UNA NUEVA MILICIA CATÓLICA

Un encanto de niña en tiempos oscuros, Corea, Cuba, Francia unidas en español, con la rrrr....

Los pocos militantes od estaban dispuestos a representar en la posguerra española el papel de nueva milicia intelectual católica que iban a fundamentar la España de Franco en los mismos ideales colectivos que se remontan al Siglo de Oro. Desterrando así el "materialismo" y el "desorden" de la segunda República. Llevados de la mano del founder se presentaban como nueva y misteriosa organización comparable a los jesuitas "pero de paisano" y "sin miedo a enseñar los pantalones". Decían. Pero no.

De puertas adentro el aspecto fluido y dinámico del grupo de jóvenes universitarios seguidores del barbastrense estaba siendo sustituido por un conjunto de prácticas muy dogmáticas y ultraconservadoras, con el objetivo de lograr un puesto de honor en las estructuras eclesiales.

El afán de poder de su founder que se halla en los orígenes de od no se encuentra a simple vista. El mesianismo de Escrv, forjado en años de privaciones, cuando decía que se encontraban como las plantas cubiertas de nieve, se podía reducir a un mecanismo psicológico compensatorio de su fuerte personalidad. Después de haberles relatado señales divinas que él consideraba inequívocas (la rosa de Rialp, el obrero que lo ensució en el tranvía, las huellas en la nieve, la virgen que le habló, el Niño con el que jugó...) se presentaba antes sus ojos con una dignidad de mesías, de personaje real e imaginario a la vez de quien se esperan grandes horizontes y la salvación.

Los escasos seguidores entonces por una confianza desmedida cayeron en el mesianismo, el founder era el Padre bienhechor que esperaban para ser dirigidos, un enviado de Dios a la Iglesia católica para salvarla de un marasmo que duraba años o siglos. Todo ello recubierto "con un manto de humildad", "humildad colectiva" se diría años después, falsa humildad que escondía la soberbia de creer que od era la élite, los mejores católicos con diferencia.

En aquellos años triunfales poseían más identidad de grupo que luego con la expansión. Todos eran varones célibes, universitarios, se empezaron a llamar "socios" en lugar de "miembros" (hoy hemos vuelto a miembros más que socios), pues consideraban que pertenecían a una empresa moderna de apostolado. Aunque luego resultó que la invención era una copia de muchas cosas, fundamentalmente de los socios de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Varios socios miembros transitaron de ACNdP a OD y vuelta, el poeta gaditano Pemán, p.ej. Hoy olvidado vate del franquismo. Autor de "el divino impaciente" y demás patrióticas creaciones.

Hubo comentarios en voz baja sobre la desfachatez del cura copión de todo el mundo, otros consideraron que la impostura era genial. 

Y otros ni idea de que era copia hasta un siglo después.

"Somos ciertamente una familia pero somos una milicia. Una familia sin cargar con los inconvenientes del afecto carnal y una milicia, con la fuerza y la preparación para la lucha, con una disciplina más severa" Y añadía: "La O actúa por medio de socios que se expanden, a manera de rayos, a partir de un centro donde se situaba él como fundador, alcanzando cada uno su esfera de acción propia según su cultura y sus capacidades."

De igual manera que el genio oriental que prometía "tendrás el mundo en tus manos", el founder ofrecía una vida de ascesis que conduciría a la cima de las actividades profesionales.  Ofrecía un largo y áspero camino, per aspera ad astra, sembrado de rezos, meditaciones, cilicios, mortificaciones.

La vitalización del catolicismo estaba condicionada por la renovación de la liturgia. Los jóvenes universitarios españoles de la generación de la posguerra, tan exigentes con el estilo, se quedaban arrobados cuando veían un altar escueto de líneas severas. La hermandad cristiana empezaba a restablecerse no por la distribución del trigo de los graneros de España, sino por la distribución del pan litúrgico en la misa. Panis angelorum. Gracias Ynfante por recordar que mientras todas estas mistificaciones envolvían a estas jóvenes promesas, España pasaba hambre.

Los jóvenes católicos de la posguerra se dejaron llevar por fervores misioneros al punto que en alguna ocasión atacaron centros protestantes de provincias. ¿Había protestantes en los años 40?

Se consideraban "aristócratas del espíritu", aunque en raras ocasiones pertenecieran a la aristocracia de sangre o de dinero. Querían protagonizar el ascenso imparable de las clases medias, de la clase media española fascistizada por el franquismo.

Estilismo de los "primeros": muchacho joven, con lentes, serio y grave, llegado a la Universidad de Madrid desde la provincia. Su padre era oscuro militar o discreto abogado, tal vez propietario agrícola. Burguesía acomodada, desde una posición de privilegios ridículos, siempre con el objetivo de sacar adelante sus propias carreras personales. Pertenecían por muchos lazos al bando vencedor: por el catolicismo y catolicidad, por el falangismo "aristocrático", los selectos, por razones familiares, por todo, pero se sentían al mismo tiempo lejos de la represión totalitaria, de la carnicería política, cuando eran sus beneficiarios. 

Por 2 razones lejos de la carnicería política: les olía mal la sangre corrompida y por estética. Eran capaces de admirar la gallardía juvenil de José Antonio Primo de Rivera y sobre todo su "aristocrática exigencia de estilo" pero no les gustaban los jerarcas de Falange ni el franquismo descarado de sus publicaciones ni los sindicatos verticales. Ellos estaban para la salvación de las almas.

José Antonio idealizado por su muerte en cárcel republicana, fue un talismán único del régimen.

Pertenecían a la llamada "generación de la posguerra", aquella generación de jóvenes universitarios españoles serios, rigurosos que entre los años 40 y los 50 prometían ser los futuros prohombres de la regeneración moral del país. Apóstoles de la legión regeneradora que sentía el catolicismo como misión, la Hispanidad como destino y la política como moral, que fundaban publicaciones ardorosas y que habían hecho suya la pamplina de "mitad monjes, mitad soldados", Ynfante dixit.  Templarios del s. XX.

En este contexto los chicos OD ofrecían un estilo de vida convincente. La palabra "estilo" pronunciada y escrita entonces hasta la saciedad era un concepto en perpetua búsqueda de su definición. Vocablo de resonancias aristocráticas, como un guiño destinado a halagar los bajos instintos de las clases acomodadas, invitadas al ascenso imbuidas de su misión ejemplificadora. "Escrivá nos enseñó a conjugar la dignidad con la pobreza" reconoce Pedro Casciaro, uno de los primeros, refiriéndose al estilo típico de la ascendente clase media española de la posguerra.

Carmen Martín Gaite señaló los límites de esta retórica. La literatura de los años 40 estaba llena de adjetivos como impasible, viril, sereno, altivo, entusiasta, pujante, augusto e imperial, saltaba a la vista su ineficacia para restañar las heridas de un pueblo harto de descalabros, necesitado de consuelo. El pueblo español no podía verse reflejado en aquella palabrería.

Este escamoteo de la realidad, sustituida por cosas que parecían suceder en el país de los sueños, es una de las claves para entender también la ceguera con la que muchos jóvenes, ellos y ellas, llegaban al matrimonio o creyendo tener una vocación del "estilo" se adherían al od. Así se entiende que la mística de la masculinidad exaltada en la primera ed. de Camino correspondía a una época y como señala Martín Gaite, era la misma mística exaltada en los tebeos infantiles del momento. El niño español tenía que identificarse con el Guerrero del Antifaz, luchador infatigable, indefectiblemente victorioso.