SADUCEOS. CENA DE DESPEDIDA
Me ha encantado este volumen de Manuel Porlán, aunque tiene sus años (1997) en un estilo sencillo y asequible da cuenta de lo que ya entonces se había investigado sobre evangelios, sociedad judía, historia del pueblo judío y aledaños. Deshaciendo muchos mitos y aclarando conceptos. Habrá cosas discutibles, no soy experta en Biblia, otras no estoy totalmente de acuerdo con el autor, estamos muy mayores para dejar de creer en la Resurrección de Jesús o en la Trinidad. Forma parte de la personalidad y la cultura en la que una se ha criado y enlaza con no sé qué subsuelo humano primordial, porque todo esto en el fondo son calcos de religiones arcaicas anteriores al cristianismo.
Y de todas formas creerlo "no come pan". No recordaba el concilio de Nicea tan dominado por el emperador pagano, aquel del homoousios, el Hijo cosustancial con el Padre.
He recordado la trasubstanciación, tirada de la moto tridentina, aplicación de conceptos filosóficos naturalistas sacados de Aristóteles a una realidad simbólica y espiritual que iba por otro lado muy diferente en su intención inicial si nos retrotraemos a los principios del cristianismo.
Nuestro opus a la luz de este libro aparece como una caricatura, una exageración hasta la deformidad, de ciertas tendencias eclesiásticas y clericales que siempre han estado ahí. Entre otras, el amor al dinero y a su acumulación en forma de rentas e inmuebles.
Extraigo lo que trae de los saduceos, una de las clases sociales de la época de Jesús porque creo que nos corresponde: Constituían una minoría influyente, aristocrática y oportunista que ocupaba los altos cargos de la administración. Pregonaban por todas partes que aceptaban la injusticia del dominio romano como garantía del orden establecido, pero la verdad es que lo hacían para no comprometer su situación.
Este grupo reducido, formado por el alto clero y la aristocracia, implantó, como buenos integristas, un estilo de piedad que no obligaba a pensar mucho. Sin ideas, lo suyo era el oportunismo religioso y político que bien podría traducirse en una especie de ateísmo práctico en lo religioso, y en una mezcla de independentismo y colaboracionismo, en lo político.
De forma descarada se burlaban de la creencia que el pueblo tenía en la vida eterna. A sus ojos lo que contaba era la vida terrena.
En el aspecto social, compaginaban bien, lo de servir en el Templo con ser ricos y poderosos. Y si culturalmente podemos decir que eran progresistas, religiosamente hablando eran muy conservadores. Enemigos de los fariseos lo eran también del pueblo al que trataban con arrogancia. Descendientes de la aristocracia sacerdotal del período macabeo, se consideraban como los verdaderos representantes del sacerdocio del linaje de Sadoc, un sacerdote del tiempo de Salomón. Negaban la resurrección, rechazaban la existencia de ángeles y demonios. El castigo y el premio de las acciones, tiene cumplimiento en esta vida. La honradez es premiada con la prosperidad y el respeto de los demás....
Eso por los saduceos.
El otro pasaje tiene que ver con "la cena de despedida". Por la lata que se nos daba y dábamos con la misa centro y raíz de la vida interior, hermosa frase que como tantas adolece de vacío sideral, vista la vida que llevábamos y llevan los que la siguen predicando, si es que siguen repitiendo esta fórmula.
La misa es un rito, formado a lo largo de los siglos, con sus partes que estudiábamos en la asignatura de liturgia. De ahí a que un rito sea el centro y raíz, no lo acabo de ver. Ir a misa todos los días por cumplir no lleva a nada en tu vida cotidiana si falta rectitud de corazón, incluso es compatible con ser sádica, explotadora de tus hermanas, desagradecida, egoísta, hipócrita, mentirosa... lo hemos visto y padecido. Yo a esos comportamientos "comploteadores" lo llamo burla de la misa, acabar la misa y dedicarte a hacer el mal, es una burla de cara al verdadero creyente, que acude y comulga con devoción porque lo siente y lo vive. Como los saduceos que se burlaban de las creencias del pueblo llano.
Además es una constante del ser humano: sustituimos la falta de virtud real, de cualidades positivas que llevan a realizar acciones rectas, por ritos, automatismos que dispensan de examen y rectificación de lo torcido en nosotros. La acumulación de normas y rezos era una forma de evitar corregirse, no pensar. Es peligroso, la conciencia era un peligro.
