DIETAS

 De un libro sobre leyendas urbanas publicado en 2000, a propósito de la leyenda de que "un hombre pasa una noche de juerga y a la mañana siguiente se encuentra no sabe cómo, en una bañera de hielo y con un riñón menos":

(de Antonio Ortí y Josep Sampere)

"La esencia de esta leyenda no difiere: desde tiempos ancestrales la medicina se ha valido de los pobres para practicar la tiranía social. Huelga decir que los raptos de niños en el s. XVIII se atribuían a nobles enfermos que recurrían a su secuestro por razones médicas: el rey leproso precisaba baños d sangre o un príncipe mutilado requería un brazo nuevo que incompetentes cirujanos trataban de injertarle cada día de un joven recién secuestrado.

Nada desde entonces ha cambiado. Si acaso que hoy los déspotas parecen fijarse más en nuestras glándulas que en la sangre, pero tal vez ello se deba a que después de siglos chupándonosla ya debemos de estar secos. Por lo demás el tema es el mismo: la masacre de inocentes a manos de tiranos, de siervos esclavizados por nobles, del pueblo llano sometido a unas organizaciones médico-técnicas que conciben a los seres humildes como meras piezas de recambio para los mandamases.

No es descabellado afirmar que esa máxima bienintencionada que argumenta que la ciencia es neutra, no ha calado en la periferia del poder. Por eso nos aventuramos a vaticinar que no tardará en llegar el día en que los todopoderosos tras arrebatarnos la sangre, los riñones y los ojos pretendan también nuestros cerebros, la única pieza que les falta para completar ese rompecabezas sin alma que encumbra la medicina actual y donde cualquier tipo de inmortalidad pasa, hoy como ayer, por el sacrificio de los pobres."

Por otra parte, vídeo por el que Frank Suárez puso en peligro su vida

https://youtu.be/ao2in_-WMa4

recuerda que el Nobel de Medicina de 1993, Richard J Roberts dijo que las industrias farma desvían la investigación hacia productos que no curan, solo alivian momentáneamente y crean adicción. Necesitan enfermos incurables. "El interés no es curar sino mantener incurables las dolencias." 

Al primer jeringazo otro y otro y otro....durante toda la vida, por una patología fácilmente confundible con una gripe fuerte. Hoy es gratis, mañana se verá. 

Bienvenidos al empobrecimiento generalizado.

Debido a su delicado estado de salud tenía una dieta muy especial, comía casi siempre solo con Alvaro Portillo. Si le limpiaba la habitación siempre Dora del Hoyo, le servía siempre la mesa Rosalía López, ambas numes aux. Para que estuviera muy bien atendido, sino se enfadaba terriblemente. Ponía dos numes cualificadas para hacer y supervisar las comidas y lavar la ropa, limpiar las habitaciones, preparar los ornamentos para las celebraciones litúrgicas. Le acompañaban en sus viajes, llevaban paté francés y flores para las mesas, además de otras exquisiteces. Sus gustos eran de "nuevo rico".

Cuando invitaba a un cardenal, las auxil. tenían que servir primero a él, de poco comer, pero exigía que la mesa estuviera perfecta. Pedía los mayores niveles de calidad. Una vez obligó a rehacer 7 v una tortilla hasta que estuvo a su gusto.

En las casas donde se alojaría solía haber un cajón con naranjas para prepararle zumo. En las casas grandes od en la parte noble había una suite sin usar, de exclusivo uso para él. En Lisboa le dió por la langosta, no había en el mercado. Se enfadó y se enfadó más cuando los demás comensales comieron sin problemas. En el Roscón de Reyes le ponían de sorpresa monedas de oro "peluconas", le daba gran satisfacción y lo sabían.

Blanca Ortiz de las Heras cuenta que "cuando volvía de España el derroche era increíble, no se miraba el dinero, "porque Padre solo hay uno". Conozco una persona que estuvo a punto de marcharse de la od porque en uno de sus viajes la habían tenido durante 3 días buscando una merluza de pincho para su comida. Una vez les dijo: "si fueráis listas y pillas me daríais vino de marca en una jarra de agua, para que yo no lo note". Para mandarle a Roma he comprado las cosas más caras de Madrid, frutas fuera de época, almendras dulces que había solo en un sitio. Todo se enviaba a Roma para que lo repartiera en las tertulias."

"Cuando hicieron la primera comunión sus sobrinos en Molino, aquello se convirtió en una floristería, que no se traían de Segovia que está cerca sino de la tienda más cara de Madrid. Y en la despensa se hicieron toda clase de pequeños dulces para que los sobrinos comieran lo que les apeteciera."

