si Franco, al nombrar a su gobierno de 1957, buscó a economistas, a opusdeístas o a ambos. En todo caso, en 1957 se inició un intento muy peculiar de regeneracionismo, que duró más que cualquiera de los precedentes.