CONSUELO

Gracias por compartir lo del juicio y tantas cosas interesantes.

La historia de "Las supervivientes" de los rituales satánicos me ha traído el recuerdo de Consuelo García del Cid a la que descubrí hace casi 10 años. La que se armó porque osé decir los paralelismos y coincidencias entre usos y costumbres de Auxilio Social hacia las mujeres durante la etapa franquista con nuestros usos y costumbres.

No en vano Auxilio Social en manos de sección Femenina de Falange y nosotros somos dos plantas del mismo ecosistema. Fue la pieza del puzzle que me faltaba, el testimonio de Consuelo, sus trabajos sobre el Patronato de la Mujer, las famosas Villa Teresitas de nuestra infancia donde se acogía a chicas caídas o a punto de caer. 

En el documental "Los internados del miedo" descubrí a esta mujer (min 55:00). En 1975  cuando tenía 15 años y vivía en Barcelona un buen día de madrugada llegó el médico de cabecera a su dormitorio con su madre: "te vamos a poner una vacuna". Sí, tal vacuna que se despertó en Adoratrices, calle Padre Damián 52 de Madrid. En otros vídeos añade que ese médico de la vacuna era opus. Su testimonio me resultó fundamental para comprender y tirar del hilo, fue normal quitar de en medio a las hijas rebeldes, vía médicos, vía monjas, encierros indebidos por mal comportamiento, que no consistía en quemar contenedores, simplemente "no podemos con ella". Nada de lo que nos pasó surgió de una nave espacial. 

Además el documental en cuestión ilustra mediante testimonios los malos tratos a los niños "pobres" que se prodigaban en esos internados así como en centros de vacaciones que había en la sierra de Madrid. Todo para hijos de "proletarios". Era como un opus para pobres. El artículo que le dediqué está en OL, 17 de junio de 2016. Fue una pieza fundamental en mi proceso de autoaclaración existencial. Por estas Supervivientes del satanismo he recordado estos malos tratos a los niños huérfanos sin las truculencias de los ceremoniales, pero crueldades sin fin por las que nadie ha pagado ni ha pedido perdón.

Como expone Consuelo García del Cid hasta el año 1985 funcionó el Patronado de la mujer y seguidamente se procedió a su transformación democrática sin que hubiera un proceso de reflexión y sentar nuevas bases totalmente ajenas a los procedimientos dictatoriales. Por lo que gracias a Consuelo y abogadas luchadoras que hay en España nos hemos enterado de cómo los servicios de bienestar social tienen demasiada facilidad para arrebatar custodias. Es un tema olvidado pero que clama al cielo.

En lo que a mí respecta hoy me doy cuenta de los motivos que hicieron que encajara bastante bien y sin traumas la lista de "extravagancias" pasadas de moda que se daba en las administraciones de los centros: el trato paternalista y clasista a las auxiliares, la separación con las numerarias en comedores, tipos de ropa, el uso del usted entre nosotras aunque ellas tuvieran 50 años y yo 17... que siempre estuvieran vestidas con la bata y el delantal de trabajo mientras que nosotras usábamos ropa de calle cuando íbamos a misa, oración, tertulias, comidas, la infantilización de estas mujeres...

La explicación es que desde muy niña había visto comportamientos similares en el Hogar de Auxilio Social de Pamplona en el que una prima de mi madre trabajaba como directora del mismo. Hay que decir que esta señora (D.E.P) probablemente no había cursado ni magisterio, entró por enchufe como se hacían entonces las "colocaciones". 

La recuerdo diciendo esta palabra a diestra y siniestra, era la madrina de mi hermano y mi madre se sentía muy unida a ella, mi madre era hija única y había perdido a su madre con 8 años, por lo que esta prima y sus hermanas eran su familia más cercana y querida. La tía ejercía de auténtica "madre superiora" en el Hogar. Si ella consiguió el puesto en los años 40 estimo, por uno de su pueblo cargo medio alto en Falange de Pamplona, sección Auxilio Social, a su vez fue enchufando a todas las parientes: su hermana enfermera, mi madre hizo de contable un tiempo y muchas mujeres del pueblo que pasaban necesidad encontraron colocación de cocineras, planchadoras, pinches, limpiadoras...gracias a la tía.

