MEMORIAS DEL MANICOMIO
De cara a la sucesión: parece que no sabemos si tenemos que llevarnos bien con Argentina o con Cataluña. Me llama la atención que el famoso padre Angel tan caritativo con los pobres, necesitados e inmigrantes sea un protegido del OD.
Nadie escapa a l'emprise de la "divina obra". Acabo de ver a la periodista pamplonica Cristina Pardo hacer sus gracietas ante toda la plana de los políticos. Los de Podemos en la misma mesa que el Hernando del PP. Todos en la misma barca, no veo coherente un compromiso con los ciudadanos más desfavorecidos y participar en ese absurdo convite. Los "radicales" domesticados del sistema.
No entiendo que hacen sentados Errejón e Iglesias en esa mesa puesta al estilo opusino, con venga de vasos, cubiertos y servilletas, como de boda, con los dignos sucesores de Franco, "alternando" la derecha y la izquierda. Franquistas todos, unos derechamente y otros indirectamente, por acatar el orden constituido sobre una farsa.
Nadie escapa a l'emprise de la "divina obra". Acabo de ver a la periodista pamplonica Cristina Pardo hacer sus gracietas ante toda la plana de los políticos. Los de Podemos en la misma mesa que el Hernando del PP. Todos en la misma barca, no veo coherente un compromiso con los ciudadanos más desfavorecidos y participar en ese absurdo convite. Los "radicales" domesticados del sistema.
No entiendo que hacen sentados Errejón e Iglesias en esa mesa puesta al estilo opusino, con venga de vasos, cubiertos y servilletas, como de boda, con los dignos sucesores de Franco, "alternando" la derecha y la izquierda. Franquistas todos, unos derechamente y otros indirectamente, por acatar el orden constituido sobre una farsa.
He tenido la oportunidad de escuchar a Enrique González
Duro, psiquiatra jiennense ya jubilado autor de una treintena de libros, cuyos
títulos bastan para indicar el motivo
por el cual lo catalogo como uno de los intelectuales
españoles más interesantes y dignos de atención:
Las rapadas, el franquismo contra las mujeres
Memorias de un manicomio
Psiquiatría y sociedad autoritaria
Reforma psiquiátrica en la provincia de Jaén
Prácticas e ideas en el tratamiento de la locura
González Duro se hizo famoso en la ciudad en la que resido
por intentar una reforma en el manicomio provincial a principios de los años
80. El asunto acabó fatal, lo echaron los mismos que lo habían llamado y
alegando los mismos motivos por los que lo habían llamado, la diputación gobernada por el PSOE desde entonces hasta hoy. Entiendo que hubo juicio y
he de profundizar más en todo este asunto para saber en qué acabó. Ahora,
pasados los años, regresa a la ciudad en la que pasó su infancia y es acogido
con “pompa y fasto” por la academia. Me alegro, porque dentro de poco, el
hombre es mayor, lamentaremos su pérdida y es una de esas personas que podría
estar hablando 24 horas sin aburrir al público. Todo lo que cuenta es
interesante y verdad, las verdades ocultas de España, que él se atreve a
desvelar en sus libros.
Inició su charla recordando que la revolución francesa con
su Declaración de los derechos del Hombre planteó que todos los hombres nacen
libres e iguales. Esta idea de la igualdad universal atacaba directamente las
célebres “lettres de cachet” por las que el rey de Francia podía encerrar a su
arbitrio a demanda de la familia a cualquier sujeto que resultara molesto para
la buena sociedad, en particular seres indomables o que padecieran un trastorno
mental. En aquella época había personas encerradas por tiempo indefinido en las
cárceles, cuando fueron a la
Bastilla el 14 de julio algunos de los pocos prisioneros eran
un par de locos que fueron llevados a Charenton, manicomio de la época, tras la
toma de la fortaleza por el populacho.
