DIALÉCTICA INFERNAL

Interesante lo que dice Diego y se me había escapado, de modo que el Papa "metió mano" en CyL y el dirigente "carismático" sucesor del founder seguirá pero con una fecha de caducidad, y vigilado por otro dirigente. Elemental. Los cargos no pueden ser perpetuos, degeneran en tiranía, los cargos de la base variaban, conforme subías en la pirámide mandantaria proliferaban los asentamientos vitalicios. Así que se espera que algo similar ocurra en el caso que nos ocupa.

 Hacer dimitir a quien desde los tiempos fundacionales prácticamente se designó como sucesor del sucesor del sucesor...de producirse, será un seísmo 8 en la escala de los seísmos eclesiales. Yo era bien pequeña cuando se nos dijo quien vendría después de A, después de J. Estaba predestinado desde hace casi medio siglo.

De cómo transformar asociación de malhechores en asociación de fieles sin pasar por la cárcel ni pagar un solo céntimo de multa por engaño. Veremos qué resulta, lo único que tiene futuro son las piedras y el dinero en paraísos fiscales y fundaciones, es lo real, lo demás no se tiene de pie. Pero el capital se basa en la confianza de todos a los que han desplumado porque se fiaban, si hay una pérdida de la misma, tardará pero caerá. 

Y cuando la emisión se pone más interesante con la intervención de Agustina hay que cortar: tiene experiencia de que entrevistarse con nuncios no es fructífero. En efecto, debería de ser cosa sabida, los eclesiásticos diplomáticos no están para solucionar estos líos y el resto de eclesiásticos españoles temen al opus más que a un "Nublao", No tocar, peligro de muerte.

DIALÉCTICA INFERNAL

Lo he encontrado en Jano de A. Koestler, un periodista y escritor de vida agitada nacido en Hungría . Conoció las cárceles de Queipo de Llano en 1937, a punto estuvo de que lo fusilaran en esa ocasión. Perteneció al Partido Comunista soviético durante unos 7 años y fue de los primeros intelectuales en desvelar todo lo que no funcionaba en la URSS.

Jano trata de la doble cara de los subtodos que componen cualquier todo. Por ejemplo nuestro cuerpo está hecho de subtodos, el estómago es un subtodo que si por un lado es una pieza más del aparato digestivo y en ese sentido tiende a integrarse en el sistema, por otro está compuesto de células que todas juntas funcionan para la autoafirmación del estómago como un órgano en sí mismo. Y esta doble faz se puede aplicar a todos los campos posibles e imaginables.

Jano, el dios de las dos carasJano, el dios de las dos caras

También el ser humano muestra la doble cara. Cada individuo como tal tiende a su autoafirmación, la conservación de su vida e identidad. Pero por otra parte forma parte de una familia, de una sociedad en la que se integra y con la que se identifica, puesto que ambas son necesidades humanas: ser uno mismo frente a los demás y sentirse integrado.

Interesante darse cuenta con este autor de que los grandes crímenes de la humanidad no han sido obra de individuos aislados, psicópatas en busca  de autoafirmación. Aunque los haya habido. Sino más bien proceden de la otra cara de nuestra existencia y condición.

“Desde el alba de la civilización nunca hemos padecido penuria de reformadores iluminados. Profetas hebreos, filósofos griegos, sabios chinos, místicos indios, santos cristianos, ilustrados franceses…todos  han denunciado las guerras y la violencia y apelado a la naturaleza perfectible del hombre sin éxito. Como ya hemos sugerido….La falacia de base consiste en cargar todas las culpas sobre el egoísmo, la codicia y la supuesta destructividad del hombre, es decir, sobre la tendencia autoafirmadora del individuo….Nada más lejos de la verdad.

Ningún historiador negará que el papel desempeñado por los crímenes cometidos por motivos personales es muy reducido si se compara con las vastas muchedumbres sacrificadas en aras de la lealtad hacia un dios celoso, un rey, una patria o un sistema político….

