MIRADAS
Hablando de la obra de arte Félix de Azúa explica en su
Diccionario de las Artes el desconcierto que ha traído el arte contemporáneo al
mundo. ¿Cómo puede ser que una raspa de sardina por estar colgada de una cuerda
en una galería de arte sea “obra de arte”? ¿Cómo es posible que acabada la
exposición la raspa regrese al mundo cotidiano como si nada hubiera pasado? Hemos
llegado al extremo de confundir los instrumentos de limpieza que alguien dejó
en un rincón del museo con una “instalación”.
“Incluso una obra de arte que sale de la galería con destino
a una relación permanente de contemplación, yace al cabo de pocos días en un
muro de comedor, en donde solo recibe la atención de los invitados, los cuales
no la pueden contemplar como obra de arte, están tan ocupados tratando de
identificar el tenedor del pescado, y la reducen a mero objeto especulativo. O
sea se preguntan por el precio.”
Esto de la relación del objeto de arte con el lugar donde
está y la mirada del que la contempla me parece que se puede trasladar al
desconcertante asunto de la fe, que tiene menos que ver con la ortodoxia de lo
que nos han contado.
“El lugar, la espacialidad donde de puede aparecer la obra
es determinante, pero la relación con los humanos genera espacios de aparición “portátiles”,
espacios que se trasladan allí donde tiene lugar la relación. Porque toda
relación estética precisa de un lugar. Nunca se da en el vacío de la pura
conciencia.”
Y ahora viene el ejemplo en el que arte y fe se cruzan:
“Así por ejemplo muchos iconos rusos templados por las
lámparas de aceite y recluidos durante siglos en oscuros rincones de iglesias
acebolladas, en donde mantuvieron viva la feroz mirada de un dios oculto, son
ahora ornamentos de un importador de bacalao. Sin ojos labriegos que sostengan
la mirada del dios que llegó a Siberia desde Bizancio no hay dios que valga.
Pero siempre cabe la posibilidad de que el importador de
bacalao tenga un sirviente calmuco o bielorruso de origen humilde que mire el
icono con ojos distintos a los de su amo, e incline la cabeza al pasar delante
del icono con el plumero en la mano. En cuyo caso, y sin que el amo lo sepa, un
dios ha venido a habitar la casa del importador de bacalao, gracias a su
sirviente.”
Otro ejemplo:
“El caso más extraordinario es el del llamado arte salvaje o
primitivo, puesto en circulación por algunos estetas de principio de siglo,
entre ellos Picasso. Desde entonces, raro es el salón de diplomático, de
potentado o financiero cristiano, que no exhiba un ídolo Dogon, un tótem
polinesio o una máscara esquimal, mucho más chic que un crucifijo o una Virgen
del Pilar. Recuerdo muy bien una reunión literaria en la que un invitado de
Guinea, no se movió de su sillón, atornillado a un whisky y a la mirada
demoníaca de un muñeco sucio y recosido que reposaba en una urna a la que nadie
excepto él prestaba la menor atención. No abrió la boca y se retiró muy
temprano. Es la única vez que he visto palidecer a un negro. Nadie volvió a
saber nada más de él.”
En esa mirada creyente en el icono bizantino o en el ídolo
africano está toda la enjundia de la fe. La mirada que transforma una tabla
pintada o un ídolo de madera en objeto sagrado al que se teme o reverencia. La
mirada entrenada del entendido en arte, el oído entrenado del musicólogo o
amante de la música. La experiencia estética y la experiencia de fe comparten
capacidad transformadora.
Comentarios
PD. Pequeños accionistas del POP, tic-tac.
Iba en el sentido de la fe que está en la conciencia de la persona, que los objetos o los lugares son sagrados cuando se cree en ello. Eso no es un motivo de desdoro o que le quite "dignidad" al hecho de creer, es sólo una observación frente a la reificación, objetivación, materialismo practicado en "Opus Dei" y organizaciones similares con respecto a lo sagrado, entra en juego la conciencia individual de la que no se puede prescindir y a la que no se debe manipular ni obligar. Que cosas digo...
De ahí también el castigo que espero tiene que estar reservado para todos los innobles que juegan con estos sentimientos tan personales y tan estructurantes cuando son de verdad. Me acuerdo de la piedra de molino y que lo arrojen al mar...