PIADOSO PERO AUTÓCRATA
Lo de tantas plazas y avenidas dedicadas a Pío XII lo acabo de comprender: en efecto, el pontífice consideraba que el régimen del caudillo era ejemplar y debería de ser el ideal de toda nación. Piadoso, tímido pero autócrata. Poco o nada tiene que ver la personalidad de un dirigente, un papa en este caso, con el tipo de política que implementa.
No cabe personalidad papal más diferente a Pío XII que la de JPII, el polaco deportista en su juventud, que se desabrochaba la sotana y se ponía a escribir con la cabeza apoyada en la mano como una persona más acostumbrada a la acción física que al estudio. Un hombre pegado al suelo, según dijo su secretario irlandés relatando la primera vez que lo vió. Sin embargo durante su pontificado abundaron los gestos dictatoriales y se llevó estupendamente con todo tipo de grupos hipercontroladores de su grey. Sin decir nombres.
A pesar de su humildad personal y su modestia su visión del papado era la de un poder irrestricto, místicamente otorgado por Dios. El triunfalismo de Pío XII alcanzó notable expresión en 1950 cuando proclamó el Año Santo y millones de peregrinos se dirigieron a Roma para lucrar la Indulgencia plenaria. Muchos de ellos tuvieron que acampar en los alrededores de la ciudad. Se hicieron estatuillas de yeso del papa cuyo brazo se elevaba automáticamente para impartir la bendición.
La pza de San Pedro se convirtió en anfiteatro para misas y exhibiciones de la pompa papal. Las enormes asambleas de Acción Católica tenían menos que ver con el catolicismo comunitario que con una exhibición de culto al papado.
Esta confirmación visible de catolicismo monolítico y autocrático se vió acompañada de una profunda reacción ideológica en la vida intelectual de la Iglesia.
En 1950 publicó la Encíclica Humani generis que congelaba todos los esfuerzos creativos y provocó una caza de brujas intelectual comparable a la campaña antimodernista de principios de siglo.
La encíclica comenzaba: "Fuera del redil de Cristo, solo cabe esperar error y discordia porque allí se encuentra la opinión propagada por los comunistas de que el mundo está en continua evolución". Además el papa desenmascaraba nuevos errores modernos: el existencialismo, un cierto historicismo, que junto al racionalismo y pragmatismo eran las enfermedades de la época.
Reprendía el deseo de novedad de cierto clero joven que iba en detrimento de la autoridad eclesiástica. Había escritores que cuestionaban la verdad literal de las Sgdas Escrituras, otros arrojaban dudas sobre el pecado original de Adán, sugiriendo que había muchos Adanes, el poligenismo.
El remedio de Pacelli para todas esas enfermedades era la aplicación del código de Derecho Canónico, el manual que medio siglo antes él mismo había puesto a punto. Las encíclicas del papa hasta entonces como enseñanza ordinaria y por tanto no infalible debían aceptarse sin discusión si el Papa las entendía como definitivas. Cuando el Papa intervenía en una discusion dejando claro que zanjaba la cuestión, había que dejar de intervenir, incluidos los especialistas cualificados.
El objetivo de esta extraordinaria expansión de la infalibilidad era la respuesta al nuevo pensamiento.
La obligación de muchos clérigos franceses de servir en el ejército en la 1ª guerra mundial y luego en los campos nazis en la seguda, había suscitado un deseo de adaptarse al mundo contemporáneo. Un grupo de sacerdotes franceses habían iniciado el movimiento de los curas obreros, un apostolado que no iba a penetrar en los salones del consejo de ministros como nosotros, sino en la realidad industrial de Francia.
Temiendo que Roma perdiera el control intelectual de la Nueva Teología y que esta comenzara a flirtear con el socialismo y el comunismo, Pacelli sancionó a los curas obreros y silenció a los intelectuales a través del Santo Oficio dirigido por el card. Pizzardo.
