PORQUE NO PASA NADA
Os vais por los cerros de Úbeda y confundís. Mezclando lo que no debe ser mezclado. Son 2 cosas distintas, y para la inmensa masa española que alguna vez estuvo en contacto con los medios de deformación la realidad fue esa, había competencia entre od y sj por la grey. OD absorbió juventud bien pensante y bien nacida que estaba en círculos marianos de San Luis Gonzaga o lo que fuera, organizado por SJ, particularmente en Barcelona, la "contradicción de los buenos" tuvo pinta de ser sonada después de la guerra. De Guindos es un trepa de primera, consiguió encaramarse, no creo que actualmente SJ tenga nada que ver con el BCE ni con Merkel. Vaya ensalada que me servís. Aquí dentro de lo posible se intenta guardar cierta lógica y racionalidad, algo difícil porque el mundo de los afanosos del poder es todo menos lógico y racional.
Aporto pruebas y documentos cuando hago afirmaciones, que ahora queráis presentar a Ynfante conchabado con el opus es pura fantasía. Salió una vez hace casi 40 años en rtve y no se volvió a repetir ni a oír hablar de él. En mi caso me enteré de sus libros al salir. En la universidad de N. lo ponen como libros denigrantes cuando son libros que cuentan verdades sin llegar al fondo, que eso es explorar el abismo del poder siempre oculto, nadie lo hace, da pánico contar. A las pruebas me remito. Lo conocemos quiénes nos hemos interesado, la gran masa de la población no tiene ni idea de quien es Ynfante. Y se procura que siga sin tener idea.
Hace 30, 40 años las numes jóvenes llenábamos colegios mayores durante el verano, en Goimendi casi 100, al otro lado del puente casi otras cien. Eramos masa. Y hoy en 2020 parece que estoy hablando de un mundo inventado. Quedémonos en el ominoso silencio que de por sí es elocuente.
Por qué no pasa nada
Escrito de 2017 que da en el clavo de lo que pasa en 2020.
El documental de la BBC citado Hypernormalisation, hay que leer los subtítulos en inglés durante 2 horas y 45 min.
https://www.youtube.com/watch?v=fh2cDKyFdyU&t=7s
se agradece la panorámica sobre estos últimos 40 años en la que dominan la escena mundial una serie de personajes luciferinos y embusteros. Gadafi es un ejemplo
paradigmático, hombre ansioso de protagonismo que pagó cara su
alianza-enemistad con Occidente, las grandes potencias lo usaron a su
conveniencia.
En conclusión: en 2020 lo de menos es lo que pasa en verdad, hace tiempo que no importa. Y menos a los
políticos que la fabrican a conveniencia, convertidos en managers sin
idea, a las órdenes de la finanza, como tuvimos ocasión de comprobar en
2009 y seguimos. No digamos los revolucionarios que se han opuesto
llenando las plazas (Wall Street, Tariq, Sol) sin saber para qué, ni porqué estaban allí ni que
querían. Fagocitados por el sistema en un santiamén.
No sale Pablo, pero irremediable pensar en él como fagocitado, después de todo lo que ladró en contra de la casta.
Los
ciudadanos de hoy demostramos ignorancia e inoperancia, cómo nos
manejan y nuestras tragaderas. El elemento tecnología,
utopía de los medios: "Mira lo que se puede hacer con el móvil", aunque
lo que se puede hacer con el móvil no me sirva para nada e incluso me
perjudique.
Por no hablar del individualismo, la expresión del yo
y del mí mismo. Exacerbado con el fenómeno youtuber, instagramer,
facebooker. Todo pasa por la termomix de Curtis, realizador del documental. No hay ya acción
colectiva. No creemos en ella.
Ni políticos, ni financieros, ni tecnólogos hacen frente a la realidad. La crean y los demás asimilamos sus simulacros.
Hipernormalización
empieza por la deuda inmensa de NY en 1975, los bancos tomaron el
control de la big apple hasta que llegó Trump y convirtió NY en otra
cosa: no tenía sentido construir para pobres o midle class.
Aderazado con los islamistas e islámicos con ganas de pelea de diverso pelaje.
Nos
sentimos desposeídos como ciudadanos, engañados como electores,
explotados como consumidores, envenenados como pacientes. Vivimos en un
medio ambiente tejido de simulacros. Ni las catástrofes amenazantes ni
las revelaciones sobre corrupción cambian nada, nadie se mueve. ¿Por
qué? ¿estamos paranoicos o nuestro mundo se ha puesto a funcionar según
otras reglas?
Hace un año un documental intentaba dar un sentido a esta sospecha que nos ronda sin que nos atrevamos a expresar. Hypernormalisation
de Adam Curtis producido por la BBC, marchamo de garantía. De otro modo
habría caído bajo la sospecha de teoría de la conspiración.
Curtis
es un reportero audiovisual original, conocido y premiado. Se le suele
acusar de izquierdismo, él mismo se define conservador-libertario. Su
último docu da testimonio de una ambición vertiginosa de comprensión del
mundo actual, tanto por la tesis que mantiene como por la longitud del
docu, 2h45. Pinta una gran ruptura que habría empezado en los 1970,cuando la sociedad industrial se hizo demasiado compleja y amenazó
con escapar a todo control.
