MÁRTIR DEFENESTRADA

Pobre premio ondas, tan joven y metida en este berenjenal de la política española aprendiendo idiomas. ¿Qué le contaran de su bisabuelo? claro que el bisabuelo se carteaba con Recaredo y hasta se encontraron un par de veces en altamar a bordo del Azor: sólo Recaredo vencedor de la guerra podía devolverle el trono perdido por el progenitor en 1931  a manos de unas simples elecciones municipales de tres al cuarto.
No había caído en que mira que casualidad el título nobiliario que ostentó toda su vida y con él que se quedó. Sólo diré que pasó sus últimos años en una habitación de la clínica "del opus" pamplonica, con los polis en la puerta de la habitación, los polis más aburridos del mundo, hasta su fallecimiento en abril de 1991. Sólo diré que mientras pareció mantener opciones de ocupar un día el trono llegó a tener hasta 100 españoles listos en su "consejo privado" que iban y venían cual alcahueta entre Estoril y Madrid, y que por supuesto cuando en el 69 Recaredo decidió y nombró sucesor al hijo, se quedó el pobre más colgado que una percha. Por eso me pregunto que como le van a contar esta historia a la biznieta.

Ni Heraldos ni "nosotros" fuimos productos de Roma. Hay mucho iluminado por el mundo y por desgracia la autoridad eclesiástica se muestra muy quisquillosa con tipos como Hans Küng que lo único que ha hecho ha sido explicar la fe y la iglesia de modo profundo y sencillo, investigar y preguntarse a la altura de hoy, no a la del siglo XVII en el que muchos eclesiásticos siguen instalados. Y mientras entre 1980 y 2000 se defenestraron teólogos por puntos, comas y puntos y aparte (Leonardo Boff, otro que recuerdo con problemas con Ratzinger), las sectas destructoras de juventud católica ilusionada, criada en "buenas familias" florecieron por el orbe, especialmente, en países de gran contingente católico. ¿Dónde si no? no van a nacer en Kazajstán.
Tolerancia toda con focolarini, opusini, cielini y heraldos, me dejo las francesas que son otra ristra. Los señores clérigos católicos al no tener hijos no saben lo que se sufre cuando fiándote de las aprobaciones canónicas resulta que pierdes a tu vástago o te lo devuelven con una depresión de caballo a cabo del tiempo, cuando ya le han exprimido la juventud y la alegría de vivir, gastados precisamente atrayendo a más incautos. Los señores jerarcas católicos son muy débiles ante el arte de la adulación que todas estas mil sectas y grupos peligrosos gastan con ellos. Les ha faltado perspicacia. La pena es que las consecuencias de su falta de vigilancia las sufre la grey, no los pastores.


 Contra el arrojador de pachamamas al Tíber,





No les falta ningún detalle sectario a estos heraldos, también disfrutan de muertes sospechosas y controvertidas que no hay quien se crea que una chica talentosa de 26 años pille un día la ventana de su habitación y por ella se tire en ofrenda a Jesús.