LA CENA DE DESPEDIDA (p. 267)
La cena pascual, constituía para los judíos, uno de los momentos más solemnes de Pascua...En ella se recordaba lo que sufrieron los antepasados cuando salieron de Egipto. Se hacía circular la copa de vino y se rezaba para que no se repitiera con su pueblo tanta humillación como habían recibido en el pasado.
La mayoría de los autores no piensa en la cena de Jesús con sus discípulos como una cena pascual, creen que pudo haber sido otro tipo de comida de las que existían entre los judíos y que nada tenían que ver con aquella cena ritual. La de Jesús se parece más a la que celebraban ciertos grupos religiosos, de la que saldría después la comida cristiana, que reunía en sí, tanto la comida en grupo como el servicio de ayuda mutua.
Lucas ilustra admirablemente esta comida en el relato de los discípulos de Emaus. La cena allí es presidida por el huésped que está de paso, por Jesús que parte el pan y lo distribuye, y esta comida pasará a ser por antonomasia, el lugar del reconocimiento del Señor y de su palabra. Este tipo de comida era el que empleaban los esenios y también personajes célebres como Platón, Cicerón, Horacio.
La última cena de Jesús está mucho más cerca de estos banquetes comunitarios que del ritual de la cena pascual judía. Si la Pascua conmemoraba para los judíos la liberación del pueblo, es natural que Jesús quisiera también recordarla en una cena de despedida. Y aunque no fuese una cena pascual, es fácil imaginar que harían todo lo posible para que se le pareciera. Procurarían que no faltaran las cuatro copas de vino a que obligaba el ritual y hasta es posible que los amigos de Jesús, respetando el ritual, se lavaran los pies antes de comer el cordero. En esa noche se esperaba siempre al Mesías.
Por lo que a la Eucaristía se refiere, entre los israelitas existía la creencia de que comer juntos unía a los comensales en comunidad. Era costumbre que quien presidía, partiera el pan y diera un trozo a cada uno de los asistentes. Y que hiciera lo mismo con el vino, la copa pasaba de mano en mano. No eran pues estos gestos especiales ni misteriosos, los habían visto hacer desde la infancia los que comieron aquella noche con Jesús. Y es en este sentido como debemos entender la eucaristía que hasta hoy vienen celebrando los cristianos, repitiendo los gestos y signos que Jesús realizó aquella noche. Se trata de una comunión de mesa que ha de ser comunión de vida, porque es en la vida donde debe darse. Al explicar el significado del pan y el vino, Jesús dice que él entrega su vida por los demás. Todo un gesto cargado de simbolismo.....
Los evangelios al contarnos que Jesús celebró una cena antes de ser detenido y que en la misma utilizó pan y vino para expresar su entrega, quiso dar a entender que el pan y el vino definían y resumían lo que él había sido: un ser para los demás. Invitarlos a comer el pan y beber el vino era invitarlos a participar de su entrega. De ahí que muchos teólogos sostengan que los cristianos no pueden reunirse a recordar aquel gesto de Jesús, a celebrar la eucaristía si no hay en ellos, amor, servicio, disposición de entrega a los demás.
Imagínate las dires, siempre maquinando desgracias, humillaciones, recorte de expresión y libertad. Como Jesús nazareno.
Y solo en el siglo IX la cena de despedida de Jesús fue convertida en Sacramento, dice este autor. Allí fue cuando se centraron en la presencia real olvidando el contenido simbólico y eclesial. Eucaristías primitivas en las que lo principal era compartir se convirtieron en eucaristías en las que compartir no significa nada. Eucaristía ya no se relaciona con justicia como al principio, cuando se vigilaba quiénes eran los que llevaban ofrendas a la misa. Aquellos que oprimían a los pobres, veían su ofrenda rechazada por el obispo.....Más vale morirse de hambre que aceptar la ofrenda de un rico opresor.
La Eucaristía es como cualquier sacramento un simbolismo. El comer de un mismo pan es un gesto simbólico que significa cercanía, amor, intimidad...Compartir la misma comida significa compartir la misma vida. Comer el cuerpo de alguien en el lenguaje semítico y beber su sangre significan vivir lo mismo que vivía él, vivir según su espíritu, según su manera de pensar...
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