En el Antiguo Régimen los locos vagaban por el bosque
abandonados a su suerte, o se los subía a un barco, la nave de los locos, que
imagino se dejaba a la deriva para acabar con ellos. En Galicia las
gentes que celebraban con un picnic el día de muertos en el cementerio veían
aparecer a los locos que andaban sueltos por allí con la barba y el pelo largos
y desgreñados, así se originó la leyenda del hombre lobo.
González Duro asegura que la psiquiatría nació por obra de
un tal Pinel en el siglo XIX, y el origen de la disciplina está en ser una justificación
para seguir practicando lo mismo que se venía haciendo con los dementes:
encerrarlos. Los locos molestan a la sociedad y el aislamiento es terapéutico,
se pensaba y se practicaba. De hecho a la psiquiatría se la denominó en Francia
la “flicpsiquiatrie”, flic significa policía.
El poder es dueño de hacer lo que le venga en gana con los
locos, supuestamente en beneficio del enfermo pero esa práctica fue un absoluto
fracaso. En sus tiempos de estudiante cuando se planteó la especialidad de
psiquiatría le mostraron un lugar dantesco, en un pabellón del Hospital General
de Madrid estaban los locos atados como bestias, durmiendo en un montón de
paja, con un mandilón como toda vestimenta y sucios de su propia caca y orines.
Esto de la caca y la orina salió varias veces durante la charla, puesto que es
y ha sido la realidad de la degradación a la que se ha sometido a esos enfermos
reales y supuestos, que de todo hay y hubo en los manicomios.
González Duro entendió que la finalidad de la visita era
disuadirle de realizar la especialidad, le quitaría clientela a sus profesores
que trabajaban en consulta privada forrándose con la clientela selecta.
Cuando llegó a la ciudad de Jaén al psiquiátrico Los Prados,
entre otras lindezas, dijeron que mientras él estuvo de director, los enfermos
se suicidaban. Dice que su error fue no hacer exhibición de poder, más bien se
deshizo de todos los atributos de poder que ostentaban hasta ese momento los
directores. El asunto del poder del psiquiatra es fundamental y lo ilustró con el ejemplo del rey loco
Jacobo I de Inglaterra, el médico prometió que lo curaba pero tenía que quedar
claro que a partir de ese momento, él, el médico, era el rey del rey. Lo curó a
palos, mandando sobre él.
Explicó que contra lo que suele pensarse en los manicomios
reina la paz del cementerio. La violencia y la maldad están fuera.
Un dato histórico desconocido, tenemos una dinastía reinante
en la que han abundado los dementes. El problema es que los reyes españoles no
dejaban que él médico los sometiese y los curase. Felipe V fue incapacitado y
durante un año reinó Luis I, del que nunca se nos habló. Fernando VII aparte
del rey más nefasto que ha tenido España, era un depresivo. Carlos I, un
maniático obsesivo, esto lo conocemos de primera mano y es lo peor. De Isabel
II no escuché bien la descripción pero parece estar claro que Alfonso XII era
un bastardo y resumía nuestra situación política: en estos momentos tenemos dos
reyes bastardos puestos por un dictador.
Enrique González Duro nació en Laguardia y vivió en Jaén.
Fue un niño enfermo que no acudió a la escuela, se aficionó a la lectura. Su
familia vivía en la calle de los Coches, en frente de San Bartolomé. Un día
salió de su casa y por la calle Audiencia vió un desfile impactante, una procesión
de mujeres rapadas a las que los chiquillos iban gritando “¡pelonas, pelonas!”,
era un escarnio público al que se sometía a esas mujeres, asunto sobre el que
reinaba el más completo silencio social, nadie preguntaba ni explicaba porqué o
quiénes eran las pelonas.
Rapadas de Montilla con el brazo en alto |
De chico pensó que ese espectáculo era propio de Jaén pero
en el curso de sus investigaciones descubrió que parecidos cortejos había en
todas las ciudades españolas. Con variantes. Nombró Pamplona, donde los
militares y personas de orden tras oír misa de doce se iban a tomar el vermú a la Pza del Castillo y el
espectáculo estaba constituido por las mujeres rapadas, represaliados por
mujeres, madres, hijas de republicanos.
