EN FILIPINAS

 MAGNUM OPUS DEI: de Dios y la codicia , libro basado en hechos reales escrito por el Dr. Luis Esteban Latorre que fuera sacerdote del "Opus Dei"    Parte 1. Fui sacerdote del "Opus Dei"

Fui sacerdote del "Opus Dei" durante veinte largos años. Mis padres también se unieron al "Opus Dei", donaron a la organización religiosa, ahora llamada “Prelatura Personal”,

tres bienes inmuebles (lo mejor de sus propiedades), y también donaron a sus dos únicos hijos, yo y mi hermano Bobby, ambos fuimos sacerdotes del Opus Dei. Mi padre era el único hijo sobreviviente de todos sus hermanos,  con sus dos hijos como sacerdotes célibes en el Opus Dei, las generaciones futuras ya no llevarían su apellido. 

Nunca me arrepentí de haberme unido al "Opus Dei", sigo siendo un católico muy conservador. Pero a la larga, sus disciplinas y prácticas conspiraron para alienar mis instintos básicos y me llevaron a renunciar voluntariamente a la Prelatura y arriesgarme a la acritud de mis amigos y mi hermano. Los miembros del "Opus Dei" me trataron como un leproso espiritual, a pesar de que seguía siendo sacerdote en la diócesis de Malolos, Bulacan. 

Mis padres resintieron este trato y renunciaron al "Opus Dei". Antes de morir mi padre, me arrancó la promesa de escribir sobre mis experiencias en la obra, como llamamos al "Opus Dei". Lo hago en esta serie de artículos. Hice más: decidí dejar el sacerdocio, casarme y darle a mi padre un nieto para que su apellido no se pierda. 

Estudié primaria y secundaria en La Salle, continué en Ateneo (Associate of Arts, Dean's List); en la Universidad de Filipinas (Bachelor of Arts, cum laude), y en la Universidad de Navarra en España y Roma (Ph.D. en Teología, sobresaliente cum laude, luego de obtener mi MA en Historia y Filosofía).

 En La Salle, estaba en una clase que se aceleró al saltarse el séptimo grado y pasar directamente a la escuela secundaria, después de una rígida prueba de coeficiente intelectual. Realmente pertenecí a tres clases en La Salle, incluida la clase que dejamos atrás y la clase a la que nos ascendieron. Y de ahí salió la generación que ya está tomando el liderazgo de nuestro país, Filipinas: 

la clase que dejamos atrás, de las secciones no tan brillantes, incluía a Teddyboy Locsin, secretario de prensa de Aquino, ahora editor de Globe; Quinito Henson, comentarista deportivo de TV y jefe de campaña de Dending Cojuangco; Joaquín “Wacky” Trillo y “Doctor” Andy Jao, comentaristas deportivos de la PBA; Tommy Manotoc, deportista y esposo de la reina de belleza de 1970 Au-Au Pijuan e Imee Marcos. 

En la clase que se adelantó estaban Anthony Aguirre, graduado de Harvard y presunto heredero del Banco Filipino; Vincent Tan, presidente de Ayala Land de Jaime Zobel; Bertie Lim, hermano de Cheche Lazaro y presidente del holding Anscor de Andrew Soriano III [más tarde se convirtió en Secretario de Turismo]; Louie Ysmael, propietario de la discoteca Euphoria; Celso Lobregat III, loverboy y hoy diputado de Zamboanga; Charlie Rufino (magnate inmobiliario), Digoy Fernandez (sobrino de Jobo), el mejor alumno Rhett Pleno y yo. 

La clase a la que nos ascendieron incluía a José Miguel Cuisia, que se parece a su hermano Joey Cuisia; Mariano y Joey Velez, hermanos de Bobong Velez, dueños de Faces Disco y restaurante Doña Nena; abogado Tony Arellano, yerno del incondicional de KBL Conrado Estrella, ex Sec. de Reforma Agraria; Delfin DC Gonzalez, Contralor de la Corporación San Miguel; Boy Feria, hijo de SC Justice Feria; y Rogelio “Babes” Singson, luego se convirtió en Secretario de DPWH. 

Me atraía la idea de apostolado laical de la Obra. Empecé a frecuentar el único Centro de Estudios del Opus Dei que entonces se llamaba Maynilad. Otros que acudieron con el mismo entusiasmo fueron Ernie Ordoñez, subsecretario de Comercio e Industrias; Cayetano Paderanga, secretario de NEDA de Cory; José “Boy” Kalaw, ahora director del Centro de Recursos de Medios de Vida y Tecnología (TLRC); y el economista y columnista del Manila Standard, Calixto Chikiamko, la mayoría de los cuales eran activos en la Acción Católica Estudiantil, pero nunca se unieron al "Opus Dei". 

