MACIEL. NULIDADES MATRIMONIALES. EXTRATERRESTRES & TROGLODITAS
Después del testimonio de Esteban, cualquier otro es segunda división. Aún admitiendo que se ha callado delitos e implicaciones graves de gentes todavía en vida. No te calles, ¿para qué? que salga toda la porquería, podía contactar con Gareth y alimentar su microblog de porquería ecuatoriana y pamplonica.
Gracias por los links, od se hace la víctima, es su modo de defenderse de las acusaciones de tráfico de personas, por Gareth Gore. Mejor que linkear a Jacques, cómo extraditar sucesores del santo.
Sigo con mis descubrimientos históricos del paso de los opus por el Diario Madrid, tal y como lo relata Jesús Pardo en "Autorretrato sin retoques".
Antes de proseguir con la historia del Madrid: "Memorias de memoria" , otro volumen escrito por Pardo, abarca su vida a partir del año 1977, altamente recomendable para enterarse de cómo van las "nulidades matrimoniales", el circo, el dinero, el paripé, el teatro y el todo de la cuestión. Le dedica bastantes páginas, tuvo que pasar por un auténtico Satanás y para ello contar intimidades y presentar testigos que así lo dibujaron ante los jueces eclesiásticos. Mafia eclesiástica y corrupción en los tribunales y abogados habilitados para demostrar ante la Rota y vencer mediando jugosas comisiones que "Nunca estuviste casado" porque "No creías ni aceptabas en ese momento las implicaciones del matrimonio católico".
Hay que decir que la vida arrastrada que había llevado lo puso fácil, no tuvieron mucho que inventar, acciones el propio día de su boda inimaginables para nosotras "numeraritas" extirpadas de nuestras familias en la adolescencia y criadas en "en torres de marfil".
Como le dediqué tiempo y esfuerzo a cursar el Derecho Canónico en el marco del Studium Generale prelaturo me ha llamado poderosamente la atención la "juerga" de la nulidad. Y yo aprendiéndome el privilegio paulino y el privilegio petrino como si fuera la Biblia. Y haciendo exámenes orales con sus correspondientes nervios ante el tribunal aunque fuera de numes canonistas conocidas, y creyento todo aquello a pies juntillas.
Paso al Madrid: Como ya se dijo en el capítulo anterior y ya había contado Fisac en La Clave 1992 a propósito de Calvofontán, "estos van a que Franco los meta en la cárcel", se trataba de provocar: "je, je toro".
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LOS EXTRATERRESTRES DE CALVFONTÁN & LOS TROGLODITAS DEL MADRID
Para el choque frontal que preparaba Calvofontán hacía falta una redacción drogada a fuerza de espejismos, como los extraterrestres que invadieron la redacción del Madrid, habitada hasta entonces por trogloditas para quienes el periodismo era una balsa de aceite sin crisis o catástrofes que no pudiesen esperar al día siguiente, incluso si cometían la indiscreción de ocurrir a la hora del cierre del periódico.(...)
En política exterior los trogloditas del Madrid tomaban mansamente al dictado cuanto les decían los secuaces disfrazados de agregados de prensa de matarifes sudamericanos o árabes, y en sus comentarios políticos se salían por las más pueriles tangentes vaticano-franquistas de buenos y malos. (...) El Madrid pujoliano tenía en Marruecos un "corresponsal en Africa" cuyo terreno informativo iba de Melilla a Johannesburgo.
La "redacción nueva" como se llamaban a sí mismos los jóvenes extraterrestres de Calvofontán, eran una curiosa mezcla de inocentes, exaltados y ladinos.
Tenían en común una acusada suficiencia y una actitud displicente ante el resto del periodismo madrileño que mal se compaginaba con su falta de experiencia del mundo exterior, del que solo sabían de segunda y aun de tercera mano. Ingenuidad que comenzaba en la redacción misma, pues no se creían llegados a ella para hundirla, como resultó ser el caso, sino para hacer un auténtico periodismo: y eso es justo lo que trataron de hacer desde el principio.
El redactor jefe era Miguel Angel Aguilar, joven opusdeísta entonces. Calvofontán explotó su buena fe, pues le dijo que se preparara para director de un periódico cuya violenta desaparición estaba siendo poco menos que planificada por Calvotontán mismo.