Fue una costumbre que se impuso sin ley ni decreto, se les daba a beber
aceite de ricino que actúa como purgante y así iban por la calle sucias de su
propia caca y sin pelo, como castigo y penitencia. Se inventó en España y lo
copiaron en Francia, tras la segunda guerra mundial aplicaron también
rapamiento a las mujeres que habían sido amigas de los nazis durante la
ocupación.
Tuvo que escribir un libro “Los psiquiatras de Franco: los
rojos no estaban locos” puesto que los psiquiatras franquistas habían
dictaminado que sí lo estaban.
A este respecto recordó el juicio de Hildegard, una chica
que había sido “programada” y educada exclusivamente por su madre. Hizo de ella
una niña superdotada que con 15 años ya era licenciada en derecho. Un sexólogo
inglés vino a conocerla y se a quería llevar a Londres cuando Hildegard tenía 17
años. La madre cuando vió que su hija aceptaba el ofrecimiento la mató. Hubo
juicio y los peritos psiquiatras tenían opiniones contrapuestas: los peritos
republicanos decían que la mujer, dña Aurora, era una enferma mental mientras
que Vallejo Nájera, psiquiatra militar franquista, alegaba que no estaba loca y
que era lógico lo que había hecho, cualquier otra mujer española en su lugar
habría actuado igual. ¿A quién se le ocurre dejar marchar a la hija con un
sexólogo a Londres nada menos?
Rapadas en B |
Los jueces le dieron la razón y Aurora fue recluida en la
cárcel de Ventas. Una cárcel o un loquero, llegó a albergar hasta 10.000
mujeres internadas tras la guerra, maravilloso lugar desde el que se podía oír
los fusilamientos de los hombres en las tapias de algún cementerio cercano.
Dña. Aurora era de armas tomar, no podía gobernarla e inducía a la rebelión a
las demás presas. Se la llevaron de allí sin decir adónde. Años más tarde se
descubrió que estaba en el psiquiátrico de Ciempozuelos donde murió en 1956
tras pasarse los últimos 5 años de su vida sin hablar: el manicomio es peor que
la cárcel. El encierro en el psiquiátrico consiguió doblegar a esta mujer
indómita.
Las “mujeres rojas” por tanto no habían cometido delito
ninguno, eran mujeres de moral dudosa, habían salido del hogar, se habían
politizado, había ido a manifestaciones, huelgas durante la república. Algunas
incluso habían empuñado el fusil como milicianas. Recuerdo que una de ellas fue
mi admirada filósofa Simone Weil.
Las mujeres españolas que se “liberaron” durante la segunda
república lo pagaron carísimo. Vallejo Nájera, psiquiatra militar nada sutil,
creó la justificación ad hoc: el
sitio de la mujer es la casa, cuidar a sus hijos y atender al marido son las únicas
funciones que de ella se esperan. De este tipo de consideraciones se nutrían
los catecismos publicados por Sección Femenina de Falange. Las mujeres que se
meten en política son de moral dudosa, tienen el virus marxista que pueden
transmitir a sus hijos. De ahí la decisión franquista de que no hubiera niños
en las cárceles, de ahí la necesidad de buscar quien se ocupara de los hijos de
las mujeres represaliadas encarceladas. Y de ahí el comienzo del “negociazo”
que ha hecho famoso a España y que los actuales gobernantes pperos
descendientes directos de los inventores del sistema, procurarán que no se
investigue y haga pagar: el robo de niños.
