PERDÓN Y JUSTICIA
Gracias por el lazo a la noticia de que la exvicepresi se ha ido a un bufete cuyo ex presidente fue exonerado de cárcel merecida por delitos fiscales. Lo de siempre: poner el yate, las casas de
vacaciones como actividad empresarial. Dicen que la persona que se libró de los 8 años de cárcel ya no preside. ¿Nada que ver con la familia escrivariana? ¿estos no fueron los que defendían opus dei frente a opuslibros.org? también era apellido catalán en Madrid.
El asunto del cardenal que presenta su dimisión tras la decisión del tribunal de considerarlo culpable por no denunciar genera apasionados debates sobre justicia y perdón. Citando a René Girard, el filósofo que habló de la violencia y lo sagrado, el deseo de venganza es profundamente humano comprensible, respetable. Ese deseo participa en la demanda de justicia, se busca obtener reparación del mal padecido, ojo por ojo, diente por diente. No basta que el mal hecho sea reconocido, que el culpable sea castigado forma parte del deseo de justicia.
Al cardenal lo castigan, aunque lo curioso es que el principal culpable, el cura incriminado esperará a final de año para ser juzgado.
En lo opusino ¡qué lejos de poder siquiera pedir que se haga justicia en un país y sociedad bajo su dominio! conformarse con que no te aplasten.
La condena a Barbarin no resuelve la amplitud del drama. El mal hecho a las víctimas es universalmente conocido, reconocido y denunciado. Juicio todavía pendiente de recurso, sentencia que se polariza en un hombre que cometió graves errores "haciendo lo que siempre se hizo", pero que ahora se ve sancionado como mascarón de proa de la Iglesia francesa. Surgen por ello las sospechas de amañado asunto, sin pruebas, pero sospechas. Unido a lo de Pell, contra el que hay ensañamiento.
No es el primer obispo francés enjuiciado por no denunciar: hubo el de Orleans el año pasado, y otro en 2003. Sólo que no tan renombrados como este. Es el Primado.
Los defensores del perdón estiman que cardenal y obispos han pedido perdón. Sugerencia a las víctimas: que en vez de pedir "justicia" y dimisión del cardenal, ilusoria justicia, sepan perdonar.
Frente a lo irreparable que ninguna justicia podrá reparar los cristianos cambian de registro según enseñó Jesús, por la vía del perdón que no excluye la justicia y su trabajo pero va más allá de ella, la supera y la coloca en otro sitio. El cardenal ha aceptado ser perseguido en justicia, ha seguido el juego hasta el final y sus consecuencias, pero el debate está en ese "otro sitio" en el que invita a las víctimas a unirse a él después de haber perdido el tiempo y energía en una ilusoria justicia que en el fondo no les aporta nada.
La institución es culpable ¿y ahora qué?
El problema del perdón es que es el culpable quien debe pedirlo, no sabemos si se ha hecho. Y es el afectado quien debe otorgarlo, si quiere. ¿No va la justicia por delante y luego ya si eso...? pasamos muy rápido a "los perdones", sin haberlo pedido, sin arrepentimiento, sin penitencia, sin reparación. De boquilla es fácil pedirlo.
Es bella y certera la distinción esfera de la justicia humana y esfera de esencia espiritual, personal, humana del perdón. Del que todos antes o después andamos necesitados. Sí.
Pero la justicia humana tiene una sola finalidad, aquello de parar el ojo por ojo y todos acabaron tuertos...bloquear la espiral sin fin de la violencia que impediría la vida en sociedad. Procede de una lógica de regulación, un tercero entre dos protagonistas por una parte y un regulador por otra parte de las relaciones de fuerza entre un fuerte y un débil. Como dijo Lacordaire: "entre el fuerte y el débil, la ley es la que libera, la libertad la que somete". El campo de la justicia humana es social, su objetivo es reparar el vínculo social para evitar la guerra de todos contra todos.