Miguel Angel Aguilar, opusino en sus años mozos
Calvofontán mantenía vivo a nuestros ojos el espejismo de un brillante porvenir para el periódico entre constantes tertulias e incontables comidas: la comida parecía ser una obsesión calvofontaniana, y creando una pantalla de llano compañerismo que cuajó en una ficción de cogestión:
-¡Como en Le Figaro!,
proclamaban ufanísimos, los extraterrestres, y yo con ellos, pues en ingenuidad no me ganó ninguno.
Llegado el momento de la verdad, de la cogestión no se volvió a hablar, y Calvofontán se escindió ante nosotros como por encanto: Calvo Serer, a las exquisiteces parisinas del hotel Lotti, y Antonio Fontán, al confortable cobijo de un pingüe puesto familiar.
Ambos prolongaron hasta el límite la agonía del periódico por razones estrictamente teopolíticas que a sus naúfragos, abandonados a pudrirse con sus reconcomios, ni les iban ni les venían, y que a muchos de ellos les forzaron a largas, impecunes esperas, e incluso a emigrar a Alemania con lo puesto o poco más.
(...)
Los extraterrestres de Calvofontán fueron desde el principio más lejos en el periodismo que la famosa tercera página que hacían Calvo Serer y su equipo en el segundo piso del periódico, ex vivienda de Juan Pujol, porque su zapa era mucho más amplia y eficaz: dejar en evidencia a los demás periódicos investigando las noticias nacionales y extranjeras, siguiendo su desarrollo, dándoles vida en el contexto del lugar y el momento, creando una visión de conjunto contra la fragmentación y el difuminismo desvaído de la vida española que promocionaba el Régimen. Todo esto era completamente nuevo en el cómodo periodismo español de la posguerra civil.
La tercera página, sin embargo, cayó en el ambiente madrileño como una bomba, porque era la punta de lanza de la ofensiva calvofontaniana, y muchos vieron desde el principio por donde iban los verdaderos tiros, entre ellos gente clave del gobierno.
Estos dos niveles de peligro, el que suscitaba la redacción nueva con sus audacias, y el de la tercera página con su creciente búsqueda de la yugular del Régimen, eran complementarios, pero aquel servía en cierto modo de cortina de humo de éste. Las audacias de la redacción nueva eran molestas y tenían al periódico constantemente al borde de la legalidad impuesta por el más ilegal de los regímenes, con expedientes pisándose casi los talones, y a Calvofontán ensordecido por las incesantes invectivas de Fraga Iribarne, pero la tercera página de Calvo Serer acabó por equiparar al periódico al condenado a muerte que no sabe con exactitud la fecha de su ejecución.
Según Pardo, también fue "escrivariano juvenil"
Los trogloditas de Juan Pujol y los extraterrestres de Calvofontán no podían entenderse: incapaces aquellos de comprender lo que hacían éstos, que a su vez, les despreciaban profundamente y enseguida les relegaron a covachuelas periféricas, donde se volvieron furtivos, silenciosos, inexistentes. Unos y otros circulaban por el edificio sin apenas hablarse, saludándose lo justo. Los nuevos encargaban a los viejos humillantes recados y fútiles misiones, y a Sanza Rubio, veterano jefe de internacional de los Pujol y perito en puerilidades, le pusieron a descifrar y corregir telegramas. Los viejos susurraban en los rincones o pasaban las horas en la tasca de enfrente viendo llegar el momento en que el Régimen al que tan caninamente habían servido poniéndoles en la calle.
Trevijano, al que demostré admiración, queda en las memorias de Pardo como "pájaro de cuenta"😂😂😂
Entre ambas redacciones había hasta diferencias de indumentaria y fisonomía: los de la vieja parecían más y más plumíferos al borde la cesantía; los nuevos, entusiastas alféreces del progreso, más provisionales de lo que ellos mismos sospechaban, en trance de jugarse el tipo por una causa sacrológica cuyo verdadero color desconocían.