Se trataba de separar a los hijos de sus madres para que no
les inocularan el virus marxista. Los niños tenían que abominar de sus padres y
en esta labor, como no, monjas y frailes jugaron un papel insustituible. El
robo de niños otra vergüenza nacional sin destapar más que una esquina y por
poco tiempo, ha durado en España hasta los años 90. En la última etapa ya no
eran motivos políticos los que llevaban a vender y comprar bebés ajenos, sólo
que le habían cogido el tranquillo a la práctica, y se ve que ni se les ocurrió
ni nadie les dijo que vender bebés es una ignominia. No sé, se me ocurre que a
lo mejor los “defensores del no nacido” podían haberse preocupado de los
nacidos. Pero qué cosas tengo, eran los mismos que organizaban la compraventa
de bebés.
Cárcel de Ventas, las reclusas de rodillas ante las ilustres visitas |
Aquí llegó mi sorpresa cuando Enrique González Duro aseguró
que el jefe de Neonatología de su hospital, el Gregorio Marañón, antes
Francisco Franco, era un opusino, doctor Villa que acabó en Pamplona, como no. El
diagnóstico que daban a las parturientas era que su hijo había fallecido de
otitis, y así hubo una epidemia de otitis entre los neonatos españoles de la
que nadie se preocupó. Se trataba de salvar almas. Las familias de “orden” pagaban
a una monja que les procuraba el bebé, ¿y el pago para qué para quién y por qué?
Interesante que sólo se acusara a una monja de todas las que debieron de involucrarse
en la santificación del robo, precisamente cuando tenía más años que Matusalén
y le quedaba medio telediario.
Para más datos del neonatólogo, su hijo dirigió la
radiotelevisión castellano-manchega y el médico que había organizado la salvación
de las almas cuando volvió de la clínica opusina pamplonesa a Madrid, lo
nombraron presidente de la comisión deontológica del colegio de Médicos. La
misma a la que Isabel Caballero pedía auxilio en su guerra con Enrique Rojas. Me
dejó tan atolondrada con tal cúmulo de revelaciones que no estuve inspirada
para pedir a González Duro que ahondara en el asunto del neonatólogo
santificador del robo.
El asunto de la monja le llevó a contar una anécdota de sus
años jiennenses. Las monjas de aquella época como los opusinos de todas las épocas
se ganaban el cielo a su manera. Una bien curiosa era pegar si era necesario a
los recluidos en los Prados, el psiquiátrico de aquí. En una ocasión la monja
le arreó fuerte a un enfermo que le había pedido papel higiénico, y es que,
vuelve la caca a esta historia, los locos tenían que pedir el papel, para no
pedirlo se paseaban con un pedazo de periódico en el pantalón, hecho que
sorprendió a González Duro cuando llegó. Y tenían razón los locos, si lo pedían
se exponían a la violencia, signo de que estaban mejor de lo que parecía. El
loco pidió y la monja le pegó.
El director del psiquiátrico habló con la superiora, ese
hecho no podía quedar impune. Solución salomónica y muy común en ambientes
eclesiásticos cuando un clérigo da problemas: cambiarlo de sitio. La monja “pegadora”
fue desplazada pero el médico tuvo derecho a una portada del diario Jaén: “Una
monja de los Prados sancionada por el director”, obviando el suceso que había
dado lugar a la “sanción”.
De ahí pasó a contar su experiencia con el clero, él que no
iba a misa desde sus tiempos de primera comunión, hubo de personarse en la
capilla del centro hospitalario porque el sacerdote aprovechaba el púlpito para
emprenderla contra la reforma psiquiátrica y el reformador.
Como dijo José Antonio Primo de Rivera, también González
Duro se apunta a un “amo a España porque no me gusta”. Hay mucho que hacer,
mucho que remover, muchas piedras que levantar, muchas losas que se han echado
sobre las realidades vividas y padecidas en el siglo XX tras la victoria del
general Franco en una cruenta guerra civil, que no fue nada para la dura posguerra
que siguió. Fueron peores las calamidades de aquellos años, la gente se moría
de hambre y alguien se molestó porque recordó que su padre médico en
Torredelcampo vió morir gente de hambre. Como en Biafra pero aquí, a pocos km.
