MANIFIESTO POR LA LIBERTAD

Contra el nuevo Orden mundial. Hay q rebelarse. Gracias por lo que me enviastes sobre Clara Valverde, momento psicoanalítico de elaboración del dolor que nos hemos saltado y que nos sigue afectando hoy como sociedad en España. Así las relaciones son insoportables, con tanta mentira y violencia, tanto sufrimiento acumulado y oculto.

Menudo lastre que tenemos en la conciencia de mentiras y cobardía. Los indios de Canadá nos ganan en relaboración del dolor por el sufrimiento que se les infligió, hoy luchan por sus derechos y cortan autopistas. Pero ha habido un proceso previo de "emponderamiento", de poner palabras a lo que pasó.

 

 http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/valverde.htm









-Clara, ¿nuestra historia más reciente, ésta con la
que nos levantamos todos los días…es herencia directa del silencio?




-Sí. El hecho de que en
el Estado español no se ha hablado ni elaborado el impacto de la violencia
política del siglo XX, hace que cada día nos despertemos con esa herencia. La
vemos en la manera que se hace la política. La vemos en nuestro miedo a salir a
la calle contra las injusticias. La vemos en nuestra rabia, en nuestra
necesidad de buscar siempre culpables y enemigos entre la gente que están de
nuestro lado. La vemos en la inhabilidad de convivir en los pueblos de la
España rural. Y la vemos, sobre todo, en el miedo a hablar de lo que sentimos,
de lo que ocurre, de lo que vemos, de lo que pasó. Según los teóricos de la
transmisión generacional de la violencia política, los nietos de la Guerra
Civil somos la generación en la que más surgen estos síntomas.


-¿Por qué se opta tantas veces por el silencio para afrontar las
situaciones en las que se ha vivido un trauma?
-Se piensa,
erróneamente, que si no se habla, ese dolor, esa herencia del trauma,
desaparecerá. Y es al revés. El silencio hace más daño que el hablar. Si no se
pone el dolor, el miedo y la rabia en palabras, sale por comportamientos
dañinos, en problemas de salud mental, en problemas de salud física. El callar
el dolor causa depresión, nos paraliza.


-Silencio para afrontar lo que nos dejó la guerra: pero ¿más por lo que
habían vivido, visto o sufrido o por miedo a lo que podrían volver a sufrir?
-Al hablar, sentimos,
notamos nuestros sentimientos. Y pensamos que no podemos soportar ese
sufrimiento de sentir. Pero, en realidad, si ponemos palabras en los sentimos,
luego nos liberamos del sufrimiento. El hablar de un trauma no es vivirlo otra
vez: es liberarse de él. 



-¿Qué papel juega el escarmiento en todo esto?
-Mucho. El escarmiento
que supuso la represión durante la Guerra Civil y durante la dictadura, nos
dejó, a nuestros abuelos, padres y a nosotros, con el miedo en el cuerpo. Mucha
gente que son nietos de la Guerra Civil casi no vivieron la experiencia de la dictadura
pero llevan ese miedo encima. Porque ese miedo lo aprendimos de nuestros padres
que lo aprendieron de sus abuelos. Lo oímos todos los días, ese “ten cuidado”,
“no te signifiques”, etc.
En cuanto cuestionamos,
en cuanto denunciamos las injusticias, otras personas nos dicen que tengamos
cuidado, aunque en realidad, ahora no hay la represión que hubo durante el
fascismo. Vivimos como si nos fueran a matar por nuestras ideas, por decir lo
que pensamos. Y aunque hay cierta represión ahora, no es mucha comparada con la
del fascismo de los años de Franco. 




Ahora no
necesitan reprimirnos. Lo hacemos nosotros mismos. Nos censuramos y censuramos
a la gente en nuestro entorno. Con el “ten cuidado”, frenamos a los demás y a
nosotros mismos de ser libres y de luchar contras las desigualdades y los
privilegios.




