UNA MIRADA A ESPAÑA

 Me dolió la entrada de ayer. He viajado con ilusión a ese lugar pirenaico al otro lado de la frontera y en momentos duros de la vida me ayudó a respirar. Pero hemos de mirar la verdad de frente. De todos modos en mi imaginario lo que está cerca de una montaña es "medio celestial", incluso si no hubo apariciones y se trata de un montaje turístico religioso animado por burguesía y clero como oportunidad de negocio.

 Una mirada de un historiador francés con cariño a nuestro país, para quitar el mal sabor que deja el racionalismo cartesiano aplicado a nuestras arraigadas costumbres y folklore. 

 Historia de España de Pierre Vilar versión española de 1978, en francés en 1963. No llega a 200 pág. y es una joyita que la censura franquista prohibió.

¿Por qué lo prohibieron? se pregunta el autor. 

"1. Una ideología que se pretende hegemónica teme más los libros pequeños que los grandes.2. La historia es una pieza esencial de la ideología y sólo puede contarse de una manera. 3. Hay hechos que deben olvidarse. En Toronto me encontré con un estudiante español que me agradeció haberle revelado, con mi Historia de España, que el terror político en 1936 no había sido privativo de los rojos, ¡había podido ignorarlo hasta los 18 ó 20 años!. 4. Sin embargo un libro prohibido circula; ¿lo haría en caso de chocar con una sensibilidad real? El mío profusamente citado por la oposición, fue prohibido, pero no replicado, ni denunciado por la historia oficial."

Presentación del medio natural: 

"El océano. El mediterráneo, la cordillera pirenaica. Entre estos límites perfectamente diferenciados, parece como si el medio natural se ofreciera al destino particular de un grupo humano, a la elaboración de una unidad histórica.

En efecto, la posición excéntrica de Iberia, su aislamiento por los Pirineos, las vigorosas peculiaridades de su clima y de su estructura, el atractivo de algunas de sus riquezas, apenas han cesado de darle en Europa desde la más lejana prehistoria, una originalidad a veces util, a veces inconfundible. No se trata tampoco, anuque ello se haya dicho de que sea africana. Algunas constantes naturales han hecho de esta península maciza, especie de continente menor, un ser histórico aparte.....

 

Porque este mundo, que por un lado se abre ampliamente gracias a una acogedora perifera, a las influencias externas de todo género, por otro opone pronto a quien quiere penetrarlo más profundamente las mútliples barreras de sus sierras y sus mesetas, el rigor de su clima, la escasez de recursos. Al contrario que Francia, peor defendida pero admirablemente articulada en torno a sus ríos, España no goza de ningún sistema coherente de vías naturales. Ningún centro geográfico puede representar aquí el papel que asumieron en sus países un París o un Londres. Estrechos desfiladeros, en las salidas de sus mesetas, cierran casi todos los grades valles. Tentados estamos de repetir una expresión que ha hecho fortuna, la de la que la Península es invertebrada. Por el contrario en el transcurso del desarrollo de sus recursos humanos, ha sido víctima de la importancia excesiva que tiene en su estructura física la armazón ósea de su relieve, con daño para los órganos de producción, de asimilación, de intercambio, de vida. Desde la barrera ininterrumpida de los Pirineos centrales hasta las cumbres igualmente vigorosas que dominan Granada y Almería, se extiende la Iberia montañosa y continental, caracterizada por las dificultades de acceso, de ahí el aislamiento, y por la brutalidad de las condiciones climáticas, de ahí lo precario de los medios de vida.

 

Estos dos términos pobreza y aislamiento han sido situados frecuentemente por la literatura contemporánea en los orígenes espirituales del pueblo español. De ahí parecen derivar la "esencia de España" (Unamuno)...Indiscutiblemente, el hombre de las mesetas representará un gran papel en el relato que vamos a esbozar, sin duda el principal.

 

De la naturaleza de su país ha sacado su pasión por la independencia, su valor guerrero y su ascetismo, su gusto por la dominaicón política y su desprecio por la ganancia mercantil, su aspiración a hacer o a mantener la unidad del grupo humano de la Península.

Pero esta última aspiración, ¿no expresa en realidad el sentimiento confuso de una necesidad vital? Aislada, la España central llevaría una vida precaria. Carece de medios y alimenta a pocos hombres. Se comunica dificilmente con el extranjero. No se adapta, sino con retraso, a la evolución espiritual y material del mundo, Para mantener contacto con éste, para vivir y actuar en él, está obligada a asociarse estrechamente, orgánicamente, con esa magnífica periferia marítimas peninsular, de tanta vitalidad y capacidad de asimilación, tan extraordinariamente situada frente al Viejo Mundo y frente al Nuevo.

A la España adusta y guerrera que se le presenta a A. Machado desde lo alto de las mesetas de Soria se opone, pero para completarla, esa otra España rica y feraz, madre det odos los frutos, vergel de manzanas doradas de la Antigüedad y jardín de los califas de la Edad Media, cuya imagen ha sido exaltada por la tradición popular y por la  literatura romántica. ¿Cómo olvidar la gloriosa cintura de puertos ibéricos de donde salieron, para la conquista de Oriente y luego de Occidente, los mercaderes, los marineros de Cataluña y Andalucía, de Mallorca y de Portugal, de Valencia y del País Vasco?