Vallejo Nájera, el psiquiatra amigo de la familia Franco,
había visitado los campos de concentración alemanes tras la guerra. De allí se
trajo algunas lecciones que aplicó en la cárcel de Málaga, la dudosa moral de
las mujeres politizadas y la deficiencia mental de los marxistas. Las mujeres
fueron reducidas a minoría de edad con el generalísimo: no podían testar y para
el código civil de la época eran meras sirvientas. Vallejo Nájera se extrañaba
de que tras haber recluido a brigadistas internacionales en un campo de
concentración de Burgos, estos no se hubieran arrepentido sino que siguieran
reafirmados en sus ideas.
En el tiempo de las preguntas González Duro trató otros
temas interesantes. Por ejemplo, dijo que las autoridades andaluzas empezaron
el melón de la privatización en la atención a los pacientes crónicos.
El tema precio de los medicamentos, uso y abuso de los
medicamentos “psi”, ¿por qué hay más antidepresivos que nunca y hay depresivos
que nunca? Significa que los antidepresivos no curan, es mejor “cronificar” a
los pacientes que curarlos, los laboratorios pagan viajes y formación a los médicos
que se inclinan a recetar sus medicamentos a troche y moche. Y los médicos se
convierten en máquinas expendedoras de recetas, sería un ahorro increíble
sustituirlos por máquinas de verdad a en las que uno mete los datos y saca el
ticket del diagnóstico y receta.
Basándose en su práctica clínica asegura que los enfermos
mejoran enormemente cuando se les desintoxica de medicación. Su labor en el
Gregorio Marañón consistía en “desmedicar”, hay gente sana tomando pastillas. Aquí
recordé el “Opus Dei”, especialista en diagnosticar enfermedades y recetar
cantidades inmensas de pastillas, el pastillero, complemento indispensable de
la numeraria de cierta edad. Más de 30 y ya todas con la pastillita.
“No me llevo bien con mi marido”, pastillita. “Tengo un
problema laboral”, pastilla. Y son pastillas cada vez más caras.
Cuando llegó el primer gobierno del PSOE en el ministerio de
Sanidad se presentó un equipo de profesionales competentes, deseosos de
abaratar genéricos nacionalizando las medicinas más básicas. Pero entonces llegó
Felipe G: “a los laboratorios ni tocarlos”. Ejemplo paradigmático de cómo el
PSOE, esperanza de las clases populares que lo auparon en 1982, defendió a la
oligarquía reinante, procedente intacta del franquismo. El equipo renovador
tuvo que dimitir.
Los laboratorios justifican el precio abusivo llevando a los
médicos por el mundo, regalando libros y congresos. Y los psiquiatras jóvenes
convertidos en máquinas de recetar. O cambian su modo de actuar o desaparecerán.
Y añadió detalles sobre su interrumpida reforma psiquiátrica,
los locos tenían miedo de salir al mundo real, había que estimularles, de 700
internos “liberó” a unos 200. Dijo que muchos vagabundos y sin techo son
personas con problemas mentales sin atención.
Había un lugar que llamaban expresamente el “pabellón de los
sucios” en el que no entraban los limpiadores. Una porquería indescriptible con
la que me supongo quiso acabar. Narró cierto conflicto con los trabajadores
sociales que debían desplazarse por unas carreteras entonces inmundas, hoy
mejores, pero a lugares muy alejados, a dos horas largas de la capital, Jaén es
una provincia bastante extensa y con serranías. Y se empeñaron los sindicatos
en un convenio para desincentivar esos viajes de atención a domicilio de
enfermos.
Recordó a Lafora el psiquiatra que se exilió y volvió
teniendo que lidiar para poder recuperar su plaza. Habló de la reforma de la
psiquiatría que se hizo en los 80, una reforma sin memoria. Y mencionó de
pasada como los españoles cuando salen por ahí les agrada dar la nota,
orgullosos de ser gamberros y mostrarse
como tal, en consonancia con este país sin memoria que entre todos hemos
construido. Embrutecido.