El choque entre trogloditas pujolianos y extraterrestres calvofontanescos tuvo hondo fondo simbólico: Fue en cierto modo, reflejo de la España que se avecinaba, aviso de los cargada que iba a estar de trasuntos considerados por los idealistas de entonces como irremediablemente condenados a desaparecer; España iba a seguir con su eterno lastre de lapas y sanguijuelas, fanáticos y oportunistas.
Trogloditas y Extaterrestres estaban convencidos de que sus respectivas Españas eran radicalmente opuestas, pero, a la luz de lo que ha ido sucediendo luego, ambas siguen siendo muy reconocibles en su síntesis actual: culpables los primeros de estultiticia rutinaria, y los segundos de candidísima ingenuidad, es preciso absolverles por igual de doblez y mala fe.
La España que ha salido triunfante de todos esos afanes no es la de los trogloditas, pero tampoco la de los extraterrestres, sino una estentórea y flagrante demostración más de la verdad de la vieja máxima: plus ça change, plus c'est la même chose."
Más tarde se enteró Jesús Pardo por conducto fidedigno cuando más feliz era de que Calvofontán le iba a quitar la corresponsalía en Londres para dársela a Miguel Angel Aguilar. Pardo se adelantó al mazado y pidió que le dieran la corresponsalía en NY, se la dieron y le prometieron la sección internacional del diario Madrid con sueldo como para volver a España comódamente con la familia.
LAS NOCHES DEL MADRID
El 29 de noviembre de 1971 vuelve a Londres donde vivía su familia tras un año en NY. Lo primero aclarar qué pasaba con el diario Madrid.
p. 387 de "Autorretrato sin retoques": "Varios intentos de hablar por teléfono con el periódico naufragaron entre confusas arengas democráticas y acusaciones a Manuel Fraga Iribarne y a Luis Carrero Blanco, entonces vicepresidente del gobierno, aunque pude sacar en limpio que la razón ostensible del cierre era un art en el que Calvo Serer se dirigía a Franco a través del general De Gaulle induciéndole a dejar un poder que ya no controlaba.
El paralelo no valía: ni De Gaulle había sido dictador ni se había retirado voluntariamente, pero Franco se dio por aludido, y Carrero Blanco, su perrillo faldero, ordenó el cierre inmediato del Madrid alegando cierta irregularidad accionarial.
En Madrid encontré a mis colegas extraterrestres más en la luna que nunca: indiferentes, y hasta retadores a las consecuencias del cierre. Hablaban incluso de presiones de gobiernos extranjeros y decían que su lucha por la libertad de expresión estaba encontrando eco en toda Europa Occidental. Se me prometió solemnemente que el Nuevo Madrid, porque ya se hablaba del Nuevo Madrid, contaría conmigo para la información inglesa. Mezcla de histeria y deseo de hacer historia que me deprimió de golpe.
En los cafés y bares de los alrededores, los naúfragos del Madrid rebosaban sorda impotencia camuflada de falso optimismo y ansia de dar una lección al senescente gobierno franquista:
-Un periódico -oí incontables veces- tiene mucha fuerza.
"Sí", pensaba yo, "sobre todo si está en la calle".
Incomprensiblemente no parecían darse cuenta de que los que estaban en la calle eran ellos, ni de la estafa de que habían sido víctimas: explotada fríamente su lucha para provocar una conmoción cuyo efecto, en el mejor de los casos, sería desprestigiar una micra más a un régimen inmune a desprestigios y perito en desequilibrios, reforzado en aquel momento por el miedo general al posfranquismo incierto que los que no querían soltar el poder fomentaban cuanto podían. La policía estaba en todas partes, defendiendo ese desorden esencial de toda dictadura en peligro que oficialmente se calificaba de orden público.
Entre los naúfragos del Madrid había oportunistas cándidos o avispados que creían o decían creer en la ficción del gran diario internacional que iba a sacar Antonio García Trevijano, abogado entonces de Calvo Serer y personajillo decidido a explotar la agonía del Madrid para anexionarse el halo de gran demócrata que le permitiera trepar en el posfranquismo; lástima que su lastre de fáctotum del dictador guineano, cuyos instrumentos de despotismo perfiló y aguzó jurídicamente, insista en seguirle como incómoda sombra.