La lógica del perdón es una lógica espiritual y personal que se basa en el encuentro en la verdad de ofensor y ofendido basada en la común y libre voluntad de reanudar una relación estropeada o rota. El proceder al perdón no tiene que ver con los lazos sociales rotos ni con la posibilidad de relaciones apaciguadas sino que procede de la calidad de la relación.
Perdón y justicia no pueden sustituirse. Son cosas diferentes.
Hoy las víctimas de abusos en este caso, porque no nos engañemos, el perdón verdadero y la justicia verdadera va de caso en caso no en general, no pueden conceder un perdón que no se les ha pedido. El cardenal ha pedido perdón a Dios, Las víctimas que se han visto con la puerta en las narices o "el látigo de la indiferencia" y aquí levantamos la mano, no están dispuestas a conceder un perdón no pedido.
La petición de perdón no sirve para exonerar de responsabilidades del mal hecho, es lo que se piensan los santificadores de la frescura. Implica una voluntad de reparación del mal realizado. Se echa en falta la reparación del mal, que no se limita a indemnización financiera por cierto ¡OD indemnizando!
Y la petición de perdón es gratuita, no espera contrapartida si se pide desde dentro. Pero les encanta pedir un perdón sin arrepentirse para seguir con el machaque.
La acción en justicia de las víctimas del caso Preynat tiene una justificación mayor, significa al cardenal que su gestión de estos abusos no se ha conformado a la regla común que siguen todos los ciudadanos franceses en lo referente al vínculo social entre ellos. Sólo eso, pero fundamental en la medida en que la Iglesia no quiso reconocer sus obligaciones que en ese ámbito se imponen a todos. Un mal tan grave como las violaciones de niños no puede ser nombrado por lo que es reconocido que debe combatirse sistemáticamente. Era preciso que el arzobispo de Lyon se enterara de que no podía ignorar estas reglas.
Y una vez aclarado todo esto en justicia y en otro plano, el de la calidad de las relaciones entre fieles y clérigos, podría intervenir una petición de perdón. A día de hoy, el ofensor, que no es el cardenal sino la estructura diocesana de la que hay que responsabilizarse, no ha manifestado intención alguna en ese sentido.
Pedir perdón a Dios organizando misas de reparación es otra forma de dar a entender que no hay que dar cuentas a las víctimas, es una forma sutil y violenta de desprecio.
Mezclar perdón y justicia, dos procedimientos diferentes, dirigiéndose a las víctimas, constituye la tentativa de seguir con la afirmación de la Iglesia institución sagrada que no da cuentas, menos a las víctimas de sus desviaciones, y en este caso víctimas que por desgracia tienen razón y públicamente se les ha dado la razón.
Queda todo aquello de que la Iglesia no es el único lugar donde estos y otros abusos ocurren, que no hay que armar escándalo y que el escándalo mediático no sirve más que para alimentar y nutrir el argumentario de los "enemigos" de la Iglesia.... Por desgracia, la realidad es que si no se dan "escándalos" a los bien pensantes, los bien pensantes jamás se moverán de su sillón. Hacen falta los escándalos para que las cosas evolucionen.
vacaciones como actividad empresarial. Dicen que la persona que se libró de los 8 años de cárcel ya no preside. ¿Nada que ver con la familia escrivariana? ¿estos no fueron los que defendían opus dei frente a opuslibros.org? también era apellido catalán en Madrid.
El asunto del cardenal que presenta su dimisión tras la decisión del tribunal de considerarlo culpable por no denunciar genera apasionados debates sobre justicia y perdón. Citando a René Girard, el filósofo que habló de la violencia y lo sagrado, el deseo de venganza es profundamente humano comprensible, respetable. Ese deseo participa en la demanda de justicia, se busca obtener reparación del mal padecido, ojo por ojo, diente por diente. No basta que el mal hecho sea reconocido, que el culpable sea castigado forma parte del deseo de justicia.
Al cardenal lo castigan, aunque lo curioso es que el principal culpable, el cura incriminado esperará a final de año para ser juzgado.
