DESLUMBRADOS

Así que el obispo de los Angeles ahora presidente de la conferencia episcopal estuvo en el opus y que hubo trato para salir....Sabe mucho, en especial los puntos 3 y 4. Pero como siempre, "que cuenten otros, vaya que me signifique"....Qué aburrimiento.

No creo que Alemania tenga toda la responsabilidad de los males de España ni de los países mediterráneos en general.

Nos bastamos solitos para hacer las cosas mal, encumbrar a quien no lo merece y hundir a quien merecería mejor trato. De forma y manera que nuestros dirigentes son el resultado de nuestras propias actuaciones como sociedad. Mucha cobardía, mentirijilla,  hipocresía, falsedad y pillería santa. Mucha desvergüenza, pero como resulta que somos el país en el que nació el santo santificador de la desvergüenza...miel sobre hojuelas. No veo responsabilidad en ello de Alemania. Por lo demás te vas del tema con los deutsche Schloss.

Los Deslumbrados: entrevista con Sarah Suco

Camille, 12 años, apasionada por el circo es la mayor de una familia numerosa. Un día sus padres adhieren a una comunidad religiosa basada en la solidaridad. La chica ha de aceptar un modo de vida en contra de sus deseos y tormentos. Poco a poco ve que se trata de un reclutamiento sectario.  Camille  tendrá que luchar para afirmar su libertad y la de de sus hermanos.