Las cámaras de gas y los crematorios trabajaban en pro del advenimiento de un milenio de un nuevo tipo. Repitámoslo una vez más: a lo largo de la historia humana, los estragos desencadenados por las demasías de la autoafirmación individual son desdeñables si se comparan con las masas sacrificadas ad maioren gloriam, y como resultado, de la devoción autotrascendente a una bandera, una fe religiosa o una convicción política. El hombre se ha mostrado pronto no solo a matar, sino también a morir por causas buenas, malas o completamente gratuitas. ¿Qué mejor prueba podemos encontrar del impulso hacia la autotrascendencia?

Así pues los antecedentes históricos nos enfrentan a la paradoja de que la tragedia del hombre hunde sus raíces no en su agresividad, sino en su devoción a ideales transpersonales: no en un exceso de autoafirmación individual, sino en un funcionamiento defectuoso de las tendencias integradoras de nuestra especie.

Mas ¿cómo surgió esta paradoja?

Recordemos que en la polaridad básica subyacente en los fenómenos de la vida, la tendencia autoafirmadora constituye la expresión dinámica de su “faceta global”, y la tendencia integradora la expresión de su “faceta parcial”, es decir de su subordinación a un todo más amplio…En una sociedad bien compensada ambas tendencias desempeñan un papel constructivo a la hora de mantener el equilibrio…..

Sin embargo las extravagancias de la tendencia integradora son menos evidentes y más complejas. Un factor patógeno es que el retoño humano se ve sometido a un período más largo de desvalimiento y dependencia total de los adultos que la cría de cualquier otra especie. Es posible que esta experiencia prolongada se encuentre en la base de la pronta sumisión del adulto a la autoridad y de su sugestionabilidad cuasi hipnótica a doctrinas y mandamientos éticos, su impuso a la afiliación, identificación con un grupo o un sistema de creencias….

En estas manifestaciones patógenas de la tendencia integradora cabe distinguir tres factores:

-la sumisión a la autoridad que emana de una imagen paterna

-la identificación incondicional con un grupo social

-la aceptación acrítica de un sistema de creencias.

El primero es un lugar común desde Freud. El líder que se arropa con la imagen paterna puede ser un santo o un demagogo, un sabio o un maníaco….Es evidente que entre sus cualidades está la capacidad de influir en ciertos denominadores comunes de las masas sometidas a su dominio, entre ellos, la sumisión infantilizada a la autoridad (que podemos comprobar todos los días a nuestro alrededor, sin que se trate siempre del “Opus Dei” ni de la Iglesia).

La relación líder-secuaz puede comprender a toda una nación, a una ínfima secta de devotos, a una pareja o al padre confesor. El elemento común es el acto de rendirse a discreción.”

En cuanto al segundo factor, la identificación emocional con un grupo puede ser plenamente efectiva sin mediar contacto físico. Siempre está latente la posibilidad de convertirse en víctima del fanatismo grupal aunque estemos encerrados en casa.

La cuestión del líder, una vez implantado el movimiento religioso o político, una vez puesto en marcha, dicho líder “se puede ir al Cielo” que la cosa sigue. El factor que da cohesión es el credo, un sistema compartido de creencias con el consiguiente código de conducta.

El tótem o fetiche en cada caso puede ser distinto. El es quien da unidad al grupo: iconos sagrados, el pendón de un regimiento por el que el soldado está dispuesto a dejarse matar.

Puede que el grupo se vea como Raza elegida, cuyos antepasados cerraron pacto especial con Dios, o simplemente “hubo contactos celestiales” que autorizan todo lo que vino después. Acaso la observación de determinadas normas y ritos faculta para formar parte de una élite privilegiada en la vida futura, o como en la URSS, el trabajo obrero incorpora a “la clase salvadora”.

Los argumentos racionales ya no entran en línea de cuenta aquí, debido a que la identificación con el grupo siempre implica sacrificio de las facultades críticas de los individuos además de la amplificación del potencial emocional de dichas creencias por una especie de resonancia grupal. Nos retroalimentábamos unos a otros en nuestra ilusión colectiva, especialmente en diversos eventos masivos, que te sacaban de tu día a día. UNIVs y demás convivencias o tertulias internacionales que le daban consistencia a lo que era farsa completa.

Es increíble, cuando pienso en UNIV concretamente, todas sufriendo, unas porque se les presionaba para pitar, otras porque tenían que presionar a las pitables, algunas, bien pocas de relleno…y poniendo buena cara, qué divertidas tertulias, Cortile y ¡qué bella es Roma! La procesión iba por dentro y así era en general la vida, porque tus dolores te los tenías que guardar para ti.

