EPILOGO: EL FRACASO DEMOCRATACRISTIANO


321090_0_8e5e99c6.jpg Foto: dpa
Klaus Mertes, SJ

El Jesuita Mertes del que ya hablé que al destapar los abusos en una prestigiosa institución educativa fue discretamente apartado de delante de la escena (2010), considera que la reacción del Vaticano al informe de la ONU sobre la pederastia en la iglesia es exagerada y parcial. Mertes está a favor de que  todos los clérigos que han participado en el ocultamiento de los abusos dimitan. Y apunta, dispara y
da en la diana. Se refiere concretamente al actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Luwdig Müller. Antes de ocupar ese puesto, y por tanto, si las cosas no han cambiado, antes de tener de mano derecha al futuro jefe del Opus Dei, que no quiere ser nombrado. fue arzobispo de Regensburg y allí ocultó los casos que a él fueron denunciados.

cardenal Müller

Mertes se queja como yo en su momento, la gente que hace cosas mal hechas en determinadas instituciones religiosas en lugar de ser apartados de su cargo, escalan puestos. Dado que de Regensburg lo llamó Ratzinger para el puesto que hoy ocupa. La situación es inaguantable sobre todo para las víctimas, dado que Müller actúa como si nada hubiera pasado. El obispado de Regensburg a pesar del antecedente de abuso de niños renovó el puesto de cura a cierto clérigo. Y el susodicho siguió recayendo en el abuso.

El jesuita piensa que el Vaticano al contrario que la iglesia católica en Alemania está al comienzo de un cambio fundamental en las causas de los abusos sexuales. "En Roma no están preparados para tratar el problema en toda su profundidad". El nudo del problema es la independencia de los que tienen que aclarar el asunto. El Vaticano tendría que admitir una auditoría externa con expertos independientes.

La reacción del Vaticano al informe de la ONU le parece exagerado y parcial. No se atiene a los hechos, mezcla todas las reservas que se oyen contra la iglesia católica. No sé si dije que hay sospechas de que el informe que Lombardi leyó,

fuera recosido por el numerario estadounidense Greg, nombrado por Raztinger.

LA DINAMICA RELIGIOSA DE UNA TRANSFORMACION POLITICA

Más allá de la constatación del fracaso de las fuerzas católicas en la empresa de constituirse como una alternativa democrática al franquismo, sin duda hay que "recapitular críticamente" respecto a la dinámica del cambio que dió un vuelco al catolicismo español durante el último decenio del franquismo. Es evidente que la mutación estructural que se dió en España en los 60 hacía inevitable el trastorno. La Iglesia y los católicos no fueron elementos pasivos. Hay que constatar el papel de los tecnócratas a partir de 1957, con su opción por el crecimiento económico hacia el exterior que aceleró el cambio de la sociedad, así como el hecho de que la Iglesia no pusiera obstáculos serios a la aplicación del modelo. Cualquier otro grupo lo hubiera podido hacer.

El factor más determinante procede del movimiento general del catolicismo, cuya expresión española ya desde 1945 estaba desfasada. La Iglesia en España permaneció fiel a sí misma pero no pudo resultar indiferente al Concilio Vaticano II. En este hecho reside la explicación inmediata del carácter súbito del aggionarmiento ideológico y de comportamiento del catolicismo español. Por una parte, las normas conciliares fueron malamente recibidas por los más conservadores. Por otra parte fue una legitimidad para la fracción liberal de la iglesia.

Los movimientos seglares tuvieron un papel único de cambio en la masa católica. Y ese cambio condujo a su vez al cambio en la actitud política de la Iglesia. Después de 1950 la iglesia católica ya no era esa estructura jerarquizada, caracterizada por la desigualdad entre el clero dominante y los fieles dominados. Se había transformado en una realidad más abierta, y con una gran masa de laicos activos. Por sus iniciativas esos militantest católicos lograron que el juego político del catolicismo no se limitara a las relaciones Iglesia-Estado. La Iglesia se vió obligada a tener en cuenta la evolución del sector comprometido del laicado, que era permeable a las preocupaciones del conjunto de la población militante. El área de influencia de las asociaciones de laicos supera en este tiempo la clientela católica, en la medida en que gozaban de un estatuto privilegiado utilizado por múltiples elementos que se hubieran insertado en otros marcos de militancia -políticos o sindicales- si la represión franquista no hubiera sido la que fue.

La Iglesia sumó a su base rural o urbana conformista un estrato obrero crítico, que le impedía seguir en el inmovilismo de su postura guerracivilista. Era un efecto de la transformación del conjunto de la sociedad. Supuso también la adopción de una estrategia voluntarista por parte del episcopado que no se opuso a una especie de desbordamiento cuyas consecuencias a largo plazo no podía ignorar. Los obispos frenaron el desarrollo de la Acción Católica en 1966-67 pero la evolución era irreversible. El "aparato ideológico" católico podía ir en contra de los intereses conservadores del régimen.

El relevo generacional del clero contribuyó al cambio político de la Iglesia. Conviene insistir sobre una sociedad muy impregnada por los valores religiosos, los sacerdotes tenían que ser forzosamente parte privilegiada y agente privilegiado de la reforma intelectual del país. Sin su participación el proceso se hubiera visto truncado y sin legitimidad. Los sacerdotes debían actuar como pedagogos de la reforma laica en un país como España moldeado por la religión; y es evidente que un número apreciable de ellos cumplió esta tarea, y que los que adoptaron una actitud contraria dejaron de representar a la Iglesia durante el último decenio del franquismo.

