EL SÍNDROME CATALÁN
Me he encontrado esta interesante información del ecomonista Piketty, autor de El Capital en el siglo XXI, gran libro sobre el origen y evolución de las desigualdades en nuestra sociedad. Está en un recogido de artículos escritos entre 2016-2020 titulado ¡Viva el socialismo!
Otro punto de vista sobre la crisis que nos tuvo ocupados casi 3 años hasta que llegó la siguiente paranoia, ahora mundial. Lo pongo dado que fue una gran movida del poder español catalán o viceversa, y todo lo que tenga que ver con esas 3 palabras subrayadas nos concierne. También porque explica asuntos de organización política que nunca se exponen con claridad sobre nuestro país.
"¿La crisis catalana se debe a la excesiva centralización y a la brutalidad del poder de Madrid?"
No, piensa él y pienso yo.
"Sin embargo, suele olvidarse que las nuevas reglas de descentralización fiscal fueron efectivamente validadas en 2010, tanto para Cataluña como para las demás comunidades autónomas. Estas normas que se aplican desde 2011, hacen de España uno de los países más descentralizados del mundo en cuanto a fiscalidad y presupuesto, incluso si se compara con Estados federales mucho más grandes. En particular, la base del impuesto sobre la renta se reparte al 50% entre el Estado central y las comunidades autónomas desde 2011. Concretamente, en 2017, los tipos del impuesto sobre la renta que se introducen en el presupuesto del Estado oscilan entre el 9,5% (para ingresos imponibles anuales inferiores a 12.450 euros) y el 22, 5% (por encima de 60.000 euros). Si una comunidad autónoma decide aplicar estos mismos tipos a su parte de la base, entonces todos los contribuyentes pagarán un tipo impositivo sobre la renta entre 19 y 45% y la recaudación se dividirá al 50% entre el Estado y la Comunidad autónoma.
Asimismo, cada CA puede decidir sus propios tramos y tipos adicionales, superiores o inferiores a los tipos federales. En todos los casos, recibirá la recaudación y no tendrá que compartirla con las demás CCAA.
Un sistema de este tipo plantea muchos problemas. Socava la idea misma de solidaridad dentro del país y equivale a enfrentar a las regiones entre sí, lo que resulta particularmente problemático cuando se trata de un instrumento como el impuesto sobre la renta, que se supone que reduce las desigualdades entre los más pobres y los más ricos, por encima de las identidades regionales o profesionaes. Este sistema de competencia interna, desde 2011, da lugar a estrategias de dumping y domicialización fiscal ficticia de empresas y hogares acomodados, que pueden, a largo plazo, socavar la progresividad general del sistema.
En comparación el impuesto sobre la renta ha sido siempre un impuesto casi exclusivamente federal en EEUU, un país 7 veces más poblado que España y bien conocido por su compromiso con la descentralización y los derechos de los estados que conforman la nación.
Desde su creación en 1913, el impuesto federal sobre la renta ha cumplido su función de progresividad fiscal, con tipos aplicables a las rentas más altas que promediaron más del 80% entre 1930 y 1980, y se estabilizaron en poco menos del 40% desde las décadas de 1980 y 1990. Los estados federales pueden aprobar tipos adicionales, pero en la práctica se trata de tipos muy bajos, generalmente entre el 5% y 10%. Sin duda, a los contribuyentes de California (casi tan poblado como España y 7 v Cataluña) les hubiera gustado quedarse con la mitad de la recaudación fiscal federal....
En la República Federal de Alemania el impuesto sobre la renta es exclusivamente federal, los Länder no pueden votar tipos adicionales ni quedarse con parte de la recaudación....
Al optar por compartir el impuesto sobre la renta al 50% para las regiones, España ha ido demasiado lejos y ahora se encuenta en una situación en la que algunos catalanes quieren quedarse con el ciento por ciento de la recaudación, conviriténdose en independientes.
Europa tiene una gran responsabilidad en esta crisis. Además de la desastrosa gestión de la crisis en la zona del euro, en particular con detrimento de España, desde hace décadas se mueve un modelo de civilización basado en la idea de que es posible tenerlo todo al mismo tiempo: la integración en un gran mercado europeo y mundial, sin ninguna obligación real de solidaridad y financiación de los bienes públicos.
En estas condiciones ¿Por qué no probar suerte haciendo de Cataluña un paraíso fiscal al estilo de Luxemburgo? Existe, por supuesto, un presupuesto federal europeo, pero es extremadamente débil. Y, sobre todo, debería recaer en buena lógica sobre los hombres de los Estados que más se benefician de la integración económica, con un impuesto europeo común sobre los beneficios empresariales y las rentas más elevadas, como ocurre en EEU
Europa podría oponerse a los separatismos si pone finalmente la solidaridad y la justicia fiscal en el centro de su acción.
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