ENCARNIZAMIENTO PROSELITISTA

 Además de las normas hay que hacer apostolado y proselitismo. Al contrario de lo que od suele repetir, hacer proselitismo es una obligación.

Ser de la obra  es en efecto un trabajo a tiempo completo.

El deber de apostolado consiste en hablar de Dios y de la religión católica a nuestros amigos. El proselitismo va todavía más lejos: hay que asegurarse el futuro del opus, hay que conseguir "almas para la o". Como supernumeraria tenía que invitar a mis amigas a las sesiones de formación organizadas en el centro. También tenía que acompañarlas como amiga suya que era a los retiros para asegurarme de que lo hacían. Estor retiros a los que acompañábamos a nuestras amigas los teníamos que pagar por supuesto. Nuestra misión era bien sencilla: como en las empresas nos fijaban un objetivo anual que teníamos que alcanzar.

Cada año, toda supernume digna tenía que fijarse en 3 amigas y el objetivo final era que "pitaran". Para ello las poníamos en una lista a la que llamábamos Lista de san José. Era un documento en el que se fijaban las "presas" objetivo del año, se conservaba en los centros bajo llave hasta el 19 de marzo del año siguiente.

El apostolado es una tarea más amplia. Tenemos que ser bien conscientes de que gracias a nuestras acciones y palabras hemos de llevar a la gente a Dios, ser modelo, ejemplo. Toda conversación útil tiene que acabar en ese tema, sino es charloteo, tiempo perdido, mundanidad. Tenemos que llegar a ser personas espirituales, totalmente volcadas hacia lo religioso.

Las amigas eran "escogidas" , solo buscábamos la amistad de personas "interesantes", interesantes para la obra, por supuesto. Las presas tenían que tener un marido que gozara de una posición profesional, o al menos que ellas mismas tuvieran cierto nivel de vida y estilo o clase. A veces nos señalaban de quién nos teníamos que hacer amiga. Hablo en femenino pues ni se nos pasaba por la cabeza hacer apostolado con un hombre.

Mi marido  y yo teníamos un matrimonio amigo a los que tratábamos con asiduidad pero no eran miembros od. Sus 3 hijos eran amigos de los nuestros y las dos familias solíamos hacer salidas juntos y teníamos grandes conversaciones. El marido era profesor y lo tenían como futuro supernume. No sé si mi marido lo puso en su Lista de San José, pero yo puse a la mujer en la mia.

Un dia la directora me dijo que quitara a esa mujer de mi lista y que pusiera otra. Cuando le pregunté porqué me dijo que mi amiga no tenía "vocación". ¿En qué se basaba? me dijo que era una persona que no se cuidaba, que su físico no era atrayente, que tenía un temperamento nervioso rozando lo anormal y daria una mala imagen....¡siempre la obsesion de la imagen! Y sin embargo mi amiga tenía fe y ya estaba casi ganada por la enseñanza del od. Yo pensaba que su vocación a la o era una disposición del alma y que el aspecto físico y su posición social no tenían que ver. ¡Qué ingenuidad la mía! Quise conservarla en mi lista de san José pero como siempre al final tuve que obedecer y puse a otra.

La vocación se revela pues como una excusa para hacer una "selección social" entre posibles candidatas ¿dónde queda la famosa llamada divina?

Por el contrario existe lo que yo llamo "encarnizamiento proselitista".

Había invitado a una madre que conocí en el colegio de mis hijos a un retiro. Esta amiga fue acogida con los brazos abiertos por parte de las numes, la apreciaron enormemente y me felicitaron de "semejante captura". En realidad no tuve mucho  mérito porque esta mujer era de por sí muy creyente y practicante y en cuanto le hablé de dedicar un tiempo a la oración cada tarde, aceptó enseguida. Cuando terminó el retiro y volvíamos a casa me dijo que no le había gustado, que el opus no era lo suyo y, aunque las mujeres que allí estaban habían sido muy simpáticas y amables, no pensaba volver a poner los pies.

Asentí y no le hablé más de los retiros. Pero la directora del centro no veía las cosas igual. Y me insistía para que me juntara más  con ella, porque pensaba que tenía vocación al od. Tenía que convencerla como fuera de que volviera al centro, tenía que hablarle de santidad...Me pregunto si estos modos y  maneras no son encarnizamiento o incluso acoso. Al final dije a la directora que mi amiga estaba muy comprometida en su parroquia y que con eso tenía suficiente. Respiré y me dejó en paz pero después de mucho insistir.