CONFESONARIO INSTRUMENTO DE PODER
Tras una conferencia internacional en abril de 2016 compré un calendario
Por mi propia experiencia personal y por muchos encuentros con otros teólogos sé que en el último siglo y muchos homosexuales sin saberlo escogieron el camino de la vocación de sacerdote célibe.
El intento de solución pastoral de Francisco
El tema homosexualidad es probablemente el elemento clave para comprender el drama de un aparato eclesiástico incapaz de reformarse, que se aferra a la aberración clerical de todo un milenio y que por lo tanto no está a la altura de los desafíos propuestos por el actual Papa de cara a un cristianismo prometedor.El obispo Francisco de Roma que ha dado señales de no ser homófobo, ha evitado el campo de minas del conflicto doctrinal desde que asumió el cargo. En vez de meterse en ese campo minado prefirió una solución pastoral e hizo saber al mundo de modo aparentemente casual en el verano de 2013 : "¿Quién soy yo para condenar a los homosexuales?"
Con esta actitud de base más benévola la Iglesia tendría mucho menos que temer que una mayor transparencia pública con respecto a la proporción de homosexuales que hay en cada uno de los niveles de la jerarquía incluyendo los más altos, se convirtiera en dinamita destructora de su fama y buen nombre. Los homosexuales pueden ser diáconos, sacerdotes, obispos, arzobispos y Papas tan buenos o mejores que los heterosexuales...
Curas homosexuales como chivo expiatorio
Pero la solución pastoral como modo de evitar una aclaración doctrinal no funciona. La absurda construcción según la cual los candidatos al sacerdocio se ven obligados a superar posibles "tendencias homosexuales tan pronto como entrar a formar parte del clero, como si se tratara de una enfermedad infecciosa se ha mantenido y ha sido de nuevo inculcada en este pontificado.La derecha de la jerarquía ha recurrido a su antigua y pérfida estrategia de convertir a los homosexuales en responsables de la violencia clerical contra niños y otras personas bajo especial protección. Hace poco el arzobispo Carlo Maria Viganò, ex nuncio en Estados Unidos, mezcló en una carta contra el Papa Francisco el tema de los crímenes pedófilos clericales con la homosexualidad.
No es la homosexualidadgb sino la homofobia la que favorece la violencia sexual
Así se ponen las cosas cabeza abajo. No es la homosexualidad del clero sino la homofobia eclesial la favorecedora de la violencia sexual.Casi se podría calificar de histérica la actitud de Joseph Ratzinger que desde mediados de los años 80 encadenó escritos en los que calificaba la homosexualidad de tendencia destinada al pecado mientras evocaba la decadencia de las costumbres y la moral en nuestra sociedad, cuando se refería a las luchas del movimiento arco iris por el reconocimiento social y la liberación. La Iglesia insistió en que no estaba obligada por los nuevos estándares de Derechos Humanos en su relación con lesbianas y gays. En estas condiciones no era posible una discusión abierta en los seminarios sobre la homosexualidad pues dominaba un clima de miedo y depresión, aún cuando los responsables hubieran querido otra cosa.
Los tradicionalistas aprovechan el tabú de la Homosexualidad
Pastores de almas homosexuales los hay en todos los campos del espectro eclesial. Sólo lo tradicionalistas sacan provecho a fin de cuentas del tabú de la homosexualidad y el clima de miedo. Mientras la pura doctrina de la condena siga vigente, seguirá habiendo modos de proceder mediante chantaje directo o indirecto ante las protestas en la iglesia y la posibilidad de formar alianzas con las fuerzas eclesiásticas conservadoras.Quienes huyen de su propia personalidad y se resisten a crecer, siguen hallando autorización para pasar por la vida como sonámbulos y dependientes a pesar de las convulsiones sociales en los centros de formación teológica de los "tradicionalistas". En este contexto el celibato obligatorio se convierte en un formidable refugio obligatorio para el estancamiento del desarrollo de la personalidad. Además los tradicionalistas temen con razón que una nueva forma de tratar la homosexualidad colapse el tejido de la asociación clerical masculina y vaya de la mano con la entrada de las mujeres en todos los niveles de la jerarquía eclesial.
La discusión no puede seguir reprimiéndose con métodos de la Stasi
Al mismo tiempo hay noticias esperanzadoras sobre un nuevo debate en la Iglesia a propósito de la homosexualidad. El arzobispo de Hamburgo que no tiene fama de revolucionario afirma públicamente de modo relajado que hay "un número considerable de curas homosexuales" en la Iglesia católica.al profesor jesuita Ansgar Wucherpfennig para ocupar de nuevo el cargo de rector de la escuela jesuita St. Georgen en Frankfurt. Con esta condena al Padre Wucherpfennig, que apenas sí fue un poco más lejos que el filantrópico obispo de Osnabrück Franz-Josef Bode, las autoridades se cargan impulsos moderados para una nueva visión del amor homosexual.
El jesuita sin embargo se niega a retractarse. Sus Superiores en la Orden, dos obispos hasta ahora (Limburg, Mainz), un vicario general (Essen),numerosos teólogos e innumerables fieles han mostrado su solidaridad. Para incomodidad del cardenal Gerhard Ludwig Müller, antiguo jefe de la Congregación para la Doctrina de la fe, se avecina una retractación del propio Vaticano. La dirección de los Jesuitas debe avalar la fidelidad del rector.
Homofobia, el reconocimiento de la culpa en la Iglesia llega con retraso
En un futuro no muy lejano todo el drama de la "neurosis" sexual católica se verá iluminado por la inclusión de nuevas perspectivas sobre la historia de la Iglesia. Desde mediados del siglo XIX hasta bien entrado el último período de la posguerra, el catolicismo estrictamente romano se centró en enviar mensajes de miedo que nada tenían que ver con Jesús de Nazaret.La atemorizante moral sexual eclesial ha servido probablemente para condenar más "pecados contra el amor" que los que ha impedido. Las bellezas del medio católico cerrado sobre sí mismo iban acompañados de un abismo de fealdad.
El complejo homofóbico ha impedido a innumerables personas llevar una vida feliz o incluso las ha conducido a la muerte. Los suicidios de dos antiguos compañeros de estudios en una vicaría cercana a mi casa tuvieron lugar en una época en la que los eslóganes homofóbicos de la Iglesia no eran identificados como una incitación a que la gente se desesperara.
P. Bürger, La canción del amor conoce diferentes melodías. Un punto de vista liberado del amor homosexual. Oberursel 2005.
P. Bürger, Homofobia y homosexualidad en la Iglesia católica. En: M. Albus / L. Brüggemann: ¡Fuera esas manos! Poder sexual en la Iglesia Kevelaer 2011, p. 99-118.
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