LOS DOLIENTES ERAN LOS POBRES

Acaban de canonizar a Oscar Romero, los opusinos salvadoreños dieron entrevista en programa radiofónico para justificar la "posición" con respecto a dicho arzobispo asesinado. Puro cuento, como no. David Yallop explica la trayectoria de Romero:
Empezó de secretario del obispo en 1944, y en febrero de 1977 fue nombrado arzobispo de san Salvador. La imagen que proyectaba de sí mismo: obispo seguro que no discutiría el orden imperante en un país gobernado por junta militar sostenida por escuadrones de la muerte. Los ricos terratenientes eran el puntal sociológico del régimen.

Resultado de imagen de david yallop el poder y la gloria pdf

Un hecho transformó a Romero: en la plaza central de la ciudad, en frente de su residencia, una muchedumbre de campesinos descontentos y familiares fueron apaleados sin piedad por el ejército y 50 hombres, mujeres y niños cayeron bajo las balas. La policía regó la plaza para limpiar la sangre derramada.
Otro hecho, el cura Rutilio Grande fue asesinado el 12 de marzo de 1977 por haber cometido el crimen de defender a los campesinos que aspiraban a constituir cooperativas agrícolas. Junto al cura cayeron un abuelo y su nieto de 7 años. Romero se trasladó la ciudad del triple crimen y vió en los ojos de la comunidad parroquial fijos sobre él una pregunta muda: habían perdido a su defensor. Romero sería la voz que lo sustituiría.

En un año murieron 200 personas, la matanza siguió y cayeron hasta 75.000 salvadoreños, en un país de 5 millones, 1 millón hubo de emigrar. No se investigó el crimen de Rutilio y compañeros, los que deberían hacerlo eran los mismos que habían perpetrado el crimen.

Romero usó púlpito, pluma y radio para preguntar dónde estaban los desaparecidos de el Salvador, quién daba órdenes a los soldados de matar campesinos. Cualquiera que protestara  por mejores salarios era acusado de subversión y detenido.

Tras el asesinato de Rutilio, Oscar Romero dijo que se negaba a aparecer en público con miembros del ejército o del gobierno mientras no se hiciera luz sobre el triple asesinato. Romero se convirtió así en enemigo de la junta militar, sus homilías radiadas se hicieron de obligada escucha. Si hoy los opus salvadoreños nos quieren convencer de que los opus de aquella época estaban con los campesinos mugrientos sin tono humano el problema es de quien se lo quiera creer.

El gobierno norteamericano de Carter suministraba ayuda militar a la Junta mientras hablaba de los derechos humanos. Romero le escribió pidiéndole que cesara de "ayudar" a matar al pueblo salvadoreño.

La prensa controlada por el gobierno siguió atacando a Romero y los obispos, la colegialidad episcopal, lo denunciaron a Roma "por haberse aliado con la teología de la liberación".

Antes de enero de 1979 Juan Pablo II no había pisado América y no sabía de cómo eran las cosas en este continente, dependía de los informes de sus asesores. Habiendo vivido en Polonia bajo régimen comunista era muy sensible a que se le dijera que todos los críticos del gobierno salvadoreño eran comunistas, entre ellos Romero. El papa leyó los informes en los que se le decía que existía el peligro de que el Salvador cayera en manos de los comunistas y de que el marxismo sustituyera la fe, en un país con 99% de los habitantes católicos.

Romero se dió cuenta de la campaña en su contra y pidió audiencia al Papa, que inexplicable o explicablemente iba a ser santo antes que él.

En el Vaticano se le dió un trato vergonzoso. Le hicieron esperar 4 semanas, le pusieron trabas para que no viera al papa. "Antesala a ver si te cansas". Fue recibido el 7 de mayo de 1979. Llevaba abundante documentación sobre las persecuciones a pobres en su país. Había esperado que el papa condenara los asesinatos de sacerdotes. Pero si eres cura y no te ha matado un comunista ¡se siente! los de la guerra civil española han tenido mucha más suerte.

El 2% de la población tenía en el Salvador más de la mitad de la tierra, el 8% de los habitantes se quedaba con más de la mitad de la riqueza, el 60% ganaba menos de 10 $ al mes, el 70% de los niños pequeños sufría desnutrición. Mostró al papa las fotos de los sacerdotes asesinados y le dijo que el Salvador la Iglesia era perseguida.
Pero el Papa le pidió:
-No exagere, es importante que dialogue con el gobierno.
-¿Cómo buscar un entendimiento con un gobierno que ataca al pueblo que mata curas y viola monjas?
-Bueno ha de encontrar un terreno común con él, es difícil. Me preocupa el papel de la  Iglesia. No sólo debe interesarnos la justicia social y el amor a los pobres, está el peligro de que los comunistas exploten la situación, sería malo para la Iglesia.
-En mi país el anticomunismo es lo que la derecha predica por sus egoístas intereses de ricos.
El Papa le recomendó prudencia, como él la tuvo en Cracovia:
-Tenga prudencia al denunciar situaciones concretas, se puede equivocar, mucho mejor apegarse a principios generales.