 La misteriosa muerte de la joven declarada santa por los Heraldos

Es uno de los casos más dramáticos que ha ocurrido en un castillo de Heraldos, fue hace 3 años. Una joven murió tras caer por la ventana de su habitación.
Mirelle Pinheiro y David Ágape
Artículo en metropoles.com, 23 agosto 2019
La policía estudia la hipótesis del suicidio. La familia de la joven no acepta esa versión. Los H por su parte consideran que fue demostración de santidad. Desde que ocurrió el incidente la joven es venerada como santa en la comunidad. Se han recogido reliquias y ha acuñado medallones con su imagen.
Por primera vez tras la muerte de su hija toma la palabra la madre ante Nelza Cristina, periodista de Metropoles.
Ocurrió en 2016 y es una historia que plantea preguntas sin respuesta. Zélia Salvador de Assis,  enfermera del Estado  de Paraiba, no acepta las explicaciones sobre el fallecimiento de su hija Lívia Natsue Salvador Uchida, a la edad de 26 años, en el castillo de Serra da Cantareira (SP), el 27 de julio de 2016. La explicación que se le dio es que Lívia habría caído de la ventana de su habitación situada en el cuarto piso mientras estaba limpiando. La madre no se lo cree. En cuanto recibió la noticia se presentó en el lugar del incidente.
« Había un cubo de agua limpia, un trapo limpio y ninguna huella de zapatos en el alféizar de la ventana » afirma Zélia de Assis
Poco a poco va juntando pruebas que refuerzan sus sospechas. Su hija había muerto por la mañana pero  el Servicio de Urgencia Móvil (SAMU) fue alertado a las 12h30 y la llamada a la policía se hizo a las 17h00. Le habían quitado las botas a la chica sin explicación. Zélia afirma que jamás pudo acceder a los archivos de imágenes de las cámaras de vigilancia.
Al enterarse de la noticia, Zélia y su hijo (un año mayor que la joven difunta), viajaron a São Paulo. « Salimos al alba, iba rezando para que no fuera verdad », nos cuenta.
Al llegar un policía le dijo que había sido un accidente y que había que aceptarlo. Pero un poco después un político de Caieiras le dio algunos detalles que merecerían explicación. En ese momento Zélia decidió echar mano de sus ahorros y acudir a 2 abogados. Pero no tuvo suerte. El primer abogado dejó el caso a los 3 meses y el otro un año después. El suceso fue calificado de posible suicidio.
La madre no abandonó la lucha:  « Mi hija era tan buena y llena de talentos. Pintaba, cantaba, tocaba el saxo, no pudo terminar así. Era de una dulzura inigualable», relata, nostálgica.
En cuanto a la santificación de la joven por parte de H, Zélia se pregunta si no será una maniobra para disimular las causas de la muerte. « Pienso que lo hacen para disimular algo», dice.
Atribulada por la tristeza, Zélia escuchó varias versiones oficiales de la tragedia. Entre otras que la joven se habría tirado por la ventana para responder a la llamada de Cristo.
Cuando asistió en São Paulo a la misa primer aniversario de la muerte de Lívia, Zélia no entendía que la gente la felicitaba a ella y a su marido por ser los padres de una santa. « Me chocó y no sabía cómo tenía que reaccionar, respondí que hubiera preferido tener a mi hija viva, me decían que era blasfemia, que tenía que estar contenta de tener una hija santa».
En el salón de su piso en Joao Pessoa (PB), Zélia cuenta toda la historia a los periodistas. Vemos un marco con una imagen de Jesús y muchas plantas , fotos y mensajes positivos en las paredes. Le preguntamos si ha perdido la fe, y nos dice que no aunque ya no sigue religión alguna.
Ante las fotos de Lívia desparramadas encima de la mesa, Zélia recuerda que su hija entró en Heraldos por iniciativa de su padre dentista, hijo de un inmigrante japonés. « Nos conocimos en Rondonia, donde yo visitaba a mi hermano. Nos casamos y tuvimos una vida feliz durante 3 años y medio».
Zélia ignoraba que su marido había formado parte de Heraldos cuando era adolescente. Vivió en Lins,en el interior del estado de São Paulo, influenciado por su hermano, miembro de la comunidad. Empezó a frecuentar Heraldos e intentó meter a sus dos hijos. La hija siguió los pasos de su padre. El hijo mayor salió enseguida del internado de Heraldos.
« Estuve de viaje un tiempo, y mi cuñado aprovechó para recontactar con mi exmarido. Fue entonces cuando se metió en Heraldos de nuevo », nos explica Zélia. También fue entonces cuando empezaron los problemas en el matrimonio.
El padre llevaba a los niños a las actividades de la asociación los fines de semana. Zélia intentó integrar en el movimiento pero fue complicado:  « La adoración al líder es insoportable». La pareja se separó por primera vez cuando Livia tenía 7 años. Zélia se mudó con sus hijos a Paraíba. Poco después su ex marido la convenció para que volviera a vivir con él en São Paulo. Cuando lo hizo comprobó que seguía relacionado con Heraldos. Los niños seguían yendo a las actividades de fin de semana de Heraldos, estaban sometidos a una formación muy disciplinada « como si fuera el ejército ». Su hija se adapta mejor que el chico.
Cuando no hacían las cosas bien, les pegaban en las manos, se les humillaba. No podían ver la tele. Salían del colegio e iban directamente a casa. “Mi hijo empezó a cuestionarlo todo, las ropas, los ejercicios de disciplina”.
Un día cuando los hijos tenían 12 y 13 años respectivamente, el chico llegó a casa pidiendo « que lo retirara de ese infierno. Entonces decidí volver a mi pueblo con los chicos. Desde entonces estuve 15 años yendo y viniendo intentando salvar mi matrimonio pero fue imposible», explica Zélia.
La mujer decidió la mudanza sin pensarlo dos veces. « Era un sábado, el camión de mudanza estaba en la puerta, pero cuando íbamos a salir mi hija se encerró en su cuarto. No quería salir a pesar de mi insistencia. Me fui pensando en salvar al menos a uno de mis 2 hijos. No podía hacer nada », nos cuenta emocionada.
Durante cierto tiempo Zélia siguió visitando a su hija bajo estrecho control del ex marido. « Mi hija me dijo con toda suavidad como era ella que tenía que estar tranquila, que se quedaría con su padre y lo cuidaría», recuerda.
La hija de Zélia vivió en el castillo de Heraldos durante 14 años. « Se vestía con esas ropas pesadas y se ponía las botas. Cuando iba a São Paulo, le compraba ropa pero en cuanto volvía a la comunidad volvía a usar el uniforme ».
Hoy Zélia forma parte de un grupo de personas reunidas por tener a algún miembro de la familia en Heraldos:  « Mi objetivo hoy es ayudar a los jóvenes a salir de ahí », afirma.
¿Zélia habría podido hacer otra cosa? «Sí, tendría que haber insistido más para sacarla, no tendría que haber respetado su voluntad y su decisión. Es lo que hoy aconsejo a los padres que vienen buscando ayuda. Insistid a vuestros hijos aunque os odien. A los del movimiento no les gustan las interferencias y a veces prefieren devolver el chico a su familia».