LAS LEYES MAS IMPORTANTES QUE LAS PERSONAS
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Gracias Noelia por la aportación sobre todos los manejos de la presidenta y de la consejera. Corrupción cuando se está en el poder tanto tiempo seguido, parece que no hay de otra.
Me he encontrado una entrevista a una ex monja. Eso sí que era una vida dura en Africa, expuestas a todos los peligros. Muy diferente de las numes, entre algodones, a buen recaudo y a todo confort.
Le obligaron a dejar su orden al haber recomendado el preservativo a las prostitutas en Africa donde trabajaba como misionera.
Me he encontrado una entrevista a una ex monja. Eso sí que era una vida dura en Africa, expuestas a todos los peligros. Muy diferente de las numes, entre algodones, a buen recaudo y a todo confort.
Le obligaron a dejar su orden al haber recomendado el preservativo a las prostitutas en Africa donde trabajaba como misionera.
Se queja de que para la iglesia "las leyes eran más importantes que las personas." Me recuerda algo la queja.
Durante 33 años Majella Lenzen, de 75, trabajó como misionera en la orden de las hermanas Misioneras de Mariannhiller. Construyó un hospital en Tanzania y dirigió la Provincia de Zimbabwe. En 1990 se ocupó del trabajo con los enfermos de SIDA en la diócesis de Moshi en Tanzania. En 1992 acompañó a una médico al barrio de Rotlicht, para repartir preservativos a las prostitutas. La consecuencia fue un proceso de varios años al final del cual fue obligada a dejar la Orden. En 1995 fue exonerada de sus votos. En el libro "Dios hubiera podido impedirlo. Por qué ya no puedo ser monja." y "¡No temas! Mi camino fuera del claustro" explica sus experiencias.
Die Welt: Frau Lenzen, en la ciudad italiana de Rieti hace unas semanas una monja dió a luz a un niño. ¿Esto es pecado?
Majella Lenzen: No soporto la palabra pecado. Me parece excelente que la monja haya sido madre y haya llamado al niño con el nombre del Papa Francisco. Me parece significativo que diga que ella no podía dar a luz porque es una monja. Muestra cómo en las órdenes religiosas se vive el "no debo por tanto no puede ser".
Die Welt: Según la reciente encuesta del Vaticano a los fieles se ve que la mayoría de los católicos relacionan su iglesia con una moral enemiga de la vida. ¿Por qué la iglesia católica tiene ese problema con la sexualidad?
Lenzen: Pienso que tiene que ver con el poder. El miedo a equivocarse, la mala conciencia siempre está ahí. Siempre vuelve la pregunta, ¿por que he de confesar mis pecados a un hombre? en especial lo que se refiera a la sexualidad, incluidos mis pensamientos. Es una increíble estructura de poder.
Die Welt: Con 15 años entró en el convento ¿por qué?
Lenzen: Mi padre también quiso ser misionero. Dos de mis tías eran monjas. Una era superiora de la orden en Africa. Era un modelo para mí.
Die Welt: ¿Nunca se enamoró?
Lenzen: Más de una vez.
Die Welt: ¿Cómo puede ser?
Lenzen: No se debe decir ni reconocer, es lo peor. Ignoramos nuestros sentimientos. Nos escondemos. Ni siquiera el malhumor estaba permitido, representábamos un teatro. Nos presentábamos como debíamos ser.
Die Welt: ¿Deseó tener hijos?
Lenzen: No podía mostrar el deseo de tener hijos. Tengo una foto en la que llevó un niño africano en brazos, eso despierta sentimientos. tenía que ocuparme de los niños enfermos, quizás era una forma de sustitución.
Die Welt: ¿Hay monjas que lo dejan porque se han enamorado de un hombre?
Lenzen: Una monja de mi convento se enamoró de un viudo a cuyos hijos daba clase. La veo delante de mí, en una esquina de un pasillo planchando su velo. Cuando pasé por delante le dije: "¡qué pelo tan bonito!" La mayoría nos habíamos cortado el pelo muy corto. Pero ella lucía espléndida melena. Me dijo: "¿podemos hablar?" Por la noche me lo contó todo. Salió y se casó con el hombre. Pero todo esto suele ir unido a difíciles cargas psíquicas.
Die Welt: La monja al dejar el convento rompió el voto . ¿Cómo reaccionaron las demás hermanas?
Lenzen: Cuando apareció mi primer libro me escribió un ex cura para decirme que también su mujer había sido monja. Me recordaba que él era el capellán cuando se enamoraron. Salió del convento y tuvieron dos niñas. Nos encontramos en una conferencia y me dijo que gracias a mi libro por primera vez pudo hablar a sus hijas del trauma de salir del convento. Su mujer murió pronto de cáncer. En algunos círculos de la orden religiosa se dijo que era un castigo divino. Esto son supersticiones primitivas. ¡Y así queremos luchar en Africa contra la superstición!
Die Welt: De sus palabras se desprende que ud. sigue unida a la iglesia.
