LA CALAÑA DE FRAGA
Sobre las circunstancias del artículo reportaje aparecido en Público te las contaría en privado, y que me ayudaras a sacar conclusiones. Para mí que mi intervención no estaba prevista. Pero quizás es mucho especular. Creo que sí hay algo de que como dice Françoise nos consideran cantidad despreciable. Aunque si repaso mi trayectoria existencial desde 2002 hasta hoy me han dado abundante caña a pesar de mi insignificancia. Tengo dudas al respecto.
Me ha alegrado que al seleccionar lo que le conté no ha deformado, en otras ocasiones sí se ha cambiado ligeramente el fondo de mis declaraciones de manera que quedaba un poco ridículo o caricaturizado.
Me ha alegrado que al seleccionar lo que le conté no ha deformado, en otras ocasiones sí se ha cambiado ligeramente el fondo de mis declaraciones de manera que quedaba un poco ridículo o caricaturizado.
LA CALAÑA DE
FRAGA
Me he zampado en pocas horas “Las rapadas. El franquismo
contra la mujer” de Enrique González Duro. Una historia truculenta de los
maltratos, la denigración, humillaciones, violaciones y todo tipo de violencias
empleadas por falangistas, requetés, regulares, moros del ejército de Franco
contra las mujeres españolas de los pueblos que iban “liberando” durante la
sangrienta guerra civil.
Todo el mundo debería de leer este libro para saber lo que vale un peine en España, lo que valía ser mujer y de donde venimos y por qué seguimos con estos pelos. Atroz. Dan ganas de tirar el libro a un rincón o tirárselo a la cabeza a cualquiera de los neofranquistas que nos siguen gobernando ocultando cuidadosamente sus orígenes y formación.
Todo el mundo debería de leer este libro para saber lo que vale un peine en España, lo que valía ser mujer y de donde venimos y por qué seguimos con estos pelos. Atroz. Dan ganas de tirar el libro a un rincón o tirárselo a la cabeza a cualquiera de los neofranquistas que nos siguen gobernando ocultando cuidadosamente sus orígenes y formación.
Trago amargo que hay que pasar igual que hicieron ellos
pisoteando y exponiendo a escarnio público a las mujeres viudas de sus maridos
republicanos, socialistas, anarquistas o simplemente que se habían significado
por ser “modernas”, trabajadoras, independientes, con inquietudes culturales y
afán de alfabetizar al pueblo.
Vienen los nombres, las fechas y los lugares, uno a uno se
nombran casi todos los municipios de las provincias de Cádiz, Huelva, Sevilla,
Badajoz, Córdoba… por donde pasarons las hordas de Castejón, Yagüe y otros
militares franquistas “poniendo orden”. Ayudando a los señoritos a restablecer
las jerarquías momentáneamente contestadas en los años republicanos.
Cortar el pelo al cero a las mujeres y dejarles quizás un
mechón trasquilado del que se colgaban lazos rojos era una forma de humillar,
darles ricino con embudo hasta provocarles hemorragias internas, hacerlas
vomitar y defecar por las calles eran procedimientos de ordinaria
administración durante la guerra y en la dura posguerra. Los métodos fueron
amainando con el paso de los años, pero hete aquí que en 1962 se produjeron
huelgas mineras en Asturias. Hubo terrible represión policial. La generalidad
de los españoles no se enteró más que por emisoras extranjeras de que hasta
100.000 trabajadores se pusieron en
huelga.
En octubre de 1963 un grupo de unos cien intelectuales
escribieron al ministro Fraga pidiendo explicaciones a Información y Turismo
sobre las brutalidades y torturas de las que eran objeto los mineros y sus
mujeres. Hubo consejo de ministros y fue retirado el capitán de la legión que
conducía la represión.
Los intelectuales entre los que estaban V. Aleixandre,
Tierno Galván, Gil de Biedma, Caballero Bonald, Antonio Saura, Juan Marsé,
Ignacio Aldecoa…así hasta 102 refirieron la muerte del minero Rafael González a
consecuencia de los malos tratos de la policía en Sama de Langreo, la
castración del minero Silvino Zapico y el corte del pelo al cero de su esposa;
el maltrato y corte de pelo de Anita Braña y Constantina Pérez Martín, cuyo marido
estaba siendo torturado en la misma comisaría:
“Son hechos, Excelencia, que de ser comprobados, cubrirían
de ignominia a sus autores, ignominia que también nos cubriría a nosotros en la
medida que no interviniéramos para impedir que tales vergonzosos actos se
produzcan.”
La carta terminaba pidiendo a Fraga que investigara los
hechos denunciados. Y ahora va una de Fraga, el padre de la patria
constitucional de 1978, el fundador del Partido de Mariano Rajoy al que
aunque nadie vota, ¿conocéis votantes
del PP? yo no, sigue ganando elección tras elección.
El 3 de octubre contestaba su Excelencia a uno solo de los
102 firmantes, F. Bergamín. Tras referirse a las orquestaciones
propagandísticas del comunismo internacional, la paranoia por delante, Fraga desmentía
la veracidad de los casos y de colofón encasquetaba este párrafo:
“Parece por otra parte posible que se cometiese esa
arbitrariedad de cortar el pelo a Constantina Pérez y a Anita Braña, acto que
de ser cierto sería realmente discutible, aunque las sistemáticas provocaciones
de estas damas a la fuerza pública la hacían más explicable, pero cuya
ingenuidad no dejo de señalarle, pues es claro que la atención que dicha
circunstancia provocó en torno a su persona en manera alguna puede justificar
una campaña de truculencia como la que se orquestó. Vea, por tanto, cómo dos
cortes de pelo pueden ser la única apoyatura real para el montaje de toda una
leyenda negra o tomadura de pelo, según se mire.”
Se nota que Fraga dictaba a una secretaria.
Por cierto que no era Anita Braña sino Anita Sirgo, esposa
del minero Alfonso Braña que todavía en vida cuando el fallecimiento de Fraga
declaró a la prensa:
“Que ahora quieren ser muy demócratas. Cuando oigo en la
tele lo bueno que fue, digo: madre mía del alma, que digan que fue una buena
persona, tanto como hizo, tantos palos que nos llevamos simplemente por
defender nuestros derechos, los de los mineros y nuestra libertad.”
Anita Sirgo ha contado la fatídica noche que pasó en los
calabozos de Sama:
“Primero llamaron a Constantina y luego vinieron a por mí.
No la ví porque venía hecha un cristo y la escondieron.” Le enseñaron la foto
del líder comunista Horacio Fernández como negara conocerlo “hostia va, hostia
viene”. Cuanto más decía que no más palos. La amenazaron con cortarle el pelo y
la lengua al rape. “Me iban arrancando mechones lo que me obligaba a levantarme
del asiento de lo que me dolía.” De vuelta al calabozo se reencontró con Tina
que no podía ni hablar. Quisieron que salieran de la cárcel con una pañoleta en
la cabeza pero ellas no estaban dispuestas a ocultar lo que les habían hecho.
Como hemos visto Fraga encontró estas torturas explicables y
justificables.
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