El docu empieza con imágenes
incoherentes, entre el absurdo y el horror, el narrador plantea una
pregunta que será el hilo conductor a través de la posmodernidad. ¿Por
qué no pasa nada? ¿Cómo es posible que no tentamos visión del futuro
diferente o mejor? Su respuesta que ilustra a lo largo de 9 capítulos en
apariencia inconexos:
«Políticos, financieros y utopistas tecnológicos, en lugar de hacer frente a las complejidades del mundo, se baten en retirada. En lugar de afrontar la realidad, construyen una visión más simple del mundo.»
Para las élites, era una forma de preservar y confortar su poder. Para la gente corriente, la almohada de la pereza:
«Todos les seguimos porque la simplicidad es tranquilizadora.»
La idea general que germinó en la tecnocracia anglosajona y sus ramificaciones es que «se podía gestionar el mundo como un sistema estable».
Esta estabilización
implicaba la renuncia a la política, demasiado azarosa. Las estructuras
de gobierno se ocultan ante las de
gestión. Estas últimas consisten en occidente en la alianza entre la
alta finanza y la revolución informática, que ofrece los medios de
vigilancia y de control a conglomerados de poder totalmente opacos. Los
ex-hippys que reinan en Silicon Valley han revestido este puño de acero
de un psicodélico guante de terciopelo.
Resultado observable por todos: sustitución global de productos universalmente accesibles y orgánicos por productos de ingeniería calibrados, patentados y no criados en suelo, ya sean tomates o gobernantes de síntesis tipo Macron®. (1)
¿La realidad? Ya no la necesitamos
La
neutralizacion de los poderes públicos por las estructuras invisibles
suponía la construcción de un universo de fachada en el que se preservan los ritos y valores de la antigua sociedad pero desactivados como armas en una exposición. La gestion de la percepción
se iba a convertir en una disciplina muy lucrativa para las empresas dedicadas a las relaciones públicas. La frontera entrea finanza y política, política y medios de comunicación, manipulación e investigación, se borra poco a poco. A la mentira de circunstancia le ha sucedido la mentira estructural. Y añádase el aparato mediático de lavado cerebral. Más la colaboración en todo del conjunto de la élite.
«Los militantes, los artistas, los músicos y toda nuestra contracultura entraron a formar parte integrante de la manipulación, porque también ellos se habían metido en un mundo de simulacros. Por eso esa oposición no tuvo efecto ni indujo cambio alguno. Pero el repliegue al mundo de los sueños permitirá a fuerzas oscuras y destructivas crecer y prosperar en el mundo exterior.»
Como en la URSS en su fase terminal, la mayoría de los occidentales enterados sabían o presentían que el sistema corría al precipicio pero al no tener alternativa se plegaban a una versión virtual y light de su propio modelo. En URSS esta ficción de gestión fue llamada justamente hipernormalización.
«Eramos un engranaje del sistema de modo que era imposible ver más allá.»
Cuando las representaciones mediáticas (incluyendo formación, investigación, hacedores de opinión) son calcados de la realidad objetiva, son variadas y objetivas. Cuando pretenden matener el simulacro en el que todos se entienden de modo tácito, van todas necesariamente en el mismo sentido.
De ahí la sustitución del discurso realista por un discurso políticamente correcto. De ahí el empobrecimiento y el entontecimiento espectacular de los programas culturales, mediáticos y escolares. Un hundimiento que se cifra hoy en pérdidas de coeficiente intelectual en las poblaciones occidentales. La mutilación deliberada de las capacidades de
memoria y de discernimiento se compensa y enmascara por una hipermoralización general y la multiplicación de tabús de pensamiento y lenguaje. En pocos años hemos aniquilado el trabajo de varios siglos de educación de la razón.
Curtis ilustra de modo atractivo el poder de las ficciones moralizantes en la conciencia común. Narra la artificialidad del "malo oficial" al que nos gustaba odiar: Mouammar el-Kadhafi — bad boy narcisista y consintiendo en el rol que se le dió —, luego su «oportuna redención» en beneficio de Occidente en vísperas de la invasión de Irak. Para verse reconocido como jefe de Estado honorable e incluso como filósofo le bastó reivindicar el atentado de Lockerbie, cuando todo el mundo empezando por él sabía que no era el culpable de esa acción.
Es comprensible porqué un «enemigo útil» tan molesto tenía que ser eliminado como fuera. Fue la misión de los franceses, so capa de linchamiento por parte de las milicias locales. Lo mismo que, aunque no está en el documental, el activo de la CIA Oussama Ben Laden tenía que desaparecer sin dejar huella. Así que el único documento de su búsqueda y muerte es la película de Kathryn Bigelow, Zero Dark Thirty. Una buena película… de ficción.
En el surco de estos juegos de sombras, la actualidad internacional se parece cada vez más al número de un prestidigitador o de marionetas, o a terribles seres malvados que han de ser sustituidos una vez que han recitado su papel...además de desaparecer sin dejar rastro. Ceaucescu fusilado, Saddam colgado, Kadhafi empalado, Milošević sin duda envenenado, Ben Laden tirado al océano… ¡para que Al Qaïda pueda volver a ser un aliado oficial de Occidente!
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