Desgraciadamente esta Iberia feliz, esta Iberia activa siente difícilmente la atracción de esa parte itnterior del país. La franja litoral se aísla y y fragmenta materialmente por la diposición del relieve, por la forma y orientación de los valles y vuelve la espalda a las mesetas del centro...Por eso tantas regiones marítimas de Iberia tuvieron destinos autónomos en múltiples momentos de la historia. Por el contrario, ninguna de esas pequeñas potencias, cuyos triunfos fueron de orden económico, tuvo jamás suficiente amplitud territorial ni energía política bastante continua para arrastrar decisivamente a toda la Península.

La historia de ésta encierra pues, una lucha incesante entre la voluntad de unificación, manifestada generalmente a partir del centro, y una tendencia no menos espontánea de origen geográfico a la dispersión..."

"De esta manera tanto el presente como el pasado dependen de una naturaleza contradictoria. El carácter macizo, el relieve, la aridez del centro español unidos a ciertos retrasos técnicos y sociales imponen a España en pleno siglo XX, un rendimiento del trigo que no sobrepasa los 10 quintales por ha..."

Interesantísimo el capítulo sobre  los tiempos modernos, el apogeo y decadencia del Imperio, entre 1479 y 1598, un momento brillante de nuestra historia. Éxito demasiado rápido que será seguido de una profunda decadencia. Pero esta época ha dejado a España el orgullo legítimo, no sólo de haber sido una potencia considerable, sino la primera en el tiempo y en importancia de las naciones fundadoras de vastos imperios coloniales.

La unidad religiosa impuesta por los Reyes Católicos  fue un punto de crisis y de decisión frente a un problema que venía de atrás. "La Iglesia que teme por la fe, las herejías amenazantes y con mayor razón si hay judíos en las altas esferas influyentes, y moros entre los artesanos y campesinos. El alto clero confia en la controversia pero los frailes más próximos al pueblo empujan a la conversión en masa y forzada. Así se encadenan campañas de conversión movimientos populares. Desde las violencias de 1348 que siguen a la peste, hasta las matanzas de judíos de 1391 que conmovieron al Levante y hasta las predicaciones de Vicente Ferrer."

Está la querella de los espíritus reformistas "El iluminismo, erasmismo, la audacia de un Valdés o Servet, la Península no escapaba a la tentación revolucionaria en materia de religión.  Pero la reacción fue viva. El pueblo y bajo clero aplicaron a la heterodoxia los habituales métodos de violencia empleados contra judíos y moros. Y en los soberanos triunfó la idea de que había identidad entre ortodoxia católica y solidez española."

Sobre la ambivalencia del "unitarismo religioso" español se expresa así, "en los confines de los siglos XV y XVI una conjunción del sentimiento de las masas, del pensamiento de la Iglesia y de la voluntad del Estado en favor de la unidad religiosa expresa una necesidad. La fe de Isabel no excluye la prudencia y Fernando no es brutal por fanatismo....Si España conquista el mundo lo evangeliza y dirige la contrarreforma, material y espiritualmente, es gracias al unanismismo moral creador a finales del siglo XV..."

Cara B: "Pero el mecanismo psicológico puesto en marcha por pasión de unidad produce otros resultados. El mundo cambia alrededor de España, y ésta no se adapta. El unitarismo religioso es responsable de ello en parte. Afecta por arriba a la actividad financiera judía, y por abajo, a la actividad agrícola de los moriscos de Levante y Andalucía. El triunfo del cristiano viejo significa cierto desprecio del espíritu de lucro, del propio espíritu de producción y una tendencia al espíritu de casta. A mediados del XVI los gremios exigen a sus miembros probar la "limpieza de sangre", mala preparación para la entrada en la era capitalista...."

"Por otra parte el puesto que ocupa la Iglesia en la sociedad no favorece la producción y circulación de riquezas: la multiplicación del número de clérigos y de instituciones de beneficencia obstruyen la economía con clases improductivas; las confiscaciones de la Inquisición, las donaciones a las comunidades crean sin cesar "bienes de manos muertas". Por último la Hacienda pública va a arruinarse en el vano empeño de proseguir la hegemonía en el orden espiritual.

España, que el descub. de América pudo haber situado en primera fila del mundo económico moderno, no ocupó ese puesto: lo debe en gran parte a esa psicología religiosa, mezclada de elementos económicos y raciales, heredera de una Edad Media en decadencia."

El capítulo sobre nuestro siglo de Oro, cumbre espiritual, artística y literaria nos es más conocido. Menos que el siglo XVIII no fue tan malo, y tampoco las crisis demográficas que asolaron la Península en el XVI y XVII. De 1700 a 1800 España pasó de 6 a 11 millones de habitantes.

 Los alcaldes de Móstoles declaran la guerra a Francia

En cuanto a la esquizofrénica España de 1808, ya la describió Marx, por una parte el pueblo y clero rebelándose contra el francés con la virgen del Pilar al frente, y por otra los pocos ilustrados haciendo una constitución en Cádiz al margen de la masa, sin elecciones ni contacto con el pueblo insurrecto.

"En las guerrillas, actos sin ideas, en las Cortes  ideas sin actos. Este divorcio entre la combatividad popular y el personal político seguirá siendo característico dle siglo XIX. Otro rasgo de la guerra de la Independencia frente a Napoleón: España vuelve a su invertebración, a ese federalismo instintivo del que hablara Menéndez Pelayo".