DIGITALIS: UN FERRARI MENOS



FERRARI
El padre Giuliano Ferrari fue una vocación tardía, se ordenó en 1962 después de haber sido asistente laico del cardenal Tisserant. Se licenció en Teología en Tübingen y allí encontró una organización eclesiástica que ayudaba a las diócesis latinoamericanas.
El cardenal Tisserant, su protector, lo animó y lo “enchufó” en la Academia Pontificia para Eclesiásticos, una especie de escuela diplomática vaticana. Sólo 15 candidatos podían entrar cada año. Ferrari describió el alojamiento como una suite lujosa, con bar bien provisto de botellas de champán adquiridas en los duty free…en aquellas condiciones era difícil pensar que Jesús fue hijo de un carpintero. Los graduados de la Academia adquieren el título de “monseñor”.
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Cardenal Tisserant

El llamado de Juan XXIII buscando curas para Latinoamérica le dio la idea de fundar una “Sociedad de Dios por la Humanidad”. Planeó reclutar voluntarios en Filipinas, cruce entre el este y el oeste. En Manila sin embargo encontró el primer obstáculo en la persona de un cura irlandés Eamon Byrne, se lo puso tan duro que el nuncio aconsejó a Ferrari volver a Roma y reportar al arzobispo Antonio Samoré de la Secretaría de Estado.

Este Samoré era un conservador que controlaba la iglesia latinoamericana y que era amigo de OD, eso dijo Ferrari a Hutchison. Había sido nuncio en Bogotá antes de que Juan XXIII lo llamara a Roma. El papa Juan lo acusó de “maniobrero”.
Samoré advirtió a Ferrari “he dado órdenes y si no me obedeces lograré que el Papa te excomulgue.”

Ferrari era un hombre inteligente, rápido de mente y culto, hablaba 5 idiomas. Entendía el mundo secular mejor que muchos clérigos ya que había trabajado antes de ser cura. Era un hombre apasionado por la iglesia y su misión (¿y no del OD? Un tipo molesto…). Su creatividad parecía adecuarse a la arrugada sotana y zapatos gastados que usaba. El espíritu libre que representaba no podía ser más opuesto al mundo cuadriculado por OD. Estaba destinado a no entenderse con los escrivarianos lo mismo que le había pasado con Samoré.

Se estableció en Guayaquil para hacer un censo de la población e iniciar su trabajo, y de allí voló para la RFA para entrevistarse con el obispo Hengsback en demanda de fondos de la fundación Adveniat. El obispo le dijo que necesitaba el visto bueno de un teólogo madrileño y un profesor de Lovaina. Ambos debían ser OD porque no contestaron, Ferrari se dio cuenta de que OD había conseguido el derecho de veto en Adveniat.

En enero de 1969 se fue al Salvador, todavía perseguido y acosado por Samoré. Alquiló una casa, contrató una criada recomendada por la diócesis. Poco después empezaron los dolores de cabeza y aumentó su presión sanguínea de manera alarmante. Se le hincharon dedos y tobillos, una noche al levantarse de la mesa tras la cena, sufrió un colapso y cayó al suelo. Estuvo paralizado tres días.
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Ferrari observó que cuando se iba del Salvador los síntomas mejoraban. En junio de 1969 entraron con violencia en su casa. La policía arrestó a la criada y a un cómplice durante 3 días. La soltaron por falta de pruebas, de todas formas Ferrari prescindió de ella. Dos médicos lo examinaron y concluyeron que había estado ingiriendo una sustancia incolora e inodora, quizás digitalis, un potente cardiaco, la intención del que se lo administró no podía ser más que provocar el paro cardíaco. Ferrari señaló que probablemente lo hicieron agentes de Samoré, pero no tenía pruebas de ello.

En diciembre del mismo año se mudó a Guatemala, un país en el queel 98% de la tierra estaba e manos de 140 familias en los años 40, además de un par de corporaciones. La situación era desesperadamente injusta. En 1950 Jacobo Arbenz Guzmán fue elegido presidente, comenzó la reforma agraria, expropió unas 200.000 Ha de banano a la United Fruit Company. La CIA programó un golpe que lo puso fuera del poder, así salvaban a Guatemala del comunismo internacional.
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Cuando Ferrari llegó a la capital del país se encontró a un grupo de almidonados y elegantes curas opusinos mangoneando en la diócesis en nombre del cardenal Casariego, una vez desplazado el clero local. El cardenal era un inflexible antimarxista y detestaba que los campesinos guatemaltecos se hubieran contagiado del virus. Casariego prefería al coronel Carlos Arana entonces de agregado militar en Washington que había pasado a cuchillo a miles de campesinos subversivos. Casariego era el arzobispo desde 1964. Se ganó el odio de los diocesanos, al punto de que varios cientos de curas y fieles firmaron una petición para que el congreso lo echara. Pero tenía la protección del coronel Arana.

