LÍMITES

Yo también espero que los poderes, el poder en España que poco tiene que ver con los 4 vendedores de crecepelo protagonistas televisivos de estos días, no nos hagan explotar.
De todas formas aquí ha quedado dicho, que hasta vigilas las pintadas en las paredes de sus edificios. Te has vuelto su sombra.


Con respecto al golpe de Estado franco alemán luterano. Pienso que Drewermann va a la raíz sin miedo, y sus afirmaciones son fruto de las más recientes investigaciones históricas sobre la Biblia y la arqueología del lugar. Nuestro problema es que tenemos 2000 años de historia que no pasan en vano y han configurado una de las religiones más importantes del mundo, pero seguramente Cristo no estaba pensando en levantar catedrales ni góticas ni románicas ni de ninguna especie cuando predicaba. Es lo que luego ha dado de sí el asunto, y no está mal enterarse de las cosas, pensarlas e ir al fondo. No vamos a renunciar a esos 2000 años que nos constituyen, pero sí podemos separar el trigo de la paja.

Los ritos que se han conformado a lo largo del tiempo, si se tiene fe, tienen su sentido, no es para tirarlo al cesto de los papeles, es para vivirlo y que ayude. Pero conscientes de que efectivamente, el propio Jesús no hablaba latín ni compuso el introito de ninguna misa. Mucho menos organizó procesiones o romerías tan características.

No sé porque estudiar historia de la iglesia y saber de donde proceden cánones, disposiciones, liturgias, costumbres, ha de ser equivalente a luteranizarse. Se deconstruye, es cierto, es un poco como quitar las hojas de la alcachofa y da miedo  llegar al núcleo vacío. Donde debiera estar la fe sincera.

La práctica totalidad de lo que se hace en la Iglesia es fruto de la tradición, del paso del tiempo, de una evolución y no palabra directa de Yavé. Pero precisamente así es como se depura la fe, sabiendo ir al centro, prescindiendo de lo material, de la hojarasca, lo decisivo no es precisamente el rito. Los que pasamos por la multinacional religioso bancaria, los banqueros siempre fueron importantes y marcaron el paso, vivimos una especie de idolatría en el sentido de la importancia exagerada a todo lo externo, el famoso fariseísmo que nos caracteriza. Para terminar comportándonos habitualmente como la generalidad, adorando el dinero y la belleza física, no hace falta tanta misa, tanta confesión y tanto rosario.

Como sugieren los del debate hay que reinventar, el mundo cambia y nosotros con él. Y precisamente las reacciones identitarias que sólo quieren lo religioso como especie de cultural tabla salvadora frente al Islam invasivo, están en la onda contraria a la de no tener miedo a darnos cuenta de que hemos inventado mucho a partir de un predicador de Galilea de hace 2000 años, que si volviera  nos sorprendía otra vez. No iría a ver al Papa con el que quizás no se iba a identificar, sino con otros que nos dijo que eran él.

Se podrían hacer muchas más consideraciones sobre instituciones, poderes y autoridades y el mal que acaba instalándose en ellas como no estén sometidas a control, por muy santas que se digan en sus fines, objetivos  y propósitos. Y esa es la dialéctica eclesiástica, que sin institución la transmisión es difícil e imposible, pero con ella llegaron todos los males.

Pues no sé, ahora que nos hemos dado cuenta de estos pequeños detalles que a lo mejor se escapaban a generaciones anteriores actuemos en consecuencia. 

Y en ese sentido el control de las autoridades es esencial, no puede ser la carencia de límites, todos los tenemos, y los que mandan también deberían tenerlos más que nadie. Lo que hemos vivido  en OD sabemos que esos no tienen límites ni en el cielo ni en el infierno, si algo parecido es Roma, por favor, cambiemos.  En esas estamos, acojamos la crítica constructiva en lugar de hacer oídos sordos. El problema con los ex opus es que no hacemos ni siquiera crítica. Muy poca y sin decir aquí estoy yo.