CONFIGURANDO

 Interesante la noticia que me mandas sobre el País Vasco y el juez que llama medidas medievales a cerrarlo todo para evitar expansiones v

Si los epidemiólogos se sienten ofendidos que hagan el favor de ejercer como tales, que no es labor de políticos y en este caso hemos visto que han dejado su trabajo en manos de la política. Que le canten las 40 a quien deben, no precisamente al juez.


Hemos de dejar de vivir para defender la vida ¿no es profundamente contradictorio?

Pero ya tenemos costumbre en España "obedecer o marcharse", todo un meme.

Los canonistas escrivarianos se empaparon de decretos conciliares y encontraron un resquicio en el motu proprio Ecclesiae sanctae donde se habla de prelas perso, para establecer una nueva base legal para lo suyo. Las nuevas estructuras surgidas con Vaticano II ofrecían más posibilidades que las prelaturas nullius, lo que habían pedido en 1962 a Juan XXIII sin conseguirlo.

Por esos derroteros siguieron los estudiosos de la family, mientras en el Vaticano se tomó la decisión en 1969 de constituir una comisión de 5 miembros para investigar od y obligarle a cumplir lo que le correspondía como parte de la Iglesia católica. Jamás se supo en nuestros tiempos de que alguien había osado "investigarnos". Sí supimos que a finales de los 60 se había celebrado un Congreso General Especial, no que hubiera sido reacción a un movimiento vaticano de petición de cuentas o auditoría. 

No se le ocurrió mejor idea que torpedear la comisión de 5 recusando a sus miembros: escribió directamente al Papa con ese motivo, denunciando el carácter secreto y sin apelación de la comisión.

El cardenal Villot, a este siempre lo uno con Juan Pablo I y su extraño fallecimiento, secretario de Estado ya entonces, transmitió al founder el disgusto papal. Reaccionó el santo enviando otra misiva solicitando perdón. En enero de 1971 Villot pidió info sobre los miembros od que trabajaban en la curia ¿ni siquiera el Vaticano controlaba este dato esencial?

En 1973 Villot volvió a pedir garantías a E. de que los miembros que trabajaban en la curia no se dedicaban a violar el secreto profesional pasando info a sus directores de los temas que trabajaban por su puesto en las oficinas papales. 

Ingenuidad cardenalicia.

E. dió las garantías por escrito  y su reacción consistió en rezar con todas sus fuerzas por los que no nos entienden, particularmente entonces no nos entendía monseñor Benelli. El mismo que se había dado cuenta de que en la nunciatura de Madrid cuando entraban las doncellas escrivarianas al comedor mejor cambiar de tema.

A pesar de que no nos entendía, fue uno de los 241 arzobispos que enviaron cartas postulatorias pidiendo la apertura de la causa de beatificación del founder. Me preguntó si alguno se resistió y se los quitó de encima con diplomacia episcopal cuando fueron a que les firmara el ejemplar ya hecho, "sólo firma y sello aquí debajo". También me respondo que todos esos ilmos. señores no escucharon quejas de laicos o de curas, la política eclesial por delante. No tenían queja a pesar de su inmenso desconocimiento del mundo interno opusino, a pesar de saber fehacientemente que los chicos de E. vivían a parte de lo que viene siendo la vida diocesana. Y firmaron.

Desconcierto total para las ovejas. Fíate de un obispo. Lo hemos pagado bien caro. La cizaña ha crecido con vuestro consentimiento y firma.

Afirmó que había convocado el Congreso General Especial de acuerdo con los decretos de Vaticano II, para la revisión de los planteamientos jurídicos del od. El congreso empezó el 1 de septiembre y duró 15 días. ¿Fue en Austria?

En carta al cardenal Antoniuti de 22-10-1969 precisaba que "algunas de las eventuales modificaciones que están todavía a nivel de propuestas, podrían ser introducidas por el mismo Congreso General, otras requerirán una aprobación de la Sta Sede y otras en cuanto que comportarían un cambio de naturaleza del Instituto exigirían incluso un acto más solemne de la Sta Sede, es decir, una nueva erección del Instituto." 

La ceremonia que se vivió en san Eugenio en marzo de 1983. Recogida en vídeo, apoteósico momento como tantos otros en los que "nos salimos con la nuestra". ¿Fue Baggio el cardenal que leyó la bula "Ut sit"? fundacionales palabras que la jerarquía de la Iglesia hacía suyas. Como para no fiarse e impedir que tu hija se metiera en cosa tan aprobada y jerárquicamente bendecida. 

No teníamos ni idea de que los monseñores vaticanos no se suelen preocupar por los destinos de los fieles de a pie, con semejantes pastores acabamos todos en el precipicio. Tienen su parte de responsabilidad sin duda en todo lo que nos ha pasado, suicidios incluidos en el lote.

 

Mientras tanto  de puertas adentro tuvieron lugar asambleas regionales que buscaban una participación lo más amplia posible con vistas  a la convocatoria de la segunda parte del Congreso General Especial que inició sus trabajos el 10.09.1970. Las sesiones plenarias no duraron una semana. En la clausura les dijo: 

"Pero lo sabéis bien, esto no quiere decir que el Congreso haya concluido su trabajo. El congreso general queda abierto."

En las conclusiones los asistentes al mismo habían pedido "que se resuelva definitivamente el problema institucional del od otorgándole, en base a las nuevas perspectivas jurídicas que han abierto las disposiciones y las normas de aplicación de los decretos conciliares, una configuración jurídica diversa de la de Instituto Secular."

Un año después Alvaro, como sec. general informaba al cardenal Antoniutti prefecto de la Cong. de Religiosos e Institutos Seculares, que el Congreso General Especial había entrado en una nueva fase y que "actualmente se procede en sede de comisiones técnicas." 

El 25-06-1973, fiesta A, el founder fue recibido en audiencia por Pablo VI al que informó sobre los lentos trabajos del Congreso que seguía abierto. También de la Comisión Técnica nombrada para la revisión del estatuto jurídico del od. El papa le animó a seguir adelante con la tarea emprendida, aunque las esperanzas de conseguir la prela en el pontificado de Pablo VI eran nulas.

En 1974 ya tenían redactadas las nuevas Constituciones. Eran una versión light de las Constituciones de 1950 con adaptaciones del concilio. Constaba de 194 normas y un canonista escrivariano reconoció "falta solo considerar el momento adecuado para plantear a la Sta. Sede la petición formal de la nueva configuración jurídica." 

 Y en 1975, también en junio E. pasó a mejor vida sin haber entregado en el Vaticano ni la conclusiones del Congreso General Especial convocado en 1969, 6 años de congreso, santificación del trabajo, ni el nuevo texto de las Constituciones ni la propuesta de de modificación del estatuto jurídico.

Se fue de este mundo con sus "santas, inviolables y perpetuas Constituciones de 1950", manteniéndose una parte del od incómodamente alojado en la estructura jurídica eclesiástica del Instituto Secular y el resto en la precariedad jurídica, con un estatuto de Instituto comunitario sin votos públicos de carácter diocesano y dependiente desde 1943 del obispado de Madrid.


Tanta comisión me recuerda el dicho de que "si quieres que algo nunca se aclare forma una comision", o similar.

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