Pío XII, Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli (1876-1958)
Entre las víctimas más destacadas estuvo el SJ Teilhard de Chardin, paleontólogo que había intentado conciliar la evolución con la teología del Cuerpo Místico. Le ofrecieron o confinarse en una casa de campo o exilio en EEUU. Se fue a NY. Todos los influidos por él fueron privados de sus puestos de enseñanza. Los jesuitas como Henri de Lubac cuya labor tendía al catolicismo social fueron destituidos y se les prohibió enseñar o publicar.
La otra gran Orden de la Iglesia, los Dominicos también fue golpeada. El
P. Emmanuel Suárez recibió innumerables quejas del Inquisidor Pizzardo.
La propia supervivencia de la Orden en Francia estaba en cuestión. Los
padres Chénu e Yves Congar de considerable influencia entre los jóvenes
religiosos recibieron la orden de ofrecer a la santa Sede signos de
obediencia y disciplina. Chénu había sido imprudente al animar a los
sacerdotes obreros. Congar defendía el ecumenismo y la reforma de la
Iglesia. Roma prohibió reeditar sus obras y lo mandaron a Inglaterra.
El daño causado por Pacelli a esa generación de intelectuales no solo fue su pérdida de influencia mediante la enseñanza y publicaciones, sino la frustración de su crecimiento mediante la interacción y discusión entre colegas.
También fue trágica la represión y abolición de los curas obreros. El proyecto se había desarrollado a partir de los clérigos reclutados para trabajar en la industria alemana durante la guerra y un informe posterior "France pays de mission", escrito por 2 jóvenes curas sobre las condiciones de la clase obrera en Francia. El cardenal Suhard impulsó y estableció La Misión de París, un programa misionero para la clase obrera de la capital que luego se extendió a otras diócesis. Los seminaristas estudiaban para convertirse en misioneros en fábricas y talleres, jóvenes sacerdotes trabajaban a jornada completa viviendo en los distritos industriales, compartiendo vida y trabajo con los vecinos.
Algo convincente. Mientras nosotros fundamentalmente como en el post de ayer poníamos universidades y colegios caros para niños pijos. Alguno en barrio obrero por cubrir el expediente, pero en todas las ciudades de España se nos conoce por buscar entre los desperdicios.
Chenu llegó a escribir que las órdenes mendicantes de la edad media habían mostrado el camino a los curas obreros.
Ya en 1949 dichos curas recibieron las primeras muestras de disgusto por parte de Pío XII, pero en aquel momento muchos obispos franceses saludaban con entusiasmo la iniciativa.
En 1953 llegó la orden de que no se aceptaran más incorporaciones en los curas obreros. Pizzardo indicó que los seminaristas no tenían que trabajar en minas ni en fábricas. 3 cardenales franceses acudieron a Roma y fue la rendición: los sacerdotes obreros tenían que vivir en casas especiales para ellos no en los distritos obreros, solo harían media jornada y tenían que abandonar la acción sindical. Los dominicos no se avinieron fácilmente y hasta 3 Provinciales franceses dimitieron. En enero de 1954 quedó disuelto el movimiento cura obrero. Tenían que abandonar bajo pena de excomunión. Tenían que dejar los sindicatos e integrarse en alguna comunidad religiosa.
¿Te imaginas si hubieran hecho lo mismo con otros que tanto daño han causado a varias generaciones de católicos? la gran pregunta es qué daño hacían esos curas obreros a nadie, cuál era exactamente el sufrimiento que provocaban al acercarse al mundo obreril y proletario. Sin embargo, ya ves, los intocables. Cuando quieren bien que saben eliminar de un plumazo.
Y conste que en 2009 el anterior pontífice romano declaró a este otro pontífice Venerable. Con este magnífico historial de represiones. Sin mencionar actitudes más discutibles en el conflicto mundial del 39 al 45.
Lo que se perdió en esta catástrofe fue el anhelo de una Iglesia social, más pluralista, que extendiera su mano a los hermanos separados, que rompiera las barreras entre lo sagrado y lo profano, entre el clero y el laicado, que reconociera la importancia del apostolado entre los trabajadores. Significó la asfixia del amor en beneficio del conformismo y el poder.
Charles Davis, teólogo de la época aseguraba: "la permanente frustración de los movimientos dinámicos hacia la verdad impide la expansión personal y bloquea la fuente de la libertad individual. Y todo amor genuino se basa en la verdad. El amor cristiano no es una excepción."
