Traiciones

"Motivos para ingresar en el Opus: inmadurez, baja autoestima, arribismo, impotencia, sectarismo, falta de perspectiva, sentimiento de inferioridad, ambiente familiar propicio, falta de alternativas, ganas de medrar, de chupar del bote. La gente que sale será que han superado con valentía alguno o varios de los conflictos enumerados anteriormente, caso de sufrirlos."

Se te olvida el principal, "captación organizada de persona que interesa" y la ingenuidad, ignorancia . Se puede tener baja autoestima, falta de perspectiva, ambiente familiar propicio, pero si no ponen el ojo en tí no entras. La caza y captura está organizada, planeada, supervisada y seguida hasta en sus mínimos detalles. No es que "pasaba por aquí y me metí", en ningún caso. Salen ellos en busca de la víctima.

Evidentemente una vez dentro del sistema que compensa las carencias que tenías fuera, se pueden tener más o menos defensas y puntos de referencia para dejarlo. En mi caso no tenía ninguno. Me caí prácticamente de la cuna para entrar ahí, no podía comparar con una vida más o menos normal. No la había tenido, por eso daba todo por bueno.

Volviendo al filósofo Eugenio Trías que estuvo sólo tres años y cuyo caso me ha llamado mucho la atención, él entró con 19 años, cuando ya había tenido una mínima experiencia de libertad, de vida normal, de entrar y salir de su casa, de lecturas, de ir al cine, de juntarse con gente de su edad, de participar en una ciudad con un gran ambiente cultural como era la Barcelona de finales de los 50, principios de los 60. Sabía de qué iba la vida, y le pudieron chocar desde el principio las actitudes integristas, secretistas, de proselitismo feroz y despiadado. También el año que pasó en Alemania, en Colonia no estuvo circunscrito a las cuatro paredes del centro, vivió más o menos la vida universitaria de allí. No fue ese mi caso con la misma edad y en otro país. De la vida cultural de la universidad de París poco supe, mi vida estaba centrada en las actividades que se hacían en el centro del Opus Dei, y si alguna vez me fui a hacer otro plan me lo echaron en cara abundantemente.

Esta persona entró con más criterio que yo, me sorprende que nunca haya hablado del tema, lo tenía mucho más fácil que yo para criticarlos y denunciarlos ante la sociedad española como lo que son. Había leído y vivido, sabe de qué va la religión en serio, de que va el límite de la razón, de hasta donde podemos llegar y donde empieza lo irracional, y que papel tiene eso en la vida. No es un indocumentado en estas materias como la inmensa mayoría de los españoles lo somos. Por eso ese guardarse una verdad que conoce, él y gente como él, me parece muy doloroso.

Denunciar las prácticas sectarias opusinas no hubiera sido el camino largo e infernal que ha sido para mí. El y muchos otros que callan, pienso en otro que todavía ha abierto menos la boca, Paniker, comenten una gran injusticia con toda la gente que más a ras de tierra hemos sufrido esos atropellos, y en grado mayor por no tener poder ni estatus social nuestras familias como si la tenían las suyas. Traición de las élites lo llamo.