En lo opusino ¡qué lejos de poder siquiera pedir que se haga justicia en un país y sociedad bajo su dominio! conformarse con que no te aplasten.
La condena a Barbarin no resuelve la amplitud del drama. El mal hecho a las víctimas es universalmente conocido, reconocido y denunciado. Juicio todavía pendiente de recurso, sentencia que se polariza en un hombre que cometió graves errores "haciendo lo que siempre se hizo", pero que ahora se ve sancionado como mascarón de proa de la Iglesia francesa. Surgen por ello las sospechas de amañado asunto, sin pruebas, pero sospechas. Unido a lo de Pell, contra el que hay ensañamiento.
No es el primer obispo francés enjuiciado por no denunciar: hubo el de Orleans el año pasado, y otro en 2003. Sólo que no tan renombrados como este. Es el Primado.
Los defensores del perdón estiman que cardenal y obispos han pedido perdón. Sugerencia a las víctimas: que en vez de pedir "justicia" y dimisión del cardenal, ilusoria justicia, sepan perdonar.
Frente a lo irreparable que ninguna justicia podrá reparar los cristianos cambian de registro según enseñó Jesús, por la vía del perdón que no excluye la justicia y su trabajo pero va más allá de ella, la supera y la coloca en otro sitio. El cardenal ha aceptado ser perseguido en justicia, ha seguido el juego hasta el final y sus consecuencias, pero el debate está en ese "otro sitio" en el que invita a las víctimas a unirse a él después de haber perdido el tiempo y energía en una ilusoria justicia que en el fondo no les aporta nada.
La institución es culpable ¿y ahora qué?
El problema del perdón es que es el culpable quien debe pedirlo, no sabemos si se ha hecho. Y es el afectado quien debe otorgarlo, si quiere. ¿No va la justicia por delante y luego ya si eso...? pasamos muy rápido a "los perdones", sin haberlo pedido, sin arrepentimiento, sin penitencia, sin reparación. De boquilla es fácil pedirlo.
Es bella y certera la distinción esfera de la justicia humana y esfera de esencia espiritual, personal, humana del perdón. Del que todos antes o después andamos necesitados. Sí.
Pero la justicia humana tiene una sola finalidad, aquello de parar el ojo por ojo y todos acabaron tuertos...bloquear la espiral sin fin de la violencia que impediría la vida en sociedad. Procede de una lógica de regulación, un tercero entre dos protagonistas por una parte y un regulador por otra parte de las relaciones de fuerza entre un fuerte y un débil. Como dijo Lacordaire: "entre el fuerte y el débil, la ley es la que libera, la libertad la que somete". El campo de la justicia humana es social, su objetivo es reparar el vínculo social para evitar la guerra de todos contra todos.
La lógica del perdón es una lógica espiritual y personal que se basa en el encuentro en la verdad de ofensor y ofendido basada en la común y libre voluntad de reanudar una relación estropeada o rota. El proceder al perdón no tiene que ver con los lazos sociales rotos ni con la posibilidad de relaciones apaciguadas sino que procede de la calidad de la relación.
Perdón y justicia no pueden sustituirse. Son cosas diferentes.
Hoy las víctimas de abusos en este caso, porque no nos engañemos, el perdón verdadero y la justicia verdadera va de caso en caso no en general, no pueden conceder un perdón que no se les ha pedido. El cardenal ha pedido perdón a Dios, Las víctimas que se han visto con la puerta en las narices o "el látigo de la indiferencia" y aquí levantamos la mano, no están dispuestas a conceder un perdón no pedido.
La petición de perdón no sirve para exonerar de responsabilidades del mal hecho, es lo que se piensan los santificadores de la frescura. Implica una voluntad de reparación del mal realizado. Se echa en falta la reparación del mal, que no se limita a indemnización financiera por cierto ¡OD indemnizando!
Y la petición de perdón es gratuita, no espera contrapartida si se pide desde dentro. Pero les encanta pedir un perdón sin arrepentirse para seguir con el machaque.