Cuando Pablo VI ascendió a Samoré a la dignidad de cardenal y le dió un alto puesto en la Secretariá de Estado la sentencia de Giuliano Ferrari estaba echada. Le quitaron toda financiación. Cerró su sociedad por el bien y se volvió a Roma. Murió su protector Tisserant, ya estaba Ferrari solo en el mundo frente a la Beast.

Volvió a las chabolas de la ciudad de Guatemala, pero los curas y sicarios opusinos le dijeron que no era bienvenido ya que su labor era más política que pastoral. Y no sólo eso. Le compraron el billete de solo ida y lo acompañaron al aeropuerto, un par de curas OD le llevaron las maletas. En el taxi o coche no sé, le comunicaron que como se le ocurriera volver a Guatemala le amargarían la vida, en el más puro estilo de la santificación de la mafia.

El periodista Robert Hutchison se encontró con Giuliano Ferrari por última vez en 1978, el cura le dió una copia de un libro que había escrito sobre su experiencia latinoamericana y otro que no había salido de su pluma pero en el que se hablaba de las finanzas vaticanas. Pretendía que el periodista escribiera su historia de persecución y expulsión de Hispanoamerica por parte de las huestres escrivarianas y porque apoyaba la iglesia de los pobres. Sabía que sería un escándalo bien grande si se hacía publicidad del mal uso de los fondos vaticanos. Robert Hutchison propuso  juntar documentación y hablarlo en un próximo encuentro. No volvió a ver a Ferrari. Cuando preguntó por él a un conocido común se enteró de que había muerto en un tren entre Ginebra y París. 

Tenía 48 años, se djo que había muerto de un ataque al corazón. Pero no hubo autopsia. 16 años más tarde no había certificado de defunción encontrable en el departamento correspondiente de Ginebra.

Cuando murió en el tren faltaban unas pocas semanas para el primer cónclave de 1978. Fue una persona muy preocupada por la permisividad moral, la pobreza y la adicción a las drogas. También fue consciente de que la población latinoamericana había pasado en un cuarto de siglo de 164 millones a 342. Tras su experiencia salvadoreña y gualtemalca sabía que el Capitalismo no se iba a preocupar de esas almas. ¿Quién se preocuparía de ellas?

OD estarían de acuerdo en lo de la permisividad moral. Pero preferían el capitalismo al marxismo, y Teología de la Liberación era un invento de Satanás, el primer revolucionario. Las opiniones sobre la justicia social enfrentarán a SJ y OD. En los siguientes años SJ sería víctima de una campaña de santa pillería. Y las líneas de la batalla se establecieron en los cónclaves del 78, conservadores contra progresistas, estos últimos tenían el apoyo de los nuevos teólogos como resultado de Vaticano II.

Palabras de la pluma de Ferrari que te dejan temblando:

Los obispos latinoamericanos viven en palacios, controlan periódicos, secundan a los políticos que explotan al pueblo y se sirven del patrimonio que extraen de sus iglesias para dotar bien a sus "pobres" favoritos o para otros objetivos políticos o religiosos más que turbios. Durante mi estancia en Latinoamérica, los eclesiásticos de todo rango gastaban su tiempo en organizar colectas. De lo obtenido --supongamos que fuese 10.000 dólares-- retenían para sí 4.000, otro tanto para gastos diversos y, al final, para el objetivo que motivó la colecta, apenas quedarían unos 2.000 $"
"Los recursos recogidos en las comunidades religiosas lationamericanas son transferidos en forma de grandes sumas a la Península Ibérica, Italia o El Vaticano. Si la gente tuviese, aunque fuese tan solo una ligerísima idea de la riqueza de los obispos o de las comunidades religiosas, no habría nadie dotado de juicio que aportase ningún donativo más, fuese de la clase que fuese".
"La Iglesia Católica es la compañía de negocios mayor y más sucia del mundo"
"El crimen más reciente del Vaticano fue el asesinato de mi amigo, el arzobispo Óscar Romero, de San Salvador".

Comentarios

Ricardo Pérez ha dicho que…
Es usted muy valiente, mis mas sinceras felicitaciones.

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