Amores y desamores periodísticos

He sospechado de este chico, con cara de alumno del centro de estudios y que ahora se planta con una cita teresiana en el tshirt... 

Pero lo cierto es que su canal es interesante, deshuesa los tema y realiza toda una meritoria labor de documentación e historia de los medios de comunicación españoles. Sin despreciar ningún género y siguiendo las polémicas de principio a fin. 

Pongo este vídeo ya que sale el más famoso supernume, eso dicen, parlamentario que fue del PP en el parlamento catalán, propietario de medios de comunicación, en lucha por defender los valores de toda la vida. Encuentros y desencuentros con Jiménez Losantos. En disputa por la audiencia tradi, votantes PP y Vox, y todos los matices que se quieran añadir. Losantos fustiga a los dirigentes peperos nacionales, pero nunca a los madrileños que algo tienen que ver en que su radio subsista.

Gran observador de medios, superdotado documentalista, aunque haya rozado un Retamar o cualquier otro antro de perdición como no sé porqué me parece. Quizás no y solo procede de una familia muy religiosa. Alguna vez ha hecho mención a este aspecto de sus progenitores.

UN VIEJO RENCOR

En el Vaticano todo es supersecreto, pero no hay secreto que resista a unas cuantas liras. Hay todo un trafico de documentos y no hay biografía oficial que aguante la luminosa veracidad de los papeles con sellos. 

Cuando era cardenal y visitaba centros romanos de encuentros sacerdotales

El caso por ejemplo de aquel joven sacerdote polaco, Karol Wojtyla que llegó en 1946 a Roma con la intención de doctorarse en la prestigiosa Gregoriana que dirigen los jesuitas y que no fue admitido porque no dio la talla, las elevadas notas de aptitud requeridas por el establecimiento que educa a la élite eclesiástica.

He aquí algo que se les puede reprochar a los jesuitas, no supieron adivinar que aquel rústico iba a ser Papa. Son cosas que no perdonan.  Wojtyla tuvo que contentarse con el Angelicum donde se laureó con una tesis sobre San Juan de la Cruz. Un texto que pasó inadvertido en los Anales de la Academia Eclesiástica y que tuvo que esperar, para ser publicado,  a que su autor llegara al Pontificado.

Los jesuitas tienen una memoria prodigiosa. El Papa, también. Ni los jesuitas ni el pontífice han olvidado que siendo ya obispo, Wojtyla pasó a ocupar una cátedra universitaria; en Cracovia se vio de nuevo duramente humillado por un profesor jesuita, a propósito de unos trabajos sobre Max Scheler y su teoría de los valores. 

 

Cortada para siempre la prestigiosa carrera intelectual esperada, no le quedó más remedio al joven obispo que dedicarse a las tareas pastorales, en donde, por cierto, hizo una carrera fulgurante.

Se le nombró obispo auxiliar de la sede de Cracovia y su primera actuación fue dictar normas que ponían a las Congregaciones religiosas bajo sus órdenes directas. Algunos se resistieron, como los agustinos, y fueron castigados, y otros, como los jesuitas , no debieron actuar a gusto del obispo, que prescindió de ellos e introdujo, en los puestos claves de la diócesis, a gente del "Opus Dei".