SER CREYENTE

Gracias por el link a Mendoza, vaya personaje. Ahora me explico la proliferación de universidades católicas en España, no hace falta permiso administrativo en virtud de los acuerdos con el Vaticano. Empezó por Academia que daba títulos "homologados" por la universidad pública sin estarlo.
No hubo sanciones a pesar de 800 afectados. Dando facilidades a los italianos para que se eviten el terrible examen de estado en su país si quierer ser abogados, y aquí nadie sanciona.

Extendedor de cheques millonarios y amiguísimo de Ratzinger...que da la comunión a su hija y se fotografia en su casa. Por encima de la ley, un intocable, practicante de la política de hechos consumados, nadie le persigue por ocupar terrenos no urbanizables, el mismo concejal que debería perseguirle da clase en su universidad. País de charanga. Con Opus a partir un piñón, es calcado a ellos. Pero los kikos llegaron primero. De todas formas no sabía nada de esta uni, sólo que está llena de profes opusinos, ¿No andaba Higinio por allí? ¿y una tal De Tomás?

El obispo Reig Plá que tanto dió que hablar con los homos, resulta que llegó a Alcalá "expulsado" de Murcia por querer quedarse con la uni de Mendoza. Pero Mendoza tiene amigos poderosos, Ratzinger, Bertone, sus cheques anuales a Roma. Total que la patada se la dieron al obispo. Vaya panda. Que está gente diga homilías sobre cualquier tema que no sean los "contactos" es para salir corriendo, por no decir cosas más duras, más fuertes e impropias de mi cargo y posición.

Los "filósofos" en la luna con nuestras disquisiciones, la política eclesiástica va por otros derroteros.

Schleiermacher desplaza el límite entre fe y saber en beneficio de una fe auténtica más allá de la mera razón. Lo religioso está dentro de la conciencia por derecho propio. No le interesan tanto los contenidos de esa fe, (evidente, es lo de menos), como qué significa en la realidad ser creyente.

Distingue entre una teología científica, que elabora los contenidos de la fe y la piedad que inspira la vida personal del creyente.

La fe tiene su lugar trascendental junto al saber, la intuición moral, la experiencia estética. La persona creyente en el sentimiento de piedad se da cuenta inmediatamente de su espontaneidad y de su dependencia respecto de otro superior.

Para un sujeto finito en el mundo ni la libertad absoluta ni la dependencia absoluta son pensables. El mundo nos imponte limitaciones, y una dependencia absoluta no es compatible con la distancia al mundo que nos permite objetivar, conocer, captar las cosas.

Pero cuando el sujeto se aparta del mundo, en la noticia de su propia vida consciente se apodera de él un sentimiento de total dependencia, en el autocercioramiento intuitivo se hace consciente de su dependencia respecto de otro que hace posible nuestra vida consciente.

Este análisis trascendental del sentimiento de piedad proporciona a la experiencia religiosa una base universal independiente de la razón teórica y de la razón práctica.

La experiencia religiosa que arraiga en la autoconciencia inmediata puede reclamar su condición de cooriginaria con la razón.

Esta religión filosófico-trascendental tiene la ventaja de poder tener en cuenta el pluralismo religioso en la sociedad, sin tener que recortar de sus derechos a las tradiciones religosas.

El sentimiento universal de dependencia se ramifica en tradiciones diversas tan pronto como el sentimiento piadoso cobra en la asociación comunicativa de los creyentes, la figura práctica de una fe practicada eclesialmente.

Desde estas premisas las diferentes iglesias pueden tener su lugar en la sociedad moderna y plural, unas al lado de otras. Pueden practicar la tolerancia mutua, reconocer el orden secular del estado liberal y respetar la autoridad de las ciencias sin perjuicio de su respectiva pretensión de verdad frente a no creyentes y creyentes de otras religiones.

En ese estado de convivencia de diferentes confesiones, las pruebas medievales (y de la primera modernidad) de la existencia de Dios son superfluas. La teología se puede instalar en las universidades como una facultad más sin problema, como ocurre en Alemania, en cuyas universidades estatales hay facultades de teología protestante y facultades de teología católicas.

No obstante hay un precio a pagar por esta nueva armonía fe-razón establecida por Schleiermacher: la integración social  de la iglesia y la privatización de la fe privan de su fuerza explosiva intramundana a la fe, le quitan  fuerza reformista e incluso revolucionaria del orden social. El reino de Dios se retira al alma de los individuos. 

(De Habermas, Límite entre fe y saber)