FUERA DEL OPUS DEI por Hilarion M. Henares Jr.

La primera vez que oí hablar de Luis Estaban Latorre fue a un amigo que me contó que sus padres habían dejado toda su herencia al "Opus Dei", sus dos únicos hijos se habían hecho curas, una valiosa casa y una propiedad en Dasmarinas Village y unos campos de cultivo en Lipa, Batangas, además de un local comercial en Remedios Street en Malata, Manila. 

Me contaron que el hijo mayor, Luis Esteban, había abandonado od y se decía que había sufrido un colapso nervioso además de haber degenerado moralmente.En aquellos momentos amigos que pertenecían a Jesuitas, Benedictinos, Dominicos y las Hermanas de Maryknoll me animaron a que escribiera sobre "opus dei", institución a la que denominaban "Pulpo Opus Dei", Santa Mafia y Opus Diaboli.

La primera vez que me reuní con Esteban Latorre en efecto había sufrido un colapso nervioso, sus manos temblaban sin control, como si fuera un drogadicto a quien se ha separado de su adicción abruptamente o como Rubashov en la novela de Arthur Koestler Oscuridad a mediodía, exhausto, desilusionado, desesperado, desmoralizado.

El asunto había empezado cuando Esteban quiso participar en el movimiento contra el dictador Marcos, lo que no fue visto con buenos ojos por el dirigente español del "opus Dei" el padre José Cremades. Eran los tiempos en que Julieta, la mujer de Koko Romuáldez, pertenecía al "opus Dei". Esteban fue destinado por el "Opus Dei" a la Argentina a modo de exilio y le quisieron retirar su pasaporte y sus papeles.  Pero gracias a Dios, dos mujeres pagaron su pasaje y lo devolvieron a la civilización. Dejó el od después de más de 20 años dentro, 10 de ellos como sacerdote.

Cuando iba a viajar a Estados Unidos lo hicieron volver a Filipinas y a pesar de las taimadas sugerencias opus con respecto a él, Cirilo Almario, obispo amigo de la familia, lo acogió y lo nombró director del Seminario Diocesano de Guiguinto, en Bulacan, y encargado de la editorial de la diócesis. Trabajó también a las órdenes del cardenal Sin presidiendo la Catholic Publisher's Association y como director ejecutivo de la Annual Asian Catholic BookFair.

Después de tres años ejerciendo de cura rural, Esteban se sintió fuera del tiesto con sus compañeros curas y con la sociedad en general. Se le ocurrió unirse a los Jesuitas pero su antiguo profesor Raul Bonona, SJ, le desanimó porque habiendo pasado por la formación opus era "como un pulpo en un garaje" incapaz de adaptarse a cualquier otra cosa.

Como ya han relatado muchos otros ex miembros, OD aisla a sus numes de la familia y amigos, los somete a rituales secretos, a la mortificación corporal, a la confesión en público y a una vigilancia inquisitorial que se parece a lo que hacían los comunistas. Cada nume tiene asignado un director espiritual que actúa como comisario e inquisidor. Solo puede confesar con otros curas opus y está obligado a contar fuera del confesonario lo mismo que confesó al director espiritual laico, de manera que los superiores puedan estar informados. 

Aislado de su familia y amigos, Esteban iba a la deriva en un mundo que le resultaba desconocido y amenazante, además de arrastrar con él los rumores sobre sus desviaciones morales y vida pecaminosa, a pesar de que seguía siendo un cura devoto y cumplidor de sus deberes hacia Dios. En este punto se decidió por el único amor no egoísta que se le ofreció, el amor de una mujer encantadora.

Parte 2. Evelyn, de la oscuridad a la luz

Lo mejor es preguntar al protagonista para continuar con la historia:

Dejé el od en octubre de 1987, mi hermano pequeño, el padre Roberto Latorre, también cura od, intentó reconducirme al redil. Como no lo consiguió empezó a despreciarme. Mis antiguos colegas opus difundieron el rumor de que me había vuelto pecador y degenerado. Mi familia y mis amigos me abandonaron, porque pensaban que yo había sido infiel a mis votos. Pero yo seguía siendo un cura del Señor. Me fui de Manila para trabajar como humilde cura rural en Bulacan y sumergirme en ese trabajo de Dios.