Todo esto resulta muy sorprendente y antediluviano, pero así era la España de Franco. Hoy en día te piden un diploma o certificado hasta para ser pinche de cocina o utilizar una vibradora, cosechadora, máquina agrícola cualquiera. Entonces los contactos lo eran todo. 

Cuando por motivos de intervención quirúrgica paterna mis padres se tenían que desprender de nosotros, niños de corta edad, mi madre me confiaba a la tía directora del Hogar. Así que además de las visitas que le hacíamos con regularidad pasé temporadas allí. Era una enana de 4 ó 5 años. Pero ya desde entonces entré en contacto con las dos clases sociales bien distintas que había en aquel centro: las señoritas, las maestras, y el personal no docente, siempre de uniforme que llamaban de usted a las otras, comían en comedor aparte y aunque no se las llamaba sirvientas, ese era su papel.

En el amplio hall del Hogar te recibía un enorme trono del sagrado Corazón como entonces se estilaba, en frente nada más entrar, de allí partía la escalera hacia las habitaciones "Individuales" de 50 de las chicas, Porque durante la mayor parte del tiempo los hogares eran masculinos o femeninos. En los 70 empezaron a mezclar, justo antes de su desaparición.

Otra característica que más tarde encontré en opuslandia la veneración hacia la directora, que se manifestaba en que tenía su despacho y su habitación en pasillo aparte, que tenía tele ´de uso individual y si quería le llevaban la cena a su cuarto, no tenía porqué comer en el comedor con las maestras, aunque  lo hacía al mediodía por sistema.  Y por supuesto el día de su santo, 24 de junio, todo el colegio se paralizaba para celebrarle con misa y festejos variados desde la mañana hasta la noche. Típico del paternalismo que el franquismo ejercía sobre las clases desfavorecidas. Como nosotros celebrábamos nivel fiesta A, es decir, el máximo, cumpleaños y santo del Padre, Alvaro en tiempos, 19 de febrero. Tiros largos. Y no digamos el del founder, 9 de enero, misa  y comida por todo lo alto y con toda solemnidad. 

No había correcciones fraternas ni cilicios, sí había capilla, misa, confesor asignado. De los malos tratos que se dicen en el documental no puedo hablar, era muy pequeña. Recuerdo los pasteles que llegaban todos los domingos de un conocido establecimiento, los dejaban en un cuartito hasta la hora de comer, vivíamos  la emoción de que la tía nos sacara un par antes de mediodía. 

Las chicas internas iban siempre con su batita, solo se ponían ropa de vestir si salían a la calle, y no sé muy bien cuando se daban esas salidas, estaban allí todo el día. De vez en cuando ¡emoción! porque algunas tenían madre o padre o parientes y las llamaban por teléfono. Esa era otra característica, el teléfono para todas las residentes era uno y estaba en portería, las alumnas mayores hacían turnos de atención al teléfono por las tardes. Se recorrían el colegio buscando a la alumna llamada. En el centro de estudios opusino también nos tocaba atender portería y teléfono. 

Por encima de todo, destaco la labor de la tía colocando gentes de su pueblo que a veces le salían rana porque no tenían la formación precisa o no sabían lo que es un trabajo. Así que con esa mentalidad afrontó mi madre opus en Pamplona, "a ver si a mi hija le dan un puesto en la universidad". Otras llegaban desde Filipinas y se encontraban con el puesto. Fue una profunda decepción para ella cuando esta esperanza no se cumplió. Lo padeció más que yo, era su ilusión, que me quedara en Pamplona, en el opus con un puesto de profe y cerca para cuidarla en su ancianidad. Nada salió cómo se había previsto. Fue un auténtico desastre. España estaba cambiando y yo no fui la hija dócil que ella soñó. La quería, pero no como ella esperaba. 

Señoritas y sirvientas de Matilde Peinado refleja el estado del asunto "mujeril" en la época de Franco, tan coincidente con nuestro estado en la época de Felipe González o de Aznar.

En conclusión: Los internados del miedo y todos los vídeos que hay de Consuelo García del Cid me abrieron los ojos y me aliviaron porque me dí cuenta de que habíamos vivido una especie de fósil sociológico del franquismo, que es lo que el founder legó y exportó por el mundo. Aunque ahora todo el mundo se hace el longuis y siguen sin dar respuesta a la denuncia de las 43.