SUPRESIÓN FICTICIA DEL SODALICIO. DELATORES
Aprecio que no se limite al tema psicológico, religioso, piadoso, que añada la parte de la influencia y pertenencia de sus profesores escrivarianos o asimilados, sus puestos políticos. Mientras esas personas disfrutan del reconocimiento social e ingresos asociados, agregadas como ella, haciéndose un lío con exigencias vocacionales que en realidad solo es manipulación. Como lo has interiorizado te autodestruyes, angustia que se genera con repercusiones físicas, hay algo que vomitar que nos está haciendo daño y se transmite al cuerpo.
Qué amargura, una vez que se marchó siguió hablando con la directora y confesando con un cura opus. ¿Cómo es que nadie de su entorno, ni su tía ni su madre, gentes con ascendencia y amor hacia ella le dieran el consejo de la necesidad de cortar radicalmente con la fuente del sufrimiento?
Escardó no puede hablar más claro: hay que modificar el código de derecho canónico y establecer una política general de disolución de entidades abusivas. Habla hasta el minuto 25:00, no sé cómo la entrada en Sodalicio, la entrada en otros Sodalicios sabemos que no es que uno esté buscando donde adherir para ser "buena persona", van a por tí antes de que te plantees nada serio en la vida.
La diferencia entre la vida que llevan los hombres y las mujeres del Opus es tajante. Mientras los primeros disfrutan de libertad profesional, dentra de lo que cabe, las segundas están completamente atadas a su directora. No pueden pasar una noche en casa de sus padres, salvo si tienen permiso especial. Unos permisos que sólo se otorgan cuando los padres viven en una población en donde el Opus no tiene ninguna casa.
Las mujeres tienen que dormir sobre una tabla para "poner su cuerpo en vereda" como ya se apuntó. Asimismo no pueden viajar solas por la noche y las más observantes deben pedir permiso para ir a la peluquería o a comprarse ropa.
Por la calle "guardan la vista" para evitar tentaciones con la mirada y por eso los hombres suelen llevar la mano en el bolsillo, porque en el bolsillo llevan un crucifijo que será apretado con los dedos cuando sobrevenga la tentación. Si la tentación es muy gorda en vez de crucifijo apretado se podrá quizá hablar de estrujamiento.
El Dr. Mynareck acusa a estos grupos sectarios y los recrimina por reprimir la sexualidad dándose una regla proporcional entre el nivel destructivo del grupo y las tuercas que aprietan para reprimir la sexualidad, siendo esta proporción en orden directo. Los mayores represores suelen ser los más reprimidos, con problemas y taras sexuales y con cierta carga morbosa de su estado patológico sexual. La contingencia represiva y culpabilizadora crea seres enfermizos entre la esquizofrenia y el complejo de pecador impenitente.
JUDAS EN ACCION
Judas el Iscariote ha pasado a la Historia no por sus posibles virtudes como apóstol de Jesucristo, sino por la denuncia secreta que hizo de su Maestro, por la confidencia que condujo a la detención del Mesías. En un círculo tan compacto y hermético como es el Opus todos quieren ser delatores, acusadores públicos y privados, soplones, confidentes de sus propios y más próximos hermanos y ello por varios motivos, entre otros, porque la delación en el Opus es práctica y "virtud" para que, entre los adeptos, siempre vivan en una atmóstera de desconfianza mutua y recíproca, de miedo, de inseguridad y de aislamiento, todos estos factores de la máxima importancia para encadenar, de forma perpetua, al adepto a la secta.
El Opus pone minuciosa atención y especial cuidado en lo que llaman la dirección espiritual constante y pertinaz, que vincula y marca a todos y cada uno de los miembros, que se ve complementada, semanalmente, con lo que se llama "confidencia", que ayuda a configurar un orden jerárquico-espiritual rígido.
Por otra parte, la denuncia del hermano por el hermano, el bochorno y la vergúenza de verse señalado por el prójimo más próximo, es una norma y una obligación consignada en los propios estatutos y reglamentos de la Obra. Es una práctica corriente y habitual, fomentada, alentada y alabada por los responsables de la organización.
La confidencía semanal es una charla obligatoria del socio con su director en la que el socio debe abrirse plenamente y manifestar sin escrúpulos ni reservas sus disposiciones interiores, a la vez que dar cuenta de todas sus acciones. Es un acto de solidaridad y docilidad. Con el paso del tiempo muchos socios se ven asfixiados por esta práctica, paralela a la confesión y todo ello robustecido por la tácita prohibición de confesarse "fuera de casa" e incluso con otro sacerdote de la Obra que no fuera el designado para cada casa o centro.
Comentarios
El Vaticano jamás lo hará, por eso hay que ir a la justicia penal, leyes hay de sobra y el Vaticano estará obligado a cumplirlas. El resto es perder el tiempo.
Delito civil, juzgado civil. Antonio Moya ya lo ha asumido