Con el “ten cuidado”
que llevamos dentro, somos como ovejas, quejándonos a los de al lado pero
siguiendo el rebaño. 

-¿Recuperar la memoria histórica: día a día; persona a persona…será
imposible si no sustituimos los silencios por palabras?
-Será muy difícil.
Tenemos que hablar de lo que ocurrió y sobre todo de cómo nos sigue afectando.
Se ha hecho en otros países. ¿Por qué no se puede hacer aquí? Es importante
abrir las fosas, pero también tenemos que abrir las bocas y hablar sobre qué
consecuencias tuvo y tiene sobre nuestras familias, pueblos y sobre nosotros,
lo vivido por nuestros abuelos. 


-¿Cuántos silencios, fruto del miedo, esconde la transición? ¿Y cuántos de
ellos hemos heredado y con cuántos seguimos conviviendo sin darnos cuenta?
-Los silencios de la
Transición fueron, sobre todo, el fruto del oportunismo político. Los
privilegiados, los  que estaban en el
poder y los que querían un trozo del poder, prefirieron que se cerraran las
heridas sin limpiar. Pasar página y coger el poder.
Y los ciudadanos se lo
creyeron, creyeron que eso de callar era lo mejor, distraerse con la “Movida” y
olvidar el pasado. Pero el pasado no se olvida. Cuanto más se intenta olvidar,
más es como una pesadilla que habita en nuestra mente y que pasamos a futuras
generaciones por el inconsciente, por nuestras palabras sin emociones y
nuestras emociones sin palabras. 






-¿Cómo superar el
drama de la violencia cuando ha habido tanto silencio detrás de él?




-En el último capítulo
de nuestro libro damos ideas de cómo hacerlo a nivel individual y colectivo. Es
necesario comenzar a hablar en nuestras familias sobre la historia del siglo
XX, hacer preguntas incómodas sobre lo que ocurrió y sobre lo que no se ha
hablado.
También es muy
importante ver cuánto de nuestros comportamientos están relacionados con lo
heredado del trauma de la violencia política.


-En nuestro día  a día ¿Cómo afecta a nuestro comportamiento como
ciudadanos?
-El no haber elaborado el impacto
del trauma de la violencia política del siglo XX hace que seamos una sociedad
que nos quejamos mucho pero no reclamamos ni denunciamos de manera eficaz. Nos
quejamos sobre el jefe al compañero del trabajo pero no nos enfrentamos al jefe
ni le decimos lo que pensamos. Hablamos mucho de “lo que
le hubiera dicho”, de “lo que hubiera hecho” pero no lo hacemos. Hablamos para
no hacer.
Dejamos que estos gobiernos
neoliberales, corruptos y asesinos nos machaquen, y nos quedamos en casa
queriendo creernos la mentira que los recortes y las medidas de “austeridad”
son solo para unos años, en vez de enfrentarnos a la realidad: que están
desmontando el estado de bienestar y la democracia para forrarse los
ricos.  Casi no salimos a la calle a
protestar. Decimos: “es lo que hay” y aguantamos.
¡Tenemos que dejar de aguantar y
salir a la calle, por nosotros, en honor a nuestros abuelos y abuelas y por el
bien de nuestros nietos y nietas!




Desenterrar_las_palabras.gif



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Que razón tiene Clara cuando dice que denunciamos o afeamos su comportamiento al que tenemos al lado. Esta tarde estaba en una reunión y una señora a dicho (estoy hasta el moño que la gente entre en un espacio cerrado y sin mascarilla)ósea nos acusamos ,es sorprendente que cierto es lo que dice Clara, tenemos miedo, ese miedo que viene de nuestros abuelos y la transición hecha para que roben, y nosotros aguantando y diciendo ,esto es lo que hay. yo no tengo ningún miedo a nada ,bueno si a las arañas, y tengo mucho cabreo y poca gente me sigue,a lo mejor soy yo el que va conduciendo al rebes .

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