La acción en justicia de las víctimas del caso Preynat tiene una justificación mayor, significa al cardenal que su gestión de estos abusos no se ha conformado a la regla común que siguen todos los ciudadanos franceses en lo referente al vínculo social entre ellos. Sólo eso, pero fundamental en la medida en que la Iglesia no quiso reconocer sus obligaciones que en ese ámbito se imponen a todos. Un mal tan grave como las violaciones de niños no puede ser nombrado por lo que es reconocido que debe combatirse sistemáticamente. Era preciso que el arzobispo de Lyon se enterara de que no podía ignorar estas reglas.
Y una vez aclarado todo esto en justicia y en otro plano, el de la calidad de las relaciones entre fieles y clérigos, podría intervenir una petición de perdón. A día de hoy, el ofensor, que no es el cardenal sino la estructura diocesana de la que hay que responsabilizarse, no ha manifestado intención alguna en ese sentido.
Pedir perdón a Dios organizando misas de reparación es otra forma de dar a entender que no hay que dar cuentas a las víctimas, es una forma sutil y violenta de desprecio.
Mezclar perdón y justicia, dos procedimientos diferentes, dirigiéndose a las víctimas, constituye la tentativa de seguir con la afirmación de la Iglesia institución sagrada que no da cuentas, menos a las víctimas de sus desviaciones, y en este caso víctimas que por desgracia tienen razón y públicamente se les ha dado la razón.
Queda todo aquello de que la Iglesia no es el único lugar donde estos y otros abusos ocurren, que no hay que armar escándalo y que el escándalo mediático no sirve más que para alimentar y nutrir el argumentario de los "enemigos" de la Iglesia.... Por desgracia, la realidad es que si no se dan "escándalos" a los bien pensantes, los bien pensantes jamás se moverán de su sillón. Hacen falta los escándalos para que las cosas evolucionen.
Comentarios
Está claro que alguien tiene prisa y que necesitaba el escándalo ahora. No tendrá prisa por sí mismo un juez francés, que compromete su carrera por estas maniobras. Es el Opus a quien le interesa porque está con su gran tema ahora: la posible aceptación de la renuncia de Jaume Pujol, el proclamador del “camino de la afirmación nacional” que siguen los títeres golpistas Puigdemont, Torra, Rajoy y Sánchez, y la Soraya que ahora se revela a las órdenes del Cuatrecasas que hacía de intermediario entre el títere Puigdemont y el vasco Urkullu, obediencia de los jesuitas de Deusto. Ya podían negociar directamente el golpismo entre el capo opusino Prat de la Riba y el rector de Deusto Guibert Ucín.
Hoy el portavoz pata negra Apezarena parece ofrecer un pacto: que el opusino Pujol siga al menos hasta final de año, necesario para intentar consumar el golpe, a cambio de que el jesuita Martínez Camino (crucificado siempre por los jesuitas de Deusto con verdadera saña) sea obispo de Toledo.
https://religion.elconfidencialdigital.com/articulo/diocesis/informes-provision-arzobispado-toledo-senalan-martinez-camino/20190311203018027357.html
Y para más largo plazo el Opus ofrece dos alternativas al inevitable relevo de su Pujol. O el obispo de Barbastro o el de Vic, Mons. Casanova. Curiosamente, en Vatican Insider ilustraron el ataque al Papa del exnuncio Viganó, confesamente escrito por el opusino Tossati, con una foto de Viganó junto a este Casanova, el de la izquierda que aplaude:
https://www.lastampa.it/2018/08/26/vaticaninsider/el-ex-nuncio-en-estados-unidos-vigan-el-papa-debe-renunciar-uvQezdJ9ZXuyZYsYruHPYI/pagina.html
¿Estaba este candidato opusino en la conspiración contra el Papa?
Parece como si el Papa hubiera respondido a las amenazas de “división” de Ocariz, en su cartita de 7 de marzo. Ha reiterado el Papa: “con el diablo no se dialoga”, como no dialogó con el diablo Jesucristo.