Añadió que los enfermos ayudaron a construir el psiquiátrico
jiennense desbrozando, eran “terapias ocupacionales” que se pagaban con un
paquete de cigarrillos semanal o un cigarrillo. Es decir, esclavitud. Fregaban
platos, lavaban la ropa por el mismo pago.
Repitió varias veces que el franquismo sigue vivo, que la
herida de la guerra no se ha cerrado, son 119.000 desaparecidos en fosas comunes que el PP reinante no tiene
interés en buscar y desenterrar, porque el pueblo al tirar de las cerezas se
daría cuenta de que son dignos sucesores de los responsables de tanta tropelía,
ignomia e inmoralidad. Sólo Camboya nos
gana en desaparecidos.
El olvido vuelve, quien cuenta, narra y ejerce la
obligatoria memoria se libera. Quien no lo hace y sigue acogotado por el miedo,
muere enfermo. Así pasó con los que se libraron de los famosos campos de
concentración nazis.
La guerra civil la provocó un levantamiento militar contra
un régimen democrático legtimamente constituido. Y un bando cometió más
barbaridades que el otro, dijo. Lo descubrieron quienes iniciaron la Causa General de la Guerra Civil, causa general que
se dejó de proseguir porque se veía claramente quien había sido sanguinario en
extremo, con una política de exterminio buscado desde el poder que da ser un
militar al mando de un ejército contra el pueblo.
Por no hablar de la posguerra, en la que no hubo perdón,
sino ensañamiento como lo muestra el caso de las “pelonas”. Mujeres
escarnecidas públicamente, en un revival de procesos inquisitoriales que creíamos
definitivamente muertos. Tras la guerra civil americana hubo perdón y
reconciliación. Aquí no.
El rey emérito del que no hablamos ¿Por qué hemos de tener
dos reyes a falta de uno? Está bien claro, Juan Carlos quiere conservar los
beneficios de la inmunidad, y la impunidad que le otorga el simulacro de
constitución del 78.
Y un último caso del franquismo en todo su esplendor: tras
la guerra y cerca del Manzanares se instaló un centro modelo para mujeres, dirigido
por un discípulo de Vallejo Nájera, allí se internaban las mujeres no
franquistas con sus bebés. Sólo podían verlos para darles de mamar y así
ahorrar la leche al estado. Luego los separaban para que no les inocularan el
virus marxista.
Como digo ¿dónde estaban los defensores del no nacido?
Se dejó que la nieta de este prócer de la ciencia al
servicio de la sanguinaria e implacable dictadura de Franco es hoy una
escritora de éxito que nos ilustra sobre las apariciones de la virgen en un
pueblo de la provincia de Madrid. También su padre, hijo del prócer, fue
psiquiatra de éxito y superventas en la transición.
Comentarios
El doctor Villa, del Opus. Como su hijo Nacho Villa, en sus tiempos prototipo de numerario, muy politizado. Se salió, pero siguió trabajando para el Opus. Cuando se ha juntado con la Cospedal le han dado toques, sin hacer sangre.
https://www.youtube.com/watch?v=xxtDe75AHWc
Estaba rodeado pues: Villa, Merlos...
Hay alguno hoy como él, discípulo suyo?
Porque poder acudir a él sería salvador para un amigo con un largo calvario tras de sí. Y un futuro incierto si no encuentra un profesional de confianza. Su cuñado exministro colaborador del OD por banco de favores, creo que intuyes cuál, trató de mandarlo al otro barrio con la colaboración de alguien del dpto d psiqu de un hospital. Y le faltó un pelo para conseguirlo. Alguien tuvo que luchar mucho para salvarlo y teme ahora por su vida por haberlo hecho.
Fue para quedarse con su herencia y para no tener que aguantarlo más.
OD crea escuela, enseña el método y ampara también a los colaboradores franquiciados que lo aplican en provecho propio.