Lenzen: Mi creencia se ha hecho más profunda, es una creencia libre. ¿Qué sería yo sin Dios? El me llamó a la Orden. Ahora está en mí y conmigo. No me arrepiento de haber dejado el claustro. Lo que me entristece es que la iglesa no tolera gente como yo que se atreve a hacer algo nuevo.
Die Welt: Ud. ha hecho cosas fuera de la convencional.
Lenzen: Durante mi trabajo con los enfermos de SIDA en Tanzania visité a las prostitutas de las chabolas. Los curas ya no se atrevían a entrar, por miedo al contagio y por miedo a ser vistos por allí. Pero para mí ir allí significaba amor real al prójimo. Lo viví en una mujer que estaba echada en su chabola. Estaba muy enferma, había vomitado pero estaba feliz de ver a alguien enviado por la iglesia. En su miseria ya no estaba sola, era como si Dios viniera a visitarla, puesto que como dice Mateo: "donde dos o tres estén reunidos en mi nombre allí estoy en medio de ellos".
Die Welt: ¿Cömo vivió durante su trabajo con los enfermos de SIDA la moral de la iglesia?
Lenzen: Me dí cuenta de que en la iglesia eran más importante obedecer las leyes que preocuparse por las personas. Me parecía evidente que había que repartir preservativos si de verdad nos preocupábamos de las personas. También cuando supe que se me expulsaría de la Orden lo hice. ¿Quiénes somos para juzgar lo que debe hacer cada uno?
Die Welt: ¿Qué pasó cuando la jerarquía eclesiástica se enteró de que usted repartía preservativos a las prostitutas?
Lenzen: La superiora me comunicó que ya no se me necesitaba en Tanzania en ese trabajo con los enfermos de Sida y que no tenía ningún trabajo para mí. Oficialmente no se dijo que el problema eran los preservativos. Me enteré más tarde a través de un amigo cura de que ese fue el motivo. Un prelado de Africa del Este dijo a este cura que yo conocía: ¿Por qué la hermana Lauda repartía condones? como para matarla..."
Die Welt: ¿Antes había ya contradicho la doctrina católica sobre los medios anticonceptivos?
Lenzen: En los 60 durante la guerrilla del Congo supe que varias hermanas habían sido violadas. Tuvieron que dar a luz y se les obligó a dejar la orden.
Die Welt: ¿Esta fue la praxis oficial?
Lenzen: Cosas así pasaban bajo cuerda. Yo no quería que se volviera a repetir. En 1978 cuando entró el dictador de Uganda Idi Amin en Tanzania, preparé píldoras anticonceptivas para las hermanas. Al final no hizo falta tomarlas. Pero en caso de una amenaza concreta las habría repartido.
Die Welt: Por tanto hizo algo en contra de la doctrina católica sobre la píldora.
Lenzen: Cuando fui provincial en Zimbabwe me dí cuenta de que como durante la guerra civil las hermanas africanas lo pasaban peor. Mientras las europeas eran sacadas de las zonas de peligro y podían irse a la capital, las africanas se tenían que quedar en el sitio para hacer el trabajo porque supuestamente no estaban tan amenazadas. Allí recibían una inyección de "multivitaminas" que en realidad era un medio anticonceptivo. Sólo la hermana que ponía el pinchazo lo sabía. Las otras no tenían ni idea. Una vez más se usaba ese falta silencio. Las hermanas eran apartadas del peligro pero la iglesia se preocupaba de que no pasara nada. ¿Pero qué hay de las violaciones?
Die Welt: En 2001 se supo que una monja informó al Vaticano de ataques sexuales a las monjas por parte de sacerdotes. ¿Supo algo de ello?
Lenzen: Cuando estuve en Tanzania a todas las candidatas se les hacía el test del VIH, si salía positivo no se les dejaba entrar en la orden. Me opuse a ello. Sabía que los curas que estaban enterados de que nuestras hermanas no eran seropositivas se veían tentados a atacarlas.
Die Welt: ¿Cómo operaba la jerarquía de la iglesia cuándo se producía un ataque sexual?
Lenzen: Cuando una hermana en Zimbabwe fue atacada por un cura, fui al obispo a quejarme.¿Qué pasó? Me dejaron en mal lugar. El cura dijo todo lo negativo que había oído de mí para desacreditarme. El obispo se lo permitió. Es típico de lo que hace la iglesia en estos casos. O se niegan o se denuncia al que tiene el valor de decir algo.
Die Welt:¿Qué pasó con el cura?
Lenzen: Sólo se le reprendió. Se le dejó seguir diciendo misa.
Die Welt: ¿Cuál cree ud. que era el principal problema en la Orden?
Lenzen: Que no había ningún díálogo libre y abierto.
Die Welt: ¿Tiene esperanza de que las cosas cambien con el nuevo Papa?
Lenzen: Soy bastante escéptica. Me parece que las cosas sólo cambiarán cuando cambiemos nosotras, las monjas. Como la monja italiana. Ella siguió a su corazón. Tuvo su bebé.Ahora tiene que mirar como puede hacer para unir esto con su vida espiritual. Ya no puede ser monja, tiene que encontrar otra tarea, como me pasó a mí.
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