Un grupo es un todo, que tiene sus normas, y es más que la suma de las partes aisladas. Y sus actividades dependen también de las interacciones como un todo con otros “todos” de un nivel más alto en la jerarquía.  “Opus Dei” no es un platillo volante aterrizado, se inserta en todo social, España franquista y dictatorial mayormente, sociedades similares donde el catolicismo es ley, y en la España posfranquista en la medida en la que disfrutamos de abundantes supervivencias del régimen anterior.

Una fuente de problemas añadida es que el código de conducta de este grupo social incluye además preceptos e imperativos morales con pretensiones de universalidad. Evidentemente no se iba con la pretensión por delante, dicha pretensión estaba respaldada por la voluntad salvífica de Cristo para con la humanidad, creencia que es un constructo eclesiástico y hoy observamos cómo cambiando las coordenadas sociales, la propia Iglesia católica se tensiona, disimula y cambia, por puro instinto de supervivencia. Recordemos el compelle intrare que tanto se nos repetía, pasaje evangélico del elenco escrivariano totalmente sacado de contexto y empleado a diestro y siniestro para justificar las necesidades operísticas de carne fresca.

Observamos aliviados que no es el estilo del actual Papa lo cual es un avance. Era nuestro estilo incluso cuando ya estaba demodé porque todo había cambiado a nuestro alrededor.

De manera que no nos podemos engañar, había unos imperativos que se querían trasladar hasta el último rincón del último pueblo. En sueños, pero dichos imperativos llevaban una fuerte carga emotiva, y la mentalidad grupal reacciona con violencia ante cualquier amenaza a sus creencias más arraigadas.

En conclusión, en la mentalidad grupal la tendencia autoafirmadora es más fuerte que en el individuo aislado, y al identificarse con el grupo el individuo adopta un código de conducta distinto al suyo propio. El individuo aislado no es un matador, el grupo sí lo es. Y al identificarse con el grupo el individuo se convierte en lo mismo.

Total paradoja, precisamente el acto por el cual me autotrasciendo, cuando voy más allá de mi interés egoísta de autoafirmación personal, “estoy siendo generosa con el Señor” como solíamos decir, refuerzo las tendencias autoafirmadoras del grupo. Le dábamos vidilla a la mafia con nuestro entusiasmo automortificante y sacrificado.

“La identificación con el grupo constituye un acto de devoción, de sumisión amorosa a los intereses de la comunidad, una rendición parcial o incondicional de la identidad personal y las tendencias autoafirmadoras del individuo.  Éste hace dejación de su “condición de todo”, en beneficio de su “condición de parte” ….

Hasta cierto punto se despersonaliza, se vuelve desprendido en más de un sentido. Puede demostrarse displicente ante el peligro, se siente impelido a ejecutar actos altruistas, incluso heroicos, hasta el extremo del propio sacrificio y a la vez conducirse con crueldad despiadada con el enemigo real o imaginario del grupo.

Aquí hay que destacar a las ovejitas luceras de base capaz de pegarse por la calle con todo aquel que pusiera en solfa una coma de la ley, mientras la high practicaba la diplomacia con el poderoso sobre todo y  las buenas maneras. Como para no verlo que sigue pasando en tantas organizaciones, los diplomáticos de la corbata que dan buena imagen y los enrabietados de a pie. Por no hablar de las que no salían de sus despachos y vida cómoda sino era para dar consignas y dictar frente a las que tenían que salir a los caminos y dar la pelmada haciéndose la encontradiza y arrastrando a las almas a diversas actividades “quieras que no”.

Pero la brutalidad del que se ha identificado totalmente con od siendo el mismo od es impersonal y desinteresada, se ejerce en interés del todo, está presto a matar y a morir en su nombre.

“La conducta autoafirmadora del grupo hunde sus raíces en la conducta autotrascendente de sus miembros, el egotismo del grupo se nutre del altruismo de sus miembros”.

La dialéctica infernal de este proceso se refleja en la lealtad al clan que engendra las camarillas o en el patriotismo que se convierte en patriotería, el fervor religioso que se convierte en fanatismo y el Sermón de la Montaña en la Iglesia de las Cruzadas.

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