El papa influido por los informes de sus asesores ignoraba la realidad, y le dijo a Romero que él había tenido las cosas bastante más difíciles en Cracovia con un gobierno comunista. Le hablo de unidad con los demás obispos, le encareció a los adversarios de Romero que estaban apoyando a los responsables de las masacres campesinas tan ricamente.

En enero de 1980 otra entrevista: Romero pidió al pontífice que condenara las atrocidades del gobierno de El Salvador. La presión pontificia obligaría a los ricos terratenientes y gobierno a la reflexión. El papa no se enteró: "rezo todos los días por el Salvador" y lo abrazó a modo de despedida.

La gente que me dice que reza por mí me da más miedo cada día que pasa. Es una bonita forma de quitarse de en medio cuando los necesitas.

Pero Wojtyla no le dijo que habían pensado reasignarlo a otra diócesis, pues al parecer el problema era "él", el arzobispo defensor de los campesinos. El 24 de marzo siguiente Romero recibió un balazo mientras celebraba misa. Cayó al suelo y antes de morir ahogado en sangre perdonó a su asesino.

El asesinato lo había planeado el mayor Roberto d'Aubuisson que nunca sería acusado. En 1999 ya fallecido fue acusado por una Comisión de la Verdad de la ONU. Ese mismo año el presidente de El Salvador invocó la memoria de d'Aubuisson no de Romero.

Juan Pablo II nunca reconoció a Romero como mártir y siguió dando crédito a la teoría del cardenal López Trujillo de que había sido asesinado por izquierdistas que deseaban provocar una revuelta.

Un juez italiano osó preguntarse en las páginas del Corriere della Sera, por qué el Papa viajero no se había precipitado a volar a El Salvador para tomar el cáliz que cayó de  manos de Romero y seguir celebrando la misa que el arzobispo había empezado.







La reacción del Vaticano fue mínima. El papa envió a un cardenal mexicano a celebrar el funeral, el jesuita James L Conner narró lo que allí sucedió. En medio de la homilía una bomba explotó al otro lado de la plaza donde se estaba celebrando la misa. Al principio la muchedumbre guardó la calma, pero resonaron más explosiones y entonces la gente corrió a refugiarse en la catedral:

"Ví entonces a la aterrada multitud irrumpir por las puertas hasta llenar cada centímetro. Al mirar a mí alrededor de pronto me dí cuenta de que, aparte de las monjas, sacerdotes y obispos los dolientes eran los pobres y desvalidos de El Salvador. No había representantes del gobierno de esa nación ni de otros países. La ceremonia  había comenzado a las 11 y ya era más de mediodía. Pasamos la hora y media o 2 horas siguientes apretujados en la catedral, algunos agazapados bajo los bancos, otros aferrándose de miedo entre ellos, otros más rezando en silencio o en voz alta.

Los bombazos eran cada vez más cercanos y frecuentes, hasta que la catedral empezó a vibrar. ¿Se vendría abajo todo el edificio o un hombre armado con una ametralladora aparecería en una puerta para disparar a la multitud? Una niña campesina vestida de domingo se aferró desesperadamente a mí: ¡Padre, téngame! Sufrimos ese horror de bombas, balas y pánico, para entonces ya metían cadáveres al interior de la catedral, cerca de 2 horas. En ciertos momentos fue imposible no preguntarse si nos matarían a todos".

La maldad crece en medio de la indiferencia. Romero era olvidado, víctima incómoda en aquellos tiempos, y sus enemigos prosperaron. Entre ellos López Trujillo. Este cardenal estuvo una vez al menos en Torreciudad, en una de aquellas jornadas de las Familias abarrotadas de numerarios que carecían de ella....qué cosas tiene el "opus dei", apasionante mundo de contradicciones.


Comentarios

Magí Ribas Alegret ha dicho que…
"La maldad crece en medio de la indiferencia", corolario del fenómeno Opus, sucesor de la Compañía de Jesús como brazo armado del Papado.

Entradas populares de este blog

SEXO EN EL OPUS DEI, TEORÍA Y PRÁCTICA

Otra consulta memorable de Enrique Rojas, supernumerario del Opus Dei y psiquiatra de postín

LISTAS ATRASADAS DE MIEMBROS Y SIMPATIZANTES DEL OPUS Dei