SALTA LIBRE
Los miembros del Opus Dei son laicos que viven bajo compromisos de castidad, pobreza y obediencia dentro de una institución que no sólo no es pobre sino que acumula propiedades y fortuna. ¿Cómo lo hace si dice que no posee bienes por sí misma? En cada uno de los 68 países en los que funciona, tiene una red de asociaciones civiles que manejan instituciones educativas, clubes y residencias universitarias que se sostienen con cuotas, donaciones privadas, fondos públicos e internacionales. Y con las herencias de sus miembros célibes, que al ingresar tienen que firmar un testamento en favor de su “nueva familia”. Esta estructura es similar en muchas organizaciones religiosas pero hay dos denuncias judiciales en curso en Sudamérica, una en Argentina y otra en Uruguay, que cuestionan que personas que no fueron miembros de “la Obra” fundada por el español y santo de la Iglesia Católica Josémaría Escrivá de Balaguer, terminaron donando sus fortunas a esta organización de manera inexplicable.
Textos: Paula Bistagnino
Investigación: Paula Bistagnino con la colaboración de Julián Maradeo.
Capítulo I: Un heredero en la sombra
El Opus Dei enfrenta actualmente dos causas judiciales, una en Uruguay y otra en Argentina: los demandantes acusan presiones indebidas y métodos abusivos de parte de miembros del Opus Dei para quedarse con la herencia de adultos mayores. En un caso un hombre traspasó sus bienes a una asociación del Opus en su mismo lecho de muerte. Familiares sostienen que el fallecido nunca perteneció a esa organización y que no es verosímil que haya podido firmar mientras agonizaba.
El 16 de octubre de 2008 sonó el teléfono en la casa de María Elena Abazo en la Ciudad de Buenos Aires: su tío Francisco Noreiko, de 81 años, había volcado su camioneta mientras conducía por la ruta 11 desde su casa en la ciudad de Salta a su finca en La Caldera. Cuando recibieron la noticia, ya habían pasado quince días desde el accidente, el hombre estaba parapléjico e inmovilizado por las fracturas en la columna y no podía hablar.
Ni María Elena ni su madre, Yanina Norekaite -hermana del accidentado-, conocían al hombre que les dio la noticia: se presentó como un amigo, dijo llamarse Alfredo Montanaro y contó que había sido testigo del accidente. Lo que no dijo fue que en esos días Noreiko había firmado un poder amplio para el manejo de todas sus cuentas y bienes a nombre de dos miembros del Opus Dei, Matías Amat Lacroix y Mariano Busaniche Iturraspe, ni que se habían donado sus seis inmuebles y tierras a la Asociación Cultural del Norte (ACN), una asociación civil ligada al Opus Dei. Montanaro tampoco les dijo que como Noreiko no podía mover la mano, había “firmado” los papeles con su huella dactilar. Y no hizo ninguna mención sobre la inscripción de las seis propiedades inmuebles en tiempo récord en el Registro de la Propiedad Inmueble a nombre de la ACN: en 48 horas el trámite estuvo finalizado.
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