La represión tuvo un costo, muchos abandonaron sacerdocio e Iglesia católica. El 3 de junio de 1951 Pacelli fue transportado hasta las escalinatas de san Pedro donde leyó una homilía preparatoria de la beatificación de Pío X, el papa antimodernista que había perseguido a cientos de intelectuales católicos en la primera década del siglo. Y que el founder nombraría intercesor además de hacerse por mediación de la familia del Pío X con algún mueble que había pertenecido al pontífice.
Unida a la persecución de la intelectualidad y el obrerismo, curioso, suele ir o ha ido el desarrollo de la mariología y exaltación de María siempre virgen y Madre del Señor. El 1 de noviembre de 1950 tuvo lugar la solemne proclamación del dogma de la Asunción. El cuerpo sin mancha, antes, durante y después del parto no se corrompió sino que fue asunto en estado de gloria hasta el cielo, donde fue entronizada como reina de ángeles y santos.
Como sucedió con Pío IX al proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción en 1854, el dogma de la Asunción llevaba aneja la exaltación del pontífice exaltador. El culto a la Asunción existía desde los primeros siglos y desde tiempo atrás se celebraba el 15 de agosto.
Pero en aquella formulación dogmática había un matiz de militancia y desafío. Desde 1940 el Generalísmo Franco había usado el culto a la Asunción, asociado en España con el Reinado de María en el Cielo, como bandera de lucha contra el comunismo. La Asunción era una cuestión central entre los privilegios marianos ensalzados en las varias legiones de María que había en España y los voluntarios franquistas que formaron la División Azul para ir a luchar contra el Ejército Rojo en el frente del Este llevaban consigo escapularios y medallas que ilustraban el misterio de la Asunción.
El dogma tenía el poder de revitalizar la lealtad de las masas al culto de María. Inspiraba lealtad al Papa y a su poder único de atar y desatar en el cielo y en la tierra. Pero también suponía un obstáculo para los penosos esfuerzos hacia la unidad cristiana entre católicos, protestantes y ortodoxos. Los protestantes no podían aceptar que la Asunción fuera un dogma al nivel de la Stma Trinidad y los ortodoxos se sentían descontentos de una iniciativa que parecía deificar a María y separarla de la raza humana.
El fervor Mariano de Pío XII se vio intensificado por una experiencia mística personal, mientras paseaba por los jardines vaticanos fue testigo del fenómeno del sol girante, como había pasado en Fátima en 1917. Así lo contó el card. protector del Od, Tedeschini a una audiencia de 1 millón de peregrinos en Fátima.
Dogma y aparición anticiparon la declaración de 1954 como año Mariano. Plegarias, concentraciones, coronaciones de estatuas y apariciones. Un jesuita español informó de que "ráfagas de apariciones se extienden por los pueblos del este y del oeste de Europa, y la milagrería ha llegado hasta América y Asia donde ha producido un florecimiento de prodigios no menos extraordinarios".
El vacío por la supresión de la teología creativa se vió llenado con marianismo, cuyo atractivo consistía en una combinación popular de devoción privada y exhibiciones de lealtad y fervor de masas. Caracterizado por la exaltación del Papa y el triunfalismo. Las virtudes alentadas: disciplina, obediencia, humildad, escrupulosa castidad. Políticamente la devoción a María fue un arma crucial en la guerra fría.
En 1954 en la proclamación del rosario en Cádiz un SJ dijo que "la pacificación de la guerra fría solo se podría alcanzar mediante entrevistas de diplomacia celestial celebradas en Lourdes y Fátima."
En 1953 se ensayaba la primera bomba H soviética. En 1954 Franco habló a los españoles acerca de la amenaza de las armas nucleares soviéticas: "con la esperanza de que esa hora no llegue, nos entregamos con completa fe y devoción a la protección, que no puede fallarnos, de nuestro santo patrón y a la intercesión del Inmaculado Corazón de María."
Excuso decir, como diría el filósofo GB, quien nos enseñó a dirigirnos al Inmaculado Coeur de Marie.
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