Es interesante analizar el desfase entre el papel capital de la Iglesia y los agentes católicos en las configuraciones políticas de la era franquista, y su desaparición de la escena al final de este largo período dictatorial. Esta desaparición contradice las previsiones que atribuían un papel clave a la Democracia cristiana en la fase posfranquista, y se pone de manifiesto en la derrota que sufrió esta corriente en las legislativas de 1977.

Las explicaciones a esa derrota: la fórmula de no compromiso de la Conferencia Episcopal fue determinante. Pero hay más elementos. El primero la división persistente de la Democracia Cristiana y sus tentativas tardías y torpes de unificación parcial. Después de la muerte del Caudillo, la fusión de las formaciones democratacristianas sólo se realiza en Cataluña, done la Izquierda Democrática de Ruiz Giménez, la fracción regional del grupo Tácito se integran, en marzo de 1976, en el seno de la Unió Democrática. A nivel nacional persiste después de 1975 un abismo entre 3 corrientes democristianas:

1. las antiguas asociaciones políticas del Estado franquista, cuyos líderes, Federico Silva Muñoz y Jesús Barros de Lis, crean en 1976 una confederación de la Democracia cristiana.
2. Izquierda Democrática de Ruiz-Giménez y la Federación Popular democrática de Gil Robles, que se ponen de acuerdo en fusionarse en Federación Democrata Cristiana de corta duración.
3. De ese efímero proyecto surge el animado por Alvarez de Miranda que decide en 1977 integrarse en UCD inspirado por Adolfo Suarez.

La desaparición de la Confederación de la Democracia Cristiana simplifica el panorama, pero la competencia entre la Federación y UCD se resolverá con la victoria de UCD y será la muerte de una Democracia cristiana autónoma. El atractivo ejercido sobre los electores por el "catch all party" ligado al poder que es UCD, determina este hecho en gran medida. La FDC estaba demasiado unida a la figura de Ruiz Gimenez que incomodaba a los católicos conservadores por sus veleidades socialistas. Para los católicos de izquierda la FDC adolecía del patronato que Gil Robles ejercía sobre ella y de la herencia que arrastraba de la CEDA, de triste memoria. El "gran" partido democrata cristiano no satisfacía a nadie y los electores lo mostraron con su voto el 15 de junio de 1977.

Los dirigentes democratacristianos multiplicaron sus errores. Uno de ellos fue la consecuencia del desacuerdo entre Ruiz Gimenez y Gil Robles respecto a la adhesión a la Plataforma de Convergencia Democrática, estando el primero entre los miembros fundadores, mientras el segundo no disimulaba que la consideraba un organismo poco apto para alcanzar los fines pretendidos. Pero más grave fue el error de finales de 1976 cuando pretendieron hacer de mediadores entre el gobierno de Suarez y la fracción ultra de las Cortes, con el fin de facilitar la aprobación inicial de la Ley de Reforma Política sometida, el 15 de diciembre, a un referéndum nacional. En definitiva, el Presidente del gobierno prefirió contar como mediadores con Manuel Fraga y los hombres del partido conservador Alianza Popular, dejando a los democratacristianos sin papel, y situándolos fuera del juego que desembocó en la configuración de las 2 grandes fuerzas de derecha y centroderecha que resultaron ser Alianza Popular y la UCD.

Pero el factor esencial del fracaso procede de una interpretación errónea de las expectativas del electorado católicos, que continuaba representando una masa conservadora más sensible  a los argumentos de la evolución sin ruptura preconizada por la UCD e incluso por Alianza Popular que a las declamaciones posconciliares de Ruiz Giménez y sus discípulos. En 1976-77 la Democracia Crisitana escogió la vía de la autenticidad frente a la del cálculo en términos electorales, y dejóa así que la mayor parte de su clientela potencial, semejante a la de la CEDA, se desviara de ella en beneficio de 2 formaciones secularizadas que no se habían atado a cautelas doctrinales.

Se puso de manifiesto que el conservadurismo español no necesitaba ya de los valores y refuerzo del aparato religioso. España parecía alinearse con el resto de Europa occidental, y superar la fatalidad secular que daba una connotación religiosa destructiva a sus conflictos políticos y sociales.

Hoy la situación es rocambolesca:  un ministro que iba de moderno dentro de la derecha, y no se sabe bien a quien está haciendo el juego con su controvertida ley, ley que sólo gusta a los más recalcitrantes defensores de la vida embrionaria, que no de la vida adolescente ni adulta.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Enhorabuena por el blog. Tiene una grandísima calidad. Expone situaciones eclesiales con una profundidad poco conocida en autores españoles.
Al igual que usted, me extraña mucho la nula investigación que se realiza en España sobre los abusos sexuales y el robo de niños. Algunos fueron cometidos durante "el régimen anterior", pero otros en plena democracia. ¿A quién ocultan, protegen?
Desgraciadamente, en ocasiones aparecen mezclados grupos religiosos con estas aberraciones.

Considero que es un gran tabú al que pocos atienden.
Un saludo.
Anónimo ha dicho que…
Hay un cardenal que está tomando nota de este documento de los Legionarios de Cristo. Al final tanta investigación para qué. A este Papa, que su mayor cualidad es una verborreica expresión oral, tan prototípica de su país de origen, se lo están comiendo. Confío poco en sus "supuestas" reformas que tanto inquietaron al sector más conservador. De hecho, lo tienen inmovilizado, y el tiempo pasa. Por su edad y formación no supone ningún cambio esencial en la Iglesia. Además tiene a mano esa expresión tan vaticana e inmovilista de "los tienpos de la Iglesia son diferentes a los del mundo". En fin, no sé cuándo terminará su papado, pero no va por camino de ser recordado, pese a tanta pirotecnia tan del gusto de este mundo de imágenes rápidas.

http://legrc.org/regnum_db/archivosWord_db/nprensamens20140206esp2.pdf

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