Los fieles de Trevijano hacían demagogia contra sus colegas, más escépticos. Dos sobre todo, ciertos Sánchez Gijón y Míguez aparecían por las tertulias repartiendo puestos brillantes en el gran periódico internacional que iban a dirigir a medias con Trevijano, y el primero bajaba a la imprenta a echar apasionados discursos a los obreros para enfrentarles con los redactores, a quienes acusaba de despreciarles porque llevaban buzo y tenían las manos pringadas de grasa:
-...Y os llaman obreretes.
Luego, claro los dos se quedaron tan en la calle como nosotros: ni Trevijano ni Calvofontán les echaron un capote, y el gran periódico internacional del primero se quedó en revistilla gráfica: Reporter, que hubo de cerrar a los pocos números.
Había también mucho inocente y bienintencionado, abnegado incluso, como Miguel Angel Aguilar, recién vuelto de Londres: Aguilar se dejó en esa lucha cuanta energía y buena fe pudo acopiar, ofuscado por la convicción absoluta de estar luchando contra la dictadura. Y demócratas tibios, como el que esto escribe, cuyo principal afán era seguir cobrando.
Había, sobre todo, mucha mala sangre entrecerrada, mucho desconsuelo abierto, mucha esperanza entreabierta, algún soponcio encendido y más de una tragedia sorda, pero ni Calvo Serer ni Fontán tuvieron problemas; ambos, después de todo, habían nacido para caudillos, sobre todo Calvo Serer, a quien otro caudillo, había herido mortalmente al no reconocerle, cuando menos, como vice.
Calvo Serer comenzó enseguida a teledirigir lo que él llamaba su "lucha por la libertad": ¿libertad, cabría preguntar, corrigiendo a Lenin, para quien?, desde la exquisita Rue de Castiglione, donde estaba emplazado el exquisito Hotel Lotti.
Sus largas conferencias telefónicas con Trevijano eran objeto de expectación general. Solían tener lugar de noche, y se anunciaban susurrantemente con tiempo bastante para que todo el personal naúfrago se apiñara ante la puerta del despacho. Trevijano, alto y airoso, larga cara enigmática, amplia frente encalveciente colgaba el teléfono para desinformar concienzudamente al auditorio; por ejemplo.
-Dice el presidente que si el gobierno no le reconoce a él, tampoco él reconoce al gobierno.
Todos nos dispersábamos por los bares y cafés cercanos para analizar bizantinamente el mensaje, mientras Trevijano presidía en el vecino pub Dickens permanente tertulia de guerra y amores, convidando a comer y a cenar a cuantos bips aparecían por allí con ánimo de comentar la situación con él, y el gasto pasaba a la cuenta del Madrid, que no parecía tener fondo y de la que también salieron 6 millones que es fama cobró Trevijano por acabar de hundirlo al ritmo que convenía a sus ambiciones políticas y a las wagnerianas megalomanías del jefe: este alcázar tampoco se rinde.
Trevijano se rodeaba allí de su corte de sicofantes, a la que acudí alguna vez: la trabajaba de modesto, rogándonos le corrigiéramos las cartas que mandaba a periódicos y ministerios, pero irritándose visiblemente cada vez que le cambiábamos una palabra.
A veces se nos presentaba en el papel de hombre agobiado por la desgracia:
-Vendamos nuestras máquinas para seguir haciendo frente al despotismo.
Otras, de retador vital y optimista, arengando a las tantas de la madrugada a sus desmoralizadas turbas con talante de actor en paro:
-¡A vivir!
gesto de cartón piedra, ademán envarado y voz de recitativo, al tiempo que abría la puerta de su coche descapotable a una de las víctimas haldudas del cierre, que le miraba silenciosa e intimidada, no sé si esperando o temiendo apasionada noche erótica o decentísima vuelta a casa con Trevijano al volante una vez terminada la comedia del día.
Su obra maestra fue cuando, rotas definitivamente las negociaciones con Fraga, Trevijano, ante todos nosotros, anunció teatramente:
-¡Ahora es cuando va a salir!
Noches dignas de un nuevo Zola pasado por Arniches, y lástima que a ningún director cinematográfico se le ocurriese darle un contrato, porque Trevijano podría haber pasado a la historia como el mejor actor de nuestra época.
