PAÍS DE CHIVATOS
Lo cuenta un ex presidente de la comunidad de Madrid, no el del PP, el otro. Declaraciones del psicoanalista Fco Pereña que perteneció al FLP, célebre partido antifranquista clandestino, que padeció detención y torturas policiales. Lo traigo a colación por la atmósfera opresora y opresiva que refleja de la que fuimos un subconjunto que olía mejor que el resto de la sociedad,
pero igual de opresivo ambiente, redoblado a veces, metiéndose en lo más íntimo de tu conciencia.
Opresión que duró después de muerto y enterrado el vencedor de la guerra. Gentecillas hay que siguen dando que hablar con propuestas estrafalarias de las que parece que no hemos de librarnos nunca.
Las trincheras estaban muy definidas, el poder y la mayoría de la población en un lado, en el otro los 4 gatos opositores a un régimen que torturaba e implementaba la pena de muerte a lo deciochesco, con el garrote vil, aún en los 1970. No es preciso explicitar en qué lado de la barrera militábamos nosotros. Ni cabeza ni memoria nos queda.
Quien ejerce el despotismo se aplica a sacar fallos al prójimo, ofendiendo y humillando, humillando y ofendiendo. Y el poder del tirano contaba entonces con miles de ojos de súbditos miedosos, cobardes y perezosos dispuestos a chivarse por tal de salvar el propio pellejo. También en nuestra familia abundaban las chivatas, ingenuas al servicio del poder, otras de ingenuas cero como cero, para ascender preciso hacer méritos ante las jefas chivándose, que de eso iba la famosa corrección fraterna adornada con hermenéutica evangélica ad hoc.
"¿Alguien puede hoy hacerse una idea de lo que era este país durante la posguerra? Estaba la pobreza, la escasez, la mendicidad. De los presos políticos muchos no sabíamos nada. Estaba, sí, la pobreza, la escasez, pero lo que más vivamente viene a mi mente es la tristeza y el miedo. Ninguna alegría. Payasos oficiales en la radio que resultaban patéticos. Era tristeza y miedo. Recuerdo las miradas aterrorizadas de quienes se cruzaban con el cura o el guardia civil o el chulo falangista. Los niños no escapábamos a ese miedo.
Era un miedo indefinido pero bien concreto. Indefinido porque cualquier cosa, la más inocente, podía ser motivo de violenta regañina, un salto, subirse a un árbol, pescar cangrejos en el río, sonreír en la iglesia, coger las gotas de lluvia con la mano, etc. Concreto cada vez, de forma que se tejía una red de prohibiciones y sobre todo de disgustos y descontentos que perfilaban una figura del Otro amasada y desagrado que no dejaba vivir.
Uno atisbaba la pregunta: ¿qué sucede? ¿por qué todo esto? Pero la arbitrariedad carece de sentido. Desconocíamos la guerra de unos años antes. El "rojo" era una figura del maligno casi ahistórica. Yo no conocía a ningún "rojo". Podíamos temerlos, quizá, pero como al hombre del saco. Nunca tomaban una realidad definida. El temor carecía, entonces, de acontecimiento preciso, era un temor cotidiano, casi letárgico, pero siempre presente; un temor, como dirían los escolásticos, sub specie aeternatitis. Estaba, simplemente estaba, sin causa y sin salida. La salida era la calle, los patios, los caminos, la serranía cercana. Fantaseábamos historias de fugitivos que sobrevivían, libres, en la sierra. La salida eran los niños....
Los amigos y los libros fueron inolvidables a pesar del terror o, quizá, se que el terror mismo pulía su valor irrenunciable, como pequeños tesoros, como un precioso botín que arrebatábamos al terror cotidiano. Siempre estábamos en falta, temerosos de ser descubiertos en nuestros escondrijos con nuestros amigos o nuestros libros....
