RECTIFICACIÓN DE LA CRUZ
RECTIFICACIÓN DE LA CRUZ
Dedicado a todos los “encasquetadores” de cruces al prójimo,
mientras ellos ni con un dedo tocan su propia cruz y por los años que nos
engañaron con falsas cruces y falsos dolores que no venían de “lo alto”, que
eran capricho y arbitrariedad de una institución que se deleita haciendo sufrir
para mostrar su poder.
Extractos del libro Jesús,
de Hans Küng.
¿También el seguimiento de la cruz?
Abuso de la cruz.
Lo más profundo y fuerte del cristianismo ha sido
tristemente desacreditado por esos devotos a quienes Nietzsche tacha de
tenebrosos murmuradores, pusilánimes, que, encorvados, se arrastran hacia la
cruz, y envejecidos y fríos, han perdido la gallardía de la mañana. En el
lenguaje actual, arrastrarse hacia la cruz viene a ser lo mismo que darse por
vencido, no tener confianza, resignarse, doblar estúpidamente la cerviz,
plegarse, someterse, rendirse. Y llevar la cruz significa igualmente rendirse,
abatirse, arrinconarse, no rechistar, adoptar una actitud pasiva… La cruz sería
un signo magnífico para cobardes e hipócritas. Sin embargo, no es eso lo que
quería decir Pablo cuando definía la cruz como locura para los paganos y
escándalo para los judíos, pero poder de Dios para los creyentes.
Si los devotos entienden la cruz como degradación del
hombre, la culpa es en buena parte de ciertos predicadores oficiales de la
palabra de Dios. ¡Cuántas vejaciones se han cometido en nombre de la cruz!
¡Cuántas veces se ha cargado a la cruz con los desatinos de las Iglesias! ¡Con
qué frecuencia se ha intentado justificar las cargas de las doctrinas
eclesiásticas (por ej, la prohibición de los medios conceptivos) y la tradición
( por ej. el celibato) como cruces queridas por Dios, para fomentar la sospecha
de que quienes se oponen a su modo autoritario de gobierno en la Iglesia están “vaciando de
contenido de la cruz”. La cruz empleada como mazo…
Cómo entender la cruz. La imitación de la cruz significa tomar
sobre sí, no la cruz de Jesús, sino la propia cruz, recorrer el propio camino
entre los riesgos de la propia situación y la incertidumbre del futuro. Son
muchos los crucificados, no solo los revolucionarios fracasados, los
prisioneros y condenados a muerte, ni solo los enfermos incurables, los
derrotados, los cansados de vivir, los que desesperan de si mismo y del mundo.
De la cruz penden también los atormentados por las preocupaciones y los
aplastados por otros hombres, los oprimidos por las obligaciones y los anodados
por el hastío, los aterrados por el odio…
Con frecuencia a la vista de un dolor inexpresable más vale
callar….
No buscar el dolor, sino soportarlo….Lo cristiano no consiste en buscar, con rasgos de ascesis monacal
o heroísmo romántico un sufrimiento extraordinario sino en aguantar el
sufrimiento corriente, normal, diario y –por eso mismo-, enorme, cosa que por
su frecuente repetición suele ser más difícil que un acto heroico…
No solo soportar el dolor, sino combatirlo. Tampoco se sitúa la
línea de la imitación de la cruz de Jesús en una estoica apatía que proclama
como ideal la máxima impasibilidad posible ante las propias experiencias
dolorosas y la indiferencia ante el dolor ajeno…Jesús no reprimió su dolor ante
los padecimientos propios ni ajenos, antes bien actuó en este mundo enfermizo
contra las fuerzas de la enfermedad y de la muerte….
No solo combatir el dolor, sino transformarlo. En
la perspectiva de la cruz de Cristo se abre al hombre la posibilidad de
liquidar el dolor sino también de modificarlo y transformarlo positivamente….La
fe permite resistirlo y dominarlo. Nunca será abrumado por el sufrimiento ni se
hundirá en la desesperación, Si Jesús no se abatió ante el dolor extremo de un
abandono por parte de Dios y de los hombres, tampoco se abatirá quien se aferra
a él con una fe confiada….
La existencia del hombre, sea cual fuere el contexto del
sistema económico y social, es un acontecimiento marcado por la cruz: dolor,
angustia, sufrimiento y muerte. Pero solo la cruz de Jesús es capaz de dar un
sentido a esa existencia marcada por la
cruz…Ninguna cruz del mundo puede contradecir el sentido que se desprende de la
cruz del que resucitó a la vida: incluso el dolor, el riesgo, el absurdo, la
vanidad, el abandono, la soledad y el vacío más extremos son abrazados por un
Dios solidario con el hombre: de este modo, ante el creyente se abre un camino no al margen del dolor, sino a través de él, a fin de qué esté
dispuesto a combatirlo junto con sus causas tanto en la vida del individuo como
en la sociedad humana.
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