CONTROVERTIDOS OBISPOS OD

Entre los asistentes a la beatificación de 1992 a los que no se solicitó contribución estaban monseñor Wolfgang Haas, recién nombrado obispo de Coire, la mayor diócesis suiza, monseñor Kurt Krenn al que JPII nombró obispo de Sank Pölten no lejos e Viena, y monseñor Klaus Küng, obispo de Feldkirch en Austria. Este último OD, los otros dos tan favorables a la prelatura que parecían miembros de pleno derecho. En cada caso sus respectivos nombramientos provocaron la indignación de los fieles.

Cuando en diciembre de 1986 JPII nombró a Klaus Küng, a la sazón vicario regional en Austria, cabeza de la diócesis de Feldkirch, la oposición generalizada y la indignación fue de tal calibre que el Vaticano se vió obligado a suspender el nombramiento. El Papa esperó dos años a que escampara y volvió a nombrarlo. El día de su consagración episcopal tuvo derecho a una manifa silenciosa de 5000 parroquianos por las calles de Voralberg. Hubo protestas nacionales cuando en 1991 el amigo del obispo Küng, Kurt Krenn fue nombrado obispo auxiliar de Viena. Krenn se dio prisa en nombrar al vicario regional Opus monseñor Ernst Burkhardt, capellán de estudiantes.

Nos tenían totalmente al margen de estas movidas opositoras. Ni siquiera se hablaba de que hubiera “obispos de casa” en Austria. Sólo estábamos al corriente de los latinoamericanos, aunque no sabíamos que habían sido puestos en sustitución de los teólogos de la Liberación. El pontificado de JPII fue un desastre en toda la línea de flotación. Hoy no lo reconocen, pero ya se verá con el tiempo y una caña, que todos los males procedieron del papa actor polaco puesto por el OD.

Krenn fue acusado de rechazar el diálogo, de manirroto pues se gastaba el dinero en sus comodidades y de vilipendiar a sus oponentes. Cuando le preguntaron en la televisión pública porqué no se iba replicó: “Si dimitiera Dios mismo tendría que dimitir pues sólo represento la verdad que Dios nos da.”. 1500 personas se juntaron en Sankt Pölen con pancartas proclamando: “Dimite, así Dios se puede quedar” y “Queremos un pastor no un dictador”. Según una encuesta del semanario News el 66% de los católicos austríacos querían que se fuera, el resto no sabía quien era y el 82% estimaba que su arrogancia dañaba la imagen de la iglesia.

Entre las diócesis del Nuevo Mundo ninguna preocupaba tanto a JPII como el San Salvador. En 1975 había tenido lugar en ella el intento de envenenamiento del cura suizo y liberal Giuliano Ferrari. 5 años más tarde, marzo de 1980, había sido asesinado monseñor Oscar Romero por una escuadrilla de la muerte del coronel D’Abuisson. En diciembre de 1981 los parroquianos de El Mozote fueron masacrados. En 1989 6 jesuitas el Universidad Católica del Salvador fueron asesinados y en junio de 1993 el vicario de las fuerzas armadas salvadoreñas, obispo Joaquín Ramos Umana recibió disparo a quemarropa en la cabeza. Vaya historial. Nada que envidiar a los islamistas hoy tan de moda en cuanto ataque a población indefensa

El elegido para sustituir a Oscar Romero fue el salesiano Arturo Rivera Damas. A pesar de las protestas de los conservadores que estimaban que este Administrador Apostólico era demasiado de izquierdas, Rivera Damas fue consagrado obispo en 1983. Los mismos conservadores lo llamaron “obispo problemático” porque hablaba alto y claro contra los abusos de los militares. En noviembre de 1994 fue llamado a Roma ya que JPII iba a crear 30 nuevos cardenales. Pero ocurrió que sufrió un massive heart attack y murió al instante. En la última entrevista que había concedido el día anterior el obispo problemático hizo saber que había recibido amenazas de muerte procedentes “de esos grupos conocidos como los dinosaurios porque no aceptan el acuerdo de paz con la guerrilla.”

Cuando le preguntaron si la teología de la liberación estaba muerta Rivera Damas contestó: “La salvación prometida por Nuestro Señor incluye el concepto de liberación de toda forma de opresión. Esta visión fundamental de la salvación ha de ser contemplada siempre cuando se habla de salvación. Por eso creo que esa teología no está muerta y tiene mucho que decir aún.” La conversación salió en 30 Giorni, un. 1 de 1995.

Ignorando los deseos de los diocesanos de que Rivera Damas fuera sustituido por su auxiliar, cinco meses más tarde JPII nombró al Opus Dei Fernando Saenz Lacalle, entonces ordinario militar interino. Este numerario cura había pasado la guerra civil española refugiado en Santiago de la Espada. Un detalle que nada tiene que ver, pero me leí su biografía que por aquellos entonces apareció en Palabra como lectura espiritual. Evidentemente el nombramiento episcopal lo había hecho saltar a la fama (opusina, para consumo interno).

Los bajos fondos y algunos prelados, aunque guiados por diferentes tipos de teología, no dudan en mezclarse en una zona de clarooscuro en la que la moral cristiana y la ética del poder acaban difuminándose. Ya vimos el caso del arzobispo Cheli, copresidente del consejo de asesores papales, cuyo asistente en la ONU fue acusado en el affaire Pizza Connection y que blanqueaba dinero negro en sus ratos libres, mientras Cheli se entendía con los servicios secretos.

Por cierto interesante reportaje sobre diversas lavadoras vaticanas y católicas de dinero: en Eslovenia, en el propio Vaticano, el dinero de las poderosas diócesis estadounidenses.

De hecho el caso Calvi fue un buen ejemplo de esos entrelazamientos de poder, curas y crimen organizado. En el reportaje dicen que como Francisco les ha quitado la lavadora IOR a los mafiosos, que se habla de dispararle un tiro. Y es que era una facilidad tener a disposición en el propio corazón de Roma semejante lavandería de dinero procedente de actividades criminales.

En los años 90 altos oficiales del Vaticano estaban informados de la conspiración contra Calvi y seguían tratándose con individuos affairistas tipo Flavio Carboni.