Mi militancia política se inició en el FLP. Allí convergimos muchos de aquellos niños atemorizados y deseosos de proseguir nuestra educación moral y sentimental. ¡Qué caos! ¡Qué ingenuidad! Ni siquiera escapábamos por el hecho de la militancia política, de la asfixia y de la miseria moral que reinaba en este miserable país, donde la delación el desvalimiento estaban a la orden del día. Cualquier compañero de clase te podía delatar a causa de su propio pánico. Había que tomarse en serio la clandestinidad....El papel de los que son instrumentos del terror sin estar en la cúspide, lacayos al servicio de...Otro día hablaremos del manual para resistir a los métodos de la policía franquista para hacer confesar y delatar.
Recuerdo que cuando la tortura, esa espantosa experiencia de extrema indefensión ante el mundo, de angustia sin salida, tan real como inhumana, durante esos momentos solo el recuerdo silencioso de los rostros de los amigos constituía un leve alivio. También estaba el odio, ¿por qué no decirlo? el odio. El odio para no caer en la ignominia de una blanda supervivencia. Nunca abandoné el odio al torturador. Durante tiempo juré venganza a Yagüe, mi principal torturador. Luego abandoné la idea de venganza, pero no de asco y desprecio a tanto policía indeseable, a tanto juez indigno, a tanta población acobardada. No se trata de colocarse por encima, Cada sujeto parte de sus traumas fundacionales, de ese modo de presencia del Otro que no puede homologar al sentido...
No hay que confundir democracia con cobardía. La democracia es un modo de soportar la miseria del hombre sin acudir a las trincheras o al exterminio. La democracia no se deja engañar con la funesta colectivización del fantasma sadomasoquista. Mantiene lo singular de un subjetividad irreductible a su representación. Por eso sabe de los límites de la representación. Sabe que en respetar ese límite se juega la inteligencia y la ética de una sociedad. El mal existe. La democracia no tiene nada que ver con la beatería. Una de las formas del mal es la tortura. La democracia no debería olvidar eso jamás.
La llamada transición política ocurrida en España después de la muerte del tirano, fue sin duda políticamente correcta pero moralmente degradada. El coste ha sido y es alto. Que nadie se llame a engaño. Nuestra ingenuidad y nuestra torpeza políticas no exculpa ni un ápice a los asesinos y torturadores. Que Mtnez Torres tuviese un alto cargo policial durante el gobierno del PSOE es una insania moral que ninguna sociedad se debería permitir. Igual cabe decir de Fraga Iribarne, presidente vitalicio de una Comunidad Autónoma (el libro es de 2000)....¿Era necesario todo este acobardamiento, esa falta de respeto a una sociedad que si no se interroga por sus desastres morales, qué transmisión puede entonces prometer?"
Y más adelante describe el estado espiritual de la inmensa mayoría de la población española:
"Ante una sociedad cerrada y excluyente, como la española bajo el franquismo, cualquier actitud que no navegara en la radicalidad era vista bajo la óptica revolucionaria de los jóvenes, como paños calientes. En todo caso sumados los opositores activos al régimen, desde los monárquicos hasta los maoístas, pasando por los liberales, los democristianos, socialistas y comunistas, representaban una exigua minoría.
El franquismo no levantaba ningún entusiasmo entre los obreros y campesinos, tampoco en la Universidad ni en el ambiente familiar de quiénes habían sido republicanos en los años 30, pero entre todos ellos la precaución y el silencio eran la norma. El trauma horrible de la guerra había dejado a una buena parte de la sociedad española sumida en el temor y en verdad, entre quienes no se recataban en vociferar su obsceno apoyo al régimen y quienes aplaudían en silencio los 25 años de paz, sumaban con toda seguridad una inmensa mayoría. Por eso quienes se arriesgaron a levantar su voz entre la muchedumbre miedosa u obsecuente, corriendo, además, con el pago de la cuenta en forma de persecuciones, cárceles y otras consecuencias desagradables, merecen hoy al menos el respeto moral.
Luego cabrá endosarles todas las críticas que seguramente merecen su ingenuidad y sus errores. Antes habrá que denunciar la inmoralidad civil de los otros. De quienes dirigieron aquella dictadura, de quienes la aplaudieron y también de quienes mirando para otro lado, se mantuvieron siempre al abrigo de indeseables consecuencias, cumpliendo como corderos con una legalidad liberticida y criminal."