Fuimos todos juntos un par de veces, con Miguel Angel Aguilar a la cabeza, pero sin Trevijano, a visitar a algunos de los sátrapas que estaban dispuestos a hundir a España entera con tal de seguir unos años más asidos al chollo; desesperadas lapas a cuyos oídos tenían que sonar a sumerio las palabras con que los trogloditas del periódico, refugiados en las covachuelas del fondo, trataron, al menos en una ocasión, de romper sus irritado, furioso silencio:
"...Y queremos, contribuir, dentro de uan crítica, a la grandeza de España."
Los trogloditas eran los más débiles: callados, incomprensivos y asustados, despreciados e ignorados por sus compañeros extraterrestres, olvidados por los mismos cuyas armas blandían desde lo más bajo del andamiaje franquista.
Uno de sus sátrapas, el entonces ministro Licinio de la Fuente, nos oyó cortésmente nos ofreció café y nos despidió. La puntilla nos la dio, dos o tres visitas después, un alto funcionario, apellidado, por cierto, Castro Villacañas, como el incansable cantor gijoner de la división azul:
-Miren ustedes - amodo de remate y corolario de una larga arenga de Aguilar-, esto se está pareciendo cada vez más a un expediente de despido colectivo, y de esos, grandes y pequeños, tenemos aquí cientos.
Ni siquiera la visita de Juan Carlos de Borbón, príncipe entonces de España, con su promesa de "asistir a la reapertura del periódico", consiguió reponernos de tan funestas palabras.
Era una angustia constante brujulear por aquel Madrid, más tibetano que nunca, entre elementos franquistas a ultranza, con quienes había tener mucho cuidado (...)
Se produjeron bajas en nuestras filas, y cundía un desaliento cada vez menos sordo. Todo eran ataques al gobierno franquista, pero ninguno, que yo recuerde, a los co-culpables que estaban entre nosotros. Y el gasto general en vinos y cafés se me hacía más incomprensible con cada día que pasaba: los naúfragos del Madrid eran o se decían casi todos gente emperchada en equilibrio inestable sobre su última peseta; no sé si gastaban así por afán de emular a Trevijano, que seguía en Dickens tirando con pólvora del rey, o por mantener el tipo ante sus ya casi ex colegas aunque fuese a riesgo de entramparse. Muchos empezaron a cobrar una especie de subsidio de paro al que yo también tenía derecho, pero no lo cobré por no enterarme a tiempo(....)
Comentarios
Y escribe en Religión Digital aspirando a ser la psicóloga que lidera el relato contra el abuso.
Mientras dice que los legionarios lo han hecho muy bien.
Siempre hacen lo mismo, cuando se les rompe una costura que enseña sus vergüenzas ponen a uno de sus peones a dirigir el relato para controlar daños.
Y aquí dicen que esos titiriteros eran el franquismo, jaja. El franquismo era también títere al final.
https://youtu.be/B7Yy0-eBDD8?si=Kg-J2qDvN3G24d6Y
1. Seria y formal, en Vanity Fair España
https://www.revistavanityfair.es/articulos/entrevista-jordi-bertomeu-investigacion-vaticano-abusos-sexuales-iglesia
2. Aquí se suelta bastante más. Es de una televisión local de Tarragona. Está en catalán y no da la opción de activar los subtítulos
https://www.youtube.com/watch?v=IJrNX4lFcLI&ab_channel=EbrencspelM%C3%B3n
Unos dicen que siendo un jovencito veinteañero se le echaban en brazos todos los poderosos de Méjico. Y luego los de España... ¿Y por qué creen que era 🙄🙄🤨? ¿Porque él los atraía mágicamente o porque los padrinos de ellos los juntaban? Dios los cría y la CIA los junta.
https://indicepolitico.com/la-cia-marcial-maciel-y-la-crisis-migratoria-del-2021/
Yo mismo he enviado cartas y he gestionado con más de 50 víctimas del Opus y no hay respuesta. ¿Y así nos llaman «amigos del papa»? Hemos enviado cartas a Parolin, a como 3 Dicasterios, al propio Prevost para que reciban a esas víctimas. Hace más de dos meses. Nada.
https://www.youtube.com/watch?v=3djKxaAkk7A&ab_channel=CanalTE-CanalTerresdel%27Ebre