RELIQUIAS

 "San Josemaría"


Todavía usaba su nombre original, José María Escribá Albás, al que luego introdujo curiosas modificaciones; trocó la "b" por "v", arrumbó el apellido de la madre y añadió un señorial "de Balaguer" al del padre. También reformó el nombre de pila: quitó su mayúscula de María y la dejó adosada a José. Josemaría se llamó desde entonces.´

Preocupaciones de futuro santo.


Cabría buscar afán de grandeza, impropio de un santo, en el artificial ennoblecimiento del apellido. Pero él tenía sus razones, que el Vaticano ha dado por buenas: no quería que lo confundieran con tanto Escribá a secas como hay por ahí.

El cambio de nombre propio resultaba aún más afortunado, consciente de que llegaría a los altares, destino natural de sus afanes, preparó las cosas para ser el primer "San Josemaría" de la historia. Entre los 12.000 ó 13.000 santos, que los católicos tienen como ejemplos a imitar, hay muchísimas María y abundantes Josés, Josemarías no hay tantos, que se sepa.


Convencido de que la humanidad está dividida es "católico" y "clase de tropa", Josemaría se preparó para ser caudillo. Pensaba que el estudio era el mejor camino y lo ensayó personalmente: se matriculó en derecho. ¿Acabó la carrera? Las biografías autorizadas no dejan lugar a dudas: la culminó en Madrid, con la lectura de una tesis doctoral, el 18 de diciembre de 1939, que logró un sobresaliente, sin laude. Los más escépticos de sus críticos preguntan, "¿Dónde está el título?".

No figura entre las reliquias del founder, a pesar del notorio interés de los hijos por conservar y honrar sus pertenencias: la pila donde lo bautizaron, que el mismo hizo restaurar hace hoy (2023) 70 años, la Virgen del PIlar que lo acompañó en sus estudios, el cáliz con el que ofició su primera misa, los restos del barco en que viajó a Roma...

EL propio Escrivá daba un valor sagrado a ciertos objetos, aún a riesgo de que lo confundieran con un pagano: hubo un tiempo en que entregaba trozos del sudario de Isidoro Zorzano, su primer discípulo, a los socios de la Obra que viajaban para abrir sucursales por el planeta.

Esta revista ha buscado en Madrid su expediente académico. Vano intento. En el Ministerio de Educación y Ciencia aseguran que de 1930 a esta parte no tenemos constancia de ningún alumno universitario con ese nombre. En Zaragoza el intento ha sido igualmente infructuoso. El 2 de octubre de 1928 cuando ya había logrado dar el salto a la capital, supo al fin para qué lo había elegido Dios. La visión tuvo lugar en un convento de Cuatro Caminos, mientras sonaban las campanas de la iglesia de Ntra. Señora de los Angeles. Una de las campanas, convertida ya en reliquia balagueriana, continúa sonando en el santuario de Torreciudad.


Dios le pidió que dedicara su vida a difundir su mensaje "santificar el trabajo, santificarse con el trabajo y santificar a los demás con el trabajo". La idea, recogida 20 siglos antes por los evangelistas, no era nueva, pero la visión aportaba una novedad: bajo el mando directo de Escrivá, que entonces tenía tan solo 26 años, se desplegaría por el mundo un selecto grupo de laicos, que buscarían la santidad en la vida cotidiana y se esforzarían por incorporar a su causa a otros muchos como ellos.


Empezaron por seducir a los más listos, los más preparados, los más poderosos..."La aristocracia de la sangre y de la inteligencia". También la del dinero. Aquellos que más podían influir sobre el resto de la sociedad.

Visto y hecho. Convencido de que era un elegido de Dios, Escrivá empezó con entusiasmo su empresa. Nunca mejor dicho, lo de empresa: lo que empezó como un negocio familiar, en torno a una modesta mesa camilla, acabaría por convertirse en poderoso holding del espíritu.

Los primeros años, los de la República, se conformó con dar charlas en casa de su madre. Fuera, los tiros, los asesinatos y la quema de conventos le confirmaban la necesidad de seguir adelante, había "crisis de santos" y alguien tenía que defender la religión.

Sus estudiantes, píos universitarios de buena familia, escuchaban y merendaban con tanto interés que Santiago, su hermano, llegó a exclamar: "¡Los chicos de José María se lo comen todo!".

La voraz pandilla llegó a construir, en solo medio siglo, una de las más importantes multinacionales que España ha dado al mundo. Fabricar y exportar santos resultó ser un negocio de futuro en un país que nunca fue muy dado a las exportaciones.

Desde el primer día se desveló Escrivá como un tipo emprendedor, un hombre de acción con talento para los negocios del alma. Pero tuvo que esperar 11 años, hasta que Franco ganó la guerra, para que la empresa levantara el vuelo y empezara a dar beneficios.




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