Fue muy cutre España. Y quedan retazos de ella que sobresalen cuando uno menos se lo espera.
pero igual de opresivo ambiente, redoblado a veces, metiéndose en lo más íntimo de tu conciencia.
Opresión que duró después de muerto y enterrado el vencedor de la guerra. Gentecillas hay que siguen dando que hablar con propuestas estrafalarias de las que parece que no hemos de librarnos nunca.
Las trincheras estaban muy definidas, el poder y la mayoría de la población en un lado, en el otro los 4 gatos opositores a un régimen que torturaba e implementaba la pena de muerte a lo deciochesco, con el garrote vil, aún en los 1970. No es preciso explicitar en qué lado de la barrera militábamos nosotros. Ni cabeza ni memoria nos queda.
Quien ejerce el despotismo se aplica a sacar fallos al prójimo, ofendiendo y humillando, humillando y ofendiendo. Y el poder del tirano contaba entonces con miles de ojos de súbditos miedosos, cobardes y perezosos dispuestos a chivarse por tal de salvar el propio pellejo. También en nuestra familia abundaban las chivatas, ingenuas al servicio del poder, otras de ingenuas cero como cero, para ascender preciso hacer méritos ante las jefas chivándose, que de eso iba la famosa corrección fraterna adornada con hermenéutica evangélica ad hoc.
"¿Alguien puede hoy hacerse una idea de lo que era este país durante la posguerra? Estaba la pobreza, la escasez, la mendicidad. De los presos políticos muchos no sabíamos nada. Estaba, sí, la pobreza, la escasez, pero lo que más vivamente viene a mi mente es la tristeza y el miedo. Ninguna alegría. Payasos oficiales en la radio que resultaban patéticos. Era tristeza y miedo. Recuerdo las miradas aterrorizadas de quienes se cruzaban con el cura o el guardia civil o el chulo falangista. Los niños no escapábamos a ese miedo.
Era un miedo indefinido pero bien concreto. Indefinido porque cualquier cosa, la más inocente, podía ser motivo de violenta regañina, un salto, subirse a un árbol, pescar cangrejos en el río, sonreír en la iglesia, coger las gotas de lluvia con la mano, etc. Concreto cada vez, de forma que se tejía una red de prohibiciones y sobre todo de disgustos y descontentos que perfilaban una figura del Otro amasada y desagrado que no dejaba vivir.
Uno atisbaba la pregunta: ¿qué sucede? ¿por qué todo esto? Pero la arbitrariedad carece de sentido. Desconocíamos la guerra de unos años antes. El "rojo" era una figura del maligno casi ahistórica. Yo no conocía a ningún "rojo". Podíamos temerlos, quizá, pero como al hombre del saco. Nunca tomaban una realidad definida. El temor carecía, entonces, de acontecimiento preciso, era un temor cotidiano, casi letárgico, pero siempre presente; un temor, como dirían los escolásticos, sub specie aeternatitis. Estaba, simplemente estaba, sin causa y sin salida. La salida era la calle, los patios, los caminos, la serranía cercana. Fantaseábamos historias de fugitivos que sobrevivían, libres, en la sierra. La salida eran los niños....
Los amigos y los libros fueron inolvidables a pesar del terror o, quizá, se que el terror mismo pulía su valor irrenunciable, como pequeños tesoros, como un precioso botín que arrebatábamos al terror cotidiano. Siempre estábamos en falta, temerosos de ser descubiertos en nuestros escondrijos con nuestros amigos o nuestros libros....
Mi militancia política se inició en el FLP. Allí convergimos muchos de aquellos niños atemorizados y deseosos de proseguir nuestra educación moral y sentimental. ¡Qué caos! ¡Qué ingenuidad! Ni siquiera escapábamos por el hecho de la militancia política, de la asfixia y de la miseria moral que reinaba en este miserable país, donde la delación el desvalimiento estaban a la orden del día. Cualquier compañero de clase te podía delatar a causa de su propio pánico. Había que tomarse en serio la clandestinidad....El papel de los que son instrumentos del terror sin estar en la cúspide, lacayos al servicio de...Otro día hablaremos del manual para resistir a los métodos de la policía franquista para hacer confesar y delatar.