Pero cuando el día terminaba y me acostaba exhausto después de mi labor, en esa zona entre la vigilia y el sueño, me sentía mal, solo, deprimido, sin amigos, engañado y apaleado.

Recuerdo un escrito de Larry Henares:

"Todos los que habéis perdido el amor, o los que nunca fuisteis amados, no desesperéis. Sigue adelante y busca el brillo del amor en tu vida, que ilumine tu mente, que dé calor a tu corazón para siempre. Si la soledad te cae encima, y te deja frío y abandonado en la noche de tu última oportunidad, agárrate a la mano que te es ofrecida y sal de la oscuridad a la luz". 

En la noche de mi última oportunidad, ella llegó a mí como el sol de la mañana, mi única amiga en el período más oscuro de mi vida. Se llamaba dr Evelyn Hernandez, una ortodoncista que acudía a la clase de Biblia que yo impartía en la San Juan Residence del CPA Carlos J. Valdez. Nos conocimos en 1989 y nos casamos en 1991en una ceremonia civil presidida por el juez de  Pasig, después de un cortejo que fue con un torbellino de 4 meses.

Sin decir porqué dije adiós a mis colegas sacerdotes del seminario de Malolo del que era decano, a los siete barrios de Bulacan donde celebraba misa los fines de semana y al obispo Almario que me había acogido en su diócesis cuando "Opus Dei" me excluyó y aisló.

Era un cura que vivía en pecado y pedí la dispensa al Papa. Esto solo lo podía hacer a través del opus dei que cruelmente se negaba a dar trámite a mi petición. Dejé de celebrar misa y abandoné mis tareas pastorales. Pero seguía siendo un buen católico, que acudía a misa con mi mujer aunque no comulgaba.

Mi madre, una devota católica, estaba desgarrada por un dilema moral, y tuve que soportar la humillación de vivir con mis suegros, porque no quería que mi madre se viera obligada a escoger entre sus dos hijos. Haciéndolo privé a mi madre de mi amor y del de su único nieto, Porfi.

Los miembros del od que se llaman a sí mismos escogidos por Dios, decidieron alienarme del mundo, extendiendo rumores sobre mi vida matrimonial y profetizaron los peores males y castigos divinos. Todas estas faltas de caridad lograron que cada cosa mala que me pasaba me llenaba de sentimientos de vergüenza y nos llevó a mí y a mi mujer al límite de la locura y la desesperación.

En ese momento conocí a Larry Henares y su mujer Cecilia, por mediación de mi tío Cesar Almeda, el único de mi familia que no es opus. Todavía tenía que pasar lo mejor y lo peor.

Cuando conocí a Larry Henares era un refugiado del Opus Dei y él era el columnista más leído en el país y un crítico del opus. Como sexto en la jerarquía informal del opus, tenía como tarea prohibir a los miembros la lectura de sus escritos y tenía que rezar por la salvación de su alma.

Larry me decía riendo: "con 5000 opus rezando por mí, iré al cielo antes que Bernie Villegas". Y no tengo ninguna duda al respecto porque Larry es mejor cristiano que sus detractores. Larry y su esposa Cecilia me trataron como a un hijo en mis días más oscuros, y me devolvieron la autoestima y mi propia valoración, y milagro entre los milagros, lograron reconciliación entre mi madre y yo y entre mi madre mi esposa y mi hijo.

"Su hijo le cuidará hasta el final de sus días, y su nieto es su única oportunidad de inmortalidad" dijo Larry a mi madre, Generosa Osang Almeda Latorre.

Había dejado atrás 20 años en el "Opusd". Mis compañeros de estudios como Teddyboy Locsin, Ernie Garilao, Vicent Tan, Tony Carpio, Mariano del Castillo, Renato C Corona y Anthony Aguirre ya estaban en el gobierno, en la judicatura y en los negocios. Y yo que tenía mejores títulos que la mayoría de ellos estaba como un niño que acababa de salir de la escuela, sin experiencia práctica, sin vínculos profesionales, sin saber del mundo fuera de los muros del od. Mi mujer ganaba más que yo en su trabajo de ortodoncista.

No había visto una película en 20 años, ni había ido a una discoteca, ni a una fiesta ni a un concierto ni a una reunión política. Era literalmente como un bebé abandonado en medio de la calle. Larry me puso al día, y forzó al od a escucharme, a respetarme e incluso a temerme.....


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