Vestía elegantes sotanas de seda con lana pura, repeinado con gomina, ostentosos gemelos de oro en blancas camisas de puñoz y alzacuellos almidonados. E. se presentaba como español a machamartillo con el anatema en el bolsillo y los zapatos con mucho brillo. Llevaba siempre hebillas de plata a los que las numes les sacaban brillo.

Todas las mañanas una doncella con cofia entraba y mientras monse desayunaba, arrodillándose depositba sobre la mesa una bandeja de plata con la correspondencia preseleccionada, pero el máximo refinamiento era que podía elegir entre tijeras o abridor de cartas.

Gran Cruz de Carlos III

Durante los años 60 le concedieron en E. grandes cruces como las de san Raimundo de Peñafort, de Alfonso X el Sabio, de Isabel la Católica, de Beneficiencia y de la Real y muy Distinguida Orden de Carlos II. Cuando el gob. español en el que había opus le concedió la gran Cruz de Carlos III, sus seguidores mandaron que fuera de oro. El founder la devolvió exigiendo que fuera de brillantes. La concesión de condecoraciones y reconocimiento a su persona no tuvo límites. Tanto la dictadura de Franco como amplias capas de la sociedad española rivalizaron en botafumeiros.

Como déspota sufría ataques intempestivos de mal humor y cólera no disimulada. Fisac recuerda: "no había ninguna fiesta importante en el opus que él no aguara, ya fuera metía en su cuarto dejándonos allí tirados. Eso era algo habitual en él. No sabíamos nunca cómo iba a reaccionar ni nos daba ninguna explicación. A veces era la fruta o el plato cocinado no era su favorito".

 Uno de los puntos que más le enfadaban era la comida y otro la decoración.

Luis Carandell cuenta: fue a inaugurar una escuela hogar. Era un hombre muy exigente en materia de gusto en la decoración y cuando entra en una estancia y ve, p.e., un cuadro torcido, su sentido del orden le hacía levantarse de la silla donde está sentado y colocar personalmente el cuadro en posición correcta. Aquel día, la decoración del local a cuya inauguración asistía no le debió gustar y comenzó a ponerse de mal humor. Por más que intentaron tranquilizarle, prometiéndole sus hijas que introducirían en el local las deseadas modificaciones, el p. Escrivá se fue poniendo cada vez más nervioso y llegó un momento en que se acercó a una puerta y dijo: Esta moldura es una porquería". Y tomando un extremo de la moldura, tiró de ella y la arrancó de cuajo. Luego hizo lo mismo con otras molduras de la misma puerta y con las de las ventanas más próximas. Las hijas de monse comenzaron a agitarse por aquella reacción y para que se vea cuál es la fuerza de la atracción que ejerce el P. dentro de la O, se sintieron impulsadas a participar, también ellas, en la destrucción que monse llevaba a cabo. La escena es apocalíptica porque, así lo cuentan, las 20 ó 25 personas que había en el local se lanzaron a utilmar la labor de devastación, que había iniciado el que todo lo inicia en el od."

Probablemente ningún otro ha gozado como él de un poder tan ilimitado y arbitrario en la historia contemporánea del catolicismo. Lo que más sorprende en él, un encumbrado mosén de pueblo, ambicioso y cicatero, es la vulgaridad de sus gustos, la escala trivial de sus aficiones y costumbres que supo esconder, combinando astucia con fanfarronería, bajo la pátina de un espíritu preocupado en mostrar solo refinamientos. De ahí que lo importante tb para los miembros del od sea el ofrecer una imagen de buena educación, buen gusto en el vivir y desenvoltura en el trato, de acuerdo con la pose original del founder.

Existen innumerables testimonios y documentación abundante que echa tierra encima de la grandeza de espíritu que describen las hagiografías oficiales. De la intimidad del tirano, cuenta MdelCarmen Tapia que en cierta ocasión el founder estaba hablando por una ventana que daba a unos jardines donde estaban los numes del colegio romano y les decía entre risotadas: "Bebeos el coñac que os he mandado, pero eso sí, no hagáis como ese monseñor Galindo paisano mío que calentaba la copa en la bragueta."

Portillo trató de avisarle de la proximidad del grupo de mujeres que habían oído todo y como el founder se dió cuenta, cerró la ventana de golpe seco y les dijo: "Hijas mías, Dios os bendiga".