Recuerdo que cuando la tortura, esa espantosa experiencia de extrema indefensión ante el mundo, de angustia sin salida, tan real como inhumana, durante esos momentos solo el recuerdo silencioso de los rostros de los amigos constituía un leve alivio. También estaba el odio, ¿por qué no decirlo? el odio. El odio para no caer en la ignominia de una blanda supervivencia. Nunca abandoné el odio al torturador. Durante tiempo juré venganza a Yagüe, mi principal torturador. Luego abandoné la idea de venganza, pero no de asco y desprecio a tanto policía indeseable, a tanto juez indigno, a tanta población acobardada. No se trata de colocarse por encima, Cada sujeto parte de sus traumas fundacionales, de ese modo de presencia del Otro que no puede homologar al sentido...
No hay que confundir democracia con cobardía. La democracia es un modo de soportar la miseria del hombre sin acudir a las trincheras o al exterminio. La democracia no se deja engañar con la funesta colectivización del fantasma sadomasoquista. Mantiene lo singular de un subjetividad irreductible a su representación. Por eso sabe de los límites de la representación. Sabe que en respetar ese límite se juega la inteligencia y la ética de una sociedad. El mal existe. La democracia no tiene nada que ver con la beatería. Una de las formas del mal es la tortura. La democracia no debería olvidar eso jamás.
La llamada transición política ocurrida en España después de la muerte del tirano, fue sin duda políticamente correcta pero moralmente degradada. El coste ha sido y es alto. Que nadie se llame a engaño. Nuestra ingenuidad y nuestra torpeza políticas no exculpa ni un ápice a los asesinos y torturadores. Que Mtnez Torres tuviese un alto cargo policial durante el gobierno del PSOE es una insania moral que ninguna sociedad se debería permitir. Igual cabe decir de Fraga Iribarne, presidente vitalicio de una Comunidad Autónoma (el libro es de 2000)....¿Era necesario todo este acobardamiento, esa falta de respeto a una sociedad que si no se interroga por sus desastres morales, qué transmisión puede entonces prometer?"
Y más adelante describe el estado espiritual de la inmensa mayoría de la población española:
"Ante una sociedad cerrada y excluyente, como la española bajo el franquismo, cualquier actitud que no navegara en la radicalidad era vista bajo la óptica revolucionaria de los jóvenes, como paños calientes. En todo caso sumados los opositores activos al régimen, desde los monárquicos hasta los maoístas, pasando por los liberales, los democristianos, socialistas y comunistas, representaban una exigua minoría.
El franquismo no levantaba ningún entusiasmo entre los obreros y campesinos, tampoco en la Universidad ni en el ambiente familiar de quiénes habían sido republicanos en los años 30, pero entre todos ellos la precaución y el silencio eran la norma. El trauma horrible de la guerra había dejado a una buena parte de la sociedad española sumida en el temor y en verdad, entre quienes no se recataban en vociferar su obsceno apoyo al régimen y quienes aplaudían en silencio los 25 años de paz, sumaban con toda seguridad una inmensa mayoría. Por eso quienes se arriesgaron a levantar su voz entre la muchedumbre miedosa u obsecuente, corriendo, además, con el pago de la cuenta en forma de persecuciones, cárceles y otras consecuencias desagradables, merecen hoy al menos el respeto moral.
Luego cabrá endosarles todas las críticas que seguramente merecen su ingenuidad y sus errores. Antes habrá que denunciar la inmoralidad civil de los otros. De quienes dirigieron aquella dictadura, de quienes la aplaudieron y también de quienes mirando para otro lado, se mantuvieron siempre al abrigo de indeseables consecuencias, cumpliendo como corderos con una legalidad liberticida y criminal."
Fue muy cutre España. Y quedan retazos de ella que sobresalen cuando uno menos se lo espera.
Comentarios
https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/daniel-innerarity-entrevista-relator-cataluna_0_1319268167.html
https://www.abc.es/sociedad/abci-libertad-benedicto-profanada-202001190100_noticia.html