Les Éblouis es su primera película como realizadora. La ha dedicado a sus hermanos. ¿Se trata de una inspiración autobiográfica?
Sí viví en una comunidad carismática durante 10 años. La idea de una película estaba en mi cabeza desde tiempo atrás. Cuando cumplí 30 años se volvió una necesidad y me puse a ello. Hablé con Dominique Besnehard, enseguida se entusiasmó y me dio su confianza para escribir el guión. Él y Michel Feller me han acompañado sin descanso y me han apoyado dejándome libertad.
¿Cómo abordó ud un contenido tan personal?
Sabía desde el principio que no quería escribir con otra persona, no quería escribir desde el odio y la ira. Quería tomar distancias sobre todo frente a la figura del padre. Quería transformar la montaña de mis recuerdos en una historia de ficción, de cine, con personajes por los que uno puede sentir afecto. Sabía que la distancia y el pudor serían mis puertas de entrada a un tema violento.
Escribí con  Nicolas Silhol, que tiene formación de guionista antes de realizar Corporate, porque él estaba en lo mismo que yo, se trata de contar una historia sin buscar sensacionalismo. Nos complementábamos, estamos en el mismo plano emocional y estructural.
Su relato trata del reclutamiento en una comunidad…
Quería plasmar la entrada de esta adolescente, Camille, y de sus padres en esta comunidad, no quería que desde el principio se tuvieran las claves del funcionamiento de la misma ni las razones por las que la gente se mete y decide quedarse.
Se va comprendiendo poco a poco a través de la mirada de Camille, que decidí iba a ser la mía. Me sentía muy unida a su punto de vista, de modo casi obsesivo. Quería estar siempre a la altura de lo que ella siente y percibe. Además me interesaba que la ambigüedad de los personajes y del lugar comunitario se reflejaran en la imagen. No quería que todo fuera alegría al principio y luego tristeza. Sino que el paso de una cosa a otra fuera paulatino. Las cosas van por etapas. Es lo complejo y fascinante de la deriva sectaria. La locura está escondida en los detalles. Enseguida vemos que esa comunidad es demasiado especial y también los padres de Camille se desconciertan cuando asisten a ciertos ritos extraños. Pero pasan por encima de la sorpresa inicial, deciden quedarse sabiendo lo que hay.
En contra de los clisés y las ideas preconcebidas, la mayoría de las personas que entran en este tipo de comunidades son inteligentes y cultas y hallan en esos lugares personas capaces de responder a sus aspiraciones. Los jefes son muy duchos en poner en valor las competencias de los que llegan, tienen la capacidad para infiltrarse en los fallos y carencias de cada cual. En la película vemos lo feliz que es el padre de Camille cuando puede poner su sabiduría al servicio del curso de Biblia, un profesor al que no considera mucho en su instituto. A la madre de Camille le pasa igual, al fin se siente útil y escuchada: sirve las comidas, lleva la contabilidad…
La película cuenta lo fácil que es dejarse embarcar cuando tenemos unas necesidades y el grupo nos atrae con la mejor de las formas.
¿Por qué decidió trasponer la historia al momento actual?
Porque no quería que el espectador pudiera pensar que estas cosas ya no pasan. Se estima que hay entre que 50 000 y 60 000 niños víctimas de derivas sectarias en este tipo de comunidad en nuestro país. Comunidades con reconocimiento legal. Que se acogen a la ley de 1901 según la cual cada ciudadano puede vivir como quiera, agruparse con quien quiera en comunidad, y dar dinero, incluso todo el sueldo a una asociación. Mientras que esto suceda con adultos “que consienten” es difícil intervenir. Es difícil definir la influencia y deriva sectaria. Hay criterios, dependencia psíquica o financiera, malos tratos … – pero son difíciles de probar y de condenar mientras no ocurra un drama abiertamente condenable.
¿Nos puede contar algo más de estas comunidades?
Son comunidades importadas de EEUU en los años 70 que llaman a una renovación espiritual basada en el Espíritu Santo. La gente vive una experiencia personal de Dios en ellas, la experiencia de los « dones » recibidos del Señor y de la oración, entre ellos el don de sanación. Reagrupan a sacerdotes, religiosos y familias laicas que como se puede ver en la película, viven sobre todo en casas anejas a un presbiterio. Todo se articula alrededor de la parroquia y del cura.
Las intenciones de base no pueden ser mejores: votos de caridad, solidaridad, ayuda … En los 70 florecieron en todas las ciudades y siguen siendo numerosas, tanto más hoy en una sociedad en la que predomina el sentimiento de soledad y frente a ello aumenta el valor del vivir juntos…
Las jornadas de todos, niños incluidos, van a ritmo de oraciones y rituales de grupo: petición de perdón, cantos, farandolas, sesiones de bendición en el Espíritu santo. Los vestidos, los peinados, las reglas de vida están determinadas y son muy específicas, y poco a poco se hace imposible tener una vida social normal fuera del grupo.
A pesar de los puntos negativos muestra que no todo es negativo en la comunidad en la que están Camille y sus padres…
Me gustaba vivir ahí de pequeña, tengo buenos recuerdos. No he hecho una película de acusación contra esas comunidades ni contra la Iglesia católica. Pero es una película de combate. Es importante hoy proteger a los niños desde la más tierna edad, ellos son las principales víctimas del sectarismo, lo padecen plenamente viéndose confrontados a unos padres que poco a poco se vuelven locos pensando que están haciendo lo mejor para sus hijos. Que cada uno vea la película y piense lo que quiera. Es bonito ver al padre de Camille por la mañana ayudar a una anciana a hacer la compra y consolarla en su dolor,  no deja de ser admirable. El ritual del perdón incluso si es un poco raro tampoco es tan negativo. El problema es precisamente saber donde están los límites.
No deja de ser una forma de integrismo…
Las derivas integristas y sectarias existen en todas las religiones. Empecé a escribir en 2013, mucho antes de los atentados contra Charlie Hebdo y todas las amalgamas que a partir de ahí se hicieron sobre el Islam. Estoy contenta de que mi película se centre en la iglesia católica porque me parece que antes de señalar a otros hay que barrer la propia casa. No estamos ni en el Templo del Sol ni en una célula yihadista, sino en la parroquia del barrio, en pleno centro de una ciudad de provincias.
Me gusta este híbrido de cine que no es militante pero que está pegado a la sociedad Tenía ganas de introducir al espectador en esta historia sin que pueda comprenderlo todo de una vez, como les pasa a los personajes. La influencia sectaria es algo que de todas formas nos supera.
Los ritos de la comunidad que ha filmado pisan la frontera de lo extraño, lo ridículo, a veces dan miedo … Algunas escenas son alucinantes como cuando los miembros de la comunidad empiezan a balar llamando al pastor …
Me importaba que el espectador pudiera proyectar lo que él mismo siente. He guardado a propósito esta ambivalencia, escribiendo, preparando, durante el rodaje, en el montaje, en la interpretación de los actores… Pero el film se queda por debajo de la realidad. Estuve 10 años en la comunidad, no teníamos tele, ni radio, ni móvil. Me enteré de quien era Michael Jackson cuando me escapé con 18 años. Todo lo que muestro en la película es verdad y todavía más violentamente verdad. El jueves por la noche cenábamos a la luz de las velas y servíamos a Jesús representado por un icono. Le dábamos de comer y esperábamos que comiera, podía pasar…no hablábamos. Tengo decenas de ejemplos que no han salido en la película … Al hacer una película de ficción acepté que no iba a contarlo todo. Escogí lo que me pareció indispensable desde el punto de vista cinematográfico como esas escenas todos balando o el exorcismo, y así mostrar que el ridículo de esos rituales no impide que los personajes se metan en la comunidad. Así son las derivas sectarias, así se empieza. Esas escenas de locura que vistas desde fuera resultan muy chocantes son por desgracia bien reales.
Las ambiguedades de las situaciones y la jocosidad de muchas escenas sorprenden al público y provocan la risa. Y para mí era importante conservar las 2 dimensiones. Esa es la mezcla intrincada de cosas que te cuenta cómo es una secta.
Por ese motivo  Dominique Besnehard insistió para que fuera la realizadora, me dijo que yo era la única que iba a poder dirigir a los actores para transmitir lo que viví y quería expresar.
Las comunidades desprenden una alegría cuya intensidad resulta un poco angustiosa.
Fue muy importante el casting de los « comunitarios ». Buscaba caras que desprendieran humanidad, pero que sonriendo puedan tener un lado beato o extraño. Quisieron vivir en la alegría y a fuerza de obedecer los preceptos surge el riesgo de no pensar por sí mismo (…)