SU INFANCIA NOS MARCÓ

He tenido oportunidad de ver el film "Agosto". Estilo tragedia griega a la americana ambientada en una calurosa llanura de Oklahoma. Me ha llamado la atención porque "me he reconocido" en varias escenas: cuando Julia Roberts se encara con su madre, interpretada por una soberbia Meryl Streep y la llama "drogadicta". Posteriormente visita al anciano doctor que le ha facilitado todas las recetas de tranquilizantes y le espeta en toda su cara que tiene motivos suficientes para demandarlo. Eso por un lado.

En referencia a tanta "drogadicción oficial" y con receta en torno al Opus Dei y aledaños. Me gustaría saber, tengo curiosidad por saber si hay estudios realizados que comparen el consumo de ansiolíticos, antidepresivos y tranquilizantes por países de la OCDE. Debemos estar a la cabeza, ya que no lo estamos del informe PRISA.

El otro aspecto que me ha llegado es el "destino" de la hija "gris", "medio lesbiana", que se queda en casa, que no encuentra novio, que aguanta todo el peso de una madre insoportable y es tratada como una esterilla "por su falta de carácter" Y cuando al fin quiere romper ese papel que le han adjudicado en la familia, va y se enamora de la persona equivocada, la única en el mundo entero de la que no habría debido hacerlo.

Todo ello en un ambiente caluroso y agobiante que no hace sino fomentar la opresión de las pequeñas y grandes tragedias familiares, las conocidas y las ignoradas que esconde esta familia. Si no la habéis visto, la recomiendo.

Me gustan este tipo de películas, muestran que hay asuntos "universales", "humanos", que pasan en las familias del mundo entero, y hay personas que se dan cuenta y tienen el arte de ponerlo por escrito e interpretarlo. Es mentalmente higiénico y reparador. Gracias Meryl Streep por esta soberbia interpretación de madre dominanta y medio neurótica. Lo mejor, verla en inglés subtitulada, en español no es lo mismo, pierde dramatismo.

SU INFANCIA NOS MARCÓ

No me había dado cuenta de que dña Maria Dolores y d. José contrajeron matrimonio en el año del “desastre” colonial español: 1898. Carmen nació en el 99 y en el día de san Julián de 1902 Jose María Julián Mariano. Su padrino fue un primo cura de dña Dolores. Visto desde Canadá, España era entonces un país prácticamente en la edad media, separado de Europa por la barrera montañosa que sabemos y por un atraso económico proverbial.

Teníamos una clase de terratenientes "hiperricos" con  derechos cuasi feudales sobre los medio hambrientos e ignorantes campesinos. La división se repetía en la iglesia: los párrocos vivían como cuasi mendigos en sus parroquias mientras los obispos disponían de palacio y chófer. El cura cuasi mendigo lo recuerdo del libro de Constancia de la Mora, no se lo inventa el canadiense. Y las señoras ricas de Madrid que se creían habían cumplido con toda obligación hacia el desfavorecido cura y su parroquia llevando velas para el Santísimo y planchando los manteles del altar.

Y en el ejército, parecido. 500 generales recibían salarios de ejército imperial mientras los oficiales de lo bajo de la escala apenas se pagaban de qué comer. La asistencia médica era primitiva pero las iglesias rebosaban de fieles.

Esta visión de miseria se puede completar con la de Brenan, cuyo libro “Al sur de Granada” es una maravilla. Describe la vida en la Alpujarra por la misma época.

Con 2 años el niño fue desahuciado, “mejor que venga el cura” dijeron los médicos. Pero la madre rezó con fuerza y fe a la virgen de Torreciudad, si se salvaba le consagraría su hijo. Pocas horas después el niño dormía plácidamente y dña Dolores a lomos de mula remontó el Cinca para llegar a la ermita de la virgen. Al lado de la ermita se alza un torreón erigido por los moros, posición destacada de defensa cuando el Islam dominaba estas tierras hace mil años, bajo el torreón había una mezquita. En 1084 el rey de Aragón conquistó Torreciudad y en el lugar se puso una virgen con niño.

3 hermanitas posteriores murieron y el niño de 11 años pensaba que sería el siguiente pero su madre le reconfortaba, “estás bajo el amparo de la virgen de Torreciudad”. Este hecho lo marcó y ya desde pequeño pensó que algo importante tenía que hacer en la vida si había sido salvado. Está la anécdota del niño tirando el castillo de cartas “así hace Dios con la gente, construyen un castillo y cuando casi han acabado Dios lo tira”.

La casa natal fue “arrasada” pero no por catástrofe, sino para construir un centro cultural y residencia de mujeres OD. Berglar nos aclara que tiraron la casa “para evitar el culto a su persona”….Señor, Señor, Señor.

Por lo visto la “nueva casa natal” imita en estilo y dimensiones el palacio de los Argensola, casa solariega de alguna ilustre familia local. El padre de Escrivá era un comerciante que se hizo socio del suegro, que a su vez tenía una tienda de textiles. El padre amplió el negocio a una tienda de chocolates.

La familia recitaba el rosario en la parroquia los sábados, luego paseaban por el Coso. En Barbastro son famosas las fiestas del Corpus, las procesiones de semana Santa y la fiesta de san Ramón.

También hubo algunos revolucionarios en Barbastro, Eugenio Sopena y Mariano Abad, residentes en el barrio de san Hipólito. Entonces un barrio mísero y lleno de basura. Los dos revolucionarios habrían robado del cepillo de la iglesia de haber tenido oportunidad. Pero José María desde pequeño estaba en otro mundo muy religioso, su madre lo preparó para la comunión, le explicó que Jesús le esperaba en el sagrario de la catedral, para que lo visitara y adorara.

Pero las cosas empezaban a cambiar también en Barbastro. Se abrió una logia masónica, el triángulo Fermín Galán, cuyos miembros pensaban que lo mejor para el país sería una república. La tensión social crecía al ritmo del paro, aumentado por los que huían de los últimos desastres coloniales.

A pesar de ello la vida social en Barbastro seguía su curso alrededor de la tertulia, una tradición que consistía en reunirse con compadres de similares intereses. Por ejemplo la del Círculo de la Amistad a la que acudía don José, el comerciante padre del founder, siempre muy elegantemente vestido con su sombrero  y su bastón.

Ya tenemos un par de elementos de la vida barbastrense de los años del cuplé que pasarían a formar parte de nuestro régimen de vida numeraril, “por voluntad divina”: la visita al santísimo y todo lo relacionado con la piedad eucarística, y las famosas y en su mayoría, insufribles tertulias, que no eran de amigas que compartían intereses similares, sino de perfectas desconocidas que se llevaban muchas veces bastante mal y se soportaban unas a otras lo mejor que podían.